Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 04

Me abstengo de explicar lo que pasó con mis bragas cuando el perfume de Rico golpeó mis sentidos. Lo abracé con dolor (y con placer, obvio). Tener a quien deseas fervientemente, tan cerca, y no poseerlo, fue la peor tortura que he sufrido.

Él se mantuvo callado para darme espacio, hasta que yo decidí romper el silencio:

―Es la boda de tu hermano, no pierdas el tiempo conmigo.

―No estoy perdiendo el tiempo, y la ceremonia ya acabó. No creo que le sirva de mucho en la luna de miel ―bromeó para hacerme sentir mejor―. ¿A dónde quieres ir?

― ¿Te gustaría tener una última aventura antes de que me vaya? ―propuse luego de meditar unos minutos―. Sería como el viaje por carretera que planeamos un montón de veces.

―Siempre me ha encantado tu espíritu intrépido. Vale, me apunto ―declaró mi cómplice―. Iremos por el paso entre las montañas que suelen usar los ciclistas, sé que amas la naturaleza. También hay varios lugares para comprar ropa cómoda, aunque yo creo que ese vestido te queda increíble.

Sonreí y decidí disfrutar el momento, era un plan perfecto.

La exodiosa pelirroja del demonio había querido casarse durante un atardecer en las colinas, así que no habíamos dado mucha rueda cuando oscureció. Nos detuvimos en un hotel para pasar la noche, no era muy grande, así que tuvimos que compartir la única habitación disponible.

Apenas entramos, Rico se tiró en el piso y abrió una caja de comida que había comprado en una tienda cercana. Yo carecía de apetito, así que me agaché cerca de él para conversar.

―Deberíamos avisar que estamos bien ―sugerí mientras sacaba el espejo para darle color a mis labios.

―Ok ―balbuceó Rico embarrándose la barba de salsa.

Él me observaba fijamente, sus cejas pobladas estaban arrugadas, pero seguía tragando con apetito el muy glotón.

―Estamos solos en el medio de la nada ―dijo Rico después de limpiarse―. En lugar hacer cualquier cosa, decides pintarte los labios de rojo ¿Qué quieres, que te robe un beso? 

Me quedé quieta, observando con lascivia como la camisa desabrochada dejaba ver los detalles de su piel. La tentación era evidente.

―Hazlo ―apremié con seriedad.

― ¿Qué? ―preguntó y una de sus cejas negras se alzó

―Róbame un beso

―Estás loca ―sonrió negando.

―Gasté nueve años de mi vida con relaciones que no duraban. Decía que ya no creía en el amor por tu culpa. Hoy veo que la única culpable soy yo. Nunca te superé, y llevo esos mismos nueve años soñando con confrontarte. Así que hazlo, róbame un beso y seré tuya aquí y ahora.

Él se relamió y se fue acercando con cautela, puso una mano en mi cabeza y tiró de mis cabellos con firmeza, comenzábamos a respirar agitados, sentía su aliento muy cercano al mío, y dije:

―Tienes olor a condimentos.

Rico comenzó a reír, me dio un beso en el cuello y se alejó.

―Eres impredecible ―suspiró―, me obligas a estar en alerta constante, como si estuviera frente a un depredador. Mejor dormiré en el piso, no vaya a ser que a la fiera le dé por devorarme.

A la mañana siguiente continuamos nuestro viaje. Paramos para comprar ropa, yo me vestí de negro y hasta me compré una gorra de los yankees; Rico, por su parte, pagó por una sudadera y un pantalón holgado, tomamos algunos refrigerios para el camino y nos pusimos en marcha.

La ruta estaba rodeada de vegetación y pasaba por varios parques nacionales, nos topamos con algunas personas pero por lo general no había demasiado movimiento. Detuvimos la jornada, solo si un lugar nos parecía hermoso, o cuando alguna necesidad básica nos lo indicaba.

Ese día fue como si nada hubiese cambiado. Descubrí que seguíamos siendo tan compatibles como cuando éramos adolescentes.

Los deseos de hacerle el amor a ese salvaje en el bosque, como si fuéramos dos animales en celo, no me abandonaron. En dos ocasiones, sin poder controlarme, le di unas nalgadas maliciosas y hasta le apreté el paquete (y que paquete), pero el pudor pudo más que los impulsos primitivos.

Sin embargo, sentía que debía hablarle de lo que sentía, explicarle lo que pasaba dentro de mí en esos instantes, pero no quería arruinar lo poco que nos quedaba juntos. Por última vez, callé a mi corazón.

Nos acercábamos al pueblo, pero debíamos hacer una última parada. El cielo estrellado parecía dar un espectáculo, los astros titilaban y se arremolinaban con hermosa armonía. Estacionamos la motocicleta para apreciar el infinito que nos invitaba a sacar lo que teníamos guardado. Rico fue el más valiente, así que lanzó la primera frase:

―Robi, nunca creí fueras a volver, por eso me comprometí con Alice, es una muchacha dulce, fácil de querer, pero…

―No la amas, lo puedo ver ―aguanté mis ganas de llorar y continué―. Quise dármelas de madura, y aun cuando volví, no di la cara, ni siquiera pude aceptar algo que pasó hace nueve malditos años.

―No lamento esos nueve años separado de ti. Te has convertido en una mujer independiente. Me pareces mil veces más atractiva que antes, y a esta edad es mucho más difícil impresionarme ―respondió Rico tomando mi cara entre sus ásperas y venosas manos.

―Sigo siendo exactamente la misma niña insegura ―le dije, y mis ojos ámbar se aguaron―, pero ya no más de huir y esconderme, se acabó.

―Sé que si te quedabas aquí y te hubieses casado conmigo, no hubieras llegado tan lejos ―confesó Rico llorando―. Ahora no necesitas un príncipe. Brillas por ti misma donde quiera que estés.

No pude más, así que lo abracé para refugiarme en su calor y estallé:

―Ya no creo en los cuentos de hadas. No quiero a alguien que me salve, ni quiero salvar a nadie. Deseo un igual, que me ame, que desprenda follabilidad y que avance conmigo. ¿Es tanto pedir?

Rico me apretó contra su pecho y dijo:

―Sé que acabamos de rencontrarnos, pero si aún quieres que te robe un beso solo tienes que pedirlo.
Era tan tentador que hace unas horas atrás hubiese aceptado, pero había decidido no irme por el camino fácil.

―Julia merece saber la verdad, y Alice también, esta no es la manera.

―Tienes razón, disculpa por ser tan egoísta.

Sentí cierta incomodidad con Rico, yo había hecho mi acto de desaparición y aparición, dejándole todo hecho un lío y arrastrándolo a restructurar su biografía, no era justo para él.

― ¿Cómo puedes decir eso? ―cuestioné con dolor―. Cada vez que aparezco en tu vida la dejo peor que antes.

Posó sus dedos en mi barbilla y me hizo levantar la mirada. Las chispas que desprendía su mirar encendían mi deseo. Me besó tan apasionadamente que temblé entre sus brazos. Ambos llorábamos y nos besamos con más intensidad, temiendo que fuera la última vez que probáramos el sabor del otro.

Volvimos a Trinidad y nos enfrentamos, cada uno por su lado, a la inevitable realidad.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro