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24. Ángel

"Solo sangre y oscuridad. Muerte y desolación. Eres juez y verdugo, eres vida renacida. Eres el dueño absoluto de mi corazón. Late, vibra y desea ser tuyo. Sé mi condena. Sé mi abandono"

📆 AL DÍA SIGUIENTE

Lidiar con Cinthia estaba resultando ser un verdadero quebradero de cabeza para Lando. La chica era una adicta a las pastillas hasta tal punto, que no tomarlas la volvía muy agresiva y poco cooperativa. Se llevó él la mano a sus rizos, revolviéndolos con pesadez pues el amanecer le provocaba sueño. Se tensó al sentir la presencia de la otra chica que moraba la casa, siendo invadido su olfato por un embriagador aroma a vainilla que le hizo suspirar.

-Perdón, creí que no había nadie -giró Lando su cabeza al percatarse ya, de la figura de Angelina en la entrada, quien, algo avergonzada, intentaba justificar su presencia ahí.

-No te preocupes, Angelina, solo he venido a tomarme un té para poder dormir, pero, no encuentro la tetera -una sonrisa salió de la boca de Lando cuando de esta manera, le dio confianza para que la chica entrara en la estancia.

-Puedes calentar agua en un cazo y echarla en una taza -le propuso ella acortando la distancia entre ellos, pero manteniendo unos buenos centímetros entre sus cuerpos.

-Soy muy torpe para eso. No sabría cuanta agua echar.

-Yo lo haré.

Le sonrió la castaña de larga melena, moviéndose con soltura por la cocina, buscando todo lo que necesitaba para prepararle ese té. No quería Lando mirarla, pero, es algo que no pudo evitar pues el atractivo de Angelina era innegable y sería idiota si no se fijara en ella.

-Estás mirándome fijamente -le dijo Angelina, encontrándose con la culpable sonrisa de Lando al verse "pillado" por la chica.

-Lo siento. Es sólo que me alegro de verte algo más animada -se intentó él justificar aunque no lo viera necesario. Sus ojos verdosos, esos que parecían que podían traspasarlo, se clavaron en él, luciendo menos tristes de lo que solían.

-Bueno, supongo que el no tener que estar preocupada de que me harán hoy, o de quien, es algo que hace que está más calmada.

Esbozó Angelina una pequeña sonrisa, volviendo a la tarea de preparar el té. Podía notar Lando los latidos de su corazón, como golpeteaban alocados contra su pecho, preguntándose el de pelo rizado porque alteraba él de esa manera a la chica.

Solo tardó ella unos minutos en terminar de preparar la bebida y dejarla delante de Lando, quien, se había acabado sentándose en la mesa prolongando así su descanso. Tomó un sorbo del té, encontrándolo delicioso. Levantó su vista para contemplar a Angelina, quien permanecía de pie frente pendiente de sus reacciones.

-Puedes sentarte -le señaló Lando la silla frente a él, deseoso de que la chica lo hiciera, algo que por suerte hizo.

-¿Está bien caliente?

-Si, lo está. Delicioso. Podrías ganarte la vida haciendo tés -sus palabras no causaron en la chica una sonrisa, sino que la hicieron entrar en un melancólico estado, bastante intenso por lo que pudo comprobar Lando.

-Me habían admitido como ayudante de cocina en uno de los restaurantes más prestigiosos de Milán. De la Escuela, a las cocinas del Cracco. Estaba entusiasmada y feliz. Hasta que una noche, de camino a casa, mi vida, la que conocía, se acabó.

La amargura y la tristeza se habían apoderado de Angelina. Sintió hasta una lágrima deslizarse por su mejilla fruto de los recuerdos. Sintió la cálida mano de Lando tomar la suya, y un estremecimiento se apoderó de su cuerpo. Sus latidos no eran acompasados, estaban alocados a causa de la cercanía del joven italiano.

-No puedo devolverte tu vida, pero si puedo prometerte que los causantes de que no la vivas como querías, mueran, de una forma lenta y dolorosa -las palabras de Lando eran rotundas y sinceras. Toda una promesa para ella.

-¿Y eso me hará feliz?

-No, pero, dormirás más tranquila.

La sonrisa de Lando la hizo creer que sería así, que él y los demás acabarían con sus captores. No podía ni quería apartar su mirada del pelirizado, pero, si lo hizo Lando al percibir la presencia de Charles, lo que le hizo dejar de agarrar su mano.

Pronto el monegasco entró en la cocina, sonriendo satisfecho al ver a Angelina en pie. Tantos días lidiando con sus pesadillas y con su apego, contemplarla sentada, relajada y mostrándose algo más calmada, lo aliviaron de cierta manera.

Aunque, lo que más sorprendió a Charles fue, que el corazón de la chica, ya latía enloquecido, antes de que él entrara en la cocina.

🕰 MÁS TARDE

Apenas había descansado Lando un par de horas cuando de nuevo bajó al sótano donde había dejado a Cinthia, quien lucía una mirada desesperada fruto de la ausencia de las pastillas.

- ¡Maldito seas! ¡Mira como me tienes! -Le gritó ella en cuanto el joven vampiro apareció.

-Esto te lo has hecho tú sola. Yo no tengo la culpa de que seas una adicta –con la última palabra, Cinthia se fue a por él deseando clavarle las uñas en el rostro, algo que Lando impidió tomándola de las manos, aprisionando estas con su cuerpo- tranquila, fiera.

-Te odio tanto. Debí follarte en aquel baño y luego clavarte un cuchillo en el corazón –podía sentir Lando los agitados latidos de su caja torácica y otra cosa más. Cinthia estaba excitada desde que él había bajado los escalones, y eso, le daba otro motivo más para ejercer su poder sobre ella.

-Sí, debiste hacerlo, seguro que mi polla en tu boca te hubiera resultado deliciosa.

- ¡Hijo de puta!

Intentó Cinthia retorcerse entre sus brazos aun sabiendo que era una misión casi imposible. Tal empeño puso, que sus caderas se frotaban con el miembro de Lando, buscando así ese alivio que su cuerpo parecía necesitar.

-Deberías parar de hacer eso, cazadora –le advirtió él mientras ella seguía agitándose entre sus brazos.

- ¿O qué? –le retó ella alzando su barbilla con esa expresión arrogante que portara el día que la conoció.

-O te daré algo a lo que volverte más adicta aún y será mi polla la que reclames desesperada.

La respiración de Cinthia pasó a ser acelerada. Imágenes de ella siendo sometida por Lando inundaban su cabeza, sin saber muy bien si era ella quien las había puesto ahí, o era producto de la sugestión del chico. Lo único que sabía es que quería y necesitaba, tener al vampiro entre sus piernas.

-Eres un arrogante –le desafió ella con la mirada, sin saber que para Lando lo que le dijera le daba exactamente igual.

Pero, en esta ocasión, decidió dejar a un lado sus reticencias con ella y darle lo que tanto ansiaba, y así de camino, saciar él la excitación que había tomado su cuerpo.

De un rápido movimiento Lando la llevó hasta una de las mesas que había pegada a la pared. Con brusquedad, la giró hasta hacer que su espalda tocara su pecho. Apartándole el pelo de la nuca, mordió su oreja antes de susurrarle las palabras que ella tanto ansiaba.

-Vamos a comprobar si de verdad me odias tanto como para no poder correrte.

Bajó Lando de un tirón los pantalones de la chica, llevándose de camino su mojada ropa interior, porque si, Cinthia estaba chorreando, desesperada porque él entrara en ella. Un alto gemido salió de su garganta cuando sintió los dedos del chico frotar su hinchado clítoris, tan necesitado de su liberación.

Con su otra mano, Lando se deshizo de sus pantalones, tomando su grueso y duro miembro entre sus manos. Solo tuvo que hacerse un hueco entre las nalgas de la chica, para penetrarla de una sola embestida, tan profundamente que ella chilló extasiada.

-Joder, estás desesperada, cazadora.

No quiso ser rudo con ella. A pesar de ser su prisionera, la respetaba. Él no sería como esos hijos de puta que habían abusado de Angelina. La imagen de la castaña le vino a la mente. Con esos verdosos ojos y esa boca sonrosada. Se movió dentro de Cinthia, de forma asalvajada, pues era lo que la chica le pedía gritándole que lo hiciera más fuerte.

Pero, su mente no estaba aquí.

En su lugar, Lando imaginaba que era Angelina a quien tomaba. Quien le reclamaba que no parara mientras su cálido y dulce interior le impedía el abandonarla. Los gemidos y exagerados gritos de Cinthia, no le hicieron dejar de pensar en ella. En como sería estar dentro de la castaña, tomándola de forma placentera haciendo que recibiera todo de él.

-¡Lando!

Su nombre en la boca de Cinthia le hizo volver a la realidad. A recriminarse el pensar en una chica que parecía estar con Charles. En una preciosa joven cuya mirada, había sido la más dulce que le habían dado en mucho tiempo. Sacó su miembro del cuerpo de Cinthia obligándola a darse la vuelta. La frustración en ella era más que evidente pues no había alcanzado su ansiado orgasmo.

-De rodillas, y abre bien la boca –le ordenó Lando tomando su cabello para que ella hiciera lo que le ordenaba.

Cinthia no se opuso a su petición. Estaba tan excitada que cualquier cosa que Lando le pidiera, ella aceptaría sin dudarlo. Su miembro se acercó a su boca, empujando para que ella la abriera. Sus manos lo tomaron, masturbándolo de la misma manera que sus labios hacían con su polla.

Cerró los ojos Lando, pues no deseaba ver el rostro de Cinthia tomándolo. En su lugar, a su cabeza acudió la imagen de Angelina, haciéndole lo mismo que su polla estaba recibiendo de la cazadora. Así, pensando en ella, imaginando sus labios recorrer su miembro y como este se perdía en su boca, consiguió Lando el ansiado orgasmo. Se descargó en la boca de la chica, abriendo los ojos al terminar. Hizo que ella lo limpiara con su boca, y después se guardó el miembro tras sus pantalones.

Lando se dio la vuelta dejando a Cinthia agachada, excitada y demasiado frustrada para poderse levantar.

-¡Te vas! –le gritó ella al percatarse como Lando subía las escaleras, abandonándola de nuevo- ¡no he terminado!

Lando se giró con la satisfacción de haberle ganado de nuevo en su rostro.

-La próxima vez que venga, serás más agradecida y me contestarás a todo lo que te pregunte, y quizás y solo quizás, dejaré que te derrames en mi polla.

Salió una carcajada del rostro de Lando al ver la molesta expresión que lucía Cinthia. Siguió subiendo las escaleras dejando de nuevo a la chica encerrada.

Lo odiaba. Por ser lo que era. Y también por quien era.

Pero lo que más odiaba Cinthia, era que él tenía razón. En su siguiente encuentro ella estaba segura de que caería de nuevo, y esta vez, le diría todo lo que quisiera.

Y solo por desear, tenerlo entre sus piernas.

🕰 MÁS TARDE

Iba a subir Lando las escaleras, cuando Carlos y Charles lo interceptaron en el vestíbulo. Ambos iban vestidos con la ropa que usaban cuando iban a salir de caza.

-Lando, debes quedarte aquí a cuidar a las chicas –le pidió Carlos mientras guardaba su pistola en la parte de atrás de su cintura.

-¿Qué ha pasado? –le preguntó el de pelo rizado al ver como de enfadados y preocupados lucían sus dos hermanos.

-Han atacado nuestros almacenes del puerto de Barcelona. Estábamos recibiendo una carga cuando lo han hecho. Tenemos que ir y averiguar quien ha sido. George solo no puede –Lando agarró del brazo a Carlos, antes de que él siguiera caminando.

- ¿Y si es una trampa? –les advirtió Lando muy angustiado por la posibilidad de perderlos.

-Es una posibilidad, pero, no podemos dejar a toda esa gente desamparada. Hay heridos y me temo que habrá algún muerto. Grace estará vigilando con los satélites. Agradecería que estuvieras con ella. Y con Angelina. Que esté cerca vuestra.

Recibió Lando más instrucciones de Carlos, y segundos después, se despidió tanto de Charles como de él.

-Contactaremos al llegar, y Lando, si alguien os descubre, ya sabes donde tienes que ir –las últimas palabras de Carlos las recibió el de pelo rizado con un asentimiento.

Siempre tenían un plan B, uno que esperaba que no tuvieran que poner en marcha en ésta ocasión. No le gustaba para nada que los dos se aventuraran en algo que bien pudiera ser una trampa mortal. Pero, tanto Carlos como Charles estaban acostumbrados a lidiar con situaciones más difíciles y complicadas y no sería ésta, la que fuera el fin de los dos.

Los pelos de su nuca se erizaron al percibir ese aroma avainallado que anunciaba la presencia de Angelina. Solo tuvo que girarse para verla aparecer con su rostro algo lívido y, si, también preocupado.

- ¿Ya se ha ido? –le preguntó ella en un tono de voz bastante angustiado.

-Ahora mismo –le respondió él sabiendo que la pregunta se refería a Charles.

-No le pasará nada, ¿verdad?

-Charles es fuerte. Solo van a proteger lo que es nuestro, aunque tengan que quemar el mundo –quiso Lando que su comentario fuera algo gracioso con el que aliviar la tensión que se reflejaba en su rostro, pero, no lo consiguió, a juzgar por como su corazón latía enloquecido.

La castaña acortó la distancia que lo separaba, y en un impulso, enredó sus dedos detrás del cuello de Lando, posando su cabeza sobre su pecho. Este gesto, sorprendió le sorprendió tanto, que tardó unos buenos segundos en rodear a Angelina con sus brazos, atrayéndola más a su cuerpo. Su aroma a vainilla ahora lo embriaga. Su cálido cuerpo al contacto con el suyo, lo enloquecía.

-Estoy asustada. No quiero perder a Charles –como una daga que se clavaba en su corazón, fue lo que Lando sintió al escucharla. Decepción y tristeza se abrieron paso a través de él, apoderándose de todos sus sentidos.

Pero, a pesar de todo no podía ni quería estar enfadado con Angelina. Charles la había salvado. Había sido su refugio y la persona en la que ella más confiaba, y no podía estar molesto porque ella lo prefiriera a él. Es más, se alegraba de que la chica estuviera en la vida del monegasco, pues también percibía en Charles lo mucho que Angelina le afectaba.

Casi como a él.

-No te preocupes, Ángel. Charles sabe cuidarse solo y antes de que te des cuenta, estará aquí.

Las palabras de Lando fuero muy dulces y cariñosas con ella, pues el de pelo rizado no podía decir nada malo de su amigo. De su hermano. Su familia.

Quitó Angelina su cabeza de su pecho, para posar su mirada, una intensa y arrebatadora para Lando, en la suya. Incluso esbozó la pequeña castaña una sonrisa al mirarlo.

-Menos mal que no te has ido tú también, Lando. No soportaría teneros a los dos tan lejos.

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