No te soporto
—Si dejaras de seguirme, estaría agradecido —dijo Doyoung ariscamente mientras caminaba. Taeyong iba detrás de él.
—No te estoy siguiendo, tan solo mi camino por casualidad también está en tu misma dirección —argumentó.
—Entonces ve más lento.
—Mis pasos son grandes, tú deberías ir más lento entonces.
Si tus pasos son grandes, bien, te dejaré pasar.
Doyoung detuvo su paso y dejo que el pelirrojo pasará a su lado, y así lo hizo. Doyoung le dio una mirada vaga. Taeyong iba a la biblioteca. Doyoung a la oficina de maestros. El camino para ir a ambos lados quedada casi igual, solo que a la biblioteca se llega antes. El pelirrojo llegó a la biblioteca a buscar algunos libros y trabajar ahí en su tarea, después de unos segundos, Doyoung llegó a la oficina, tocó la puerta, entró y fue hacia el escritorio de su maestra. La saludó con un "Buenos días" y una sonrisa radiante.
—Buenos días, Doyoung. ¿Qué te trae por aquí? —la señora de cincuenta y tres años le sonrió feliz, sin duda ella es de las mejores maestras de arquitectura que hay en la universidad. Siempre se preocupa por el bienestar de sus alumnos e incluso cuando hay vacaciones y se llega un nuevo semestre, al regresar les da dulces a todos, como un premio por haber dado un paso adelante en la carrera.
—Estoy aquí porque me gustaría darle una sugerencia.
—Claro, dime —frunció un poco el ceño y cruzó sus brazos, segura de sí misma.
—No le había tomado importancia, verdad, pero es algo que ahora no puedo dejar pasar. Taeyong el de cabello rojo de nuestra clase, está sentado a lado mío y en los exámenes, vi que estaba tratando de copiarse de mí. ¡Ya pasaron tres veces! Y es algo que debía reportarle.
—Yo no noté nada de eso —hizo cara de duda mientras tocaba su mentón con suavidad —. Supongo que no me percaté en ese momento. Agradezco que hayas tenido la confianza de decírmelo. ¿Pero qué crees que podría hacer al respecto? Te escucho.
—¿Podría cambiarlo de asiento? Y tal vez comentarle que no vuelva a hacer, porque es algo que no se permite aquí, ¿cierto, maestra? —sonaba convencido.
—Estás en lo correcto, Doyoung —le dio la razón —. Bien, hablaré con Taeyong. Y en la siguiente clase, si no mal recuerdo es en dos horas, lo cambio de asiento.
—Gracias, maestra. Con su permiso me retiro —dio una reverencia.
—Adelante —la maestra caminó hacia la puerta y la abrió, Doyoung salió de la oficina con una sonrisa en su rostro.
(...)
—Eres un cabrón —al finalizar la clase Taeyong se acercó a Doyoung, este último se encontraba guardando sus cosas para el cambio de clase —. La maestra me bajó quince puntos en cada uno de los exámenes. Eres un mentiroso de mierda.
—Esa boquita —dirigió su mirada hacia Taeyong quien lo miraba intensamente, pero a Doyoung no le intimido tanto esa mirada que en un principio sí lo había hecho —. Es para que aprendas que yo ocupo un lugar en esta carrera. Y parece que funcionó.
—Yo saco buenas notas limpiamente, no lo hago con trampas. Yo no juego de esa manera, me parece de cobardes —golpeó bruscamente con su mano el pupitre de Doyoung haciendo que él se estremeciera un poco. Su cara estaba algo cerca de la de el pelinegro, ambos se miraban retándose así mismos.
—¿Yo, un cobarde? Creo que deberías medir un poco en como te diriges hacia otras personas, desde que llegaste, has...
Lo interrumpió —¡¿Qué he hecho?! ¡¿Estudiar?! ¡¿Y ser bueno porque amo la arquitectura?! —Taeyong se estaba alterando un poco, esos quince puntos menos le bajó la calificación en la materia, por lo tanto se vería reflejado en la boleta, y afectaría en su beca —. No eres el mejor. Acepto que eres buen estudiante, pero no vivas dentro de tu burbuja en donde piensas que eres el mejor y el perfecto estudiante, porque no lo eres —lo decía tan sincero —. Te encontrarás con diversas personas, algunas te pondrán en tu lugar, unas te harán infelices y otras que para ellos no valdrás nada. No entiendo tu odio hacia mí, pero lo que sí entiendo es que ya no te soporto y ahora me parece estúpido competir con alguien cuando estamos aquí por un mismo objetivo.
Doyoung bajó la mirada, ahora se sentía algo avergonzado también. Pero su orgullo no le iba a permitir decir algo. No podía retirar lo dicho a la maestra, le afectaría a él y no quería salir perjudicado, porque sabría que la consecuencia de haber mentido podría llevarlo hasta la suspensión.
—Creí que podríamos llevarnos bien, solo quería alguien en quien confiar ahora —tomó su mochila y se fue dejando el salón muy decepcionado. Había descargado un poco su coraje, pero no era suficiente.
Doyoung tan solo lo miro retirarse. Una vez que Taeyong se fue agarró uno de sus lápices y trató de romperlo por la mitad, y lo hizo, eran esos de goma verde. Con las palabras del contrario su ego bajó un poco, pero no iba a permitir que esas palabras le afectaran cuando ha trabajado duro para conseguir lo que tiene. La universidad es su vida ahora y es en lo que es bueno. Acomodó sus cosas, tomó su mochila y se dirigió a esa enorme casa que le esperaba.
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