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37. Esa Grace

" ¿Y porqué no quererme de esta manera? ¿porqué no dejar que sienta esta intensidad pecaminosa que me lleva a no querer apartarme de ti?"

📆 UN PAR DE DÍAS DESPUÉS

📍 ALGÚN LUGAR DE IRLANDA

Busco la mano de Carlos aferrándome a sus dedos. Tiemblo. No puedo evitarlo. Nunca he estado aquí pero me es muy familiar lo que contemplo a través de la ventana. El paisaje es peculiar. Todo verde, respirándose paz y tranquilidad con cada kilómetro que recorremos. Aunque mi corazón no piensa lo mismo y lleva empujando enloquecido contra mi pecho desde que nos bajamos del avión. 

-Estás muy inquieta -Carlos toma mi mano llevándosela a los labios para dejar un pequeño beso en ella, después, la deja encima de su estómago, ofreciéndome una calmada sonrisa- tus latidos están acelerados y los de los bebés también.

-Lo siento, no puedo evitarlo. Me cuesta creer que vayamos a descubrir algo aquí -llevo mi mano a mi vientre, intentando calmar de alguna manera a mis hijos, pero, tengo que hacerlo yo antes para que así ellos lo estén también.

Carlos inclina un poco su cabeza, y acaba subiéndome el jersey, lo suficiente para dejar mi vientre al descubierto. Sus labios rozan mi piel, produciendo que un ligero escalofrío parezca consumirme.

-Bebés, sé que podéis oírme. Tenéis que estar tranquilos. Mamá también lo va a estar. Deberíais dormir un ratito y dejadla descansar -.su boca deja un beso en mi estómago, pronunciando él un par de palabras en griego. Este gesto me parece tan tierno en él, que paso de los nervios a casi llorar en cuestión de segundos. 

Carlos levanta su cabeza buscando mis labios para dejar un corto beso en ellos, buscando mi mano de nuevo para sostenerla entre las suyas. 

- Tienes que estar tranquila, de una u otra manera, acabaremos averiguando lo que le pasó a tu familia.

-Jefe. Ya hemos llegado -George ladea un poco su cabeza para mostrarnos lo que hay frente a nosotros. 

El pueblo de pequeñas casitas casi solitarias, se cierne esperando la llegada del atardecer.  Decidí que dejaría que Carlos se encargara de todo, con sus propios métodos, pues yo soy incapaz de pensar en nada más. Llevo mi mano a mi abultado vientre una vez estamos fuera del coche. Hace bastante frío y tengo que apretujarme más en mi abrigo para darme ese calor que tanto necesito.

-Iremos a la iglesia -me anuncia Carlos tomando mi mano para dirigir nuestros pasos a la pequeña edificación que se alza al final de la calle- los curas son los que más saben de lo que pasa en los pueblos. 

A estas horas de la tarde, y debido también a las frías temperaturas, apenas hay gente por la calle, sobre todo porque coincide con el cierre de los comercios. 

Dejo que Carlos me tome de la cintura, apretándome contra su cuerpo. El calor que emana de él es suficiente para detener mis temblores, algo que le agradezco. En solo unos minutos llegamos a la iglesia, siendo yo la primera en subir los escasos escalones que nos separan de la puerta, mientras Carlos se encarga de replegar a los hombres que nos han acompañado estableciendo un perímetro de seguridad en torno a nosotros. Bueno, más bien alrededor de mi.

-Si no averiguamos nada, no quiero que te agobies, ¿de acuerdo? ha pasado mucho tiempo y puede que la gente haya olvidado.

Asiento a las palabras de Carlos, unas en las que yo también había pensado. Dejo que él abra la pesada puerta de la iglesia, dándome paso en primer lugar, mientras él se coloca tras de mi, como si me estuviera protegiendo con su cuerpo. Al entrar, me sorprende la calidez de esta, y el bello retablo que la preside justo al fondo. Un escalofrío recorre mi cuerpo pues tengo la sensación de que ya he estado antes aquí. 

Busco la mano de Carlos, de nuevo entrelazando mis dedos con los suyos, para mitigar de esta manera, los temblores que me atenazan. Durante un par de minutos, inspeccionamos el lugar, hasta que un párroco aparece delante nuestra, ofreciéndonos una amable sonrisa. El hombre de una edad no muy avanzada, me es familiar e incluso me siento cómoda a su lado. 

-Hola, buenas tardes, ¿os puedo ayudar? -nos dice él aún manteniendo esa sonrisa en su rostro.

-Buenas tardes, padre...

-Quinn. Jamie Quinn -se presenta él haciéndonos un gesto para que nos acerquemos.

-Mi nombre es Carlos y ella es Grace, mi mujer. 

-Un placer, y enhorabuena. Que dios se lo bendiga, Grace -él señala mi vientre, el cual vuelvo a acariciar asintiendo con la mirada a su plegaria, bastante agradecida por este gesto.

-Verá, padre Quinn, esperábamos que pudiera usted ayudarnos -continúa Carlos escogiendo sus palabras con mucha cautela para no revelar más de lo que debe.

-Si está en mi mano, claro que os ayudaré -nos responde él de forma muy amable.

-Mi mujer nació aquí, en Castlevar, pero, por circunstancias que desconocemos, fue dada en adopción y la enviaron a un orfanato en España. Y queríamos preguntarle por si usted hubiera conocido a su familia, y supiera algo de ellos. 

-Bueno, llevo muchos años como párroco de esta comunidad, ¿sabes el nombre de tus padres? -el padre Quinn se dirige a mi manteniendo esa sonrisa amable que nos ha dedicado desde que entramos en su iglesia.

-Farrel. Duncan y Mary Farrel, esos eran mis padres -le contesto, para ver que al momento, el rostro del padre se pone lívido y hasta se lleva las manos a la garganta visiblemente afectado por lo que le acabo de decir. Pero son sus palabras las que provocan en mi que todo mi cuerpo sufra un ligero vaivén.

-¡Oh, dios mío! Eres esa Grace, la hija de mi hermano Duncan.

Respiro agitadamente mientras tomo un sorbo del zumo que el padre Quinn, o mi tío Jamie me ofrece. La familiaridad con la que me trata, y la que siento yo por él, es algo que no me pasa desapercibida, aunque con todo lo que rodea mi vida cada vez estoy empezando a extrañarme menos de las cosas que me pasan.

-¿De verdad quieres saber lo que le ocurrió a tus padres? no es una historia feliz, Grace -me advierte él ofreciéndome una calmada sonrisa.

-Necesito llenar los huecos que hay en mi vida y comprender muchos de los sucesos que me rodean -le contesto tomando otro sorbo de zumo, uno que al parecer gusta a mis bebés por como se agitan en mi vientre.

-Tu madre, Mary, era hija de la curandera del pueblo, aunque otros la llamaban bruja, pero de forma cariñosa -comienza él a narrarnos de forma pausada. Carlos, quien lleva de pie todo el rato, pone una de sus manos en mi hombro, intentando infundirme esta calma que tanto necesito ahora- Mary era muy querida en el pueblo, así como pretendida por varios jóvenes, entre ellos mi hermano Duncan y mi otro hermano, Connor.

-Oh, dios, parece un argumento de una peli romántica -me río un poco intentando quitarle algo de seriedad al relato, pero el padre Jamie no me muestra ningún signo de corresponder esa sonrisa.

-Con amargo final, Grace -me sigue advirtiendo él moviendo su cabeza de un lado a otro- tu madre estaba enamorada de mi hermano Duncan, y empezaron a salir juntos, para desgracia suya, pues Connor estaba celoso de ellos e intentó lo imposible para separarlos, incluso, acudiendo a prácticas algo oscuras con las que llevar a cabo sus planes. El problema fue que cegado por ese tóxico amor, el pueblo sufrió las consecuencias de ese acoso, pues Connor comenzó a destruir todo aquello que rodeaba a la pareja. 

-¿Destruir? ¿a qué te refieres? -le pregunto cada vez más asustada por su relato, pues me temo que, como él ha dicho, no va a tener un final feliz.

-Destruyó el consultorio de tu abuela impidiéndole tener más pacientes. La casa donde tus padres vivían y la de los alrededores, sufrieron un devastador incendio. Mi hermano trabajaba en el campo, y este sufrió una importante sequía que destruyó las cosechas. Incluso, Mary y Duncan tuvieron que alejarse de sus familias para que ellas no sufrieran las consecuencias de las acciones de Connor.

-¿Y no hubo nadie que lo detuviera? ¿la policía tal vez? -le pregunto con bastante impaciencia.

-Ya os he dicho que Connor había hecho un pacto con las fuerzas oscuras, y nadie se atrevía a enfrentarse a él. Llegaron a pedirle a tu madre que dejara a Duncan y se entregara a Connor, pero ella se negó, pues sabía que a su lado sería una desdichada, y más si ya estaba embarazada de ti -prosigue Jamie su relato- durante meses, tus padres se escondieron en el bosque, hasta que naciste tú. Fui la única persona que te vio nacer, la única que sabía de tú existencia.

No puedo evitar emocionarme hasta las lágrimas porque la historia de mis padres, y la mía propia, es bastante triste. Me aferro aún más a los dedos de Carlos, mi apoyo tan necesario en este amargo momento.

-Pero Connor los encontró y juró que tú tomarías su lugar si Mary no se entregaba a ellos, así que, ambos tomaron una decisión, la de sacrificarse ambos por ti para que tú vivieras una vida plena, no como la que ellos habían tenido que sufrir por culpa de mi hermano mayor. Mary decidió que Connor no la tendría ni en esta ni en otra vida, y que siempre sería de Duncan -esta vez no puedo contener los sollozos. Mis padres murieron por mi y por salvarme. 

-¿Y cómo acabó Grace en Madrid? -esta vez es Carlos quien pregunta, pues yo soy incapaz de emitir palabra alguna.

-Tu abuela se encargó -responde el párroco sin dejar de mirarme a mi, preocupado por verme tan afectada- solo sé que confluyeron fuerzas sobrenaturales que no están a mi alcance, pero, que lograron mantenerte a salvo.

El padre, o mi tío Jamie me cuenta que Connor se volvió loco cuando Mary murió, hasta el punto que asesinó a mi abuela, creyéndola culpable de su muerte. En ese momento de debilidad, gente valiente del pueblo, lo cogió por sorpresa y acabaron con su vida, cesando así de esta manera, la destrucción y desolación que Connor había llevado a cabo en el pueblo. 

-¿Estás bien, Grace? -atiendo a la pregunta de Carlos con un asentimiento, aún procesando toda la información que acabamos de recibir. Aunque la parte de como acabé en Madrid aún sigue siendo un misterio, me alivia de cierta manera el haber descubierto lo que les ocurrió a mis pobres padres.

-Siento mucho haber sido portador de tan malas noticias, Grace. Me hubiera gustado conocerte en otras circunstancias -acabo sonriéndole al padre, pues realmente se le ve afectado por la situación. 

-No se preocupe. Le agradezco que me lo haya contado todo. Le ha dado luz a mi pasado.

El padre Quinn me habla de mis padres. De como se conocieron y de ese amor infinito que se tenían. Termino llorando y también riendo con alguna de sus anécdotas, y para cuando decidimos irnos, me alivia saber que por lo menos hay alguien vivo de mi familia.

-Gracias por todo, tío -acabo sonriéndole después de estrecharme entre sus brazos, algo que a él también parece emocionarle.

-Llámame cuando nazcan los bebés. Me gustaría mucho seguir en contacto contigo.

-Así será.

Nos despedimos de él, siendo ya casi noche cerrada. Acaricio mi vientre no sintiéndolo tan pesado como antes de entrar en la iglesia. 

-¿Te parece que nos vayamos al hotel y te prepare un baño? es ya bastante tarde y estás cansada -asiento a la propuesta de Carlos, dejando que él se encargue de llevarme al coche. Su móvil suena en su bolsillo, sacándole él para atender la llamada- ve al coche, Grace. Solo serán unos minutos. 

Sigo mis pasos hasta el vehículo de ventanas oscuras, dejando que George me abra la puerta. Nada más entrar, me dejo caer en los asientos sintiendo todo mi cuerpo exhausto, así como mi cabeza. Demasiadas emociones en el día de hoy me tienen muy cansada.

Pasan unos buenos minutos hasta que la puerta del coche se abre entrando Carlos por ella. La expresión de su rostro no me muestra nada bueno, e incluso su mirada se ha endurecido una vez sentado en el asiento.

-¿Qué ha pasado? -le pregunto buscando su mano, la cual él rechaza con un gesto bastante brusco- ¿Carlos?

-¡Creías que no me iba a enterar! ¡Eh, Grace! -me grita él una vez el cristal que separa nuestros asientos de los delanteros, se alza para darnos cierta intimidad.

-¿De qué estás hablando? -le pregunto sintiendo un escalofrío recorrer mi cuerpo pues está muy furioso y por desgracia, toda esa ira va dirigida hacia mi.

-De esto -Carlos me muestra su móvil, donde una imagen hace que se me ericen todos los vellos de mi cuerpo- dime, Grace, ¿desde cuando te estás follando a Max?

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