Mi corazón late cada vez que estás cerca
Ahí estaba en su cama, pensando en ese cálido abrazo que recibió de la persona que decía odiarlo. No podía dormir porque esa sensación se repetía en su mente y cuerpo una y otra vez. Todo el fin de semana le pasó lo mismo. Se sentía algo emocionado cada vez que pensaba en eso, y también sentía que su cara se calentaba, estaba ruborizado. Cuando por fin consiguió dormir el sol ya estaba por entrar a su ventana, casi no durmió por pensar en él.
Al levantarse se dio una ducha y cuando salió se vio al espejo, su cabello rojo estaba pegado en su frente, su cara roja por el agua caliente. No podía creer todo lo que había cambiado en un año, desde hace mucho tiempo no se paraba a observar su rostro tan detalladamente, lo cual era raro, ya que cuando comenzó a cambiar empezó a obsesionarse un poco por como se veía. Su rostro ya no era redondo, al contrario, su mandíbula se marcaba demasiado, podía cortar hasta un queso por lo afilada que estaba. Su abdomen, ya no tenía lonjas, sino que ya era plano y muy bien marcado, su espalda era lo que más le gustaba de su cuerpo, era tan ancha como siempre había querido. Su mente volvió a pensar en esa persona.
—No, Taeyong, no. No puedes volver a sentir esa emoción con cualquier persona. No, si no estás seguro. Protege tu corazón, por favor.
Dejó el espejo y fue a cambiarse, se pusó lo que mejor encontró y se fue a la universidad para comenzar otra nueva semana. Todo el camino se lo llevó pensando en lo mismo que no lo había dejado dormir.
¿Cómo planeo verlo después de lo que dije en la mañana? Contrólate, Taeyong.
Sacudió su cabeza y dejó que ese pensamiento se esfumara, entró al salón de clases y él ya estaba ahí. Se quedó un poco paralizado y su corazón comenzó a latir mientras se acercaba.
—Hola, Taeyong. Oye, ya revisé el trabajo que dejó el maestro en parejas, se entrega en una semana, pero hay que comenzar a organizarnos porque en realidad está algo elaborado. ¿Te parece si hoy nos juntamos en una cafetería a platicarlo?
Taeyong se perdió en la mirada del pelinegro, pero asintió.
—¡Genial! Hoy yo invito.
Al salir de clases decidieron ir a la cafetería a comer y a organizarse para el trabajo, hoy Taeyong tenía día libre porque era festivo y la tienda iba a permanecer cerrada.
—¿Qué es lo que quieres? Pide lo que quieras.
—Y-yo no lo sé, lo que sea e-está bien.
Doyoung dudó un poco —¿Estás bien? Hoy te noto un poco raro.
—¿Q-qué? —sus ojos se abrieron un poco más y su cara comenzó a calentarse, sus manos comenzaron a sudar, pensaba que en cualquier momento se iba a desmayar —. No es nada la verdad. M-me gustaría un ca-café frío y un sándwich.
—Mmm... creo que pediré lo mismo. Voy a ir ordenar.
—¡Sí, yo voy al baño!
Taeyong se levantó rápidamente de la mesa y fue al baño, se encerró en un cubículo y comenzó a regañarse.
—Es eso, ¿cierto? No, Taeyong, actúas muy raro cuando lo estás y él lo está notando —se dio palmaditas en su cara para componerse un poco. Cuando estuvo listo salió del baño y Doyoung ya estaba sentado en la mesa con su laptop abierta checando lo del trabajo.
Es... muy guapo.
Trató de compotarse como siempre aunque por dentro las emociones estaban a flor de piel.
—¿Ya checaste lo del trabajo? ¿Cómo lo dividiremos?
—Se nota que no lo haz leído —dio una leve risa —. Sí o sí debemos juntarnos. Es una maqueta.
—Ah ya veo. Pues sí no lo he leído. ¿Y cómo le haremos o qué?
—Trabajas después de clases y sales tarde... Sería a fuerza acabarlo un fin de semana. Mira, pienso que yo puedo avanzar todo lo que pueda en esta semana y ya el sábado y domingo te llevo a mi casa y trabajamos ahí. ¿Te parece bien?
Taeyong asintió —Pero no vayas a hacer todo tú solo, eh. Dejas trabajo para mí y para ti el fin de semana.
—Claro, está bien que sea perfeccionista, pero también tengo otras cosas que hacer y no voy a hacer tu trabajo —hizo una mueca.
—Ja, pues más te vale que hagas el trabajo bien para que no lo corrija yo.
—Te olvidas que soy de los mejores estudiantes —se sintió orgulloso de decirlo y Taeyong tan solo lo miro con dulzura.
Pronto llegó la comida y comenzaron a comer mientras veían la idea de lo que iban a elaborar. Cada vez que Doyoung miraba y se acercaba a Taeyong, el corazón del pelirrojo no dejaba de latir.
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