Una razón para odiarme
Ahí estaba el pelinegro acostado en su cama mientras el sol ya traspasaba sus cortinas. No pudo conciliar el sueño bien por culpa de alguien: Taeyong. Nunca había tenido a una persona tanto en su cabeza, a excepción de sus padres, Jungwoo y lo último no una persona, sino una cosa: validación académica. Él pensaba que si alguien le hubiera hecho lo mismo que él le hizo a Taeyong hubiera ardido del coraje y tomaría venganza. Esperaba que el pelirrojo no lo hiciera.
¿Y si lo hace?
—No podría. Es nuevo, ¿qué puede hacer? —decidió levantarse de su cama para por fin arreglarse para ir a la universidad.
Se puso su mejor atuendo, presenciaba que hoy sería un buen día. Tomó su desayuno y el chofer que se encargaba de llevarlo a la universidad pronto lo dejó en la entrada de la misma. Se bajó muy contento. Fue a su salón de clases a esperar al profesor. Todos fueron llegando poco a poco. Doyoung se llevaba bien con sus compañeros, mantenía una buena platica con ellos, mas no eran sus amigos. En ambos lados se consideraba así. Unos minutos pasaron y Taeyong entró al salón de clases. Ni si quiera miró a Doyoung, pues fue directo con unos chicos que ya se habían hecho sus amigos, se llevaban muy bien. Doyoung sintió un poco de celos que la persona nueva ya tuviera amigos antes que él. Aunque en realidad, ¿a quien le importa tener amigos si vas a estudiar solamente? Eso se preguntaba cuando pensamientos intrusivos invadían su mente.
La clase se dio por finalizada y el profesor avisó que Taeyong y Doyoung se quedaran en el salón de clases. Eso a Doyoung lo extrañó un poco, pero decidió ser paciente.
—Jovenes... —se acercó a ellos cuando ya todos se fueron — El rector de la carrera los espera en su oficina —avisó —. Acompañenme, por favor.
Salieron del salón de clases y ambos siguieron al profesor. Doyoung comenzó a inquietarse un poco, mientras Taeyong se mantenía neutral. Al entrar a la oficina del rector ahí se encontraba también la maestra So Hee.
¿Qué hace ella aquí? Ahora sí estoy confundido.
—Me alegra que estén aquí. Gracias profesor, puede retiraste —habló el rector dirigiendo una mano a su puerta.
—No hay de qué, con su permiso —dio una reverencia y abandonó el lugar.
—Tenemos que hablar de algo serio que paso hace dos días. Taeyong agradezco tu confianza por mostrarmelo.
—Es lo que tenía que hacer —le brindó una sonrisa.
¿Qué carajos pasa?
—Doyoung, en realidad no entiendo por qué le hizo eso a su compañero. Esperaría un muy bueno argumento que respalde lo que hizo.
—Yo no entiendo de lo que habla, rector —sus manos comenzaron a sudar.
—Taeyong, muestrale.
El pelirrojo asintió, sacó su celular y una conversación comenzó a reproducirse. Era cuando Taeyong le reclamó el por qué le había mentido a la maestra para que le bajaran quince puntos. Claramente se podía oír todo, como Doyoung tan fácilmente aceptó que lo hizo por conveniencia propia. Como Taeyong le dijo que sacaba buenas calificaciones limpiamente y todo porque amaba la arquitectura. Doyoung tragó cuando la conversación terminó.
Es un pendejo de mierda.
—¿Por qué mintió, Doyoung? —habló la maestra —. Yo no me percaté, sin embargo, decidí creerle porque es mi mejor alumno. Pero así no se juega. Lo que hizo fue muy grave.
—Maestra Sun Hee...
—No voy a aceptar este tipo de comportamientos. Taeyong viene de una buena escuela y se ha esforzado también. Así como todos lo hacen en la carrera. Así que dígame... ¿Por qué le mintió a la maestra Sun Hee para perjudicar a su compañero?
—Y-yo...
Doyoung estaba sudando. No tenía una razón valida para decirles. Defenderse diciendo que lo hacía para seguir siendo el mejor era estúpido, lo regañarían por eso. No se le ocurría algo cien por ciento creíble. No tenía caso decir otra mentira cuando ya estaba comprobado por la grabación.
—Dile, Doyoung —dijo Taeyong y eso hizo que a Doyoung le hirviera la sangre del coraje. Justo como pensó en la mañana.
—Yo acepto la culpa —eso decidió decir junto a una reverencia.
—Bien, jovencito. Está suspendido por tres días. Además hará trabajo voluntariado porque le mintió a un profesor para perjudicar a uno de sus compañeros.
—E-está bien —agachó su cabeza.
—Pueden retirarse y de nuevo, gracias Taeyong por comentarme —el pelirrojo dio una reverencia y ambos salieron de la oficina.
—Eres un hijo de puta. ¿Grabar la conversación? ¿En serio?
—Esa boquita —en ese momento Doyoung le quería meter un gran golpe, pero se contuvo —. Solo fui astuto. En mi anterior universidad y alrededor de toda mi vida me he topado con personas peores que tú. Quería asegurarme algo —se encogió de hombros.
—Eres...
Interrumpió —¿Qué soy? —ladeó su cabeza —. Te voy a dar un consejo de por vida. No seas impulsivo, analiza lo que vas a hacer, siempre podrá haber alguien más listo que tú —se quedaron viendo fijamente cuando de repente Taeyong comenzó a acercarse un poco a la cara de Doyoung, estuvieron muy cerca —. Tenías una pestaña por tu ojo. Cuídate —le guiñó un ojo y se fue dejándolo ahí.
Doyoung paso su mano por su ojo limpiando lo que Taeyong le había tocado. No le gustó que lo tocara. Lo hizo ponerse algo nervioso, pero más que nada, sentirse un imbécil.
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