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Capítulo 34

JungKook POV

Abril

─Llegó el momento, chicos. ─ Miro a mis compañeros, que están pendientes de cada una de mis palabras antes de salir al hielo ─. Esto es por lo que hemos estado trabajando toda la temporada. La oportunidad de devolver a Leighton Northwest una victoria en la Frozen Four.

La energía nerviosa irradia de cada persona en la sala, incluido el entrenador, mientras me ve hablar al equipo. Ha estado flotando en el aire alrededor de todos nosotros desde que nos subimos al autobús del equipo para hacer el viaje de Seúl a Indianápolis, creciendo en intensidad a medida que se acercaba la hora del partido.

Ahora, está vibrando en toda la habitación, junto con todo -y todos- en ella. Yo incluido.

Sin embargo, cuando mi mirada choca con la de Jimin desde el otro lado del grupo, me doy cuenta de que el zumbido en mis venas no es solo por el inminente partido.

─Somos sólidos mientras recordemos que somos un equipo. Jugamos como uno, perdemos como uno. No es momento de alardes ni de teatralidades. Sé que probablemente estén aquí ojeadores y agentes, y puede que quieras causar impresión, aunque ahora mismo no importan. Solo importa este momento.

Asentimientos y murmullos flotan por el espacio, todos de acuerdo.

─Es hora de jugárselo todo. Jugar con el corazón, sin embargo, sobre todo, jugar con inteligencia. ─ Algunos de mis compañeros se miran dudosos y yo suelto una risita suave ─. Sé que es muy fuerte viniendo de mí. Pero si jugamos duro y con inteligencia, no hay razón para que no volvamos a casa con ese trofeo. Creo en nosotros, y ustedes también deberían.

Y es verdad. Tengo fe, mientras seamos inteligentes, el título de campeón es tan bueno como nuestro. No importa que seamos los tapados en esta batalla, o que esta sea la mayor prueba a la que nos enfrentaremos esta temporada como equipo. Nada parece imposible ahora mismo, ni siquiera esta victoria.

Por supuesto, tiendo a ser optimista por naturaleza, pero es algo más que eso. Es un sentimiento arraigado en la médula de mis huesos. Uno que se ha disparado con esteroides desde que firmé con Joo won hace un par de semanas. Una creencia en este equipo y, lo que es más importante, en mí mismo.

Y los chicos... se alimentan de ello. Rugen a mi alrededor, aplauden, corean y animan mientras nos preparamos para salir de los vestuarios y dirigirnos a la pista. Algunos de mis compañeros incluso me empujan, me golpean las almohadillas y me sacuden para que me emocione tanto como ellos.

Funciona, aunque no necesite la adrenalina, estoy listo para ir a toda máquina, sin parar hasta que el trofeo Frozen Four esté sobre nuestras cabezas.

Cuando el entrenador nos llama para que salgamos al hielo, decido no liderar la carga y quedarme atrás para permitirme un segundo para... Respirar.

Al parecer, no soy el único con esa idea, porque una vez que la mayoría de los chicos salen a la pista, me doy cuenta de que Jimin todavía se queda a la izquierda de las puertas.

─Buen discurso, capitán.

El hombre que yo era hace seis meses solo habría oído veneno y sarcasmo en esas palabras, incluso si no había nada para empezar. Aunque ahora las veo al pie de la letra, y son genuinas.

─¿Qué puedo decir? Hablé con el corazón.

Recorto la distancia que nos separa, su mirada fija hace que me tiemble el pulso bajo la piel. Espero que me detenga cuando llego a la puerta, pero en lugar de eso se limita a mantenerla abierta y a caminar a mi lado hacia el hielo.

─Esto es todo, ¿eh? ¿La última vez que tenemos que jugar juntos?

Su observación me hace tartamudear un paso, porque hasta que él lo dijo, ese pensamiento ni siquiera se me había pasado por la cabeza. Solo he pensado en el equipo, no en mí.

Vaya. A lo mejor sí que estaba hecho para esto del liderazgo.

─Supongo que sí ─, murmuro, el peso de la realización me golpea como un saco de ladrillos.

─Bueno, entonces hagamos que valga la pena y salgamos a patear culos. ─ Sonríe ─. Y trata de no tomártelo al pie de la letra.

Y ahí está.

Sin embargo, de lo que me he dado cuenta sobre los pequeños pinchazos de Jimin desde que empezó todo esto entre nosotros... En realidad, no me molestan. No se me meten bajo la piel ni me encienden las entrañas como solían hacerlo.

Suelen hacerme sonreír o reír con él. Y este no es diferente.







★ ★ ★ ★







Los primeros cincuenta minutos del partido pasan volando en lo que parece un segundo, y cuando entro en el hielo para otra rotación de líneas, todo el estadio parece zumbar con una excitación desenfrenada.

Ha sido un partido para los libros de récords, dos equipos que se lo juegan todo en su lucha por el campeonato. Y vaya si los chicos de la Universidad de Ransom nos han puesto a prueba durante los últimos dos periodos y medio, sin apenas ceder ni un milímetro por mucho que les presionemos.

Su portero, Jeno, ha jugado un partido estelar, bloqueando tiro tras tiro a puerta. Tanto Jimin como yo hemos conseguido colarle uno, pero parece que cada vez que la lámpara se enciende para nosotros, ellos vuelven y hacen lo mismo.

Como ahora, cuando su delantero estrella, Jaemin, sale de la nada y manda el disco por delante de Hoseok, directo a la red.

Maldita sea.

El marcador está empatado a dos ahora, y todos estamos desesperados buscando un descanso en el juego de Ransom. Jaemin, especialmente, ya que ha marcado sus dos goles. Pero Hoseok ha estado matando en la red, parando mucho, mucho más de lo que se ha atrevido a dejar entrar. No creo que haya hecho tantas paradas en un solo partido esta temporada como esta noche.

Se arranca el casco, con el pelo empapado de sudor pegado a la frente. Me detengo a su lado, agarro su botella de agua de encima de la red y se la doy.

─El tipo es una bestia ─, murmura, con los ojos fijos en Jaemin mientras bebe un trago de la botella ─. Me sorprende haber parado la mitad de los tiros que me ha hecho.

─Porque tú también eres una bestia ─, le digo ─. Ya lo tienes, hombre. Sacúdetelo.

Sus ojos onix se desvían hacia mí, el rostro completamente estoico. ─¿Me haces un favor? Golpéale un poco más fuerte contra las tablas la próxima vez. Hazle temblar un poco. Dame ventaja.

Me alejo de la red con una sonrisa de satisfacción en la cara. ─ ¿Recuerdas lo que dije de jugar limpio?

Frunce el ceño y grita: ─ ¡No es el momento de pasar página, Jeon!

Yeonjun y Kang Taehyun ya se han unido a Beomgyu en el centro del hielo para un cara a cara, y yo me deslizo a la izquierda del círculo para ponerme en posición. Jimin está enfrente de mí, ya concentrado y esperando a que caiga el disco.

En el momento en que cae, Beomgyu lo saca del centro de Ransom y me lo pasa a mí para que haga un breakaway. El disco cambia de manos rápidamente después de eso, pasando de mí a Jimin y de nuevo a Beomgyu y, finalmente, de nuevo a mí para un tiro a puerta.

Bloqueado por Jeno. Mierda.

El entrenador pide un cambio de línea, y yo me coloco entre Jimin y Taehyun mientras esperamos nuestro turno en la rotación. Sin embargo, es doloroso observar y esperar, especialmente en circunstancias como estas. Cada turno que paso fuera del hielo me parece una eternidad, y cuando miro a Jimin, me doy cuenta de que siente lo mismo. Para él, supongo que es incluso peor, debido a sus problemas de control.

Aunque lo entiendo. Cuando no estoy jugando activamente, atrapado detrás de las tablas esperando mi turno, me siento muy ansioso.

Por suerte, tenemos un turno más sobre el hielo y, cuando llega el momento, los cinco de nuestra línea salimos de la caja del equipo a por el disco.

Ransom tiene la posesión, un defensa le pasa el disco a Taehyun y se lo pasa a Jaemin, que acaba de golpear a Yeonjun contra las tablas antes de dirigirse directamente hacia Hoseok y la red. El miedo me llena el estómago mientras patino tras él, con Jimin a mi lado, pero no importa. Es imposible que lo alcancemos a tiempo.

Se me corta la respiración cuando Jaemin dispara a puerta y el disco se dirige hacia nuestra portería...

Y Hoseok lo bloquea.

El alivio me inunda mientras patino alrededor de la red, esperando a que Hoseok vuelva a poner el disco en juego. Se lo pasa a Beomgyu, que patina por el hielo hacia la red como un murciélago.

Los dos defensas de Ransom se alían contra Beomgyu, acorralándolo contra las tablas cerca del centro del hielo hasta que Taehyun y Jimin ayudan a liberar el disco. Una vez que lo consiguen, sale volando hacia el otro lado del hielo, directo a las pequeñas y mugrientas manos de Jaemin.

Le quito el disco de las manos y lo golpeo contra las tablas. Es un golpe limpio -me aseguro- y la ausencia de penalti lo demuestra. Pero al menos he pagado un poco el favor de Hoseok.

Paso rápidamente el disco a Jimin y miro el reloj. Veinte segundos.

Me gustaría que esto no llegara a la muerte súbita, sin embargo, tenemos que encontrar una manera de evitar a Jeno.

Taehyun bloquea a uno de los delanteros de Ransom, lo que permite a Jimin escabullirse y patinar por el hielo en una escapada. Estoy a su lado, la adrenalina me acelera el corazón y las piernas me empujan para seguirle el ritmo.

Diez segundos.

Dos jugadores de Ransom convergen en Jimin, bloqueando eficazmente su camino a la red.

Estoy abierto, estoy abierto, canto en silencio.

Como si leyera mi mente, Jimin me pasa el disco y todo encaja. Un rápido chasquido mío hacia Beomgyu cuando éste termina de rodear la parte trasera de la red nos da la apertura que necesitamos.

Él dispara y la lámpara se enciende... Un instante después suena el pitido final.

El sonido resuena, fuerte y glorioso, haciendo que el público enloquezca. El estadio se llena de gritos y vítores en un estruendo tan ensordecedor que ni siquiera oigo mi propia respiración. El corazón se me acelera en el pecho, amplificado por la cadencia de los aplausos y rebotando en mis costillas a cien kilómetros por hora.

Encuentro a Jimin al otro lado de Beomgyu y Hoseok, con todos sus cascos, palos y guantes tirados sobre el hielo mientras celebran la victoria. Como si sintiera mi mirada, sus ojos me encuentran y tiro mi propio equipo antes de acortar la distancia que nos separa. En cuanto estoy a menos de medio metro, me lanzo sobre él, pero dos fuertes brazos me sujetan contra su pecho. Anclándome allí lo mejor que puede con todas esas putas almohadillas de por medio.

─Lo conseguimos. ─ Mi mano rodea su nuca y aprieto su frente empapada de sudor contra la mía ─. Lo hemos conseguido, mierda.

Asiente con la cabeza y su nariz choca contra la mía. ─ Estuviste... Increíble, Kook.

Lo abrazo más fuerte y más cerca de lo que lo he hecho en semanas. Y es la primera vez en esas semanas que me siento... Completo.

¿Qué mierda es eso excepto...?

─Yo también te amo ─, le digo, acercando la boca a su oído ─. Te amo muchísimo, carajo.

Se aparta, sus ojos castaños oscuros se iluminan como hacía tiempo que no veía. Y lo he echado de menos más de lo que pensaba.

─¿Estás seguro de que no es el subidón de la victoria hablando?

─¿Después de toda la mierda que hiciste? ─ Me río ─. Por supuesto que no. Soy yo, cariño.

Me acaricia la cara con la palma de la mano y la examina como un ciego que ve por primera vez. Lenta y minuciosamente, memorizando cada centímetro. Y a pesar del pandemónium que ocurre a nuestro alrededor, como si yo fuera lo único que existe.

Un destello de su lengua asoma por la comisura de sus labios, y sus ojos adquieren un brillo apenado. ─ Sé que probablemente estés harto de oírme decir que lo siento mucho, pero...

─Tienes razón. Lo hago. ─ Mis dedos rodean sus almohadillas y le sonrío malvadamente ─. Así que será mejor que esta última valga la pena.

La jocosidad de mi tono debe ser suficiente para que se relaje e incluso se le forme una pequeña sonrisa. ─ Que sepas que pasará mucho tiempo antes de que me perdone por...

Sacudo la cabeza y vuelvo a detenerlo, esta vez aplastando mi boca contra la suya.

Le meto la lengua entre los labios, le rodeo el cuello con los brazos y lo beso como nunca antes lo había besado: libremente y con público, donde todo el puto mundo pueda verme.

Y si es posible, el rugido de la multitud se hace aún más fuerte.

Por otra parte, no todos los días se ve a dos jugadores de hockey besándose sobre el hielo después de ganar la Frozen Four.

Tomo aire y vuelvo a apoyar la frente en la suya, necesitando que alguna parte de mi cuerpo toque el suyo en todo momento. Me aferro a un momento que parece demasiado perfecto para ser real.

─¿Me acabas de besar en la televisión nacional? ─, susurra contra mis labios.

Asiento con la cabeza. ─ Aún intentabas disculparte. Tenía que callarte─. Y vuelvo a besarlo.

─¡Mierda! ¡Váyanse a una habitación, los dos! ─ Beomgyu grita, haciendo que los dos nos separemos.

─Sí, aunque preferiblemente en casa de Jungkook ─, interrumpe Hoseok. Levanto la vista a tiempo para ver cómo Beomgyu le lanza una mirada de qué mierda, y Hoseok hace un gesto hacia mí, añadiendo tímidamente: ─ ¿Qué? Es un maldito ruidoso. Literalmente, y no me apetece tener que dormir con tapones para los oídos esta noche.

Jimin se ríe y me da un beso detrás de la oreja. ─ Mmm, justo como me gusta.

─Es bueno saberlo. ─ Sonrío, con otro tipo de adrenalina calentándome la sangre ─. Porque hay que celebrarlo, y cuando volvamos al campus, sé exactamente cómo empezarlo.















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