Capítulo 19
Jungkook POV
Ganamos el primer partido de las vacaciones de invierno por puntuación, y el segundo de esta noche no va a ser diferente. Estoy subido de adrenalina por haber conseguido mi primer triplete de la temporada y, para colmo, el entrenador me ha llamado a su despacho después del partido para hablar de los agentes.
Concretamente, unos que preguntaban por mí. Era algo que esperaba que acabara ocurriendo, pero ahora que ya está ocurriendo... sinceramente, no me lo puedo creer.
Para cuando salgo del despacho del entrenador, mi cabeza está tan en las malditas nubes que ni siquiera me doy cuenta de que el vestuario está a punto de ser abandonado.
Vaya mierda.
Mis ojos buscan automáticamente a Jimin, como siempre últimamente, aunque no encuentro nada.
Doble mierda.
No tengo ni idea de cuáles son sus planes para esta noche, y mucho menos para los próximos días hasta que empiece el nuevo semestre, pero me gustaría averiguarlo. El único problema es que el entrenador me ha llevado al despacho para charlar antes de que pudiera mencionarle lo de quedar durante el resto del descanso.
Y quiero verlo. Esta noche, especialmente. Celebrar otra victoria bien merecida. Tomar un par de copas en un bar o algo así. Quizá incluso contarle lo de la reunión con el entrenador, en la que mencionó que los agentes habían preguntado por mí.
Saco el móvil del bolso y le envió un mensaje rápido.
Yo: Quiero verte. ¿Sigues aquí?
Pasan un par de minutos mientras termino de desvestirme, pero cuando vuelvo a mirar el móvil, no responde.
Podría estar conduciendo, seguro, sin embargo, dudo que haya sido capaz de ducharse, cambiarse y salir de aquí en el tiempo que he estado en el despacho del entrenador. No pudieron ser más de diez minutos.
Por otra parte, la mitad del equipo ya se ha ido, probablemente listos para volver con sus familias para el resto del descanso.
Me envuelvo la cintura con la toalla, listo para dirigirme a las duchas, cuando Hoseok dobla la esquina y empieza a guardar sus cosas en el bolso en el banco de enfrente. Estoy seguro de que es el último que queda aquí, aparte de mí.
Y aunque podría ser arriesgado, si hay alguien a quien podría preguntarle por Jimin, sería a él.
Eso espero.
Solo hay una forma de averiguarlo...
Me aclaro la garganta, miro al portero y hago todo lo posible por parecer despreocupado.
─Oye, ¿Hoseok?
Me mira desde su sitio en el banquillo, con el pelo rubio oscuro cayéndole sobre los ojos. ─ Hola, hombre. ¿Qué tal?
─¿Has visto si Park ya se ha ido?
Sus cejas se fruncen por un segundo, pero corrige su expresión rápidamente. ─ No lo creo. Lo último que vi fue que se dirigía a las duchas. Eso fue hace... Cinco minutos. ¿Por qué?
─Necesito hablar con él de algo antes de volver al descanso. Nada serio.
Mentira, mentira, mentira.
Se toma un momento, midiendo mis palabras antes de levantarse para ponerse de pie, respondiendo cuando se echa la correa del bolso al hombro.
─Bastante seguro de que fue al último puesto. Si ya no está allí, no puede estar más lejos del aparcamiento.
─Okey, genial. Gracias─, digo torpemente.
─Por supuesto. Que te vaya bien. Y gran partido el de esta noche, por cierto.
Le hago un gesto con la cabeza. ─ Sí, tú también, hombre. Y con eso, agarra sus llaves y sale por la puerta.
Hago un discreto barrido del vestuario mientras me dirijo a las duchas y me doy cuenta de que hay más chicos de los que pensaba. Quizá cuatro o cinco.
Y cuando me doy cuenta de que la única ducha que está abierta es la del fondo, en la que Hoseok mencionó que había visto entrar a Jim, es como si me hubiera inyectado adrenalina.
Ni siquiera tengo que ver al tipo. Solo imaginármelo desnudo, rodeado de vapor. Empapado y cubierto de jabón, y Jesús, necesito controlarme antes de hacer algo estúpido. Como meterme ahí con él. Pasar mis manos por todo su cuerpo pecaminoso.
Sin embargo, eso es lo que quiero.
Lo deseo tanto, que ni siquiera pienso en las repercusiones de que alguien me vea entrando en su caseta, o peor, que no sea su caseta en absoluto.
Tardo dos segundos en decidir que las probabilidades están a mi favor, miro a mi alrededor para ver que no hay moros en la costa y tiro de la manilla de la puerta de cristal esmerilado.
Gracias a Dios que no han puesto cerraduras en estas malditas cosas.
La suerte está de mi lado, porque cuando entro y cierro la puerta en silencio, encuentro a Jimin bajo el chorro de agua. Incluso de espaldas a mí, sé que es él. A estas alturas, reconocería ese culo en cualquier parte, con un pequeño hoyuelo sobre cada mejilla.
Cuelgo mi toalla en el gancho junto a la suya y me meto bajo el chorro detrás de él.
─ ¿Qué...?
Le tapó la boca con la palma de la mano para acallar el 'qué mierda' que está a punto de soltar. En voz alta. No hice todo este esfuerzo para que no me viera, solo para que nos descubriera.
─Shh─, murmuro en su oído ─. Solo soy yo.
Suelto la mano que tenía sobre su boca y dejo que se deslice por su hombro antes de apartarme. Se gira para mirarme, con los ojos muy abiertos y una expresión entre severa y enfadada.
─¿Estás loco? ¿Qué haces aquí?
No es exactamente la respuesta que esperaba, aunque no sé por qué esperaba menos.
─Ser imprudente─, deduzco con una sonrisa juguetona.
Se quita el agua de la cara y sacude la cabeza, con una mezcla de irritación y pánico en la expresión. ─ Alguien podría haberte visto.
─Tranquilo─, lo tranquilizo, manteniendo la voz baja ─. He comprobado que nadie te viera. La mayoría de ellos ya se han ido, y cuando yo esté limpio, todos se irán.
Me mira con desconfianza, como si no me creyera.
─Te lo prometo, todo irá bien. Baja la voz y nadie se dará cuenta.
Tarda un segundo, aunque por una vez asiente. La tensión de sus hombros desaparece ante mis ojos y suelta un suspiro.
─Me has dado un susto de muerte─, dice con voz ronca.
Suelto una suave carcajada y me acerco a él, con las manos ansiosas por tocarlo. ─ No tenía ni idea.
─Bien, listillo.
Sonrío aún más cuando agarra el gel de baño y me lo entrega. Me mira un segundo mientras me enjabono las palmas de las manos antes de alejarme de la regadas. Pienso que está a punto de secarse y marcharse, lo que no tiene ningún sentido si le preocupa descubrirnos.
─Quédate. Es menos probable que la gente nos pille─, digo, sin dejarme cuestionar el razonamiento. Porque por mucha verdad que haya detrás, solo quiero estar cerca de él y en su presencia. Sentir la electricidad que zumba entre nosotros cada vez que estamos tan cerca el uno del otro.
Ya soy tan adicto a esa sensación como a estar sobre el hielo.
─¿Crees que voy a dejar pasar este espectáculo? ─ Una lenta sonrisa se dibuja en sus labios mientras sus ojos recorren mi cuerpo desnudo ─. Ni hablar, Jeon. Solo me apartaba para ver mejor.
Se me eriza la polla al notar el deseo que destila su voz, y al instante me siento molesto por los otros chicos que siguen molestando por el vestuario.
No es que estuviéramos tonteando, aunque estuviera vacío.
Jimin ha sido muy estricto con esto de enrollarse, y como mañana no tenemos partido, ninguno de los dos se va a correr. Entre nosotros, al menos, porque sé que no me tocará esta noche. Aunque le rogara que me tomara en su puño o en su boca, no lo haría.
Pero por la forma en que lo siento mirándome mientras me enjabono el pecho con su gel de baño, está claro que voy a tener que participar en alguna acción en solitario cuando llegue a casa más tarde. Me tiene excitado de tanto mirarlo.
Mirando como un voyeur.
Y parece que le gusta, porque su polla se engrosa cuando mis manos bajan hasta mi entrepierna, limpiando mi propia polla. Lucho contra la tentación de empezar a acariciármela, pero por poco.
Olas de deseo me recorren a una velocidad vertiginosa. Es tan fuerte que tengo que apartarme de él para enjuagarme. Me doy la vuelta para no ver la necesidad escrita en su cara ni la forma en que su polla, dura y en posición de firmes, espera a que me arrodille.
Se me cierran los ojos mientras intento contenerme. Maldito sea.
Maldito sea por ser tan jodidamente... Difícil de resistir. Hasta el punto de que ni siquiera sé por qué me molesto...
─Estoy obsesionado con esto─, murmura, interrumpiendo mis pensamientos. Las yemas de sus dedos recorren las líneas del tatuaje que cubre la mayor parte de mi espalda con un toque ligero como una pluma ─. Es tan sexy.
La sonrisa que se apodera de mi rostro es instantánea, aunque él no pueda verla.
No es la primera vez que sorprendo a Jimin mirando mis tatuajes -me ha preguntado por muchos-, pero nunca antes había expresado su opinión sobre ellos. Y llámenme vanidoso, sin embargo, me hace sentir bien.
Dos manos grandes se deslizan sobre mi piel húmedas, bajando por cada lado hasta llegar a mis caderas, dejando estelas de calor a su paso que nada tienen que ver con la temperatura del agua.
─Creía que te quedabas aquí a mirar. ─ señalo.
─No podría sin tocarte.
Sus labios patinan sobre mi hombro y suben por mi cuello, lamiendo con la lengua el agua que se derrama sobre mi piel. Cada movimiento es un latigazo perverso que enciende mi cuerpo y convierte mi sangre en fuego líquido que recorre mis venas.
Me muero por tocarlo cuando y como quiera desde que pasamos el día en el centro; nos besamos no una, sino dos veces, cuando nuestro acuerdo no lo requería. Pero era una circunstancia totalmente diferente. Fue solo... un momento. De esos que se presentan y no puedes evitar aprovecharlos.
Todo en mí quiere que este también lo sea.
─Dios. Me vuelves jodidamente loco─, gimo cuando sus dientes me pellizcan el pliegue del cuello, aliviando después el mordisco con su lengua.
─El sentimiento es más que mutuo.
Su boca se mueve, rozándome con besos entre los omóplatos mientras se apiña más en mí. La longitud de su polla me aprieta el culo, deslizándose entre mis mejillas, mientras su mano se extiende para agarrarme con su puño. Ya estoy más duro que el granito, solo por sus burlas, aunque con su mano sobre mí y su polla pegada a mi culo, es un milagro que no me haya corrido ya.
Me giro un poco, lo justo para mirarlo a la cara. Lo cual es un error, porque mientras el agua cae por sus mejillas en pequeños riachuelos y en cascada sobre su mandíbula, creo que nunca he visto nada más impresionante.
Estoy seguro de que esa es la razón por la que mi voz sale como un cristal hecho añicos.
─¿Qué ha pasado con las normas?
Se lame el agua que gotea de sus labios entreabiertos. ─Que se jodan.
Suena ronco y áspero, espesado con suficiente lujuria como para ahogarnos a los dos cuando sus labios chocan contra los míos. Su lengua se desliza en mi boca mientras me penetra desde atrás, moviendo las caderas al compás de cada pasada de su palma por mi polla. Largas y lánguidas caricias, como si tuviéramos todo el tiempo del mundo, provocan descargas de placer que recorren mi cuerpo a gran velocidad.
Es una yuxtaposición que nunca había experimentado: el hambre y la necesidad con las que me besa unidas a la tranquilidad de sus caricias.
Enciende algo dentro de mí hasta envolverme en llamas y quemarme vivo. Y me encanta cada segundo.
Alargo la mano hacia atrás, mis dedos se anudan en los húmedos mechones de su pelo y aprieto más. Nuestras lenguas luchan entre sí, golpeando y empujando al ritmo de sus caderas hasta que ambos nos perdemos en la sensación del otro. Pero no es suficiente.
Lo necesito dentro de mí. Y lo necesito ahora mismo, mierda.
Se me escapa un gemido cuando su pulgar roza la sensible parte inferior de mi polla, y él se separa, volviendo a mi piel mientras continúa torturándome con su mano alrededor de mi polla y cada seductor giro de sus caderas.
─Te deseo─, murmuro cuando sus dientes me pellizcan el cuello y el hombro ─. Te deseo muchísimo.
Sé que él también me desea. Puedo sentirlo por la forma en que se balancea contra mí, su polla deslizándose entre mis nalgas. Se empuja con empujones largos y mesurados que me hacen suplicar más.
Más contacto, más calor, más fricción.
Más caricias persistentes, besos abrasadores y mordiscos ásperos.
Todo mi cuerpo lo pide a gritos y, con cada sabor adictivo o cada roce abrasador, me desenreda aún más. Tanteando, agarrando, volviéndome loco de deseo como nadie lo había hecho antes.
─¿Cuánto? Porque... mierda, Kook. ─ Suspira y me aprieta la frente entre los omóplatos ─. Estoy pendiendo de un hilo.
─Nunca he necesitado algo más en mi vida.
¿La idea de que me folle? Me asusta, sí. Tal vez más que cualquier otra cosa en el maldito mundo. Sin embargo, también envía una emoción corriendo a través de mí que nunca he sentido antes.
Es algo nuevo y excitante, y lo deseo. Su aliento sale caliente contra mi piel cuando vuelve a mover las caderas. No hace más que presionar contra el apretado borde, aunque ya noto el estiramiento. Como si solo necesitara un suave empujón y estuviera enterrado dentro de mí.
Jimin me ha hecho conocer la próstata durante las semanas anteriores, pero solo con los dedos. Sin embargo, ahora solo puedo pensar en la cabeza de su polla rozando el botoncito del placer mientras me folla.
Vibro de expectación, esperando a que lo haga. Si lo hiciera, ni siquiera puedo decir que me enfadaría, porque lo deseo más que a mi próximo aliento. Más de lo que quiero probarme a mí mismo ante mis padres.
Diablos, lo quiero más que a ese estúpido trofeo al final de la temporada, y eso es una locura.
Debería ser suficiente excusa para no tener sexo con mi estúpido compañero de equipo. El tipo del que estoy tan enamorado que no puedo pensar con claridad. O ser heterosexual, tampoco.
Pero no importa.
─Por favor─, jadeo, empujando más hacia él ─. Sácame de mi miseria. Por el amor de Dios.
─Sin condón.
─Sabes que ambos hemos sido examinados─, digo en refutación, sabiendo que no hay razón por la que no podamos ir sin él. Especialmente cuando la situación es tan grave.
─Cierto. Y estoy seguro de que penetrarte sin barreras será el paraíso. Pero tampoco tenemos lubricante. ─ Me roza la nuca con un beso─. No voy a follarte por primera vez con jabón líquido. Esa mierda escocerá como un hijo de puta.
Mi corazón martillea en mi pecho, rebotando contra mis costillas, y si no estuviera tan estúpidamente excitado, entraría en razón lo suficiente como para decir otra cosa que no sea lo que haga a continuación.
─Solo dame un poco. Dame algo. Mierda.
Suelta una carcajada ahogada y el calor de su aliento contra mi piel hace que me recorran relámpagos por la espalda. ─¿Solo la punta? ¿Es eso lo que les decías a todas esas conejitas?
Lo miro por encima del hombro. ─En realidad, serías el primero.
Algo en mi respuesta enciende un fuego en sus ojos. Arden con una intensidad ardiente que solo he visto en él sobre el hielo.
─¿Quieres jugar a Sola La Punta conmigo, Jeon? ─ Jimin arquea una ceja mientras presiona más la cabeza de su polla contra mi culo. Lo suficiente como para sentir el borde estirándose de nuevo, y Dios, si no agradezco el ardor.
─Tomaré lo que pueda conseguir. A menos que tu infame autocontrol no pueda soportarlo. ─ Mi pulso late en mi garganta lo suficientemente rápido, creo que la arteria podría estallar─. Pongámoslo a prueba.
Sus dientes patinan a lo largo de mi hombro antes de hundirse en el músculo. El agudo mordisco de dolor envía una descarga de deseo directamente a mi polla, haciéndola desear más. Su boca, su mano. Su polla dentro de mí. Cualquier cosa sería mejor que la tortura a la que me está sometiendo.
─Instigarme no funciona. Ya deberías saberlo.
Bueno, eso es una mentira descarada si alguna vez he oído una, aunque dos pueden jugar a ese juego.
─Mmm. Pero un hombre puede soñar.
Y podría no ser un sueño en absoluto. Porque, hasta cierto punto, está funcionando. Estoy casi seguro de ello cuando oigo el sonido delator de su escupitajo justo antes de sentir sus dedos frotando donde su cabeza presiona mi agujero.
─Tenemos que trabajar en tus prioridades sí que te la metan es una de tus aspiraciones. Ahora relájate y déjame entrar.
Me aprieta el pene, pasando el pulgar por el nervio justo debajo de la cabeza, y es suficiente para aliviar la tensión. El ardor empeora cuando me da un par de empujones tentativos más antes de pasar por fin el borde.
Mi culo se aprieta alrededor de la cabeza como una prensa y siseo en voz baja: ─ Fóllame.
─Hmm─, tararea suavemente ─. Quizá en otra ocasión.
─O ahora mismo─, replico, intentando balancearme contra él. Sin embargo, sus manos se posan en mis caderas, ya un paso por delante de mí, y me impiden tomar más de él.
─No te muevas. ─Su tono no deja lugar a dudas ─. Si empiezas a moverte, lo volveré a sacar.
─Jodido sádico.
La mano que me rodea la polla vuelve a apretar, esta vez lo bastante fuerte como para provocar más dolor que placer. Pero él me devuelve la mirada, con sus ojos marrones ardiendo con algo más que lujuria.
─¿Quieres a un sádico? ¿Quieres que te haga daño? ¿Qué te tortura? ¿Qué te folle tan fuerte que después no seas más que un desastre ensangrentado en el puto suelo de baldosas? Porque eso es exactamente lo que pasaría si te machaco como me pides.
─Ya me estás torturando─, jadeo, dando otro empujón hacia atrás, solo para encontrarme inmediatamente con la resistencia de su agarre.
─No estás listo─, murmura ─. Pero haré que la espera merezca la pena.
Me penetra lentamente, estirándome con su gruesa cabeza antes de volver a aflojar. Cada vez le ruego en silencio que pierda el control y penetre un poco más. Sinceramente, no me importaría pedirle que me estampase contra la pared de la ducha; estoy así de excitado.
No me importa un poco de sangre y dolor. Hace que el placer sea aún mejor.
Pero fiel a su palabra, no lo hace. No me penetra como los dos queremos, y es jodidamente exasperante. Solo una vez se desliza un poco más, y la sensación de ardor vuelve a empezar. Sin embargo, tiene que ser uno de los mejores tipos de dolor que he sentido nunca.
Si tan solo me diera más.
Suelto un gemido frustrado, más irritado en este momento que otra cosa. Aunque rápidamente se convierte en un gemido cuando el borde de su punta roza el pequeño punto mágico de mi interior.
Mi próstata.
También conocida como la llave de un orgasmo capaz de enviarme a otra jodida dimensión.
Y maldita sea, lo hace. Cada vez que Jimin ha tocado la maldita cosa, me he corrido a montones. Kilos, incluso, y más duro y largo que nunca con nadie más. Ya estoy en ese punto, y solo por una puta pasada de su polla contra él. No puedo volver a sus dedos después de sentir esto.
─Mierda, justo ahí─, gimo de nuevo cuando vuelve a pasármela por encima, y mi cabeza vuelve a caer contra su hombro ─. Más, Minnie.
Sigue hundiéndose en mí lentamente mientras me deslizo a través de su puño, el tipo de presión más exquisito que me llena y me constriñe al mismo tiempo. Es abrumador, y continúa empujándome hacia el borde de un acantilado del que estoy desesperado por saltar. Uno que conduce al puto nirvana puro.
Los ruidos que consigue arrancarme directamente del pecho son poco menos que animales. Como si no quedara nada humano en mí, solo pura necesidad carnal.
─Dios, escúchate─, gruñe, la profunda cadencia de su voz tensa ─. Tan jodidamente necesitado de mí, y apenas te he dado algo.
Tiene razón. Si esto es lo que puede hacer con solo la cabeza de su polla... No tengo dudas de que me reducirá a un lío de gemidos y jadeos con toda su longitud. Y si mis respuestas son una indicación, estoy seguro de que disfrutaré cada segundo.
─Más. ─Giro la cara, agarro su labio inferior entre los dientes y tiro ─. Déjame tenerlo todo.
─Eso no va a pasar.
─Minnie.
─Pídelo otra vez y me detendré ahora mismo.
Maldita sea.
En su cara se dibuja una sonrisa perversa ante mi silencio antes de rozar sus labios con los míos, y no sé si me desespera más que me folle como si fuera en serio o si preferiría borrar de un bofetón su sonrisa de suficiencia.
Sin embargo, al diablo, si abro la boca y digo algo, porque cada movimiento de sus caderas dispara cohetes de deseo por todo mi cuerpo, y no estoy listo para que termine.
La mano libre de Jimin pasa de mi cintura a mi garganta antes de ofrecerme un ligero apretón. ─ Vuelve a burlarte de mí sobre el autocontrol, Jeon. Te desafío. Porque al final, serás tú quien sufra.
Estoy dispuesto a decirle que es demasiado tarde, que ya estoy sufriendo por la necesidad imperiosa de que me folle y me llene lo antes posible, pero las palabras se me mueren en los labios cuando me vuelve a pinchar la próstata y solo se me escapa un gemido gutural.
Se me agarrotan las pelotas, la polla me palpita y me duele por la necesidad de liberarme mientras jadeo en su boca.
─Estoy cerca─, murmura contra mis labios; la mano que me rodea la garganta se tensa ligeramente mientras mueve las caderas más deprisa.
La parte posterior de mi cabeza choca con su hombro y cierro el puño en torno al suyo, ayudándolo a que me empuje como necesito para llegar yo también. La liberación inminente me recorre la espina dorsal, y cuando Jimin se retira y me empuja contra la pared de la ducha, pierdo todo el control.
Apenas tengo tiempo de retomar el control donde él lo dejó antes de que el semen me empape los dedos, caiga al suelo y se vaya por el desagüe a mis pies. La cabeza de Jimin se posa en el pliegue de mi cuello, sus dientes se aferran a mi hombro, y sé que no está lejos de mí.
─Hazlo─, jadeo, con la frente pegada a la fría baldosa.
Y lo hace segundos después, su descarga se derrama por la parte baja de mi espalda.
Marcándome. Tal vez incluso reclamándome.
Por mucho que me gustaría disfrutar de este resplandor y no moverme durante horas, sé que hay muchas probabilidades de que alguien venga pronto a comprobar las duchas antes de irse a dormir. Y también sé que hay exactamente un cien por cien de posibilidades de que Jimin no quiera que nos descubran aquí juntos.
Así que separo mi cuerpo del suyo y me giro para enjuagarme su semen de la espalda.
Él se apoya en la pared de enfrente para recuperar el aliento, y yo aprovecho para mirarlo. Sin vergüenza, debo añadir.
─Supongo que no somos muy buenos siguiendo nuestras propias reglas─, digo riéndome mientras la evidencia de su orgasmo se va por el desagüe a mis pies ─. Porque estoy bastante seguro de que acabamos de romper todas las que hemos establecido.
Cuando levanto la vista, Jimin me estudia con curiosidad.
─¿Qué? ─ pregunto, de repente un poco más cohibido.
─Yo...─ Se ríe ─. No puedo creer que esté diciendo esto, pero no bromeaba. A la mierda las normas. Deberíamos tirarlas por la borda.
No es lo que esperaba. En absoluto. Aunque, mierda, estoy deseando más de lo que acaba de pasar en esta maldita ducha. Tanto que todo mi cuerpo vuelve a vibrar de necesidad.
Jesús, soy tan puta por la polla de este tipo, es una locura.
Y hay una frase que nunca me vi pensando, sin embargo, aquí estamos.
─¿Incluso la parte en la que no se lo decimos a nadie?
Se muerde el labio un segundo, y juro que está a punto de decir que sí. Pero no dura mucho y niega con la cabeza. ─ Creo que es más seguro que esa se quede. Pero... mierda, me parece bien hacer lo que sea, cuando sea. A la mierda la regla de solo antes del partido.
─Me gusta esta idea. Sobre todo, si implica más sexo.
Sus ojos se encienden, recorren mi cuerpo y vuelven a subir antes de posarse en el lugar donde me clavó los dientes en el hombro. Donde no me cabe duda de que dejó una marca, igual que yo le hice a él en su día.
─¿Y ahora qué? ¿Admirando tu obra?
─No. En realidad, estaba pensando... Definitivamente quiero estar dentro de ese culo otra vez. De verdad, la próxima vez. ─Una pausa, y luego ─, Siempre y cuando estés de acuerdo.
─¿Esté de acuerdo? ─ Hago eco, intercambiando lugares con él y saliendo de debajo de la regadera. Agarro la toalla del gancho para secarme y vuelvo a mirarlo, sorprendido al ver que se pregunta si quiero más o no.
Cruzo los brazos sobre el pecho. ─ Te estaba suplicando literalmente que me follaras, ¿y crees que estoy a punto de darme a la retirada?
Frunce el ceño, enjuagándose el estómago y la polla. ─ ¿En serio, Kook? ¿Retirada?
La sonrisa que se extiende por mi cara al oír el apodo no se puede evitar. Me hace sentir... extrañamente afectuoso hacia él. Incluso, después de que insinuara que soy un puto niño de guardería.
Y él también debe de estar sorprendido, porque me mira como si me hubieran salido dos cabezas más.
─ ¿Por qué sonríes así? ─ Me pone la mano delante de la cara, y eso solo me hace sonreír más ─. Jesús, ¿te he roto o algo? Si solo la punta hizo esto, odio ver cómo estás después de que te folle de verdad.
Me río y sacudo la cabeza. ─Créeme, puedo soportarlo. Es que...─ Mis cejas se fruncen y me relamo los labios ─. Me has llamado Kook.
Frunce más el ceño antes de preguntar despacio: ─ Es tu nombre, ¿no?
─Para ti no. Solo me llamas Jeon. O Jungkook, a veces.
Se queda callado un momento y su risa me produce escalofríos. ─ Supongo que tienes razón. Deja que arruines mi orgasmo haciéndome pensar en cómo te llamo en el momento. Quizá la próxima vez te llame imbécil.
Sonrío, sacudiéndome el pelo. ─ Kook está bien.
─No, no. Pensaré en algo mejor. Algo más creativo.
─En serio...
─¿Qué tal cabeza de chorlito? Es un gran término cariñoso, ¿verdad?
Dejo escapar un suspiro y me repito, pensando que quizá esta vez me oiga.
─Puedes llamarme Kook, ¿sí? Es que, en realidad, nadie lo hace.
─¿Me estás diciendo que nadie acorta tu nombre a la opción más obvia? ¿En serio?
Me encojo de hombros mientras me envuelvo la toalla alrededor de la cintura. ─ Sí. Siempre he sido un atleta, así que siempre ha sido Jeon. O algunos de mis amigos del instituto, como Eunwoo, suelen llamarme JK.
Una risita baja vuelve a salir de detrás de mí, seguida de un beso tras otro siendo salpicados contra la parte superior de mi columna vertebral. ─ Bien. No quiero llamarte como te llaman los demás. Le quita la diversión.
─Oh, ¿así que ahora sabes lo que es divertido?
Me agarra por los hombros y me hace girar. ─ Sí, lo sé. Porque he tenido un montón hace unos minutos.
─¿Así que eso es diversión? Pensé que habías dicho que era imprudente. ¿O era una locura?
─Te llamé demente. Lo que claramente eres, colándote en mi ducha.─Hace una pausa, una sonrisa se desliza por su cara antes de añadir: ─ bebé.
Me echo a reír y dejo caer la cara sobre su hombro. ─Por favor, cállate. Antes de que te obligue.
─Mmm. ─ Se ríe más y me rodea la nuca con la mano ─. Entonces quizá deberías besarme.
No puedo evitar que se me acelere el corazón cuando me besa.
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