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Capítulo 29

Todo aparentaba que la torre central se encontraba vacía. Ni sirvientes, ni soldados escondidos en los rincones. Sin embargo, la concentración de energía demoníaca era comparable al de las copas que tanto les costó conseguir. Cada paso que John daba en los peldaños le provocaba un dolor en el pecho. Deseaba gritar. Deseaba no llegar al final de las escaleras. Se vio a sí mismo como un cobarde, que, a pesar de la experiencia vivida en Grecia, seguía teniendo miedo de enfrentarse.

Para despejarse un poco, el príncipe vampiro se clavó las garras en las palmas y se concentró en el rostro de cada miembro de su clan, de sus aliados, de Ofelia y de todos los paisajes que conoció a lo largo de su vida. Aquello le trajo la paz que su mente ansiosa necesitaba. Apuró el paso y llegó a una puerta con el símbolo de su padre. John se detuvo. Nuevamente pudo escuchar el latido incontrolable de su corazón. Cerró los ojos y suspiró. Dio unos cortos pasos y con sus manos empujó la puerta con delicadeza.

Entró a la sala, que era más espaciosa de lo que aparentaba. Doce columnas sostenían el techo y cada una tenía los símbolos que había visto en las copas. Estaba en completa oscuridad, pero podía percibir la presencia de Jonathan, de Trinas y de Amber. Se acercó un poco más donde se encontraba el trono de su padre, una silla de oro con incrustaciones de rubíes en forma de luna y estrellas, que eran los elementos originales de la magia utilizada por los Lunares. De repente, la sala se iluminó por unas antorchas de fuego azul. En el trono se encontraba sentado Jonathan van Vonter, que jugaba con la corona girándola entre sus dedos.

—Sobrino, debo aceptar que me sorprendiste—dijo el monarca con una amplia sonrisa de oreja a oreja—. Tienes los huevos necesarios para respetarte—. Jonathan se levantó de la silla y se acercó poco a poco hacia John—. Lástima que me estás facilitando los planes que tenía con Amber.

Jonathan chasqueó con ambas manos, haciendo que apareciera Amber, en su forma ángel, sujetada a un poste. Detrás de ella se encontraba un espejo y en el centro de la sala estaba Trinas, quien lo saludó de forma burlesca.

—Amber no tiene nada que ver con Lilith—dijo John y luego invocó a Wendygo para liberarla de las ataduras. El ataque no funcionó y la lanza espiritual se desvaneció—. ¡Mierda! Déjala ir.

—John, al parecer no conoces la razón por la que secuestramos a Amber—dijo Jonathan conteniendo la risa hasta que se puso serio y se acercó a su sobrino—. Amber es una nephilim y la reencarnación del espíritu humano de Lilith—. Jonathan se detuvo un momento para leer los pensamientos de su sobrino y luego continuó —: El día que naciste intenté convertirte en el recipiente de Lilith. El tonto de tu padre pensó que te volvería una máquina de guerra—. Jonathan soltó una carcajada que no podía controlar y le causaba más gracia al ver el rostro de enfado de su sobrino—. Los vampúmanos son extraños en nuestro mundo y eras el candidato perfecto. Sin embargo, es posible que Lilith no se hubiera sentido bien en ti, ya sabes, ella es una hermosa dama y tú tienes lo tuyo, pero al final eres un hombre. En cambio, Amber, podría soportar su magia porque sus almas se reconocerían. Eso nos daría tiempo de encontrar el cuerpo de Lilith y traerlo a nuestra dimensión.

— Eso quiere decir que Amber es parte de la trinidad celestial de la profecía—expresó John finalmente comprendiendo los pasajes leídos en el diario de Marcus—. Eso jugaría en tu contra.

—¿Tú crees? Una vez Lilith recupere su cuerpo, Amber morirá—respondió Jonathan—. Si tan solo Marcus Oras no se hubiera metido aquella noche, tu amiga no estaría en este aprieto. Claro, podría perdonarte la vida, pero eso significa que te volverías mi sirviente.

—¡Metete esa propuesta por el culo! —respondió John.

—Sobrino, deberías respetar a los mayores—dijo Jonathan y le sonrió con maliciosa—. ¿Eso te enseño el cazador?

—No, al contrario, fue esto—respondió John y le dio un fuerte puñetazo en la mandíbula que lo aventó hacia el trono.

Trinas corrió a socorrer a su amo, pero fue detenida por la lanza Akaname, que la cubrió de una espesa baba negra que le impidió moverse. Jonathan se levantó y se ajustó la mandíbula.

—Buen golpe para ser un novato—dijo Jonathan, quien dibujó un pentagrama morado frente a él—. Red Moon: Dark Element: Spiral of Darkness.

El pentagrama giró hasta tomar la forma de un espiral de sombras y rayos oscuros. Parecía como si Jonathan lo controlara con hilos por la forma en que movía sus dedos. John hizo aparecer la espada de cristal y cortó el espiral, pero este volvió a formarse en un menor tamaño. John siguió cortando hasta que el espiral se desvaneció por completo. Jonathan se molestó al ver la espada sagrada de Dimitric. Así que formó una espada de sombras y corrió hacia su sobrino.

Ambas espadas chocaban con tanta furia que desprendían chispas. Ninguno dio su brazo a torcer. Un corte en diagonal, uno hacia el centro y otro que casi llegó al hombro de los contrincantes. El sudor recorría por sus frentes. En algún momento, Jonathan se vio opacado por la fuerza de su sobrino, así que tuvo que incrementar más poder en su arma para liberarse. Fuera de la sala se escuchó unos pasos que desviaron su atención. Eran Sawyer, junto al duende Gaarf montando en Ymir.

—¡Liberen a Amber y destruyan las copas! —indicó John.

Sawyer y Gaarf asintieron y corrieron hacia el círculo del ritual. Mientras Sawyer colocaba las copas para destruirlas en un ritual, Gaarf se encargó de liberar a la inconsciente Amber, a quien colocó sobre el Spyros. Para complicar todo, los efectos de Akaname desaparecieron, por lo que Trinas se adelantó hacia los invasores para robar las copas. Gaarf se interpuso y chocó el hacha contra el paraguas de la hechicera. Trinas se elevó y giró con el paraguas extendido, del cual salieron cuchillas que el duende tuvo que desviar con su hacha. Solo faltaban por colocar dos copas más, pero unas cuchillas desapercibidas terminaron clavando a Sawyer a una columna.

Trinas cambió de táctica transformándose en una nube oscura de la cuál disparaba rayos oscuros. Gaarf tuvo que sacar un escudo de su bolsa para protegerse él y a Amber. La nube atravesó el escudo derritiéndose por completo y dejó al descubierto el rostro de Trinas quién soltó un: "¿Dulce o truco?". Gaarf gritó despavorido y de inercia le dio un puñetazo en la cara de la hechicera.

— ¡Maldito duende! — gritó Trinas. Se desvaneció un momento y apareció frente a él, donde le tocó la frente. Gaarf convulsionó hasta quedar inconsciente. Luego caminó en dirección hacia Sawyer y le dijo—: Ahora solo quedas tú, hijo de Marcus.

El guardián finalmente pudo zafarse de la columna. Juntó sus manos formando un diamante y sopló en medio de esta. Una bandada de aves esqueletos y otra de sangre volaron hacia la hechicera. Trinas extendió la sombrilla para protegerse de la bandada, pero los esqueletos lograron penetrar y atacarla, mientras que las aves de sangre se estrellaron en ella causándole quemaduras en los brazos.

—Es imp...—dijo Trinas, pero fue interrumpida.

—Lo mismo dijeron los Vonnes—intervino Sawyer—. Creo que ha llegado el momento de vengarme por lo que me hiciste hace siglos... Red Moon: Blood Element: Abyss of Blood.

El piso se abrió y de este brotaron manos de sangre que comenzaron a arrastrar a la hechicera. En un instante, el cuerpo de Trinas se envolvió de un aura púrpura que la elevó lejos del abismo. Sawyer observó la batalla de su hermano y notó como John yacía entre los escombros del techo. Era Jonathan quién había salvado a Trinas y en ese descuido, le lanzó un espiral de oscuridad, que el guardián apenas pudo esquivar agachándose.

—Trinas, te lo encargo—dijo Jonathan sin dejar de ver a Sawyer—. Yo me encargaré de matar al hijo de Marcus.

Trinas asintió y de inmediato fue al círculo, donde se sentó y extendió las manos como si estuviera meditando. La hechicera comenzó a recitar una oración: "¡Oh, Katzleva! En la oscuridad fuiste la soberana, madre Luna... y en tus noches de soledad nacieron los doce primeros seres que se convirtieron en tus hijos..."

—Aquella vez eras todo un crío—dijo Jonathan y detrás de él hizo aparecer unas espadas de sombra que trajo hacia delante con sus manos—. En esa noche participaste en mi derrota como uno de los doce apóstoles de tu padre. Créeme, estoy emocionado por enfrentarte ahora que eres todo un anciano.

—Entonces ven por mí, Jonathan —le respondió Sawyer e invocó la kusarigama—. Espero que no te contengas.

"...En cada copa sellaste su sangre y sus hijos sellaron la suya y así fue por las siguientes generaciones". En ese momento, de las copas brotó sangre hasta llenarlas por completo. —. "¡Oh, mi señora Katzleva!"

Jonathan se impulsó y saltó con las espadas hacia su espalda y luego cayó trayéndolas consigo para cortar al guardián. Sawyer saltó hacia atrás y giró mientras lanzaba la kusarigama. Las armas chocaban entre sí despidiendo chispas. Ambos combatientes se movían por todo el terreno, por lo que Trinas tuvo que crear un escudo de energía para proteger el círculo. Jonathan disparó gigantescas bolas de sombras que fueron cortadas por la kusarigama. El único problema es que las bolas se multiplicaron en más pequeñas hasta rodearlo por completo.

—Red Moon: Dark Element: Dark Lock.

Las bolas salieron disparadas hacia Sawyer y lo encerraron en una cúpula. Intentó librarse, pero cada movimiento hacía que su piel se fragmentara. El oxígeno fue disminuyendo hasta que sus ojos se cerraron por completo. Jonathan se acercó al espejo y la silueta de Lilith se hizo presente.

—Aguanta un poco más, Lilith—dijo Jonathan y puso la mano sobre la de su amada—. ¡Hemos ganado!

—Eso está por verse, Jonathan—dijo el príncipe vampiro fuera de los escombros. Lucía con muchos cortes y con una mirada de triunfo a pesar de su derrota—. ¡Balam!

En la mano de John apareció una lanza recubierta por piel de jaguar y con tres puntas que simulaban colmillos. Después, el príncipe se cubrió con su armadura divina, lo que Jonathan lo imitó haciendo aparecer la suya. Ambas armaduras emitían un brillo tan fuerte que terminaron opacando a las antorchas. John hizo aparecer a su alrededor las lanzas de Deer, Tempest, Wendygo, Ofiuco, Crowthorne, Akaname y Oyuki Onna.

—¿Las lanzas de nuevo? —preguntó Jonathan incrédulo ante la decisión de su sobrino—. Deberías usar tu magia lunar.

John colocó a Balam junto a las demás lanzas. Juntó la palma de sus manos y luego las separó lentamente como si fuera una flor de loto. Las lanzas se cubrieron de la magia de la luz.

—En cada lanza habita un espíritu que confía en mí y con el cuál hice un pacto—explicó John—. Muchos de ellos eran incomprendidos y fueron perseguidos durante siglos, pero su sentimiento es noble y buscan un mundo mejor.

Jonathan pudo observar con claridad la apariencia de aquellos espíritus que gracias a la magia lunar portaban una armadura divina. Deer era un venado que entre su cornamenta cristalina crecía un arbusto con flores, pero que también reposaban nidos; Tempest, un lobo gigante de pelaje azul con un rayo plateado en su frente; Ofiuco eran dos serpientes gigantes, una blanca y otra negra; con estrellas dibujadas a lo largo de su cuerpo; Akaname, una criatura humanoide de piel rojiza, ojos amarillos y lengua larga y delgada, caminaba en cuatro patas dejando una huella pegajosa ; Yuki Onna era una mujer muy hermosa, con labios cereza y un frondoso cabello azabache hasta la cintura, vestida de un kimono blanco con flores azules; Wendygo, una criatura humanoide con el cráneo de buey y cornamenta de venado; y el costado sin piel dejaba ver sus órganos, mientras que su tren inferior era cubierto con un taparrabos de piel de oso; Crowthorne era un cuervo gigante de seis ojos y una corona de espinas; y finalmente Balam; un gigantesco jaguar negro con motes dorados.

—Son solamente espíritus, no podrán dañar a un dios—dijo Jonathan con los brazos abiertos dispuestos a recibir el ataque—. ¡Déjalos libres!

—Ya escucharon, ¡a por él! —expresó John.

Las lanzas salieron disparadas y Jonathan tuvo que defenderse con ayuda de la espada. Mientras se concentraba en ellas, Deer embistió al usurpador llevándolo al aire donde Wendygo lo esperaba para asestar un puñetazo. Jonathan esquivó y se impulsó a través de los pilares para escabullirse de los espíritus. En medio de la confusión, John entró en batalla y realizó un corte en la espalda de su tío. Jonathan cayó al suelo donde Oyuki-Onna lo sostuvo y congeló desde los pies hasta el cuello.

Alrededor de la sala, estalagmitas de sombras se irguieron, siendo la mujer de hielo herida y los efectos de su magia desaparecieron, por lo que Jonathan se libró enseguida. Akaname brotó desde el suelo y sujetó con fuerza a Jonathan para evitar que escapase. Mientras que Crowthorne lanzó plumas afiladas que lo hirieron en el rostro.

John combinó a Balam y a Tempest volviéndola una y al lanzarla emitió rayos azules del cetro y de su punta disparaba ráfagas de viento. Jonathan cerró los ojos sin querer aceptar que su sobrino le había ganado. Esperó su fin, aunque nunca llegó. Al abrirlos, cada espíritu en la sala había desaparecido y John goteaba sangre del pecho. Al caer el cuerpo, reveló a un Banra muy herido que hizo todo su esfuerzo para proteger a su amo. Banra le sonrió triunfante a Jonathan y cayó inconsciente. No pudo evitar sentirse preocupado por Banra, así que corrió inmediatamente a socorrerlo.

—¡Resiste, Banra!—suplicó Jonathan intentando despertarlo—. Una vez termine esto, te daré mi sangre.

—¡Balam! —gritó John.

John se había logrado levantar y sin llamar la atención de su tío, clavó a Balam con toda su fuerza en la espalda. Jonathan sintió como su interior se desgarraba y con su factor regenerativo, la sensación se repetía generando más dolor. Al no poder controlar bien su magia debido al dolor, la cúpula de sombras liberó a Sawyer. John desplegó dos alas de murciélago y se posó detrás de Jonathan sujetando los hombros.

—Volemos un poco para que todos vean a su rey caer—le dijo John a su tío. Luego se comunicó con el clan para decirle que subieran a la torre y ayudaron a los heridos y a Amber—. ¡Confío en ustedes!

John se impulsó y subió por el orificio en el techo. La luna estaba a pocos minutos de cubrirse por completo. Aquel rojo sangre quedaba a la perfección con la batalla sangrienta que se libraba en tierra firme. Mientras sobrevolaban por la torre central, Jonathan pudo librarse y golpear a John, quién cayó. John creó un escudo de energía para frenar la caída y luego lo ocupó para impulsarse.

—Red Moon: Light Element: Dance of bullets.

La luna proyectó una pequeña luz que fue atraída hacia John. Alzó las manos y la luz se transformó en balas pequeñas que fueron disparadas a Jonathan, quien fue herido por la mayoría. John aceleró su vuelo y una vez cerca, hizo desaparecer a Balam para invocar a Leviatán. Estaba a pocos metros de asestar el golpe definitivo, hasta que un escombro gigantesco lo golpeó y lo hizo caer en el puente.

***

En el interior del castillo, se extendían los cadáveres de aliados y enemigos. Samuel Rhodes pudo reconocer algunos cuerpos y no pudo evitar sentirse mal por ellos. Si bien, él ya antes había participado en una guerra, la culpa lo invadió al ver tanta sangre inocente derramada en una tierra que ni siquiera les pertenecía. Su mente seguía perdida a pesar que se enfrentaba a sirvientes del monarca vampiro.

Cada disparo daba en el blanco, pero lo único que quería era regresar a la vida a la agente Lir. Aquel hueco en su torso y la caída de la chica en el frío suelo de piedra resonaban en su interior. A pesar de que el anciano le arrebató el cuerpo, Samuel Rhodes pensó en la posibilidad de que la chica pudiera salvarse con magia, pero debía encontrarlo. Sin embargo, en el fondo sabía que su cerebro solo trataba de engañarlo para no aceptar la realidad. Timothy le gritó algo, pero él solamente escuchaba palabras difusas en el aire que se escondían entre los disparos y bombardeos.

— ¡Señor Rhodes! —le gritó Timothy empujándolo hacia la pared.

El golpe en la cabeza lo regresó al campo de batalla. Timothy lo acababa de salvar de una estatua que salió disparada desde arriba de las escaleras. Samuel se levantó y se acomodó los anteojos. Vio como otro bloque de escombros venía hacia ellos, pero Timothy en su modo Berseker recibió el golpe para protegerlo. Entre el polvo, Samuel divisó una figura alta que muy pronto dejó ver su apariencia. Parecía ser un casi treintañero con corte mullet; el cuerpo estaba cubierto de un pelo gris azulado con remolinos blancos. El hombre bajó las gradas y se detuvo al final observando a Timothy.

—¿Ayudando al enemigo? ¿Más bajo no puedes caer, Timothy? —preguntó el hombre.

— Nadie te llamó, Nikolai—respondió Timothy.

Sin necesidad de presentaciones, Samuel Rhodes lo reconoció como un hermano de Bull y uno de los Generales Lobo. Eso quería decir que los demás se encontraban en alguna parte del palacio.

—Usted siga, señor Rhodes, me encargaré de él—dijo Timothy y se colocó en posición de batalla—. ¡Es hora de volar!

Samuel Rhodes asintió y subió las escaleras. Al fondo pudo escuchar los fuertes golpes entre el zombi y el licántropo. Al llegar al final de las escaleras dobló hacia la izquierda y continuó por un pasillo con ventanales hacia el exterior. Samuel tuvo que apurar el paso antes que un proyectil se estrellara cerca. El pasillo se llenó de polvo y humo. Activó la visión nocturna de sus lentes, lo que le permitió esquivar los escombros y llegar a otras escaleras.

Mientras subía, escuchó los pasos de un grupo bajando. Se pegó a la pared y cuando venían cerca, extendió el pie haciendo que los soldados del castillo rodaran. Samuel continuó subiendo y llegó a un puente exterior. Observó que en aproximadamente quinientos metros enfrente se encontraba otro puente, donde Wadim sujetaba a John del cuello. El Comandante colocó el bláster sobre el muro, contó hasta tres y disparó justo en el brazo del licántropo, quién soltó a John.

Wadim saltó desde el puente hacia dónde se encontraba Samuel y lo atacó con sus puños como si fuera un martillo. Samuel saltó hacia atrás y disparó el bláster. Wadim arrancó parte del muro del puente para utilizarlo como escudo. Sin embargo, esto le duró poco debido a que el disparo lo desintegró en poco tiempo. Wadim alargó sus garras y se dispuso a cortar al Comandante, pero este también lo golpeó y con ayuda de sus guantes especiales logró dañar al líder de los licántropos.

—¡Samuel!—gritó John y lanzó a Tempest.

La lanza impactó frente al Comandante y creó un campo de energía eléctrica que lo protegió de los ataques de Wadim.

—Estoy dispuesto a morir para que cumplas tu misión, agente Van Vonter—dijo Samuel Rhodes y se levantó—. Ve por Jonathan, yo me encargaré de este gigante.

Samuel salió del escudo y prosiguió a atacar a Wadim. Se fue hacia la izquierda, luego rodó rápidamente y disparó desde abajo. Wadim saltó, subió una pierna y se dejó caer. Samuel esquivó y se subió al muro y corrió con mucho cuidado mientras disparaba. John no estaba de acuerdo, pero su compañero tenía razón. Debía subir de inmediato y derrotar a su tío. Todos se la estaban jugando por la derrota de Jonathan. Invocó a Balam y el espíritu del jaguar apareció a unos metros arriba sobre él. John montó sobre el espíritu y se dirigió hacia la torre.

Mientras peleaba contra el licántropo, Samuel dejó caer algunas bolas de billar. En ese momento, Wadim no le dio importancia y se burló del agente por haber traído juguetes. Samuel activó el gancho y se desplazó hacia el otro puente. Contó hasta cinco y el puente detonó. Entre las llamas, Samuel alcanzó a figurar al licántropo sobresaliendo de los escombros. Soltó un aullido y saltó hacia él. Wadim cayó encima del comandante y lo golpeó fuertemente en el piso. Samuel fingió estar inconsciente y cuando Wadim se dio la vuelta, le metió una daga en la pantorrilla. Samuel se levantó de un salto y alistó los guantes.

—Pareces ser un formidable guerrero con experiencia, pero al parecer nunca te aconsejaron de no fiarte de tu enemigo hasta que esté completamente muerto—dijo el agente—. Me llamo Samuel Rhodes y soy el comandante del SOIS en Rumanía. ¿Puedo saber el tuyo?

—Para ser un simple humano sin poderes, te defiendes bien en batalla—contestó el licántropo y le esbozó una sonrisa que dejó ver unos dientes desgastados—. Soy Wadim Strauss, líder de los Generales Lobo. Pocos adversarios llegan a conocerlo, pero te ganaste mi respeto.

—Lo sospechaba, eres el padre de Bull—dijo Samuel—. Un buen chico, fue criado con excelencia por Marcus y Viljem.

—No nombres a esa escoria—contestó Wadim y dejó de sonreír—. Espera...mejor te arrancaré la lengua, Samuel Rhodes.

—Lo siento, Wadim—le dijo Samuel y se puso en una posición relajada—. Creo que te la daré en otra ocasión.

Wadim corría derramando espuma de la boca. Estuvo a punto de agarrar el rostro de Samuel, pero se detuvo cuando el comandante pronunció un "Bon Voyage". De pronto, escuchó una explosión. Giró la cabeza y un misil venía directo hacia él. Samuel se agachó cubriéndose las orejas. El misil arrastró a Wadim a una torre donde terminó provocando una gran explosión.

—Justo a tiempo, agentes—dijo Samuel.

Entre los escombros, un tanque custodiado por Ixchel se acercaba a él. Se detuvo a unos cuántos metros y de este salieron Ryan Wallace y Morani West. Samuel felicitó a ambos agentes, pero sobre todo a West quién fue el que logró calcular el momento exacto del disparo.

—¿Colocó las bombas restantes? —preguntó Wallace—. ¿Qué es lo que procede, comandante?

—Me acabé las últimas peleando contra Wadim —respondió Samuel y luego volteó hacia la torre donde había entrado John—. Los demás se encuentran ahí, por lo que no podemos disparar un misil. Creo que lo mejor será que ustedes dos se queden en el tanque para apoyar a los demás en caso de tener que escapar.

—Me iré a apoyar a mis tropas—intervino Ixchel e hizo una reverencia—. Nos veremos en un rato.

Ixchel desplegó sus alas y voló hacia el sur donde la batalla aún continuaba. A los pocos segundos de haberse ido, Timothy apareció rugiendo mientras escarbaba los escombros. Samuel y Wallace lo ayudaron a sacarlo y lo colocaron en el piso. Estaba con la piel desgarrada y derramando sangre de todas partes, pero después de sacudirse como perro mojado, se recuperó.

Morani West intentó contener el grito, pero al final lo soltó al ver al zombi sonriéndole. Samuel sintió alivio al verlo aún con vida. A pesar de ser un zombi, seguía siendo un niño en una guerra que había cobrado ya la vida de muchos humanos y criaturas. Samuel seguía viendo la torre hasta que Wallace le señaló el eclipse. Estaba completo y el cielo parecía arder en llamas. Escucharon un gran golpe proveniente de la torre, por lo que voltearon. Desde el techo hasta el cielo se extendió un pilar de energía roja y pronto, el cielo comenzó a fragmentarse.

***

Por fin, el grupo dirigido por Viljem había llegado al trono, no sin antes haber vendado a los heridos. Una vez entraron, la energía demoníaca podía absorberse a través de los poros, por lo que Viljem le pidió a Thomas y Maura que se resguardaran afuera para evitar ser corrompidos. Viljem y Bull entraron entonces para encontrar a Amber levitando mientras era rodeada por doce orbes de sangre.

Lilith había logrado sacar su mano a través del espejo. Aunque era casi traslúcida, debido a que se trataba de su alma. Mientras que alrededor del círculo se encontraban Sawyer y Gaarf en estado inconsciente. Viljem le solicitó a Bull que fuera a por ellos. Bull obedeció y cuando estaba de regreso con ellos en sus hombros, la espada de sombra estuvo a punto de rozar su cara. Viljem había lanzado su bastón, por lo que pudo desviarla a tiempo. Por el hoyo del techo, bajaba Jonathan vistiendo aún su armadura divina mientras batía sus alas.

—¿No se cansan de venir hacia mí y seguir perdiendo? —les preguntó Jonathan y luego se dirigió al anciano—. Viljem, no nos veíamos desde hace siglos. Es una lástima que ya no seamos amigos.

Viljem movió sus manos al ritmo de las olas y luego las dejó caer con fuerza. Los escombros se levantaron y fueron arrojados a Jonathan, quien se defendió con un escudo de sombras. En ese momento, Bull aprovechó para salir de la sala y llevar a los heridos con los demás, y detrás de él le siguió Ymir. Jonathan disparaba orbes de sombras, pero Viljem los partía o desviaba hacia las paredes y el techo.

Jonathan supo que tenía que cambiar de estrategia para evitar que los cimientos colapsaran. Así que el Lunar oscuro se dispuso a emplear puñetazos y patadas. Aunque no contaba que el anciano fuera capaz de moverse con rapidez. Viljem era la única criatura con la que se había enfrentado anteriormente y del que podía considerar un casi igual. Viljem apenas lo tocó con la punta del bastón haciendo que Jonathan fuera arrojado hacia el hoyo, donde venía entrando John.

—¡Tío!—le gritó John atacándolo con Balam, que desgarró por completo la armadura—. Nuestra batalla aún no termina.

—Debí matarte cuando naciste—dijo Jonathan y tosió sangre. Una fuerte explosión los iluminó y Jonathan se levantó—. Aunque llegaras hasta acá, sobrino, Lilith está saliendo y el ritual ha avanzado—. Jonathan movió su mano para enseñarle como un campo de fuerza protegía a Amber y por más esfuerzos que el anciano hacía para sacarla, el campo lo electrocutaba. Del espejo ya salía medio cuerpo de la madre de los vampiros. De repente una luz roja salió por el techo. Jonathan volteó hacia su sobrino y le dijo–: Supongamos que me derrotas, pero ¿crees ser capaz de derrotar a una diosa más fuerte que tú y yo juntos? O mejor aún, ¿serías capaz de matar a tu amiga solo para derrotar a Lilith?

Balam se desvaneció de las manos de John y este cayó de rodillas. Las palabras de su tío resonaron continuamente en su interior. Después de haberse reencontrado con Amber y de haberle jurado a Thomas de rescatarla, no estaba dispuesto a arrebatarle su vida. Dudó, hasta que las palabras alentadoras de sus seres queridos lo hicieron recobrar la conciencia. En la puerta se encontraban sus amigos y su hermano, aunque maltrecho, lo animaba.

—John...no pierdas más tiempo y acaba con tu tío—dijo Thomas mostrándole que le faltaba su brazo y luego desplegó sus alas para la sorpresa de John—. No hagas que todo haya sido en vano, acaba con la guerra. Nosotros no descansaremos hasta salvarla, nosotros–. Thomas tragó un poco de saliva y gritó: —¡confiamos en ti!

—Pero... ¡Qué patéticas palabras! —dijo Jonathan soltando una carcajada—. Típico de perdedores.

John se levantó y dijo—: Te equivocas, tío—. John se despojó de su armadura divina y todo su cuerpo se cubrió de su elemento. En la frente del vampiro apareció un círculo mágico con el símbolo de su padre. Jonathan ni siquiera lo había notado por seguirse burlando de las palabras de su amigo. Entonces John retrocedió el brazo y dejó ir su puño en el rostro del usurpador gritando—: El único perdedor, ¡eres tú!

Jonathan impactó en el campo de fuerza electrocutándolo. Viljem notó como se había fragmentado un poco, por lo que dio aviso a todos de atacar ahí. Thomas y Maura disparaban con sus bláster; Luna y Bull desgarraban; Viljem usaba su bastón y Gaarf su martillo y finalmente Sawyer terminó con la kusarigama. Incluso el pequeño Devi disparó rayitos desde sus manos.

Jonathan se puso de pie y frente a él se encontraba John, quien invocó la espada de luz y lo golpeó con el mango. Jonathan se esfumó. Luego apareció en el techo donde le lanzó un espiral de oscuridad. John clavó la espada en el suelo y de esta salieron serpientes de luz que devoraron el ataque. John saltó hacia el mango y se impulsó para llegar hasta Jonathan. John colocó sus manos en forma de diamante y disparó unos círculos de luz. Jonathan cruzó los brazos protegiéndose, pero los círculos lo hicieron chocar contra el techo. John se aventó hacia él llevándolo fuera del castillo.

La abertura en el campo de fuerza se había abierto un poco más. Los licántropos pasaron a su forma Berseker. Alargaron sus garras y metieron sus manos para desgarrarlo todo. El campo de fuerza se comenzó a regenerar, por lo que Bull aplicó más fuerza para mantenerlo abierto. Sawyer hizo desaparecer las hoces y lanzó la cadena para sujetar a Amber. Cada uno agarró una sección de la cadena y halaron poco a poco hasta que la sacaron del todo.

Amber no reaccionaba. Viljem le abrió los párpados para asegurarse si respondían. Estos habían dejado de ser dorados, tornándose de un rojo carmesí. Luego se escuchó una risa proveniente del espejo que llamó su atención. Lilith estaba fuera. Era como la sombra de una mujer desnuda, donde lo único visible eran sus ojos rojos. Trinas se detuvo al verla fuera del espejo, pero terminó perdiendo el conocimiento. Lilith se fue acercando hacia ellos, movió su mano hacia un lado y una fuerte onda expansiva se dirigió a ellos. Viljem puso su bastón en el suelo creando un campo de fuerza que los protegió. Al disiparse la onda, las paredes y el techo se destruyeron y se dispersaron en el aire, hasta caer al suelo. El trono se volvió un espacio abierto e incluso los pilares llegaron a desplomarse y el suelo comenzó a fragmentarse.

Lilith atrajo a Amber y la dejó levitando frente a ella. Logró que la chica abriera la boca a la fuerza, donde Lilith ingresó. Pronto, las alas de Amber perdieron su cálido resplandor hasta volverse negras como el carbón. En ese momento, Amber había dejado de ser la chica que todos conocían para convertirse en la madre de los vampiros. Lilith abrió los ojos y bajó al suelo.

—Puedo perdonarles la vida si se inclinan ante su diosa—dijo Lilith con la voz de Amber—. ¿Qué deciden?

***

La batalla de los vampiros se había trasladado a los alrededores del castillo. Los testigos han contado durante años que era posible ver el choque de una luz blanca y una luz púrpura bailando en medio del cielo rojizo. Después de haber llegado a la entrada al castillo, ambos se trasladaron hacia el trono. Jonathan ya no sentía fluir sus poderes con normalidad. Estaba demasiado agotado y sus heridas no sanaban. John notó cómo el espíritu de Lilith había tomado el cuerpo de su amiga, por lo que debía apurarse. Invocó a Leviatán y se lanzó hacia Jonathan. Ambos cayeron de golpe a la sala del trono. John logró introducir a Leviatán en el torso de su tío justo en el momento que impactaron en el piso.

John observó como Amber los atacaba con ráfagas oscuras y el escudo de Viljem comenzaba a fragmentarse. No podrían defenderse más. John comprendió que Lilith había poseído a su amiga y no volvería a la normalidad. A pesar de su impotencia, la batalla no había finalizado.

— Por mis padres y mis amigos—dijo el vampiro invocando la espada de luz, la llevó cerca de su rostro y luego la dejó caer para penetrar el corazón de su tío—: Juro que tu reinado ¡llegó a su fin!

Sin embargo, John nunca logró su cometido. Sintió como algo gélido atravesó su cuerpo y soltó la espada sin poderla controlar. Miró hacia su pecho y de este salía una punta de hielo. Sus amigos gritaron de pavor al ver a su amigo acorralado de Claude, Jonathan y Lilith. John volteó hacia sus amigos y sonrió como si por fin había aceptado su muerte.

—Sácalos de acá, abuelo—pidió John en la mente de Viljem y luego se dirigió a Thomas por telepatía—. Cuida las espadas hasta que llegue el momento.

No querían aceptar la derrota, por lo que lágrimas de impotencia se derramaron en sus rostros. Las tres espadas Van Vonter aparecieron frente a Thomas, quién las agarró sin dudar. Viljem abrió un portal y mientras entraban, el clan fue testigo como la mano de Lilith, cubierta de sombras, penetraba en la zona del corazón. Gritaron con todo el pulmón su nombre y en ningún momento John perdió su sonrisa. John cayó al momento que el portal se cerró.

El grupo apareció donde se encontraban Samuel, los agentes y Timothy. Ninguno de ellos quería creer lo que estaba pasando. Al no poder hacer nada más, Samuel ordenó la retirada. Se dirigieron rápidamente hacia las afueras del castillo, donde se reunieron con los sobrevivientes, incluyendo el agente Barton. Todos los usuarios de magia ayudaron a crear un portal por el dio inició el escape. Desde la sala del trono, Jonathan, Lilith y Claude observaban la huida de los invasores.

—¿Dejará que se escapen, mi señora? —preguntó Jonathan un poco decepcionado.

—Así es—respondió Lilith—. Han perdido mucho esta noche y muy pronto estaremos conquistando su mundo—. Lilith volteó hacia Jonathan y lo vio con dulzura—. Además, quiero que te recuperes para que me ayudes a lograrlo.

Claude estaba a punto de irse, hasta que Jonathan le agarró la capa.

—Aunque no he perdonado tu traición, puedes quedarte—dijo Jonathan—. Me costará volver a confiar en ti, Claude, así que perderás tu rango. Tendrás que iniciar desde cero.

—Lo que quieras—respondió Claude y haló su capa para que Jonathan la soltara—. Cuando me necesites, ya sabrás donde encontrarme.

Claude subió al cielo y se desvaneció en forma de nieve. Lilith caminó hacia el trono y se sentó a contemplar la luna que lentamente fue volviendo a la normalidad. Cuando todo terminó, Jonathan ordenó a sus soldados guardar el cuerpo de su sobrino y llevar a la enfermería a sus vasallos, Banra y Trinas. Esa noche, Jonathan veneró a su diosa hasta que finalmente pudo descansar de su gran batalla. Durante tres días, en las ciudades aledañas, se celebró el regreso de Lilith que tanto esperaron por siglos. 

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