7. Ni Harry Potter ni Crónicas Vampiricas
"Vampiros de Amor, en la noche oscura, donde el viento susurra, bajo un cielo estrellado, nuestra historia se dibuja. Somos vampiros de amor, sedientos de pasión, condenados a amarnos en sangrienta afición."
Un profundo zumbido taladra mis oídos siendo esto bastante molesto. Un olor como a carne chamuscada revuelve mi estómago teniendo que contener una nausea que amenaza con querer salir de mi garganta. El cuerpo entero parece no querer responderme y es como si tuviera algo encima de mi que me impide levantarme. Apoyo mi mano en una superficie algo blanda, a la vez que abro mis ojos. Es Lando quien está justo a mi lado cubriéndome con sus brazos, e impidiéndome que me levante.
- Lando -susurro su nombre sintiendo que la garganta me escuece. Intento de nuevo ponerme en pie sin conseguirlo. Por el rabillo del ojo me percato como una especie de destello viene hacia mi a una velocidad que ni mis ojos pueden distinguir.
No me da tiempo a reaccionar cuando escucho un gruñido justo a mi lado. Compruebo con perplejidad que se traba del castaño de pelo rizado, el cual, de un empujón ha apartado el destello que venía hacia nosotros. Cuando por fin puedo percibir de que se trata, mi confusión crece al percatarme de que es un hombre, el cual ha sido lanzado por Lando hacia una pared de gran altura, frente a nosotros.
- ¡Lando! ¡Cuida de Grace! -la orden viene dada directamente por Carlos. Enfoco mi vista hacia su voz y lo que veo me deja conmocionada. Un hombre, o lo que parece un hombre, embiste contra él de una manera bastante salvaje.
Digo que parece un hombre, porque sus ojos son rojos, las venas de su rostro se han tornado de un color grisáceo y de su boca salen dos afilados colmillos. Respiro con dificultad con algo de temor, pues estoy preocupada porque pueda hacerle daño a Carlos, pero este, me demuestra que puede defenderse solo perfectamente. No tarda en deshacerse del tipo poniendo una de sus manos en su pecho. Pronuncia un par de palabras ininteligibles, hundiendo sus dedos en su carne, y de un solo tirón, le arranca el corazón.
Emito un jadeo llevándome las manos a la garganta. Porque lo que me ha asustado no es solo el hecho de que Carlos acaba de matar a un hombre, es que el corazón que tiene en sus manos, es de un color negro brillante. Jamás había visto algo parecido. Y jamás había visto convertirse en polvo el órgano que Carlos sostiene en su mano.
-Oh, dios. Oh, dios -repito sin cesar. Necesito ponerme en pie y escapar de aquí lo antes posible.
-No te muevas, Grace -el tono de voz de Lando es algo agudo. Ladeo mi cabeza para responderle, pero, lo que veo en él hace que me calle al instante. Sus ojos han adquirido un tono oscuro, diría que casi negro, mientras que aprieta los dientes con rabia.
-¡Suéltame, Lando! -le pido intentando deshacerme del agarre de su brazo sobre mi muñeca.
-¡No! ¿No te estás dando cuenta de que todos estos tíos están aquí por ti?
Unos disparos me hacen esconder la cabeza en el hueco de su cuello. Siento mi corazón latir demasiado deprisa, intensificando mi miedo. Lando me ayuda a refugiarnos detrás de otro coche. No soy capaz de abrir los ojos y ver lo que sucede a mi alrededor. En su lugar, me concentro respirando bien fuerte y musitando una canción que cantaba de pequeña para lograr tranquilizarme cuando las monjas me castigaban, dejándome sola en aquel sucio desván.
Pronuncio las palabras con calma, cantando bajito, tal y como hago siempre que necesito tranquilizarme. Llevo mis manos a los oídos para amortiguar el ruido de los disparos, mientras sigo cantando la melodía, abstrayéndome de todo durante un momento.
Deiridh lucht léinn gur claoite an galar an grá
Char admhaigh mé é is é 'ndiaidh mo chroí istigh a chrá
Aicid róghéar faraor nár sheachain mé í
Chuir sí arraing is céad go géar trí cheart-lár mo chroí.
Casadh bean-tsí dom thíos ag Lios Bhéal an Átha
D'fhiafraigh mé di an scaoilfeadh glas ar bith grá
Is é dúirt sí os íseal i mbriathra soineannta sáimh
"Nuair a théann sé fán chroí cha scaoiltear as é go bráth."
No sé cuanto tiempo ha pasado. Solo sé que siento una presencia frente a mi. Abro mis ojos para ver a Carlos, cuyas ropas están manchadas de sangre y algo más que no se distinguir. A simple vista, parece que no le ocurre nada, algo que me alivia. Alza una de sus manos y la lleva a mi mejilla acariciándola muy despacio. Esto me hace cerrar mis ojos y disfrutar del roce de su piel. Tiemblo a causa del roce de sus dedos, de la forma como delinea mi barbilla intentando calmarme con este sutil gesto. Como si de nuevo estuviera en ese trance que la canción me ha provocado.
- ¡Tenemos que largarnos! -el grito de Charles me hace parpadear mis ojos, enfocando mejor mi vista. Y es entonces cuando me doy cuenta de que los ojos marrones de Carlos, ya no son de ese color.
En su lugar, son rojos, como la sangre y el fuego.
Como los monstruos de mis pesadillas.
📆 MÁS TARDE
Apenas me opuse a que Carlos me llevara a su casa. Aún estoy sumida en ese trance y en la confusión que me ha provocado todo lo vivido hace unos momentos. Necesito respuestas, y las necesito ya. No sé porqué Max está tan empeñado en que esté con él, y sé que algo raro pasa con estos tres. No soy idiota, pero, soy una mujer de ciencia que siempre necesita tener una explicación racional para todo. Y lo de este trío no lo es.
- ¿Quieres tomar algo? tal vez un té -me ofrece Carlos de forma amable.
- No, no quiero nada, gracias -le respondo con un tono de voz bastante frío, sintiéndome algo desconsiderada con él cuando de nuevo, me ha salvado la vida- necesito saber que coño está pasando y que sois vosotros.
El silencio se instala en la habitación donde me han llevado, en cuanto termino de hablar. Los tres se miran sin querer emitir palabra alguna. Carlos es el que se acerca hasta a mi de una forma lenta y pausada. Su mirada se clava en la mía con una intensidad nunca vista en él. Sus ojos han vuelto a ser de ese color almendrado, pero, con algunos destellos dorados que lo hacen aún más atractivo y peligroso.
- No pasa nada, Grace. Todo está bien. Nosotros lo estamos y tú también. No ha ocurrido nada por lo que debas preocuparte. Olvídalo y cálmate. Estoy aquí para lo que necesites.
El tono calmado de su voz es apenas un susurro. Él me mira casi sin pestañear y sin querer apartar su mirada de la mía. Son segundos los que estamos así. Como si nos diera igual que Charles y Lando estén en la habitación.
- Si crees que de verdad voy a olvidar que un puto coche nos ha hecho dar varias vueltas de campana, que le has arrancado el corazón a un tío, que Lando ha enviado a otro casi 50 metros por los aires, y que vuestros ojos cambian de color... -tomo aire para seguir hablando consciente de las miradas de los tres sobre mi, miradas confusas y perplejas a causa de mis palabras- ah, y también que uno de esos tipos que habéis matado tenía colmillos. Si de verdad pensáis eso, es que, sois más gilipollas de lo que pensaba. O eso, o creéis que soy idiota.
Cruzo mis brazos alzando mi barbilla de forma desafiante. El estupor en la cara de Carlos es más que evidente después de mis palabras. Al momento, Lando se acerca hacia donde estamos mirándome casi de la misma manera que Carlos.
- ¿No puedes sugestionarla? -le pregunta el de pelo rizado a Carlos dejándome aún más desconcertada de lo que estoy.
- Ya has visto que no -le responde Carlos encogiendo sus hombros con una pasmosa tranquilidad que hasta a mi me sorprende.
- ¿Puedo? -le pide Lando a Carlos encontrándose con un asentimiento por su parte.
- Adelante -Carlos le hace un gesto con su mano a Lando, retirándose él a continuación. Y todo esto sin importarles que yo me esté enterando de todo lo que hablan.
- Grace -Lando me habla en un tono aún más calmado que Carlos- ya has visto que todo está bien. Como te ha dicho Carlos, estamos todos bien, hasta tú. Solo ha sido un pequeño accidente sin importancia. Y debes estar un poco confundida porque nada de lo que has visto ha pasado. Repite conmigo NADA DE LO QUE HAS VISTO HA PASADO.
Me quedo mirando a Lando pensando que o está loco, o es gilipollas o las dos opciones son válidas. Él alza una de sus manos para tocar mi mejilla, pero, se la aparto de un fuerte manotazo.
- ¡RESULTA QUE TODO LO QUE HE VISTO, HA PASADO! -le grito a Lando y al resto de los dos habitantes de la casa- ¡NO ME TRATÉIS DE TONTA!
- No funciona -Lando se da la vuelta mirando a Carlos, quien vuelve a encoger sus hombros- no se la puede sugestionar.
- ¡Que estoy aquí! -les chillo agitando mis brazos- pero bueno, ¿Quién os creéis que sois? ¿Harry Potter? ¿o algún protagonista de Crónicas Vampíricas?
- Me pido ser Damon Salvatore -dice Charles agitando una de sus manos mientras se ríe- ese tío es mi ídolo.
-Quizás porque una parte de él está basada en ti -le recuerda Lando ofreciéndole una irónica mueca.
-Es que no me gustaba para nada el Damon de los libros. El de la serie es arrebatador, como yo -se justifica él dejándome pasmada por la actitud de ambos.
- O me decís ahora mismo lo que está pasando o voy a la policía -les amenazo siendo en vano lo que les digo porque ninguno de ellos se inmuta- o mejor, preparo mi maleta y me voy a Irving con Max, seguro que él estará encantado de contármelo.
Le doy un provocativo guiño a Carlos, y me maldigo cuando me doy cuenta de que me he pasado de la raya. El moreno se mueve a una velocidad pasmosa, tanto, que en lo que dura un parpadeo, me agarra de la cintura rodeándome con sus brazos.
- Ni se te ocurra ir con Max. No sabes lo que dices, mujer -su tono de voz, ese que tanto adoro y que consigue remover todo mi cuerpo consigue que mi atención sea exclusivamente para él - te destrozará. Hará contigo todo lo que quiera. Cosas inimaginables. Dejarás de ser dueña de tus actos y de tu vida. Serás un puto juguete en sus manos. Y para cuando Max acabe contigo, desearás estar muerta.
El tono de su voz y sus palabras me llevan a entender que lo que me dice es verdad. Sus ojos no mienten. Lo sé porque algo en mí, me dice que lo crea. El agarre de sus brazos en mi cuerpo se ha intensificado de tal manera, que es como si una corriente eléctrica me atravesara por completo. Me cuesta reprimir un jadeo y siento como los latidos de mi corazón se aceleran sin atreverme a mirarlo, porque sé que si lo hago, estaré perdida. La parte baja de mi vientre sufre un vuelco cuando soy consciente de como sus dedos se hunden en mis caderas. Aprieto mis piernas una contra la otra, queriendo contener lo que él está provocando en mi.
- Está excitada. Que digo, está cachonda, muy cachonda y es por ti, Carlos -las palabras de Charles hacen que la vergüenza se apodere de mis mejillas y que me aparte del moreno. Él no muestra oposición cuando me deshago de su abrazo, pero, sigue estando cerca de mi.
- ¿Cómo lo sabes? -le pregunto a Charles con voz irritada- ¿Cómo sabes si tengo miedo o estoy cachonda? ¿Cómo sabes si estoy tranquila o calmada o por el contrario estoy muy cabreada? ¿como?
Charles aprieta su mandíbula para después llevarse su mano al pelo y revolvérselo. Intercambia una mirada con Carlos que llega a desesperarme pues al parecer, ninguno quiere contestarme.
- Por tu olor -contesta Carlos con la voz algo pesada.
- ¿Mi olor? no entiendo -le pregunto bastante confusa.
- Cada emoción emite un olor característico. Esto es algo que pasa desapercibido para la mayoría de las personas, pero no para nosotros. Podemos oler las emociones en las personas y así saber lo que les pasa. Y tu olor te delata, Grace.
- ¿Has dicho... nosotros? ¿te refieres a... vosotros tres?
Carlos chasquea su lengua contra su paladar. Su mirada aún sigue siendo brillante, aunque sé que después de lo que ha pasado hoy, no está tranquilo, aunque quiera demostrarme lo contrario.
- ¿Quieres quedarte a dormir? ha sido un día muy duro y realmente tienes que estar cansada -me pide Carlos con algo de pesadez en sus palabras.
- No, no quiero dormir. Pero si que estoy cansada. Cansada de que me estés escondiendo algo que me afecta. Cansada porque desde que fui a tu puto club estoy intranquila y con la sensación de que algo me acecha. Ahí fuera hay un tío que por lo que sea, se ha encaprichado de mi. Vosotros tres y él sois raros, muy raros. Yo he confiado en vosotros, pero al parecer vosotros en mi, no. Solo quiero dejar de sentir que estoy loca por pensar cosas raras. Odio que me mientan y me oculten lo que pasa. Pero lo que más odio es estar con personas que no son lo que me dicen. Y de eso, por desgracia, lo he sufrido mucho en mi vida.
No me he dado cuenta pero estoy llorando. Las lágrimas ruedan por mis mejillas sin ningún control. Un pequeño escalofrío recorre mi cuerpo dejándome una sensación de malestar y tristeza con la que no puedo luchar. Evito mirarlos porque sé que me romperé y este pequeño llanto será aún más grande.
- Sólo quiero que alguien me diga la verdad de lo que está pasando -les ruego bajando mi tono de voz hasta convertirse en un susurro. Ninguno dice nada hasta que es la voz de Charles, la que rompe este silencio.
- Somos vampiros, Grace.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro