Capítulo 01
(Les picó la curiosidad, ¿eh?)
Tras mi ruptura con quien sería mi esposo y padre de mis hijos, decidí alejarme de la pequeña ciudad donde nací y probar suerte en Nueva York.
Al principio pasé por muchísimas situaciones poco agradables; eso de irse a triunfar y darse la gran vida no es como lo pintan. Anduve dando tumbos por un tiempo hasta que conseguí trabajo fijo. Después de años de preparación y esfuerzos, logré ser contratada por una gran empresa en el área de diseño gráfico.
A mi novia, Julia, la conocí en esa misma firma. Al principio éramos archienemigas en el ámbito laboral. Me molestaba como esa elegante castaña de lengua precisa era capaz de revertir las situaciones a su beneficio.
Debido a nuestra rivalidad nos fuimos acercando hasta convertirnos en buenas amigas, de esas que se saben hasta los más oscuros fetiches de la otra. Terminamos enamoradas y decidimos comenzar una relación.
Todo iba perfecto entre nosotras cuando Julia debutó con Lupus, una enfermedad en la que tu propio cuerpo te ataca y que puede conllevar a fatales consecuencias. Estuvo grave, al punto que fue necesario hacer un trasplante de riñón.
Yo me quedé con ella todo el tiempo, no podía abandonarla en una situación tan delicada; era mi deber como novia. Siempre estaba al pendiente, sentía que debía protegerla y no la dejaba sola por mucho tiempo.
Cuando Julia mejoró, volvimos de a lleno al trabajo. Logramos que la sección europea de la compañía firmara un contrato con nosotras para ocuparnos del diseño de la agrupación en ese continente. Estábamos extasiadas de triunfo, pero eso indicaba que me alejaría mucho de mi familia.
Si vivir al otro lado del país limitaba nuestras reuniones, imaginen lo que significaba irme a otro continente. Mis padres viajaban, si les era posible, mensualmente para visitarme.
Desde mi ruptura con el susodicho Lord Mentiroso, nunca más había regresado a Colorado. Era el momento de retornar a mis raíces.
Telefoneé a los señores Johnson, o sea, mis padres, para avisarles de mi visita a Colorado. Estaban alegres por mi retorno y se le notaba el entusiasmo.
―Tengo que colgar para poder recoger mis cosas. Los amo mucho ―me despedí primero, de ser por ellos no soltarían nunca el dichoso teléfono.
― ¿Qué dicen tus padres? ―preguntó Julia mientras echaba la ropa en la maleta.
―Ya sabes cómo son de entusiastas.
― ¿Y tú cómo te sientes? ―inquirió y un brillo agudo iluminó sus ojos azules.
―Interesante pregunta ―reflexioné―, la verdad, ni yo misma sé.
Viejos miedos que creía olvidados, retornaron a mí. Julia conocía toda mi historia con Rico y cuanto sufrí después de la ruptura. También sabía como mi antiguo hogar me traía inseguridades y conflictos internos, por eso trataba de sacar el tema. Preferí ignorarlo y me dispuse a prepararme.
Y así inició el viaje que me pondría patas arriba.
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