30. Nuestra
" Y la luna oscura cambio a roja sangre con tus besos. Me besaste y creciste en mi, siendo mi todo y mi más. Completa y desmadejada, te pertenezco y soy tuya, hasta que el último aliento tome tu vida"
📆 UN PAR DE DÍAS DESPUÉS
Aunque Lando tenía un apartamento en el edificio, pasaba más tiempo en el de Charles que en el suyo propio. Con la excusa de que no quería estar solo y por si Carlos los necesitaba, el de pelo rizado solía pasar las horas más importantes del día con la pareja, aunque la verdadera razón era la necesidad de estar cerca de Angelina.
-Buenos días -saludó un somnoliento Lando a la chica, una vez entrando en la cocina.
-Más bien, buenas tardes, que queda poco para que el sol se esconda -le respondió ella con una gran sonrisa en su rostro.
-No me regañes por mis horarios. Ayer llegué muy tarde de Austria y apenas he descansado.
-¿Todo bien? -puso Angelina una taza de café humeante en sus manos, regalándole una sonrisa al hacerlo.
-Si, todo perfecto, y más ahora si me miras de esta manera -los seductores ojos de Lando se posaron en la chica hasta hacer que casi se ruborizara, gesto este que aprovechó él para acortar aún más, la distancia que los separaba.
-¿Y cómo te miro? -le contestó ella en el mismo tono que él.
-Casi pidiéndome que te bese.
Sintió Angelina el corazón arremolinarse en su pecho y como sus latidos lo golpeaban de forma furiosa. El aliento de Lando se estrelló contra sus labios abriendo estos preparada para recibir ese beso que tanto ansiaba en él. Casi podía sentir el roce de la suave piel de su boca, desesperada por ser tomada por Lando.
-Buenos días.
Se separaron ambos avergonzados al sentir la presencia de Charles tras ellos, quien había sido testigo con algo de molestia de la escena que se desarrollaba frente a él.
-Charles... yo.... -se intentó justificar Angelina, intentando poner distancia entre ella y un Lando que no se mostraba nada arrepentido de lo que había estado a punto de hacer.
-Si me vas a decir que no es lo que parece, ahórratelo, cherié, no estoy ciego -le contestó Charles evidenciando cuan decepcionado estaba con la que creía que era su chica y su mejor amigo.
Angelina no supo que hacer, así que, se limito a disculparse y salir corriendo de esa cocina, dejando a los dos hombres mirándose el uno al otro como si se estuvieran retando.
-Te has pasado -le regañó Lando a Charles chasqueando su lengua un par de veces.
-¡Estabais a punto de besaros! ¡Maldita sea! -gritó Charles mostrándose muy furioso por la tranquilidad con la que Lando afrontaba la situación.
-Así es, y nos has interrumpido.
-Oh, Lando, cabrón de mierda, te doy tres segundos para que te largues o te arranco el puto corazón -le advirtió Charles sosteniéndose a una de las sillas con tal de no llevar a cabo su amenaza.
-No te das cuenta, Charles -le dijo su amigo agitando su cabeza de un lado a otro, aunque con la mirada fija en él- nos ama a los dos. De la misma manera.
-Lando...
-¿No me digas que no te has dado cuenta de como le late el corazón cuando estoy con ella? sus latidos tienen el mismo ritmo que contigo. Y su cuerpo entero emite ese olor embriagante. Es deseo. Por los dos. Y si no eres consciente de ello, es que si eres un ciego de verdad.
Calló Charles consciente de que Lando tenía razón. Había querido ignorar las señales que le decían que Angelina se sentía atraída por el de pelo rizado, pero lo cierto era que la chica se mostraba inquieta y excitada cuando estaba en compañía de los dos.
-Se siente avergonzada. Como si de alguna manera te estuviera engañando por sentir esto -le decía Lando con voz calmada y cautelosa. Por suerte, Charles había dejado de estar más enfadado, cambiando sus sentimientos por preocupación por la chica.
-No es algo que pueda evitar. No quiero que se sienta así.
-Nos ama a los dos, Charles. Y yo si puedo lidiar con esto, el de compartirla contigo, pero, si tú no quieres o no puedes, me iré para no hacerte sentir incómodo -las palabras de Lando lo hicieron reflexionar durante unos buenos minutos en los que ninguno de los dos dijo nada. Solo pensaban en Angelina y lo que sería mejor para ella.
-La destrozaría. El no tenerte. Y me odiaría a mi por haberla privado de ti -los ojos claros de Charles se posaron en los de su amigo, esbozando por fin una sonrisa- yo tampoco te quiero lejos de mi, Lando. Eres mi hermano. Mi familia. Te necesito a mi lado.
Se puso de pie Charles dirigiéndose hacia donde estaba Lando. Ambos se fundieron en un cálido abrazo con el que sellaron y reforzaron aquella promesa que hicieran una vez cuando empezaron a ser tres, nadie cae, nadie muere.
-Deberías ir a hablar con ella -le propuso Lando consciente de que Angelina estaría pasándolo mal.
-No, deberíamos ir los dos para que vea que no nos hemos matado. Además, querrá saber que nosotros también la queremos.
Angelina se movía de un lado a otro de la habitación sintiendo un gran peso en su pecho. Amaba a los dos chicos y por eso mismo, no quería dañar a ninguno. Prefería estar sola antes que ser la causante de alguna disputa entre ellos, algo que por desgracia, sabía que pasaría tarde o temprano.
-Ángel -la dulce y calmada voz de Charles la hizo girarse viendo como los dos chicos se mostraban frente a ella.
-Lo siento. Lo siento de verdad. No quiero que por mi culpa os peleéis -agitó su cabeza la castaña sintiendo como las lágrimas se apoderaban de sus mejillas incapaz de esconder lo triste y culpable que se sentía.
-No nos hemos peleado, de verdad, míranos -le pidió Charles alzando una de sus manos.
-Yo... no puedo evitar sentir esto. Por los dos -sintió las manos de Charles en sus mejillas, siendo acariciadas estas con suma dulzura.
-Lo sabemos -le contestó Lando acercándose también hacia donde ella estaba, a la vez que tomaba su mano entre las suyas.
-No puedo elegir. Ni quiero -les dijo ella queriendo que supieran ambos todo lo que sentía- y entiendo que a vosotros no os parezca bien, pero no puedo mandar en mi corazón.
-Y no te haremos elegir, ángel -le decía Charles mientras le sonreía- Lando y yo hemos estado hablando y no queremos compartirte, queremos estar los dos contigo.
-¿Los dos? ¿estáis seguros? -sintió Angelina la boca de Lando en su hombro, como ésta recorría muy despacio la piel desnuda de este.
-Queremos que seas nuestra pareja, de los dos -le anunció Charles ante la perplejidad de la chica que casi chilla de alegría por sus palabras- ¿quieres, cherié?
Su boca fue tomada por la de Charles incapaz de contestarle, pues ésta consumió la de ella en segundos, arremetiendo con su lengua y tomando sus labios de forma arrebatadora. Sintió Angelina las manos de Lando en sus caderas, acercándola más a su cuerpo para que pudiera percibir como de duro estaba por ella.
-Nunca me has besado, Angie, y necesito tomar tu boca -las palabras del de pelo rizado la hicieron apartarse de Charles, girándose para ir al encuentro de los labios de Lando quien ya la esperaba deseoso y dispuesto.
Besar a Lando no fue tan dulce como ella había imaginado. Le sorprendió que la ternura que siempre le mostraba, ahora le había transformado en un depredador que parecía devorar a su presa, con ahogados e intensos besos que no calmaron ni lo más mínimo su incontrolable excitación.
-¿Quieres ser nuestra, Ángel? -le preguntó una vez más Charles, mientras sus manos tomaban su ropa deshaciéndose de ella.
-Vuestra -le respondió ella dejándose tomar por las manos de los dos.
-Nuestra -rugió Lando hundiendo su lengua en la boca de la chica, con besos urgentes y rudos que la dejaron desmadejada y dispuesta, solo para los que ahora, serían su pareja.
La cama recibió los tres cuerpos desnudos. Rendidos al placer y asumiendo lo que eran. Pronto se situó ella en medio de los dos hombres, excitada y nerviosa por lo que iban a compartir.
Se colocó Angelina, sentada de rodillas con una de sus manos en el miembro de Charles, masajeando este y poniéndolo aún más duro de lo que estaba. Lando, situado tras ella, tenía una de sus manos entre sus muslos acariciando con sus dedos el paraíso que se encontraba entre ellos. Su cuerpo recibía besos tiernos y dulces de ambos chicos, así como breves roces de sus colmillos en su piel.
-Quiero que mordáis, los dos -les pidió ella a la vez que tomaba también con su otra mano, el pene de Lando para darle el mismo tratamiento que al de Charles.
-Lo haremos, pero no los dos a la vez -le prometió Lando frotando con sus dedos el clítoris de la chica, hasta impregnar bien de esos fluidos que ya goteaban de su necesitado sexo.
Charles la tomó por la cintura, besándola de forma muy brava. Si bien los besos que había compartido con el castaño, habían sido dulces y arrebatadores, el de ahora estaba resultando ser desesperado, al punto de aturdirla con la ferocidad con la que saqueaba su boca.
La otra mano libre de Lando, se deslizó hasta tomar uno de sus pechos, apretando este a la vez que sus dedos le retorcían el pezón, el cual se estaba poniendo muy duro por culpa de como él la tocaba. Era delicioso y muy placentero como los dos parecían solo tener un objetivo esta noche, el placer de ella.
-No pares, ángel -le pedía Charles cuando Angelina aumentó el ritmo de las caricias sobre ambos miembros, sintiendo como estos se endurecían entre sus dedos.
-Quiero probaros.
Una mordida de labios y una mirada ansiosa fue todo lo que necesitaron los chicos para rendirse a ella. Se acabó sentando Charles en la cama, tragando saliva cuando la vio bajar su cabeza hasta ser su pene el primero en ser saboreado por Angelina. Le supo salado, pero, muy agradable en su boca. Aunque su lengua seguía lamiendo a Charles, su mano no había abandonado el miembro de Lando, quien había dejado de tocarla para centrarse solo en lo que ella les hacía.
El rostro de ambos reflejaba todo el placer que recibían por parte de la chica. Solo fue cuestión de segundos el olvidar que la estaban compartiendo, para, asumir que era de los dos.
Angelina chupaba el pene de Charles sin dejar un solo centímetro sin recorrer, para deleite del castaño. Ella succionaba su tronco, ayudándose de su mano derecha para abarcar el resto de su miembro. Los jadeos de ambos chicos retumbaban en el silencio de la habitación, resultando ser estos muy excitantes para la chica. Su boca estaba siendo llenada por Charles, creciendo su miembro dentro de ella, incrementando a cada lenguetazo su dureza.
-Si sigues así, me voy a correr, y quiero hacerlo dentro de ti -le confesó Charles incapaz de soportar el ritmo de las embestidas de su lengua.
Se apartó Angelina de él, regalándole una tímida sonrisa. Puso Charles una mano en su cuello, tirando de ella para hundir su lengua en su boca, saqueando esta de forma implacable. Saciado de sus labios, la hicieron tumbarse, maravillados ambos por su belleza.
-Eres tan jodidamente bonita -le decía Charles a la vez que bajaba su boca, tomando uno de sus pezones entre sus dientes. Gimió Angelina al sentir la frescura de su lengua rodeando su duro botón, alzando sus caderas de forma inconsciente.
-Oh, dios -gimió ella de nuevo al sentir como las manos de Lando le abrían los muslos.
Enseguida tuvo la boca del de pelo rizado entre ellos, chupando y deslizándose su lengua entres sus pliegues. Él quería dedicarle todas sus atenciones a esa protuberancia rosada que frotaba con sus dedos a la vez que engullía su deliciosa humedad. Atacaba su sexo una y otra vez teniéndola al borde de un desesperante orgasmo. Sentir la lengua de Lando entre sus piernas y la de Charles en sus pechos la tenían desmadejada y rendida a todo el placer que ambos chicos le proporcionaban.
-Mírame, Angelina -le pidió Lando antes de volver a hundir la cabeza entre sus pliegues.
La chica así lo hizo, escuchando las palabras suaves del ritual de vinculación que Lando recitaba sin poder apartar su mirada de ella. Asumió Angelina cada palabra con emoción, y cuando los colmillos de Lando se clavaron en su sexo, tomando su sangre, ahora si que se sintió atada a la persona que amaba.
Para el pelirizado fue una delicia la sangre de la que ahora sería su pareja. No quiso tomar mucho de ella, pero, cuando percibió que se retorcía debajo de él y como pequeños espasmos la consumían, la devoró, engullendo su líquido rojizo mezclado con la humedad de su sexo, prolongando así el tan ansiado orgasmo de Angelina.
-Debes tomar ahora la sangre de Lando -le explicó Charles apartándose de sus pechos, unos enrojecidos a causa de su lengua, para darles algo de intimidad a su vinculación.
Limpió Lando las delicias que su boca acababa de recibir y manchaban sus labios, acercándose a la chica. Le sonrío esta, algo nerviosa por lo que a continuación tendría que hacer. Rasgó él su propia muñeca, dejando que un par de gotas salieran de ella. La acercó a Angelina, quien tomó su mano posando sus labios en ella.
Sentir como su pareja probaba su sangre y la saboreaba, fue una sensación indescriptible para Lando, más aún si Angelina tomaba su miembro con su otra mano, frotándolo a un ritmo demencial mientras seguía alimentándose de él. No lo pudo ni quiso evitarlo, Lando. Se corrió en la mano de la chica, incapaz de contener tanto placer, pues que su pareja probara su sangre era la intimidad más excitante que había sentido en la vida.
-Ya eres más mía -le declaró él una vez que Angelina se sació de su sangre.
Compartieron ambos una cómplice sonrisa, besándose esta vez de una forma más calmada.
Besos de sangre.
Besos de vida.
-Charles -lo llamó Angelina preocupada por si él se hubiera sentido excluido de este momento, pero, al ver la cálida sonrisa del chico, todas sus dudas se despejaron.
-Abre tus piernas, mi amor, y recíbeme.
Se apartó Lando a un lado dejando que Charles se colocara entre los muslos de Angelina. Aún su miembro estaba endurecido, no saciado de su mujer. Se sentó a su lado, acariciando este mientras la veía dispuesta y preparada para su otra pareja. Solo pasaron unos segundos cuando la mano de la chica, tomó su miembro acercándolo a su boca, queriendo así tenerlo también cerca de ella.
-Oh, Angie, tu boca es una locura -le decía Lando sintiendo como su lengua recorría su miembro y su garganta lo acogía muy profundamente.
Charles entró en ella muy despacio, abriéndose camino entre sus resbaladizos pliegues. Empezó a moverse , al principio algo más lento, rozando sus paredes interiores a un ritmo frenético y demoledor. Las caderas de Angelina salían al encuentro de las de Charles, chocando estas una y otra vez.
Apartó Lando su pene de la boca de la chica cuando cruzó su mirada con la de Charles. Ahora él también estaba listo para pronunciar el ritual. Su miembro seguía taladrándola con desesperación, bajando su boca a la vez que sus colmillos se alargaban.
-¡Charles! -gimió Angelina ante la profundidad de las acometidas de Charles en su interior.
Tener su sangre en su boca, fue una delicia para Charles. Puro éxtasis. Vida. Lo más exótico que había probado nunca. Las caderas de Angelina se restregaban con las suyas con frenesí, buscando ella su ansiada liberación, embriagada de placer a causa de la mordida. Solo fueron pocos segundos los que tardó en correrse, buscando la boca de Lando para besarlo y que él acaballara sus gemidos.
-Ángel. Toma mi sangre, amor.
Le ofreció Charles su muñeca, una vez rasgada esta con sus propios colmillos. Se la ofreció a Angelina, quien saboreó su sangre, deleitándose de nuevo en un sabor al que podría volverse adicta. Sus parejas lo eran. Sus besos. Caricias y la unión de sus cuerpos, la hicieron sentir plena y satisfecha, como les demostró una vez completado el ritual.
-¿Estás bien, pequeña? -la mano de Lando acarició su mejilla, sonriéndole Angelina en respuesta.
-Lo estoy... pero... quiero más.
Su petición les hizo a ambos sonreír, conscientes de lo que acababan de compartir así como de lo que su unión significaba para los tres.
-Todo lo que quieras, te lo daremos -le prometió Charles, buscando su boca para darle un largo y saciante beso- ahora eres nuestra...
-... pero también somos tuyos -añadió Lando mientras se tumbada a su lado, pasando su mano por su desnudo y húmedo sexo.
-Vuestra -gimió Angelina al sentir los dedos de Lando frotando su dolorido sexo, a la vez que la lengua de Charles recorría sus pliegues hundiéndose en ellos con deleite, para, hacer una pausa y contestarle a la vez que Lando una única palabra.
-Nuestra.
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