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Fiesta

—¿Cuánto sacaste en el examen, Taeyong? —preguntó un amigo suyo animadamente —. ¡Espera, no me digas! —cerró los ojos tratando de adivinar —. Cien.

Taeyong asintió con su cabeza.

—¡Yo saqué un sesenta! En ocasiones sigo dudando si arquitectura es lo que realmente quiero —dejó caer su cabeza en el pupitre.

—Deberías meditar tus decisiones, Haechan. ¿Por qué te metiste a estudiar si dudas?

—Es más que nada por mis padres. Yo quería estudiar física, pero me dijeron que es una carrera sin futuro.

—Yo no la veo así. Creo que hacen falta más físicos en el mundo.

—Supongo que sí —frunció la boca —. Ya le agarraré más el gusto. Deberías hacer una fiesta —cambió de tema repentinamente.

—¿Fiesta? ¿Como por qué? —levantó una ceja.

—Eres inteligente, guapo... ¡Hay que celebrarlo!

—Nunca he hecho una fiesta. Aparte mi casa no es muy grande para tantas personas y falta que mis padres me den permiso.

—No invites a todo mundo. Podrías invitar solo a los del salón y con los que tengas clases aparte.

—Buena idea, así no somos tantos.

—¡Sí, habrá una fiesta! —comenzó a hacer un bailecito el cual le causó gracia a Taeyong.

(🍭)

El día de la fiesta se llegó. Los padres de Taeyong le habían dado permiso hasta las dos de la madrugada, ellos irían a divertirse a algún bar o lugar donde pudieran bailar. La casa no es tan grande, por ende, le dijeron que fueran pocas personas y que no hubiera desorden, y lo importante: que no rompieran nada y que respetaran la casa. Todo comenzó bien, llegaron unas cuantas personas y se ponían a platicar tranquilamente, eran sus compañeros de clase. Invitó a todo su grupo, menos a alguien, ya sabemos todos a quien no invito; no lo vio necesario, sabe que no le cae bien y aunque haya intentado llevarse con él, tal vez la manera en que trató no le gustó al pelinegro. El problema surgió cuando comenzó a llegar gente con cerveza, cigarros, tequila, bebidas fuertes. Esa gente era desconocida para Taeyong. El ambiente cambió en un instante. La música comenzaba a retumbar en los oídos de Taeyong, nunca fue de asistir a las fiestas. En realidad no lo invitaban y la única vez que lo hicieron, lo dejaron plantado. Envés de disfrutar la fiesta, se preocupaba de que no rompieran nada. Decidió buscar a Haechan para pedirle una explicación, él era el único que sabía que se haría la fiesta.

—¡Haechan!, ¡Haechan! —el pelirrojo trataba que el castaño lo escuchara aún con la música fuerte. No funcionaba, así que lo tomó del brazo y lo llevo a otro lugar más tranquilo.

—¡Ey, tranquilo viejo! —se burló.

—¿Y toda esta gente? Dijimos que tan solo iban a ser pocas personas. ¡Mi casa está llena! No conozco a varios y siguen llegando más. ¿Qué sucede contigo? —se cruzó de brazos.

—Digamos que invité a unos amigos de otras carreras sin consultarte —se rascó la nuca nervioso.

—¡¿Qué?! ¡Eres el colmo! —le empujó levemente —. Mis padres me dijeron que fueran pocas personas. Llegarán en cualquier momento, está todo destrozado. ¿Cómo voy a sacar a todos? —pasó sus manos por su cabello frustrado.

—Ya, ya. Calma —le tocó el hombro —. Tu amigo Haechan sabrá solucionarlo. Mira y aprende.

Haechan salió apresurado del lugar en donde estaban, apagó las bocinas y rápidamente se subió a la mesa del comedor. Chifló.

—¡Oigan todos! ¡La fiesta terminó!

Abucheos.

—¡Si apenas comienza! —gritó un chico.

—¡Si no se van, la policía llegará en cualquier momento! ¡Sé que hubo venta ilegal de sustancias! —sacó su celular y les mostró a todos la pantalla en donde tenía para pronto marcar "911".

La multitud conformada por universitarios, no tuvieron de otra que marcharse. Ese truco siempre funcionaba, aunque fuera mentira. Pues nadie quería ser cómplice aunque no hubieran comprado o sabido que había venta. Haechan seguía arriba de la mesa con las manos en su cintura observando que todos se fueran. Taeyong quedó sorprendido de su manera de correr a todos. Cuando ya no había nadie más que los dos chicos que organizaron la fiesta, Haechan fue con Taeyong.

—¿Ves, amigo?

—Acepto que estoy sorprendido.

—Es la práctica —guiñó un ojo —. Ahora vamos a limpiar.

—¡Sí, claro! ¡Limpiemos!

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