Hacía mucho frío, aunque aún no se podían ver copos de nieves en la naturaleza. El viento era gélido, del Sur, y él no se había preparado lo suficiente. Recién era otoño; ¿Cómo podría haber sospechado que haría tanto frío? Era imposible.
  Lee se dedicó en seguir a Neji, quien guiaba el camino con su Byakugan sin decir mucho. Debían buscar algo que un cliente había olvidado en sus viajes, una bitácora de... algo. Estaban atentos a todo lo que los rodeaba, siendo esta su primer misión como Jounins.
  Bueno, Neji ya tenía ese rango cuando Lee era un Chunin... de igual forma, nunca se había sentido inferior a su rival, quien aún aceptaba sus desafíos locos sin pestañear. La guerra lo había cambiado.
  En cuanto las brisas se tornaron salvajes, Lee empezó a estornudar
  Su amigo le dedicó una mirada rápida antes de interrumpir su andar, decidiendo que revolver su mochila era más importante que la misión que tenían en conjunto. Lee trataba de ver qué cosa buscaba Neji, hasta que su curiosidad fue interrumpida por el mismísimo castaño.
  Quien, sin decir mucho, había agarrado una bufanda antes de colocársela al otro chico, asegurándose de que quedase firme y no se fuera a soltar con los fuertes vientos.
  — Toma. Y la próxima vez prepárate bien para la misión, ya no eres un Genin.
  El suave roce de sus dedos contra los bordes superiores de su traje verde, el calor de la pequeña prenda de ropa que Neji le había colocado en el cuello... su rival rodó los ojos al verlo sonreír, pero de igual forma se quedó a su lado hasta que volvió a caminar otra vez.
  Rayos; ¿acaso se habría percatado de que su mirada se prolongó demasiado? Debía de estar ignorando el cambio de color de su piel, o quizá Lee podía echarle la culpa a las bajas temperaturas.
  — Gra... gracias, Neji, – musitó el pelinegro, mirando al suelo para evitar distraerse con su mirada pálida.
  Neji era tan bello... pero nunca le prestaría atención a alguien como él. O eso creía Lee.