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#16

Creía que me iba a salir con la mía, un pensamiento inundó en mi mente y se quedó ahí hasta que se demostró que el bien no triunfa, de verdad me confíe demasiado. Salí perdiendo por estar 100% segura de lo que pasaría.

No soy adivina, no soy bruja, no soy una estrella que ve el futuro.

No quiero saber cuáles serán mis consecuencias, aunque de eso ya me habían informado, aún quedaba una ligera esperanza de que no tuvieran piedad conmigo, sino con esa pequeña criatura.

Todo iba como estaba planeado, pero de igual manera salió mal, la policía no logró rescatarla.

“¿Por qué sigues aquí?”

Es una pequeña voz que he empezado a escuchar cada día después de que la hayan secuestrado, antes sólo la había escuchado cuando mi madre había sido asesinada. Pero ahora se le ha dado por atormentarme todos los malditos días en los que sigo respirando.

Creía que era una mujer fuerte, que nadie me iba a derrotar así de fácil, que no dejaría que nadie me hiciera sentir miserable. Todo lo que pensé y repetía en las sombras cuando era niña, ahora sólo me doy cuenta que no es verdad, que no soy así. Que como toda persona tiene su punto débil y ellos me han quitado a las personas que formaban parte de él.

Busque ayuda y lo único que conseguí fue fracasar, no sirvió de nada ir con mis compañeros de trabajo, hubo heridos, pero sólo por parte de nosotros.

Llego a casa después de haber ido al hospital a visitar a mis compañeros que estuvieron presentes en algo que me di cuenta demasiado tarde que era una trampa. Me olvidé que no estoy con simples criminales, no recordé que ellos saben cada uno de mis movimientos.

Al intentar encender los focos de la sala, no sirve después de haber intentado varias veces. De pronto las luces del comedor se encienden revelando a un hombre de espaldas quien está cerca de la ventana, se halla observando lo que hay del otro lado de esa, la estación de policías.

— No te gusta obedecer —de repente habla acabando con el silencio que reinaba en el departamento, su voz es grave, da la impresión de que estuviera ronco.

— ¿Qué hace aquí? —levanto mi mano derecha la cual sujeta la pistola con la ayuda de la izquierda.

— Vengo por ti, creo que ya era tiempo de conocernos —dice dejando caer la cortina que estaba sostenida por una de sus manos.

— No lo quiero conocer, lo único que espero de usted es que me deje de una maldita vez vivir en paz —al decir las últimas 5 palabras elevo mi voz, hago que se produzca un eco al hacerlo.

— ¿Y tú sabes lo que quiero? —por fin se da la vuelta para poder verme con una sonrisa que me transmite miedo, es igual a la de un psicópata cuando mata a su víctima.

— ¿Venganza? —no se mueve, yo no he bajado la pistola, aún le sigo apuntando.

— No es mía, pero colaboro —escucho sus palabras con suma atención, mis ojos se achican demostrando confusión por lo que ha pronunciando.

No es su venganza, pero igualmente se le da por ayudar.

— ¿Con quién trabajas? —me empiezo a sentir observada, sonrío porque sé que no se encuentra solo.

— No trabajo para nadie, yo soy el líder, ellos trabajan para mí —no le gusta que le digan que trabaja con alguien, que alguien le ayuda, puesto que, se ha puesto furioso por la pregunta, ha formado dos puños con sus manos con guantes negros para luego dar un fuerte golpe sobre la mesa que se encuentra a solo unos pasos delante de él.

— ¿Quiénes son? —su sonrisa aparece nuevamente en su rostro, igual que la anterior, no es bonita.

— Muy pronto lo averiguaras, pero basta de palabras que estamos perdiendo el tiempo —mi corazón inevitablemente se empieza a acelerar, mis ojos no se pierden ningún detalle de sus movimientos intentando predecir su próximo movimiento— tú escoges a las buenas o a las malas.

Es en ese preciso instante es cuando se asoman sus ayudantes que poseen armas las cuales no dejan de apuntarme. No tengo ninguna posibilidad si llegara a disparar.

Bajo el arma lentamente, sin embargo ellos siguen con sus pistolas señalandome, la sonrisa del líder se ensancha más al dar por hecho que voy a cooperar.

— Así me gusta —suelto un bufido al escuchar la victoria de esta etapa, pero la victoria total es cuando la otra persona alza su bandera o también podría ser cuando ya no tiene las fuerzas necesarias para seguir con la lucha, cuando sus ojos ya no aguanten estar abiertos, cuando su corazón haya decidido dejar de latir.

Empiezo a dirigir la pistola a mi cadera en dónde la iba a guardar, pero era demasiado obvio de que no me iba a dejar hacerlo. La entrego y me dejo guiar por sus ayudantes hacia la salida, dos al frente, uno detrás creo que es demasiado. Bajamos por el ascensor del edificio, al estar abajo salimos con naturalidad para no llamar la atención, no hay casi nadie ahí, sólo el guardia que no se percata de mi mirada.

Afuera, justo al frente de la puerta, está una camioneta blanca con esos sellos que dicen Direct TV. Me adentro en la parte de atrás, ahí se encuentran dos jóvenes que me amarran las manos por detrás utilizando una soga medianamente gruesa, lo mismo lo hacen con mis pies, pero ya no con soga, sino con una cinta de embalaje.

Después de que hayan acabado, dan una señal a la persona de adelante para que conduzca. Con unos pares de ojos observándome, escucho atentamente lo que sucede afuera, aunque sea de noche puede que algún ruido me sirva de ayuda.

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