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Capítulo 2O

JungKook POV

Vi a Jimin hace menos de una hora en el entrenamiento, pero para un adicto que está pasando por el síndrome de abstinencia de su droga preferida, los minutos tienen una forma de parecer mil años.

Eso es lo que soy cuando se trata de Jimin. Adicto y deseando desesperadamente otra dosis.

La otra noche en las duchas no hizo más que cimentarlo en mi cerebro, y ahora daría mi brazo izquierdo por repetir cada glorioso minuto.

Park Jimin me atrae más de lo que pensaba.

Y en cuanto llama a la puerta, siento una descarga de adrenalina. Hasta el punto de que casi arranco la maldita puerta de sus cimientos para llegar hasta él.

─Hola─, me dice con una sonrisa en la cara y echándose la bolsa al hombro.

A mí también se me dibuja una sonrisa en los labios. ─ Hola. Dios, ¿tengo doce años?

Ni siquiera me da la oportunidad de abrir la puerta del todo y dejarlo entrar, simplemente me agarra por la camisa y me arrastra hacia él. Sus labios se posan en los míos un segundo después, lentos y tentadoramente dulces.

Desde que me besó el día que patinamos en el centro, siento que algo ha cambiado en él. Con la forma en que me ve, la forma en que quiere seguir actuando cuando estamos juntos. La forma en que da afecto voluntariamente sin pensarlo primero.

Incluso cuando estamos en el hielo, algo es diferente. Casi como si...

Intento sacudirme las ideas locas que pasan por mi cabeza. Porque eso es lo que son, ¿verdad? Completamente locas.

¿Pero lo es realmente?

Fue él quien rompió las reglas, primero con el beso y luego la semana pasada en la ducha. ¿Es tan descabellado pensar que las cosas están cambiando para él como para mí?

Me echa un vistazo rápido por encima del hombro, con su sonrisa ridículamente sexy. ─ ¿Estás listo para romper...?

─¿Qué vamos a romper? ─ La voz de Eunwoo sale de la nada.

Ambos nos giramos al oírlo y lo encontramos apoyado en la encimera de la cocina, con las cejas oscuras arqueadas por la curiosidad. Da un largo sorbo al agua que tiene en la mano, con los ojos clavados en mí todo el tiempo.

No tengo ni idea de cuánto tiempo lleva ahí, sin embargo, es muy probable que nos haya visto besarnos en la puerta antes de que Jimin entrara. Y aunque sé que no dirá nada en presencia de Jimin, eso me deja una historia enorme para desempacar con él más tarde.

Quizá no lo haya visto.

─Economía─, Jimin termina la frase antes de levantar su libro de texto ─. Kook lo estudió hace un par de semestres y dijo que podría ayudarme si lo necesitaba. Menos de una semana de clases y aquí estoy, ya cediendo.

─Oh, seguro que Kook lo hizo. ─ Si cabe, la expresión de Eunwoo se vuelve aún más pícara. Bebe otro trago de agua antes de añadir: ─ Ya sabes, puesto que es uno de los principales requisitos de Kook.

Maldita sea, Eunwoo.

Los ojos de Jimin se desvían hacia mí, claramente consciente de su cagada. Lo que no hace más que aumentar la diversión de mi mejor amigo, y me irrita aún más.

─Sí─, dice Jimin lentamente ─. Exactamente.

─No te lo tomes a mal ni nada, pero ¿no tienes tu propia casa en la que puedas hacer eso? ¿O te mudaste aquí y no me di cuenta?

Sí, definitivamente lo vio, mierda.

Mis dientes se hunden en mi labio inferior mientras miro fijamente a mi mejor amigo. ─ Qué gracioso, Eunwoo.

─Me lo imaginaba. ─ Una sonrisa de complicidad se dibuja en sus labios y levanta su vaso de agua medio vacío en señal de aplauso ─. Bueno, te dejo con ello, entonces.

El alivio inunda mi cuerpo cuando la puerta de su habitación se cierra tras él, dejándome de nuevo a solas con Jimin.

Tengo que admitir que Eunwoo tiene razón. Jimin está aquí tan a menudo que podría darle la llave de repuesto para que entre y salga cuando quiera. Aunque no es como si durmiera aquí o algo así. Siempre se va a casa después de pasar el rato o ligar.

La única vez que dormimos en la misma cama fue por accidente, y en una habitación de hotel que compartíamos.

─¿Debería irme? ─, pregunta Jimin, con una pizca de preocupación en sus ojos marrones.

Niego con la cabeza. ─ Es solo Eunwoo siendo Eunwoo.

─Así que siendo un idiota.

Una sonrisa se dibuja en mi cara. ─ No sería mi mejor amigo si no lo fuera.

─Lo semejante atrae a lo semejante.

─Absolutamente─, confirmo antes de arrastrarlo a mi habitación, la puerta se cierra de golpe tras nosotros ─. Por eso te gusto tanto.

Pone los ojos en blanco con tanta fuerza que me sorprende que no se le queden pegados. ─ Claro. Vamos con eso.

─El mundo no se desmoronaría a nuestro alrededor si admites que te gusto. Incluso solo como persona. Por favor, dime que lo sabes.

Su expresión se suaviza y una mano recorre mi costado. Noto el calor de su piel a través de la camisa y, cuando sus dedos pasan por un punto concreto, se me pone la piel de gallina. Otro efecto nuevo que produce en mí.

─Creo que es más seguro fingir que no.

Ya lo sé. El problema es que desearía no saberlo. Al igual que sé que es un problema para mí estar viéndolo bajo una luz completamente diferente a la de hace un par de meses.

De hecho, estoy luchando por aferrarme a la razón por la que éramos enemigos en primer lugar.





★ ★ ★ ★





Con los sentidos de Eunwoo en alerta máxima cuando se trata de nosotros dos, el sexo de cualquier tipo queda descartado, al menos mientras sepa que Jimin está aquí. Lo que significa que saca su libro de economía y se pone a trabajar, esparciendo libros de texto y fichas por mi cama como si fuera un escritorio gigante.

Desafortunadamente para mí, considerando que esperaba estar desnudo y debajo de él esta noche.

Diablos, me conformaría con pasar el rato. Ver una película. Escuchar música. Cualquier cosa que no fuera abrir otro puto libro de texto e ignorarnos durante horas. Pero teniendo en cuenta que la universidad no es ninguna broma, sobre todo siendo un estudiante deportista, probablemente sea buena idea que empecemos a adelantar trabajo de clase para el semestre.

Arrastrándome por el desastre que ha hecho en mi cama, con uno de mis libros de economía en la mano, me coloco a su lado y me apoyo en la pared. El movimiento de la cama provoca que Jimin se mueva y se gire el hombro antes de volver a su sitio.

Lo cual estaría bien, excepto porque es el hombro que se rompió la temporada pasada junto con la clavícula rota. Y últimamente noto que se lo toca mucho más.

─¿Estás bien?

Frunce el ceño. ─ ¿Por qué no iba a estarlo?

Alargo la mano y le paso los dedos índice y corazón por la clavícula hasta el hombro. ─ No lo sé. Has estado rodando esto mucho durante los entrenamientos. Y lo has vuelto a hacer hace un minuto. Quería asegurarme de que estabas bien.

─Oh ─, es todo lo que dice, el ceño todavía presente en su cara ─. Supongo que no me di cuenta de que lo había hecho.

Me rasco el labio inferior con los dientes, cada vez más consciente de que le presto más atención de la que creía. O de lo que probablemente debería.

Por la forma en que me mira, con la confusión transformándose lentamente en comprensión, él también se está dando cuenta.

─¿Qué es esa mirada?

Su cabeza se inclina hacia un lado. ─ ¿Qué mirada?

─Dímelo tú. Eres tú quien la pone.

─¡No me había dado cuenta!

Los dos nos reímos, la intensidad del momento se rompe.

Se siente genial reír y bromear con él, e incluso existir pacíficamente de una forma que no sabía que podía ser nuestra relación. Dos personas que por fin han encontrado un terreno común, y resulta que es todo lo que necesitábamos para entendernos.

Por eso no me sorprenden sus siguientes palabras.

─Es que no te pareces en nada a lo que esperaba.

Siento que mis ojos se arrugan con humor. ─ Eh, ¿gracias?

Se ríe de nuevo. ─ Te prometo que no lo digo con mala intención. Es solo que...─ Se interrumpe y sacude la cabeza. ─ No sé cómo decirlo. Simplemente inesperado.

─Intenta explicarlo, entonces─. Cierro el libro de texto y lo dejo caer por el borde de la cama, solo para estremecerme con el ruido sordo que hace al caer al suelo.

─Eunwoo va a pensar que ahora estamos follando─, dice arqueando una ceja.

Le sonrío suciamente mientras me tumbo boca arriba. ─ Quiero decir, podríamos estar, pero...

─Ni de broma.

Me río entre dientes, rodando hacia un lado y apoyándome en el codo. ─¿Hablabas de que soy diferente de lo que pensabas?

Pone los ojos en blanco al ver cómo he desviado el tema y refleja mi postura.

─Supongo que cuando estamos en el hielo, siempre he tenido esta imagen de ti en mi cabeza. El exaltado chico malo del equipo que se mete en más peleas que Muhammad Ali y Rocky juntos. Descarado y temerario. Un rebelde, en cierto modo. Así que supuse que también te vería así fuera del hielo.

Busco sus ojos marrones durante un minuto. ─ ¿Y ahora dices que no?

Sacude la cabeza y se echa hacia atrás, con los ojos fijos en el techo. ─ No, lo eres. Aunque también eres más que esas cosas. Claro, sigues siendo un grano en el culo el noventa y ocho por ciento del tiempo cuando provocas el caos en el hielo...

─Ya no hago eso.

─Pero en los últimos dos meses, he empezado a ver cómo tu arrogancia y tu actitud se han transformado en confianza en ti mismo y en tus habilidades, sin dejar que nadie te diga lo contrario. Y supongo... Que admiro eso.

─Lo bastante como para acorralarte y chupártela en mitad de una fiesta─, musito.

Él resopla. ─ Lo dices como si fuera en medio de la multitud bailando abajo, cuando los dos sabemos que fue mucho más privado. De nuevo, sorprendente teniendo en cuenta tu reputación de puto.

Hago un zumbido con los labios. ─ Ah, ya veo. Ya deberías saber que avergonzar a las putas no funciona conmigo, bebé. Acepto lo que soy, con defectos y todo.

Espero que me responda con una réplica ingeniosa, sin embargo, la forma en que sus ojos se vuelven cautelosos y distantes cuando dejo de hablar me dice que he dicho algo malo. Solo tardo un segundo en darme cuenta de lo que ha sido.

Bebé.

Ya lo había llamado así antes, como burla o en la cama. Pero nunca en lugar de su nombre. Nunca como... Un cariño.

─Yo...

─Está bien─, dice, con la cabeza rodando de un lado a otro contra el colchón ─. Sé que no querías decir nada.

Aunque en eso se equivoca. Creo... que lo dije en serio. Pero en lugar de dejarme llevar por la ansiedad de esta revelación, le quito importancia con una sonrisa de satisfacción y cambio de tema.

─Dime. ¿Vas a probar por fin un par de calcetines nuevos mañana?

Una mirada divertida cruza su rostro. Una mezcla de humor y confusión, creo. ─ La verdad es que aún no lo había pensado. Simplemente elijo un par cada día. Lo que me apetece.

Aburrido...

─¿Cómo que por fin? ─, pregunta un momento después.

─Porque he estado comprobando si te los habías puesto ya, y no lo has hecho. ─ Obviamente. No es como si me colara en su habitación y revisara su ropa sucia.

─Has estado comprobando─, repite.

─Claro que sí─, le digo con una sonrisa en la cara ─. Intento comprobarlo antes de cada partido mientras te vistes. Tengo que asegurarme de que sigues tan dedicado a la causa como yo, capi.

─Odio cuando me llamas así─, refunfuña, apartando la cabeza de mí para mirar a la pared.

─¿Por qué? Chris Evans está buenísimo.

Se le escapa una risa más profunda. ─ Eres increíble. ─Pero entonces hace una pausa y se vuelve con una seriedad que se apodera de él mientras sus ojos se entrecierran en mí. Irradia sospecha y, por un segundo, me preocupa haber hecho o dicho algo malo─. ¿Me has visto vestirme?

Muevo los labios y me inclino hacia él, con la boca a escasos centímetros.

─No. Veo cómo te desvistes.

Sonríe un poco más y murmura: ─ Vaya. Qué asqueroso.

─Puede ser. O quizá deberías sentirte halagado por ser el único del equipo que me ha llamado la atención.

Su ceño fruncido me dice que no está de acuerdo. ─ Halagado, ¿eh? ¿Eso es lo que vamos a hacer?

─Por supuesto. Hace falta algo más que un culo caliente para llamar mi atención.

Intenta resistirse a sonreír, cubriéndose la cara con el antebrazo y todo, aunque fracasa. Miserablemente. Al principio, creo que intenta ocultar la vergüenza. Es entonces cuando empieza a reírse y le vuelvo a bajar el brazo de un tirón.

─¿Te estás riendo de mí?

─Lo siento─, dice entre risas ─. Pero estás de broma, ¿no? Eres el tipo del equipo al que nadie dejaría salir con su hija. Un maldito astuto. ¿Y ahora intentas decirme que hace falta algo más que un culo caliente para llamar tu atención?

Me pongo encima de él y lo aprisiono contra el colchón con todo mi cuerpo. Mis dedos se entrelazan con los suyos antes de sujetarlos por encima de su cabeza, y me doy cuenta de que la posición en la que lo tengo lo está excitando. Tiene fuego en los ojos mientras me mira.

─Bueno, entonces supongo que me he expresado mal─, murmuro, inclinándome y rozando su mandíbula con los labios ─. Hace falta algo más que un culo caliente para mantener mi atención.

Es su turno de girarnos para que sea él quien me inmovilice contra el colchón, follándome lentamente con cada movimiento de sus caderas. Un movimiento rápido, y estoy preparado y listo para ir a cualquier sucio lugar al que quiera llevarme.

─Sin embargo, no me malinterpretes, sigues estando jodidamente bueno─, murmuro, acercándome para apretarle el culo ─. Nunca en mi vida imaginé decirte algo así, pero ahí está. Que no se te suba a la cabeza.

─Creo que estás hablando de ti mismo. Sé mantener mi ego bajo control. A diferencia de alguien que conozco, que se ha vuelto un engreído desde que probó la polla por primera vez.

─¿Qué puedo decir? Tengo habilidades superiores para la mamada.

─Otra vez─, susurra contra mi boca ─, esos calcetines que me has regalado me hacen discrepar.

Suelto un gemido de frustración y dejo que mi cabeza se golpee contra la almohada. ─ Empiezo a arrepentirme de habértelos comprado.

Su cabeza se apoya en mi hombro y suelta una risa suave y ronca que... demonios. Me hace de todo. Fríe mi sistema nervioso, cortocircuita mi cerebro lo suficiente como para que nuestra rivalidad parezca cosa del pasado.

Porque quiero volver a oírla. Justo así.

En el pliegue de mi cuello, flotando sobre mi piel como el satén. Respirando y roncando y solo para mí.

Y eso es jodidamente peligroso.












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