#10
Después de haber interrogado a todos los vecinos de la ciudadela y a los vecinos más cercanos de aquella, por fin el sol se ha ocultado entre las montañas dando paso una noche sin estrellas. Cada quien ha regresado a su hogar para mañana muy temprano continuar con el caso más sangriento que se ha podido dar aquí en Cúcuta. Incluso a comparación con el de mi madre es leve, aunque no tanto y eso tampoco me llega a tranquilizar, por el contrario me impacienta más al saber que aún ese robot sigue libre.
En ambos asesinatos hubo tanta maldad, demasiada crueldad para un ser humano, no quiero ni pensar en el dolor de las víctimas que llegarán a experimentar hasta su último aliento. Pero en este caso esperamos encontrar al responsable.
Cuando llego al piso en dónde se encuentra mi departamento, mi vecina sale.
— Hola, vecina —me sonríe al decirlo, estoy por saludarla, pero vuelve a hablar— mija, un hombre estuvo en tu departamento hace más o menos una o dos horas, entró como si fuera dueño —luce realmente preocupada.
— ¿Qué está diciendo? —pregunto completamente confundida y a la vez sorprendida de que nunca voy a estar tranquila.
Tal vez la muerte no suene tan mala después de todo este infierno que una o varias personas me quieren hacer padecer antes de matarme.
— Lo vi muy tranquilo y seguro, pero algo me dio una mala espina. Por eso te lo estoy comentando, para que te andes con mucho cuidado y para que cambies de chapa.
— Muchas gracias por contarme, tomaré medidas —es lo último que digo para entrar a ese lugar que ya no es un sitio para descansar, simplemente sirve para que yo pueda dormir sin encontrar ni una pizca de paz.
La puerta ni siquiera esta con seguro cuando estoy más que segura que lo había dejado con llave. Pero al parecer al intruso se le dio por no dejarla como lo encontró o puede que se le haya olvidado, sin embargo algo dentro de mí me hace que me incline por la primera opción como si me quisiera dar a entender cómo entró.
Reviso todos los rincones de la casa, esta vez empiezo por mi recámara para saber si ha dejado algo, pero no.
Al entrar a la cocina observo que hay una olla colocada encima de la cocina de inducción, la olla se halla con un tapa impidiendo ver su contenido.
— Creo que quiso cocinar —lo digo en voz alta sólo para infundirme un poco de confianza y seguridad para alzar la tapa. Para alejar ese miedo que últimamente aparece muy a menudo.
Al levantarla no soy consciente de que he pegado un grito demasiado alto, puesto que tengo a mi vecina y a su esposo dentro de mi casa exclamando a gritos por mí.
— ¿Estás bien? —pregunta cuando por fin da conmigo en la cocina, su esposa lo acompaña a lado.
— Si, sólo pensé haber visto una rata —sonrío para apoyar lo que he dicho para que no dude de mis palabras y piense que son sólo excusas.
— Está bien mi niña, ¿quieres que Joaquín la busque por ti? —sugiere con una sonrisa muy amplia que me llega a transmitir confianza, pero no paz.
— No, era sólo una mancha algo grande que vi, pero luego me di cuenta que sólo era una sombra —comento con un desinterés fingido.
— Está bien mi niña, descansa —si tan solo sólo supieras que eso es lo que quiero, descansar, pero lamentablemente esos no son los planes que mis enemigos tienen para mí.
Ellos comienzan a caminar hacia la salida mientras que yo voy detrás de ellos para cerrar la puerta con llave, aunque debería hacer lo contrario y salir corriendo.
Vuelvo a la cocina, pero esta vez llevo mi teléfono móvil que lo he guardado en la mochila junto con el cuaderno de notas después de haber terminado con los interrogatorios. Busco entre mis contactos el nombre de Luis para llamarlo, pero algo dentro de mí me detiene de hacerlo, creo que será mejor que oculte cierta información al líder del caso que por desgracia es él.
La mano sigue ahí dentro de la olla intacta, es una mano izquierda que curiosamente tiene una pequeña marca al reverso de la palma que se puede ver a simple vista. Reconozco la figura y siento como si poco a poco me empezara a fallar la respiración.
Una cicatriz con una muy peculiar forma que lamentablemente se asocia con demasiadas cosas, lo primero que se me viene a la mente es que efectivamente los asesinatos más crueles que se ha cometido en Cúcuta tenían que pertenecer a la misma persona, al mismo monstruo, al mismo robot.
Tantas preguntas que antes estaban sin contestar, cada día aumentan en vez de disminuir.
La pieza de un rompecabezas es la causante de un infierno, de haberme quitado no solo a mi madre, sino también pienso que me arrebató a mi padre a muy temprana edad. Y ahí es cuando me pregunto ¿también me habrá quitado a esa hermana mayor que alguna vez tuve? Si la respuesta es afirmativa nuevas interrogantes se incrementan en la lista de preguntas sin respuesta.
Algo blanco colgado en mi refrigeradora de color gris cerca de uno de los mesones llama mi atención, es una hoja colgada con cinta adhesiva. Me acerco hasta ella.
“¿Quieres justicia?
Nadie te la dará, no pierdas tu tiempo, mejor concéntrate en otros casos que no involucren una pieza de rompecabezas.
Déjame darte un consejo que espero que lo tengas muy en cuenta, ya que, no me gusta bromear esto es sólo para que lo tengas en cuenta para el futuro. ‘No huyas, te encontraremos de todos modos’.
Por cierto te deje un pequeño regalito en tu cocina, espero que sepas agradecer. Ahí tienes la última pieza que falta para terminar de armar la pobre anatomía del hombre muerto, su mano izquierda, la única parte de su cuerpo que les puede dar una pista, sin embargo despertará más preguntas que respuestas.
Nada en la vida es fácil, pequeña, y encontrarme tampoco lo será.”
<A. C>
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