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EXTRA 03

Minatozaki Sana.

A Sana no le interesaba en lo más mínimo Mark, era atractivo, pero nada más.

No parecía pensar en otra cosa que en él mismo, seguramente su cerebro sería del tamaño de una nuez considerando que reprobó informática.

¡¿Qué clase de idiota reprueba informática?!

Pero allí estaban, otra vez, frente al casillero de ella con el muchacho rogándole por salir a tomar un café.

¿En serio? ¿Un café? ¿No pudo pensar en algo más original? Además, el corte de cabello que llevaba le hacía parecer un pincho, sin ánimo de ofender.

Pero por supuesto que fue con esa intención.

—¡Vamos, Sana! —la rubia guardaba sus libros dándole la espalda, razón por la cual el chico no pudo verla rodando los ojos—No te resistas, sal conmigo ¿Sabes cuántas chicas se mueren por esta oportunidad?—dijo mientras peinaba su cabello con sus manos y sonreía de forma burlona.

Le recordó a la sonrisa divertida que casi siempre mostraba Tzuyu, la rubia sacudió la cabeza ante el pensamiento.

Claro que no, la sonrisa de Tzuyu era miles de veces más encantadora y le hacía sentir piruetas extrañas en el estómago.

Un tema que, desde hace unos meses, llevaba preocupando a Sana como también molestándole.

Era un fastidio, no podía estar en la misma habitación que la ojimarron sin sentirse insegura y nerviosa.

¡Así no era ella! ¡Minatozaki Sana no actuaba así y menos por una chica!
Tzuyu era tan... ¡Agh! Ni siquiera quería penar en ella las veinticuatro horas del día ¡No caería tan bajo!

Volvió a ver al chico, frunciendo el ceño al verlo, pero aún así sonriendo ya que eran amigos, y por mucho que la irritara, debía tratarlo bien.

—No Mark. Ya te dije, no quiero salir con personas del grupo —sonrió coqueta antes de colgarse la mochila al hombro.

Mark se acercó a ella, queriendo acorralarla contra los casilleros, pero la rubia colocó una mano en su pecho alejándolo.

—Sana, te aseguro que conmigo vas a pasarlo de maravilla —afirmó con ojos seductores y relamiéndose los labios, Sana torció la boca pensándolo—Es una tontería que digas eso, no importa si soy del grupo o no, eres muy linda y quiero llevarte a salir ¿No entiendes?

Sana se le quedó mirando, pensando seriamente si aceptar o no. Su mamá le había dicho que a esta edad empezaría las citas con los chicos, todo el rollo de los novios y esas cosas.

No estaría mal ¿Verdad? Mark era guapo, de buena familia, popular y seguramente el próximo año se uniría al equipo de la escuela. Era un buen tipo.

Además le había dicho que era linda, Sana sonrió aunque de todas formas pensaba negarse.

Esperaría unos años más, aún no estaba interesada en el romance en su vida.

—Mira, Mark quiero aclarar que... —comenzó a hablar intentando no apartarlo, con su dedo empezó a trazar la mandíbula del chico que sonreía hipnotizado, pero se interrumpió al escuchar risas.

Los dos voltearon, en el pasillo estaban el grupo de Tzuyu y sus amigas.

Sana las miraba, intentando entender que era lo gracioso y quedando desconcertada por pensar en lo linda que se veía la ojimarron con las mejillas sonrojadas y los ojos cerrados mientras se carcajeaba.

—¡Pero, Tzuyu! No puedes, tu mamá no va a estar de acuerdo — la alta, Sana recordaba que se llamaba Chaeyoung, le dio un empujón en el hombro.

—Sana —Mark intentó hablar, pero Sana lo calló colocando un dedo en sus labios, quería escuchar.

—Shh —siseó.

Tzuyu sacudió la cabeza, negando, antes de echarse el cabello hacia atrás mirando finalmente a las dos chicas con esa fantástica sonrisa.

Sana suspiró suavemente, como si hubiera retenido el aire, tanto que Mark no puedo escucharla y eso que estaban muy cerca.

—Descuiden, chicas. Ella cree que vamos a hacer un trabajo de Arte—alzó un dedo inteligentemente.

—Chewy... —Dahyun reía cubriendo sus labios con una mano, mirando a la pelinegra divertida—Tu no estás en nuestras clases de arte.

—¡Qué importa! De todas formas, ella no tiene porqué saberlo —se encogió de hombros

—¿Segura?

—¡Si! Mi mamá va a dejarme dormir en casa de Chaeyoung por asuntos "escolares"—hizo comillas con los dedos mientras las otras reían—Pero a mitad de la noche podremos escabullirnos al sótano para tener nuestra maratón de películas.

Sana sonrió inconscientemente al ver el rostro iluminado de Tzuyu, parecía emocionada.

—Sana... —dale con la insistencia de hablar ¿Mark no sabía cuando quedarse calladito? Así seguro se veía más lindo.

—¡SHH! —pasó a cubrirle la boca con la mano, mirando al pequeño grupo un poco asustada de que los hubieran escuchado.

Seguía dándole la espalda y no eran conscientes e que ellos estaban a unos pasos de distancia.

—¿Serán de terror? —Chaeyoung y Dahyun preguntaron al mismo tiempo, la más alta con una sonrisa de gato diabólico y la otra con miedo.

Tzuyu hizo otra de sus sonrisas matadoras.

—Perdona, Dahyun-yah... —intercambió miradas maliciosas con Chaeyoung.

—¡No! —Dahyun cubrió su rostro y luego les hablaba indignada por las risas de sus amigas—Saben que odio las películas de terror, son tan... terroríficas.

Sana asintió sin darse cuenta, ella también odiaba ese género cinematográfico.

Eran más de su tipo las películas de lindas e inofensivas como The Notebook. Si, definitivamente.

—Claro que son terroríficas, esa es la razón de ser las películas de terror, Dubu. —dijo Chaeyoung rodando los ojos y la chica la miraba con enojo—¡Pero no te enojes, gallina!

—¡No me digas así, Tzuyuuu!—se lanzó al cuello de la pelinegra que la recibió entre risas y la envolvía con sus brazos.

Sana abrió la mandíbula hasta el suelo. Estaban tan cerca, demasiado cerca ¡¿Por qué estaban tan abrazadas?!

Oh no. Nuevamente lo estaba sintiendo, esas sensaciones extrañas que le invadían con todo lo respecto a Chou Tzuyu.

Sintió un ácido en su garganta y como algo dentro de ella rugía, se desconcertó tanto por aquella reacción tan poco común en ella que no hizo el intento de ir a donde ellas estaban.

—Ya, Chaeyoung, deja a la gallina —la rubia apretó las mejillas de Dahyun y Sana apretó sus manos en los hombros de Mark con fuerza.

Contrólate ¿Qué le sucedía? ¡Reacciona, Minatozaki! ¡¿Qué te pasa?! Casi podía escuchar la estruendosa voz de Momo gritándole por su ridícula actitud celosa.

Espera ¿Celosa? Ella no era celosa, muy lejos de ello. Para nada, nunca en la vida.

Pero si Tzuyu volvía a acercarse al rostro de su amiguita de esa forma ella misma se encargaría de humillarla públicamente.

Sana se mordió el labio, viendo con más tranquilidad como Dahyun se separaba de Tzuyu, molesta y se iba.

Las otras dos la seguían partiéndose de la risa.

Sana no podía sentirse así, nunca en su vida había sentido tanta... hostilidad, llamémosle así, hacia una chica y más sin razón.

Chou Tzuyu no cuenta por qué la rubia la odiaba, tenía sus razones, la ojimarron era irritante.

Ella no tenía nada en contra de Kim Dahyun y la descolocaba saber que por unos segundos la odió solo pero ser tan cercana a Tzuyu.

Respiró al ver al chico frente a ella, mirándola con desconcierto y dispuesto a preguntarle.

Sana no quería responderle, ni ella misma entendía y no quería ir dando explicaciones sobre el porqué de su actitud extraña.

Por ello habló antes que él.

—¿Sabes, Mark? Creo que aceptaré esa cita, no veo problema alguno —sonrió dejándole un beso en la mejilla que hizo sonreír abiertamente al chico y pareció olvidar completamente lo anterior.

—Claro, bebé —otra sonrisa tonta antes de darle un guiño e irse orgulloso por el pasillo.

Sana se recostó en los casilleros, pensando en lo tonta que era ella por aceptar la oferta del chico y lo imbécil que era Mark por actuar como si ella fuera un premio que se hubiera ganado.
Pensó en que era lo mejor, posiblemente empezara a sentir cosas por él y olvidara todo lo referente a aquella patética ojimarron.

Después en clases hizo lo único que podía hacer para no pensar en nada, estudiar.

No pensó en otra cosa que no fuera Historia: fechas, personas, batallas, cualquier cantidad de datos que la distrajeran de pensar en su reacción de antes.

Estaba caminando con Momo, en el aparcamiento, de camino a la parada del autobús. Nadie podía llevarlas hoy.

Sana no escuchaba, repetía incesantemente los primeros diez presidentes y sus fechas, del país.

—¡Minatozaki Sana! — la pelinegra la detuvo por el hombro, haciéndola girar y que ésta saliera de sus pensamientos de golpe— ¡Despierta, te estoy hablando!

—¡Momo, me asustaste! —dijo enojada por el repentino ataque, las dos se estaban gritando si razón.

—¡Fue tu culpa! ¿Dónde está tu cabeza? —la sacudió ya que Sana había cerrado los ojos nuevamente, detrás de la rubia estaban caminando Tzuyu y sus amigas, no quería verla, así que cerró los ojos. —¡¿ME ESTÁS IGNORANDO?!

—¡QUÉ NO! —abrió los ojos y sintió alivio al ver que la ojimarron se había marchado.

Gracias al señor de los cielos.

—¡Qué te sucede, pareces enojada! ¿Qué te hicieron?—le dijo acusadora y Sana abrió los ojos.

—Yo no estoy enojada, que dices —replicó muy rápido.

—Claro que sí, parece que hubieran roto tu libro favorito —gesticuló con las manos—¡Se te nota!

—¡Qué no estoy enojada!—dio un pisotón en el suelo.

—¡Qué si!

—¡Qué no!

Momo se detuvo pensativa, después sus ojos brillaron y consiguió una razón lógica.

—¿Es la rarita? Es eso, ¿Te enojaste por...? —Sana saltó alterada antes de que terminara de hacer la pregunta.

—¡Qué no estoy celosa! —chilló.

Momo abrió los labios, sorprendida.

—... Por algo que te hizo...? —finalizó la pregunta un poco confundida.

Sana se aterró, no pensaba que aquello era lo que diría su amiga. Evadió los ojos de su amiga mientras se alejaba avergonzada.

—Dije enojada no celosa... ¿De quién podrías estar celosa? ¿De qué hablas, Sana? — Momo estaba un poco preocupada, pensando que tal vez su mejor amiga perdió la cabeza.

Sana sintió las mejillas más calientes que nunca ¡Qué idiota!

—Nada, Momo. Es solo... —alzó las manos llevándolas adelante y hacia atrás, debía pensar en algo, una excusa que le salvara— Si fueron celos, pero fue por... ¡Mark! Si, la fenómeno estaba con el, muy cerca... y no me agradó mucho.

Observó los ojos de su mejor amiga mordiéndose el labio, deseando que le creyera.

Para su suerte Momo soltó una risa mientras le rodeaba el cuello con un brazo, Sana intentó sonreír.

—¡Qué tonto, Sana! ¿Por qué tendrías tu que sentir celos? —le decía divertida empezando a caminar otra vez, la rubia ahora con su corazón tranquilo pensando que se había salvado— Es obvio que Mark te elegiría a ti, eres mucho más linda que la rarita.

La rubia se mordió la lengua cuando quiso defender a Tzuyu. ¿Qué pensaba? Claro que Chou no era linda, para nada. 

Sana no dijo nada, al rato estaban en el autobús y ella se preguntaba si en algún remoto futuro Tzuyu la elegiría a ella sobre Dahyun.

La respuesta era obvia, no eran amigas ni se caían bien. Tzuyu siempre escogería a su amiga.

El resto del viaje, por primera vez en meses o puede que en toda su vida, Sana se sintió extrañamente triste por caerle mal a una persona.

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