𝟏𝟓
El fin de semana había sido un nuevo descubrimiento para Tzuyu.
Ahora que podía desahogarse con sus amigas, descubrió que estar clandestinamente enamorada de Sana no era tan malo.
Bueno, la realidad es que era una mierda, pero ella no podía evitar sonreír al pronunciar su nombre y sus amigas a sentir náuseas, cada vez que lo hacía.
El lunes todo iba bien. Estaba con sus amigas caminando directamente a su casillero pero cuando intentó abrirlo, este no le dejaba.
—Intenta otra vez. —le dijo Chaeyoung y Tzuyu volvió a introducir la combinación, pero no quería abrir.
Estaba segura que era el suyo, lo había sido durante dos años. Le dio unos cuantos golpes a la puerta y esta no parecía querer ceder, ya iba a ser la primera clase y su tarea de Ingles «¡JUSTO LA DE INGLES!» estaba en el casillero.
Al final tuvo que desistir y fue hasta la clase, el profesor le restó puntos y ni se tomó el tiempo de escuchar la excusa de Tzuyu. Ella apretó los dientes, el día no podía empeorar.
Milagrosamente ninguna de las chicas plásticas la habían molestado, aún. Esperaba que lo hicieran, ya que quería ver a Sana.
Después de las primeras clases, al tomar su mochila las dos cuerdas se rompieron, y le quedó colgando de la espalda.
—¿Pero qué-—comenzó protestarle al aire, pero observó cómo Mark y JaeBum chocaban los cinco disimuladamente antes de irse del salón. Miró las correas y era obvio que alguien las había cortado, así tuvo que llevar su mochila con las manos.
—Creo que lo de casillero fueron ellos. —murmuró Dahyun, un poco enfadada también.
Ya le habían informado al conserje y este había logrado abrir el casillero. Alguien manipuló la cerradura para cambiar la combinación de apertura, así que Tzuyu tuvo que buscar otro.
Llevó los libros junto con sus amigas a un nuevo casillero. Lo abrió, introduciendo la nueva contraseña, mientras a lo lejos se contemplaba cómo Mark se carcajeaba.
—Joder. —sus amigas la habían ayudado a traer todos los libros y sus cosas pero ya que tenían clases diferentes tuvieron que retirarse, disculpándose con la ojimarron.
Tzuyu fue guardando cada libro, no podía creer que tuviera tantos.
Fue casi una sorpresa cuando escuchó el ruido de unos pasos acercándose y al levantar el rostro se encontró con Sana.
Ella vestía una blusa y una falda, al igual que siempre y se había detenido, observando con asombro a la pelinegra.
Tzuyu no retuvo la sonrisa que se le formó en los labios, mirándola con una cara boba.
Sana, después de permanecer un rato sin decir nada y mirar a Tzuyu con la boca entreabierta, se sonrojó y carraspeó secamente.
—¿Qué haces aquí? —preguntó autoritaria como siempre la de ojos chocolates.
Tzuyu frunció el ceño hacia el chico que las observaba con cautela, parecía estar vigilándola.
—Tu querido novio me saboteó el casillero, así que me mudaron a este—dijo encongiendose de hombros, sentía muchas mariposas en el estómago.
—Eso suena a algo que haría yo. —dijo Sana arrugando la nariz, y Tzuyu no pudo evitar mirarla con felicidad.
Era muy hermosa, debería ser un delito ser tan adorable y sexy al mismo tiempo.
Si dependiera de ella, Sana ya estaría tras las rejas por el crimen desde hace años.
Sana, ante el silencio de Tzuyu y sus ojos marrones observándola, volvió a sonrojarse e intentó abrir la puerta del casillero contiguo a Tzuyu, ignorándola.
Sus dedos fallaban y tenía que comenzar desde el principio mientras que Tzuyu la contemplaba, estaba feliz ya que eran vecinas.
Levantó la vista y observó con burla a Mark, que abría los ojos dándose cuenta del error que había cometido.
Tzuyu se rió de su expresión y Sana volteó a verla, con los ojos asesinos.
—¿De quién te ríes, fenómeno?—le preguntó a la defensiva, creyendo que se estaba burlando de ella por no lograr abrir su casillero.
—De la cara de espanto de tu novio. —dijo la palabra con un mal sabor en la boca, pronto su sonrisa desapareció y recordó la triste verdad.
«Tú a Sana no le gustas, ella de seguro no te soporta. Así que deja de parecer tan patética frente a ella», se dijo así misma y terminando de guardar los cuadernos.
Por fin Sana había logrado abrir la puerta y parecía apresurada en buscar hasta al fondo del casillero.
Pronto llegó Mark, quien le rodeó la cintura y le dio un beso rápido en los labios, fulminó a Tzuyu con la mirada y la pelinegra sintió la tentación colgarlo del asta de la bandera.
—Amor, ya hay que ir a clases. —le dijo a la rubia, mirando con superioridad a Tzuyu, ella hizo una mueca al escucharla llamarla "amor".
—Claro ¿Me acompañas?—respondió la rubia, mirando a Tzuyu y sin prestar atención a su novio, aunque los dos interpretaron como si estuviera hablando con Mark, por esa razón Tzuyu no respondió.
—Claro, bebé.—dijo llevándosela con él y Sana de inmediato miró al frente, Tzuyu suspiró.
Por supuesto que le estaba hablando a él. Ni siquiera le había dado un último vistazo antes de irse.
Sana nunca sentiría nada por ella, así que tendría que acostumbrarse a vivir enamorada de esta hasta que la superara.
Esperaba que fuera pronto, amar es complicado. Hace unos segundos estaba feliz y ahora, por culpa de esa pequeñez, se sentía como la mierda. Se fue con pasos pesados.
A la siguiente hora le tocaba deporte y no quería entrenar, sólo le animó un poco el saber que compartiría esa clase con Sana.
Podría verla en short deportivo, sudando y jugando todo el día. Era una muy buena clase. «¿Verdad?»
Después de ir a clase de Historia, fue con Dahyun hasta los vestidores.
—No te quiero ver babeando por Sana, Chou.—le advirtió la castaña mientras caminaba.
Tzuyu la miró, sorprendida. —¿De qué hablas?
—Normalmente en esta clase también evitabas verla, pero ahora que estás en tu faceta de "chica enamorada" no te quiero ver sudando por ella. —le espetó y Tzuyu sintió sus mejillas arder, eso era lo que exactamente ella tenía planeado hacer.
Llegaron hasta los vestidores y para la sorpresa de las dos, Momo estaba cerca de la entrada con un sostén deportivo y un corto short azul.
Dahyun se tensó al instante y la chica de ojos miel le sonrió.
Tzuyu pudo notar la tensión en el ambiente.
—Vamos, Dahyunnie—dijo tomándola del brazo y arrastrando a la chica a los vestidores individuales, la pobre estaba temblando.
—Ya. —dijo Dahyun, soltando un suspiro y comenzando a cambiarse
Las dos estuvieron listas con el uniforme, realmente no lucían tan mal, una llegaba a acostumbrarse a ellos: camiseta blanca con bordes azules y unos short deportivos azules.
—Kim Dahyun, ¿Puedes explicarme que fue lo que sucedió hace rato?—le preguntó Tzuyu a la castaña y esta dio un respingo.
—Na-nada sucedió, Tzuyu. —dijo intentando parecer distraída, cuando claramente no lo estaba, y sus mejillas estaban rojas— Vamos, sólo fue Momo intentando intimidarme.
—¿Segura? Estas sudando. —dijo observando las manos brillantes de su amiga, estaba nerviosa. Muy nerviosa.
—Ya, Tzuyu. O quieres que te haga pasar vergüenza frente a tu amorcito, hoy. —dijo burlándose y esta resopló.
—Hazlo y te asesino. —bromeó y las dos fueron hasta el gimnasio.
Casualmente esta clase la compartían con Daniel, las saludó y fue hasta donde estaban.
—¿Cómo están chicas? Lucen muy bien en el uniforme de deporte. —dijo dándoles un guiño a sus amigas, y Tzuyu rodó los ojos.
—Eres todo un galán y aún no te veo novia ¿Qué sucede con eso?—preguntó para fastidiarlo.
Él tensó la mandíbula y comenzó a rascarse el cuello. —No hay nada, bueno. Sí, pero no podríamos. —dijo un poco decaído y Tzuyu entendió su pesar, sólo que ella en verdad no podía con la rubia y Daniel, tal vez sí, pero puede que fuera muy tonto para verlo.
—¡Minatozaki! Eres capitana. —gritó la entrenadora a Sana, el corazón de Tzuyu comenzó a aletear.
Sana lucía increíble en su uniforme. Al parecer decidió obtenerlo en una talla menor pues el short al igual que la camiseta se ajustaban perfectamente a su cuerpo resaltando cada curva. Es oficial, la rubia se veía muy sensual para estar en clases y eso a Tzuyu no le agradó, cualquiera podría mirarla y ella sólo la quería para sí misma. Su cabello estaba amarrado en una cola alta y pulcra. Todo lo contrario a Tzuyu, ya que su flequillo caía frente a sus ojos de vez en cuando.
Armaron dos equipos para jugar a los quemados, el de Sana y el de otro chico allí, que Tzuyu desconocía.
Era rubio y bastante guapo, pero nada más, ya que Tzuyu solo tenía ojos para la pequeña rubia. Ella observaba como Sana veía entre los chicos, para elegir a alguien que entrará en su equipo, sus ojos chocolate se posaron en ella de primero y duró un rato, observándola.
Tzuyu sentía muchos nervios ¿La escogería a ella? La chica de ojos chocolate levantó la mano y Tzuyu contuvo el aliento.
—Quiero a Dahyun—dijo y todos quedaron sorprendidos.
Dahyun abrió los ojos, pero fue decidida hasta colocarse detrás de Sana.
Tzuyu la miraba con asombro y su amiga ladeaba la cabeza, parecía realmente fastidiaba y logró mover los labios lentamente, para que Tzuyu pudiera leer la palabra "perra".
La pelinegra la miró con reproche y negó con la cabeza, no le gustaba que sus amigas se dirigieran a Sana de esa forma.
—Yo quiero a Tzuyu—dijo el chico, apuntando a Tzuyu, ella palideció y tuvo que ir hasta el rubio.
Eligieron sus equipos y ya estaban formados, la cancha se dividía en dos y comenzaron a lanzar las pelotas.
Tzuyu pensaba que sería peloteada por todo el mundo, pero por suerte nadie parecía notarla mucho.
Sólo Sana, que parecía tirar todas las pelotas justo en dirección a Tzuyu. Ella cómo podía las evadía, pero la rubia seguía empeñada en darle a la ojimarron.
Esta no comprendía el por qué, sólo se concentraba en ella, Sana no parecía querer darle a alguien más.
Tal vez al final, si la odiara.
Tzuyu sostuvo la pelota y quemó a un chico junto a Sana, la rubia abrió los ojos y le lanzó otra que le pasó silbando cerca del rostro.
Todo iba bien, sólo quedaban dos chicos y Sana, en el equipo contrario; Tzuyu y el capitán, en el suyo propio.
—¡Ríndete, Jackson!—le gritaba Sana y Tzuyu tuvo que evitar verla, le parecía muy hermosa con las mejillas rojas y el cabello sudado.
Tzuyu se resbaló y cayó de rodillas, muy cerca de la línea, pero ninguno de sus rivales tenía pelota.
Sana la observó con ojos abiertos y no se percató de la bola que le lanzó Jackson. Iba directo a su cara y cuando alzó el rostro, soltó un chillido.
Tzuyu no lo pensó dos veces e incorporándose, colocó su cabeza en medio de la trayectoria, recibiendo un fuerte golpe en la nuca.
—¡Auch!—se quejó al escuchar el silbato.
—¡Chou, fuera!—le gritó la entrenadora a Tzuyu, ahora era consciente de lo que acababa de hacer. Malditos impulsos.
—¿Qué mierda hiciste, fenómeno?—gritó Jackson muy enojado y Tzuyu hizo una mueca, quien le llamaba fenómeno era Sana, no él.
No quiso ver a la rubia, se levantó con la cabeza gacha, sintiendo un fuerte dolor y fue a sentarse junto a Dahyun. Ella sacudía la cabeza y le dio un golpe en el hombro.
—¡Eso fue estúpido!
—¡Le hubieran dado en toda la cara, si no intervenía! —se defendió y Dahyun suspiró, irritada.
—¡Pues la hubieras dejado, se lo merece!
Tzuyu no respondió, comprendía que su amiga tenía razón.
Se mantuvo viendo cómo terminaba el juego, en silencio, y con la mirada acusadora de su amiga, ya más tarde seguramente Chaeyoung se enteraría y también le iba a reñir.
Al entrar en el vestidor ya casi todos se habían largado, Tzuyu acariciaba el golpe rojo en su nuca, sí que le había dolido. Quien lanzara la pelota debía tener un brazo prodigio. Dahyun dijo que la esperaba afuera y salió corriendo, casualmente evitando encontrarse con Momo.
La pelinegra se encontraba secándose el rostro con una toalla cuando sintió a alguien a sus espaldas.
—Eso fue patético,—dijo Sana recostada de los casilleros, con cabello suelto y sus mejillas rojas del cansancio.
—¿De qué mierda hablas?—le dijo sin ganas de jugar, aunque su cuerpo temblara por la visión de la rubia en aquellas condiciones, sentía un dolor de muerte en la cabeza y en el cuello.
—¿Por qué te pusiste frente al balón?—preguntó acercándose lentamente, hasta estar a pocos centímetros del cuerpo de Tzuyu, ella seguía con su mano en la nuca. —Tienes que frotar en el punto lastimado, idiota. Si no, no dejará de doler.
—¡Eso es lo que hago! —pero en realidad ella frotaba cualquier parte del cuello e hizo una mueca de dolor.
—Eres la persona más inútil que he visto en mi vida. —le chistó Sana, alzando la mano y apartando las de Tzuyu. Ella misma, con sus pequeñas y delicadas manos, comenzó a trazar círculos en el punto exacto del golpe por detrás de su nuca, tocándole levemente el cabello.
Se supone que Tzuyu debería de estar relajada, pero aquel gesto envió una gran cantidad de choques eléctricos a su cuerpo, la mariposas parecían querer comerle el estomago.
Sana la observó de una forma extraña, con una pizca de dulzura en ello, los ojos chocolate se clavaron en los suyos. Tzuyu estaba acostumbrada a verla enojada todo el tiempo, así que por eso quedó tan impresionada.
—¿Por qué te pusiste frente a la pelota?—preguntó nuevamente y Tzuyu apartó los ojos, nerviosa.
«Inventa algo imbécil, para que no parezca que te importa», se dijo así misma.
—¿Quién dijo que me puse frente a la pelota? —bien hecho, Tzuyu. Eres toda una maestra del engaño. Idiota.
Sana alzó una de sus perfectas cejas.
—Nadie lo dijo, todos lo vieron.
—Pues vieron mal. —mintió, acercándose a la rubia, y quedó tan distraída con su perfume que no se percató de que Sana también se acercó a ella, aún frotándole la nuca por detrás del cuello.
—¿Ah, sí? —los ojos dulces se fueron y allí estaba la chispa que la caracterizaba, Tzuyu sonrió.
—Caí frente a ti, me estaba levantando tranquila de la vida y justo, sentí un golpe en mi cabeza. A la final, era que te había salvado. Qué desgracia, por esa razón perdimos. —dijo fingiendo indiferencia y las caricias de la rubia se detuvieron, sus ojos observaban con furia a la pelinegra y se separó de ella.
—Qué suerte, ya pensaba que sí estabas coladita por mi—se burló, apartándose aún mas de ella mientras mostraba una sonría hipócrita.
A Tzuyu le dolió, pero sabía que tendría que ser así. —Ya te dije, primero besaría a Jihyo...
—Qué a mí, sé el resto. —dijo apretando los labios y después, alzando la barbilla con superioridad, mostró una sonrisa de muerte—Ya veremos, fenómeno. Que al igual que todos, caerás loca por mí.
La fulminó con la mirada y se fue caminando con seguridad, hasta desaparecer entre los vestidores. Tzuyu suspiró, sí que amaba a esa chica.
«¡Tú ya me tienes loca!», eso fue lo que deseó haberle respondido pero prefirió cambiarse, aun sentía la mano de Sana en su nuca.
Era la primera vez que ella la tocaba y había sido magnifico.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro