¿Acercarme? No lo creo
Los tres días suspendidos de Doyoung habían terminado. Hoy pudo regresar a la universidad. Al llegar le esperó un gran trabajo de voluntariado los siguientes días, durante dos semanas. Dar clase en sus horas libres a los alumnos de semestres más bajos, supervisar exámenes, limpiar la bodega, llevar la papelería y documentos a la sala de archivos.
—¡Vaya, mira que tan cargado estás! —exclamó un chico a Doyoung mientras este, llevaba papelería del alumnado.
Doyoung tan solo lo ignoró y siguió caminando. Taeyong era el chico con el que se había topado.
—Sabes... espero una gran disculpa por parte de ti, sin embargo, no la has hecho —decidió caminar detrás de Doyoung.
—¿Disculpa mía? Más bien tú deberías disculparte —contradijo —. Por tu culpa mis padres me regañaron al ser suspendido y ahora, estoy haciendo todo este trabajo de voluntariado.
—¡Qué orgulloso eres! Deberías estar agradecido que no te dieron de baja.
—Ya cállate —dio una vuelta algo brusca hacia Taeyong y eso provocó que algunos de los papeles que traía en mano cayeran —. ¡Maldición! —rápidamente se agachó a recoger.
El pelirrojo comenzó a reír forzadamente —Eso te pasa. Anda, recoje, que se te cayeron bastantitos —le ordenó, pasó sobre él y se fue dejando a Doyoung enojado.
Lo estaba tanto que le plantearía un golpe en la cara ahora, pero no podía hacerlo. No debía. Lo limitó a tan solo cerrar sus puños con fuerza.
(🍭)
—Mis padres nunca están conmigo y se atravieron a quitarme al chofer. Qué idiotez... Metiéndome en problemas es como me hacen caso solamente —susurró eso último y pateó una piedra.
No recordaba cuando había sido la más cercana vez en la que tuvo que caminar para ir a un lugar. Tal vez no lo había hecho en toda su vida, pues siempre tuvo a sus padres y al chofer para que lo llevaran a todos lados. Ahora tuvo que aprender a usar el transporte público y acostumbrar sus piernas a caminar un poquito más sin fatigarse. Decidió detenerse en una banca que daba vista hacia un río. Ya estaba oscureciendo, así que la luz que lo iluminaba comenzaba a notarse. No recordaba un momento como el que estaba sintiendo ahora. Se sentía pleno, feliz. Es verdad que cuando sales de una rutina que siempre nos mantiene atrapados, creces.
—Nunca he visto un atardecer. Supongo que la tarea puede esperar unos cuantos minutos.
Se levantó de la banca, deseando que cuando regresara nadie estuviera sentado ahí, ese lugar lo quería propio para él. Fue a la tienda de conveniencia que se encontraba cerca de ahí a comprar una bebida refrescante. Al llegar fue directo a los refrigeradores a buscar algo que no había probado, quería salir de su zona de confort. Compró una bebida de té verde. Al llegar a la caja vio a su persona menos favorita del momento.
—¿Tú? ¿Trabajas aquí? —frunció el ceño.
—¡Hola, Doyoung! Nunca te había visto por aquí —ladeó su cabeza —. Ah, es que ahora usas el transporte público, claro —dijo con sarcasmo.
—Ajá, sí. Burlate lo que quieras. Al menos yo tengo el dinero para no tener que trabajar. Podría comprarte la tienda entera para que dejes de trabajar aquí —mencionó burlón.
—No me harías más que feliz, ¿sabes? Es pesado estudiar y trabajar al mismo tiempo, pero necesito el dinero.
—No me interesa saber de tu vida, ni de ti. Tan solo cobrame. Llevo prisa —apuró.
Taeyong bufó y pasó el producto por la máquina de barras.
—Diez wones.
Doyoung le dio el dinero y se pudo ir contento con su bebida. Taeyong tan solo lo miró irse de espaldas. Como desearía vivir la vida de un millonario por tan solo un día. No tener que preocuparse por nada del mundo. Tan solo vivir. No es lo mismo existir que vivir. Él quería tan solo un poco de esa buena vida. Al ver a Doyoung le agradó un poco, le gustaba verlo molesto, le causaba gracia. Aunque muy en el fondo sí que deseaba que fueran cercanos. Lástima que eso no sucedió.
Después de dos horas su turno terminó cuando llegó su compañero Taeil. Salió de la tienda y decidió ir al río para despejar un poco su mente. Hoy había lidiado con clientes groseros y Doyoung fue uno más del montón. Llegó al río y se volvió a topar a Doyoung. En su cuerpo recorrió un raro escalofrío. Nunca lo había sentido. No fue capaz de acercarse y tan solo se fue; tal vez sintió algo de inquietud volver a ser rechazado de nuevo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro