Capítulo 26
2 días antes de la invasión
Al llegar a Transilvania, John van Vonter abrió un portal hacia la casa de Thomas. Ahí se encontraban reunidos los agentes SOIS y Eleonora Rhodes atendiendo al grupo. Únicamente faltaban el anciano Viljem y su acompañante, Luna. Así que antes de su llegada, John se llevó a Bull a platicar al patio.
El vampiro quería contarle sobre su experiencia en Grecia donde conoció a Ofelia. En ese momento, Bull se mostró consternado. Nunca pensó que su madre lo recordaría estando muerta. Pero sintió un gran alivio y felicidad al saberlo. Bull ni siquiera recordaba su apariencia, ya que solo tenía dos años cuando Wadim lo llevó lejos de Transilvania Oscura. Durante todo ese tiempo en que fue entrenado como asesino, Bull supo que su madre se llamaba Ofelia y que trabajó en el castillo hasta que murió en el último día de la guerra. Viljem los llamó desde el interior de la casa, pero Bull detuvo a John para seguir platicando.
—Respecto a la profecía, ¿estás listo para el último enfrentamiento? —preguntó Bull tomándolo del hombre.
—Si ustedes están conmigo, no tendré miedo de morir—le contestó John y luego le sonrió.
—No morirás, me lo prometiste—le dijo Bull poniendo su brazo sobre el hombro de su hermano, aunque en el fondo sabía que era de esas promesas que jamás podría cumplir.
Entraron a la casa y se alegraron de ver con vida al abuelo.Viljem traía malas noticias y eso explicaba la razón del atraso. En su primer viaje se dirigieron al norte, en un lago ubicado en Rusia. Sin embargo, la copa de Claude Van Vonter ya no se encontraba en el templo acuático. Luego regresaron a Rumanía, para ir a los Montes Bucegi pero también ya había sido tomada. Luna y él investigaron en la zona, pero de acuerdo a criaturas, ocurrió un incidente con una chica de cabellera escarlata y Jonathan van Vonter. Nadie quiso darle importancia al dato de la mujer, pero Thomas estaba seguro que se trataba de Sally Scarlet. Nadie la había visto por el pueblo desde el incidente en el complejo de apartamentos.
—No hay por qué desanimarse—dijo John tratando de calmar la impotencia que todos los involucrados en las misiones sentían en ese momento—. Si bien Jonathan posee cuatro copas, aún le llevamos ventaja.
—John, pero sin las restantes no podremos destruirlas todas—expresó con desánimo Wallace —. Tú mismo lo dijiste, no se puede.
—Se equivoca, joven Wallace—intervino Viljem—. Las copas han sido utilizadas durante siglos para realizar rituales y todas tienen poderes. De cierta forma, potencian los poderes de sus usuarios—Viljem volteó a ver a John—. No sé si tengamos la oportunidad, John, pero ¿estás seguro de lo que me platicaste ayer, hijo?
John asintió.
—Perfecto, necesitaré su ayuda, Sawyer, Bull, Luna, John—dijo el anciano—. Quiero reunirme primero a solas con el agente Rhodes y el señor Barton.
La reunión se llevó a cabo en la biblioteca de Thomas. Viljem les explicó que John quería atacar el castillo van Vonter para detener a Jonathan. Debido a las batallas en los últimos días, varios Lunares y aliados del enemigo se encontraban debilitados.
Un informante del castillo le había comunicado que en unos días se llevaría a cabo un eclipse total, por lo que los poderes de los Lunares se verían disminuidos. Para la invasión necesitarían el apoyo inmediato de fuerzas armadas humanas, incluyendo de máquinas de guerra. Sería una guerra con pocas posibilidades de retorno. Viljem les solicitó comunicarlo a sus subordinados de confianza, puesto que sabía la existencia de infiltrados en la organización.
Mientras tanto en el patio, John, Bull y Sawyer seguían entrenando a los agentes. Si bien, no podían enseñarles magia defensiva debido al poco tiempo que tenían, procuraron perfeccionar el uso de energía espiritual aprendido en el purgatorio maya. A diferencia de Maura, a Thomas se le dificultó mucho concentrarse para invocar su energía. Incluso Devi, su diablillo, le causaba gracia. John decidió ayudar a su amigo, así que se llevó a Thomas y Maura al parque.
—Thomas, ¿en qué piensas cuando intentas concentrar la energía? — le preguntó John.
—En todo y en nada, en mi mamá, en mi padre, en Amber, en ustedes, en el incendio—respondió el chico con la mirada perdida—. No quiero que pienses que quiero huir, pero realmente tengo miedo de morir ese día. Pero dilo de todos modos, acepto que soy un cobarde.
—Para nada, Thomas Rhodes—le dijo Maura poniendo su mano en el hombro—. Podrás ser un payaso que tiene ideas extrañas, pero eres uno de los agentes más valientes con los que he trabajado.
—Solo lo he hablado con Bull—intervino John con la cabeza viendo al suelo, su voz se le cortaba, pero luego carraspeó y los volteó a ver—. Siendo sincero también tengo miedo de morir y no volverlos a ver. Es normal sentir miedo sabiendo todo a lo que nos enfrentaremos, pero ese miedo se puede volver fortaleza. ¿Somos el clan van Vonter, ¿no?
Los agentes asintieron.
— Bien, Thomas, cuando quieras reunir la energía piensa en algo positivo o que te haga feliz—sugirió John—. Cuando quieras ejercer daño o incrementar la potencia del ataque, piensa en lo que más detestes o lo que te haga causar rabia. El consejo es también para ti, Maura.
Thomas cerró sus ojos y se enfocó en recordar su infancia, cuando disfrutaba de ir de campamento junto a sus papás. Recordó las noches en que su padre, antes de dormir, le contaba sus aventuras como agente. Finalmente sintió la vibración recorrer cada parte de su cuerpo. La pudo mantener con más tiempo. Maura lo animaba, John también le hablaba en su cabeza dándole palabras de aliento. La vibración se trasladó hacia su interior y Thomas supo que era el momento. Abrió los ojos y sus puños estaban cubiertos por la energía ámbar. Se miraron fijamente y luego se lanzaron al ataque.
***
El día de la invasión
En Vástago, el bar de Gaarf había estado cerrado por varios días. Al punto, que muchos de los comercios vecinos comenzaron a sospechar que ocurría algo extraño. Mandaron a inspeccionar con los soldados de Jonathan, pero tanto como Amber como Timothy se lograron esconder en el sótano secreto del duende. Además, los vecinos de Gaarf reportaron haber visto un Spyros por la zona, por lo que los soldados cerraron las salidas de la zona comercial para evitar el acceso de visitantes inesperados.
Una noche, Gaarf pudo atrapar al Spyros fugitivo y lo metió al bar. Por suerte, nadie lo vio o al menos eso esperaba. Amber decidió confesarles que días atrás, Claude van Vonter volaba en el cielo, le sonrió, pero nunca bajó. Timothy le explicó que Claude era un Lunar que solía desobedecer los mandatos de Jonathan. Era posible que se alegrara del escape y que no debía temer de él. Amber lo comprendió, ya que Claude fue el único miembro de la familia real que la trató con decencia.
El día de ir a la frontera entre ambos mundos había llegado. Desde la madrugada, Gaarf metió al Spyros dentro de su carruaje, y luego Amber y Timothy subieron junto al equino. Gaarf procuró cubrir el espacio con cajas para ocultarlo y emprendió el viaje. Amber desconfiaba que el carruaje pudiera bajar de los árboles sin destruirse. A pesar de llevar semanas en Transilvania Oscura, no se acostumbraba que muchos objetos eran mágicos y las leyes físicas podían desafiar a las que ella conocía. Bajar de Vástago al suelo fue un poco movido. El Spyros se asustó demasiado que Amber tuvo que meterse en su mente para tranquilizarlo.
Iban en completo silencio. Podían escuchar hasta su respiración y sus rápidos latidos debido a los nervios. Solo tenían una oportunidad para llegar al mundo humano y encontrarse con John. Aquella mañana, la brisa soplaba las ramas y los tenebrosos silbidos no ayudaban para nada en sus pensamientos. Incluso los nervios de Gaarf estaban a punto de estallar. Se preguntaba qué haría si algún retén lo detenía y le ordenaba abrir la caja trasera. Hacía años que no peleaba. ¿Estaba tan dispuesto a dar la vida por aquellos niños? ¿Sería capaz de venderlos? Gaarf se sintió culpable por aquella idea. Estaba más seguro que nunca de querer vengar la muerte de su familia, así que escogió morir para ayudarlos.
Después de unos treinta minutos de trayecto, Gaarf sintió que algo extraño estaba rondando en el bosque. Si bien la temperatura era fresca, de un momento a otro, se volvió más gélido como si estuviera a punto de nevar. Una densa neblina los rodeaba, por lo que Gaarf se detuvo para colocarse un abrigo de lobo.
Mientras seguía avanzando comenzaron a caer copos de nieve hasta cubrir un poco la superficie. Sus caballos se detuvieron de forma abrupta ante una silueta humana que caminaba hacia el carruaje. Gaarf tomó su bolsa y sacó una pistola del mundo humano que disparó sin dudar. Pero la bala cayó al suelo sin tocar al extraño. Finalmente, la niebla desapareció alrededor de él revelando su identidad. Era Claude van Vonter, vistiendo de blanco y con una bufanda gris. El Lunar de hielo hizo una reverencia, creando rosas de hielo que danzaban a su alrededor. Claude tomó una y se la entregó a Gaarf.
—Señor Gaarf, ¿qué ocurre? —dijo Amber quien se había bajado junto a Timothy. Al ver a Claude sintió mucha desconfianza y en sus ojos apareció el símbolo divino. Claude le sonrió—. ¿Qué hace usted aquí?
—Vengo a ayudarles—respondió Claude—. Hay retenes y molestos ladronzuelos en la zona. Si aparentan que vienen conmigo no les ocurrirá nada—. Claude notó la cara de confusión en el trío, por lo que soltó una pequeña carcajada—. Nunca estuve de acuerdo en tu captura, Amber Hills: eres tan solo una chiquilla. Supe que te enfrentarías a Trinas y que escaparías tarde o temprano. Así que, vigilando sus pasos a través de un pequeño espía, ingresé al castillo y hechicé una puerta para que les diera la pista hacia los Spyros.
—Entonces, ¿eres enemigo o aliado? —preguntó Timothy que seguía sin creerlo—. Si Jonathan se enterara, podría matarte.
— Digamos que soy un aliado ocasional—dijo el Lunar con aquella voz serena que tanto lo caracterizaba—. ¿Matarme? Jonathan es incapaz de hacerlo. Nunca me ha ganado en batalla—. Claude se subió a la carreta, les sonrió e hizo seña para que se subieran—. ¿Qué esperan? Hay que llegar cuanto antes a la frontera.
Gaarf volvió a andar su carreta y el peculiar grupo siguió avanzando en la densa niebla. Tal como había dicho el Lunar, encontraron ladronzuelos que intentaron atacarlos. Sin embargo, Claude los mató a todos disparando estacas de hielo en su corazón. Fueron emboscados tres veces, pero en la última, Claude decidió perdonarles la vida al ver que se trataban de unos niños. Gaarf estaba sorprendido por la nobleza del enemigo, pero a pesar de ello, sus sentimientos negativos hacia el clan de Jonathan le provocaban ganas de matarlo.
Después de varias horas de viaje, llegaron a la frontera. Era una muralla de cien metros de altura con seis torres que vigilaban todo el territorio. Claude transformó a sus acompañantes en criaturas de hielo para no levantar sospechas. Unos guardias fueron a inspeccionar, pero al ver que era el rey de hielo lo dejaron pasar sin pedirle una firma de identificación. Atravesaron un túnel iluminado con antorchas, pero que, debido a la magia de Claude, se terminaron apagando.
—Los llevaré a una zona destinada a la familia real—dijo Claude en voz baja—. Hablé con mis hombres, así que no hay enemigos. Y tranquilos, los devolveré a su forma original una vez estemos allá.
Llegaron a una sala adoquinada con paredes de ladrillos negros. Justo en la pared se encontraba un círculo mágico de color rojo con el símbolo de dos manos extendidas. Claude van Vonter les indicó que podían bajar y los devolvió a la normalidad.
— Bien, ¿saben dónde quieren dirigirse? Sé que también es tu primera vez, Timothy—dijo el Lunar viendo el símbolo y al ver que nadie respondió, los volteó a ver—. Es sencillo, solo tienen que pensar hacia dónde quieren dirigirse y deben decir: Divine Portal.
—Comprendemos, muchas gracias, señor Claude—respondió Amber—. Creo que esta será nuestra despedida, señor Gaarf. Nunca terminaré de agradecerle por su hospitalidad, cuide bien de Ymir, el pequeño Spyros.
—Así será— asintió el duende.
De repente, Claude van Vonter cubrió a todo el grupo en una cúpula de hielo que los protegió de una serpiente de fuego. Claude lo deshizo y los atrajo detrás de él para protegerlos de nuevo. Cuando la serpiente se deshizo, develó que era Balthazar Vonnes, el hombre culpable de la muerte de la señora Hills. Amber estaba furiosa de verlo. Los recuerdos de aquel fatídico día le calentaron la sangre.
—Así que decidiste traicionar a tu hermano—dijo el Lunar de fuego con una amplia sonrisa—. Siendo honesto, ni siquiera me sorprende. ¿Qué pretendes con liberar al recipiente de Lilith? Y Veo que el señor Gaarf también decidió retar la ley.
—Sigo apoyando a mi hermano, pero no permitiré que utilice niños en su plan—respondió Claude al mismo tiempo que sus brazos se cubrían de hielo, simulando guadañas—. No me interesa pelear contigo, solo te pido que los dejes libres.
—¡Claro! Veamos si con esto pueden escapar— respondió Balthazar. Con los ojos cerrados, Balthazar cruzó los brazos en equis y recitó—. Red Moon: Fire Element: Megaton.
La pared explotó provocando que los cimientos se vinieran abajo. Claude reaccionó con rapidez y pudo congelarlo. Aunque el calor de las llamas solo hizo que se derritiera con facilidad. Claude levantó un escudo de hielo para darle tiempo al trío de montar en Ymir y escapar. Balthazar atravesó el escudo y golpeó al Lunar con un puño gigante de fuego. Claude salió disparado y fue destruyendo varios muros de hielo que creó para reducir el impacto. Al ver que Balthazar se acercaba a los fugitivos, voló hacia él, lo tomó del cuello y los estrelló contra el suelo levantando fragmentos del golpe.
— Red Moon: Ice Element: zero stalagmite.
Del suelo se elevaron y decrecieron decenas de filosos pilares de hielo que hirieron al Lunar. Aquel ataque tuvo una duración de un minuto, pero Claude no pudo moverse por dos minutos más debido al excesivo gasto de energía. Terminado el tiempo, corrió a ayudarles. A Balthazar le costó reponerse del ataque, pero también emprendió a la caza.
***
En pocas horas, John, Sawyer, Thomas y Maura partirían a Transilvania Oscura para comenzar los preparativos desde el otro lado. Así que los agentes decidieron pasar el resto del tiempo con sus seres queridos. Thomas y su madre fueron al parque frente al vecindario donde hablaron por horas. La señora Rhodes estaba muy orgullosa de su hijo y a pesar de estar en contra que fuera a una guerra, lo apoyaría. Thomas le recordaba a su esposo Owen, a quien conoció antes de la tercera guerra mundial. Owen era un agente de Inglaterra, pero debido a sus misiones fue trasladado a la jurisdicción de Rumanía, junto a su hermano Samuel.
Al igual que Thomas, el agente Owen era valiente y muy amigable. La señora Rhodes le contó que Owen, el día antes de irse a su última misión, dijo que siempre estaría orgulloso de su hijo. Thomas recordó que era muy temprano cuando escuchó que su padre abrió la puerta y le dio un beso en la frente. El ocaso tiñó el cielo de naranja y rosa. Thomas notó como lágrimas surcaban en las mejillas de su madre, así que dispuso a abrazarla haciendo que la mujer se quebrara más en llanto.
—No llores, mamá—pidió el chico abrazándola con fuerza—. No moriré, ¡lo prometo! —su madre se limpió sus lágrimas y las pequeñas que se formaban en su hijo. Luego se quedó perpleja mirando sus ojos—. No me mires así, recuérdalo...no puedo morir hasta encontrar qué ocurrió con papá.
—¿Has estado comiendo bien, Thomas? —preguntó su madre—. Noto algo diferente en tu mirada.
—Lo sé, me veo más guapo en el atardecer—le respondió en un tono de burla.
—Por supuesto que eres guapo, llevas mis genes, pero no es a lo que me refiero. Desde que llegaste siento una energía distinta en ti—dijo la señora Rhodes con preocupación—. Pero sea lo que sea, recuerda que sin importar nada, siempre seré tu madre.
Thomas asintió y continuaron contemplando el atardecer. Al otro lado del parque, Maura regresaba de despedirse de su familia. Sin duda había sido duro vivir todas aquellas experiencias y que posiblemente el fin de la humanidad estaba cerca. A pesar del dolor, Maura Tates debía cumplir su misión. Iba hacia la casa de Thomas, cuando alcanzó a ver al comandante Rhodes recostado en una camioneta negra mientras fumaba un cigarrillo. Maura se acercó a saludarlo.
—Maura Laura, llegaste temprano—dijo el comandante con una amplia sonrisa. Estaba muy feliz de verla tan determinada—. Deberías estar con tu familia más tiempo, puede que vayamos a una misión de la que nunca regresemos—. Samuel Rhodes miró que su mejor agente intentaba decir algo, pero no sabía cómo decirlo—. Te conozco desde que eras una niña, no deberías tener vergüenza. Dilo antes de que sea muy tarde y alguno esté muerto
— No moriremos—respondió con mucha seguridad.
— Entonces, ¿qué es? —preguntó Samuel.
—Señor, estoy enamorado de usted desde que lo conozco—soltó la chica sin verlo a la cara. Samuel Rhodes tosió fuerte y no pudo evitar ponerse colorado—. Puede que no le guste actualmente, pero le gustaré más adelante
—Maura...no sé cómo decirte esto—dijo el comandante Rhodes apagando su cigarrillo, luego tomó las manos de la chica y las sujetó con mucha dulzura—. No puedo corresponderte, además de que eres demasiado joven...no me podrías gustar—. Samuel Rhodes aclaró la garganta—. A veces puede ser un poco incómodo de revelar porque no sabes cómo alguien reaccionará, pero...¡Soy gay, agente Tates!
—Comandante Rhodes... ¡discúlpeme! —dijo la chica con mucha vergüenza mientras intentaba cubrir el rostro—. Me pasé de confianzuda y de verdad, lamento molestarlo.
—No te avergüences—le contestó él y soltó una pequeña carcajada—. Todos hemos tenido un rechazo de amor. Maura eres joven, bonita y una excelente agente...si no mueres, en el mundo hay muchos chicos que morirían por ser tu novio.
—Muchas gracias, señor Rhodes—respondió la chica, quien no se atrevía a mirarlo a los ojos—. Espero que algún día, usted también encuentre a un gran hombre.
Samuel Rhodes soltó una carcajada y se despidió. Maura no dejaba de sentirse avergonzada. Lo peor es que más tarde lo vería en la casa de Thomas. Se sentó en una banca sin dejar de recordar lo ocurrido.
—Supéralo, Maura—se dijo así misma.
Escuchó un ladrido muy cerca que la asustó, pero del impulso terminó golpeando con el codo a Bull, quien estaba detrás de la banca.
—Vaya, huma...digo Maura, eres patética—le dijo Bull fingiendo superioridad, pero luego le sonrió amablemente—. Lamento decirte que escuché todo y los rechazos duelen, pero ¿quieres ir por una cerveza?
—En otro tiempo te hubiera mandado al carajo—respondió la chica un poco molesta, pero suavizó la voz para responderle la propuesta—. Sin embargo, acepto tu propuesta, pulgoso.
Bull gruñó molesto ante el apodo de la humana, pero lo dejó pasar. Ambos se fueron a tomar un par de cervezas. A las nueve de la noche, el grupo, a excepción de Barton, Wallace y West, se reunió en el parque central de San Marcus, donde ahora una estatua de su patrono lucía destruida y grafiteada. Viljem junto a Sawyer y Luna habían formado un círculo mágico con tres círculos y un triángulo que se formaba entre ellos.
— Abriré un portal para que pase el grupo acordado—dijo el anciano poniéndose en el centro—. Estando en Transilvania, buscarán un lugar lo más cercano al castillo van Vonter, donde John y Bull crearán otro círculo de portal. Como no pueden confiar en nadie más que nosotros, John se comunicará telepáticamente con nosotros. Ni siquiera intenten invadir el castillo si no estamos con ustedes.
—¡Entendido! —contestaron al unísono.
—Bien—dijo el anciano y luego golpeó tres veces el suelo con su bastón—. Divine Portal.
Viljem se alejó del centro donde se abrió un portal circular que expelía neblina y rayos. John, Bull, Thomas y Maura entraron. Sin embargo, Viljem notó que algo extraño ocurría con el portal. Los rayos aumentaron de tamaño y salieron dispersados por todas partes, por lo que Sawyer y Viljem se encargaron de crear escudos para proteger al grupo. De repente, una silueta que se protegía con alas, salió disparada hasta un árbol, derribándolo en el impacto. El grupo salió de inmediato a descubrir la identidad de aquella silueta. No lo podían creer, la chica había escapado.
—¿Amber? —preguntó Lir tendiéndole la mano.
—¿Lir? ¿En serio eres tú? ¿Estoy en el mundo humano? —preguntó incrédula y se levantó con su ayuda—. ¿Sawyer? ¿Comandante Rhodes? —luego vio al señor Viljem—. Mucho gusto, señor. Yo soy Amber Hills.
—El gusto es mío, señorita Hills—respondió el anciano con una sonrisa—. Soy abuelo de Bull, y me llamo Viljem Strauss, antiguo rey licántropo—Viljem estaba sorprendido al ver las alas de la chica—. Veo que ya descubriste que eres una descendiente de un ángel, ¿no?
—Es algo más complejo que eso—respondió apenada—. Pero eso puede esperar, ¿dónde están los demás?
—En Transilvania Oscura—respondió Samuel Rhodes y se acomodó los anteojos—. Esta noche pensábamos rescatarte e iniciar una invasión en el castillo.
—Pero los Lunares están en el castillo, también la loca de Trinas—intervino la chica—. Aunque no estoy segura si Jonathan ha regresado.
—Veo que escapaste antes de saber las noticias, pequeña—dijo Viljem—. La mayoría de los Lunares fueron sacados de combate en los últimos días. Nos dirigimos a Transilvania Oscura a destruir las copas de sangre y derrotar a Jonathan van Vonter.
—Comandante, ¡déjeme ir con ustedes! —solicitó Amber Hills—. Hice unos aliados que me ayudaron a escapar, estoy segura que nos ayudarán.
—Amber, eres una agente del SOIS—le respondió Samuel Rhodes con una sonrisa—. Además, tus poderes nos serán de utilidad.
Viljem y el comandante Rhodes se alejaron un momento para platicar asuntos relacionados a la misión. Al parecer, según la notificación de Barton, las agencias que participarían ya se encontraban listas. Teniendo el conocimiento, Viljem se colocó nuevamente en el círculo mágico y golpeó tres veces con su bastón; mientras que Luna y Sawyer colocaron en el suelo las palmas de sus manos en forma de diamante y gritaron al unísono: "Divine Portal".
El círculo mágico resplandeció y comenzó a girar a una velocidad increíble. Aquel resplandor se extendió en todas direcciones y abrió portales tan grandes que sorprendieron a Rhodes y Amber. Samuel dio instrucciones en una llamada telefónica y desde el portal comenzaron a salir agentes, militares, tanques de guerra y a la distancia, Amber pudo distinguir algunos drones de combate. Vieron una luz proveniente de una avenida, que al acercarse se trataba de una camioneta escoltando a varios tanques de guerra. Se detuvieron a una distancia prudencial y del auto salieron Ryan Wallace, Morani West y el director Barton.
— ¿Estos son todos? —preguntó Viljem—. No podemos gastar toda nuestra magia ahorita.
Samuel aprobó el descanso, por lo que cerraron los portales. Amber miraba con tristeza cómo su ciudad se había convertido en un escenario de guerra. Parecía que el San Marcus que conoció jamás se recuperaría de sus heridas. Lir comprendió a su amiga con tan solo verla, así que se acercó y la abrazó. No necesitó decir palabra alguna. Su abrazo les hizo bien a ambas. Después de unos minutos, un portal se abrió en el cielo, por lo que los combatientes apuntaron.
— Bajen todas sus armas —ordenó Rhodes—. ¿Así se les enseñó a recibir a los aliados?
Todos bajaron sus armas, muy avergonzados. En ese instante hizo aparición Ixchel, en su apariencia mitad humana-ave y detrás de ella saltaron unos cien miembros de la tribu uay, desde jaguares, monos, venados, serpientes y otros con plumajes diferentes a los de Ixchel.
La reina uay se alegró de ver a Samuel y a Viljem, por lo que se acercó muy contenta a saludarlos. En realidad, tenía más de cien años de no ver al viejo licántropo. Mientras que Lir, Amber y Wallace estaban asombrados por su belleza, Barton y West no se encontraban muy animados. Tenían miedo de ser traicionados por otras criaturas que no fueran los Oras y los Strauss.
—Puede que sea peligrosa, pero no para mis aliados—dijo Ixchel hacia Barton, quien se sorprendió que podía comunicarse en su idioma—. He vivido más de cien años, debía aprender otros idiomas, ¿no cree? —Ixchel se acercó y le tendió la mano—. Hagamos un trato: ¿qué le parece si mi tribu traiciona la alianza, usted mismo me puede matar?
—Suena justo—dijo Barton aceptando el apretón—. Mucho gusto, señorita Ixchel—. Luego volteó a ver al resto de agentes y militares—. Lo mismo aplica para ustedes, par de inútiles. Si ustedes traicionan a la alianza, dejaré que ella los mate.
Aquel trato asustó al cobarde de West, quién cayó de rodillas al imaginarlo. Wallace se acercó para burlarse de su cobardía, mientras que el resto de los presentes se unieron a socializar y compartir sus experiencias. En pocos minutos, la invasión daría inicio.
***
La mayor parte de la muralla fronteriza había sido destruida debido a la pelea entre Balthazar Vonnes y Claude Van Vonter. El calor de las llamas fundió las bases de varias salas y también el techo, por lo que muchos pisos se vinieron abajo. Amber y sus aliados escapaban de un ejército de criaturas de fuego a lo largo de un pasillo oscuro.
Timothy usó su forma Berseker para despedazar a sus combatientes, mientras que Gaarf se montó sobre el Spyros y disparó a cualquiera que se le atravesara. Esto les dio tiempo de alejarse unos cuántos metros, pero Balthazar apareció por debajo del suelo y atacó con una llamarada. Amber pudo crear un escudo de energía para protegerse. El fuego comenzó a perder intensidad, puesto que Claude había llegado hasta ellos
—Esta batalla es contra mí, Balthazar—dijo el Lunar de hielo—. Red Moon: Ice Element: Himalayan Storm.
Un círculo mágico de color azul se formó frente a Claude van Vonter, quien extendió sus manos y formó un rombo. Toda la temperatura en el pasillo disminuyó al punto que el suelo se estaba congelando, a excepción donde Amber y el resto estaban parados. Luego un viento gélido fue dirigido hacia el Lunar de fuego. Todo el hielo se elevó y se transformó en pequeñas cuchillas que salieron disparadas hacia Balthazar.
—Red Moon: Fire Element: Phoenix Amor —dijo Balthazar cubriéndose de llamas.
A pesar de su armadura, Balthazar recibió algunos cortes y trató de ocultar su dolor. Aprovechando el vapor, Amber y sus amigos escaparon dejando atrás una pila de cadáveres.
—Le he informado a Jonathan sobre esto—advirtió Balthazar—. No creo que te perdone, ni por ser tu hermano.
—¿Así? —preguntó Claude quién desapareció de la vista de su contrincante y luego lo golpeó con su puño cubierto de hielo. Balthazar fue lanzado lejos y rebotó varias veces, en las cuáles Claude aprovechó para seguirlo golpeando—. No te metas, ¡es asunto mío!
Claude voló hacia su primo para golpearlo nuevamente, pero este lo esquivó y lo lanzó al techo con los pies. Claude se cubrió de una coraza de hielo para disminuir el impacto, luego tomó impulso poniendo los pies en el techo y se lanzó hacia él. Claude hizo aparecer una espada Ulfberth hecha de cristal y asestó un golpe con la espada de fuego que Balthazar invocó para defenderse.
—Aún conservas tu arma sagrada—dijo Balthazar entre risas—. ¿Cuál era su nombre?
—Jotun—respondió Claude muy serio—. Las armas sagradas pueden sentirse mal, ¿lo sabes no? —. Claude observó lo desgastada que lucía la de Balthazar—. Deberías darle mantenimiento a Vesubio, la estás matando.
—No seas ridículo —respondió Balthazar, quién la tomó de la hoja y la hizo polvo—. Siempre ha sido una herramienta basura que cumplió su propósito en la guerra.
Claude blandió a Jotun y realizó un corte. Ni siquiera fue necesario que tocara a Balthazar, ya que la espada disparó esquirlas de hielo. Balthazar no se lo esperaba, por lo que no pudo esquivar. Las esquirlas impactaron en sus brazos. Le ardía, se quitó la capa y luego la camisa, solo para notar que se le estaban volviendo negros. Sintió además como su temperatura disminuía rápidamente, además de verse afectado por un mareo. Debía actuar rápido antes de perder la batalla.
— Red Moon: Fire Element: Megaton.
La explosión se dirigió hacia Claude, quien saltó esquivando el ataque. No obstante, no esperó que entre las llamas se encontraría Balthazar. La mano incandescente de Balthazar había arrancado una parte de su costado izquierdo. Claude cayó de dolor lanzando gritos de desesperación. Balthazar aprovechó las llamas restantes para moldearlas en cadenas y sujetarlo. Preso del dolor, Claude perdió el conocimiento.
—Fue una larga hora, Claude—dijo Balthazar limpiándose el sudor de su frente—. Sin embargo, el fuego siempre le ganará al hielo—. Balthazar volteó hacia la dirección de los fugitivos y abrió un portal—. Supongo que ya habrán escapado, no valdrá la pena perseguirlos...Trinas sabrá qué hacer.
Balthazar entró al portal e hizo levitar al cuerpo inconsciente de Claude. Se trasladó al castillo van Vonter, donde explicó con más detalle lo ocurrido en la frontera. Jonathan se molestó al ver que Balthazar no pudo atrapar a los fugitivos, pero le perdonó el error al haber atrapado al traidor. Dos de sus soldados llevaron a Claude al calabozo y lo metieron a una celda donde lo amarraron a un poste con las manos presas a unos grilletes. Jonathan entró a los pocos minutos trayendo consigo un látigo de púas creado por Tártaros Vonnes. Sin misericordia, Jonathan dio el primer golpe con el látigo extensible, que desgarró aún más la herida de Claude.
—Lo esperé de todos, excepto de ti—dijo muy decepcionado el rey oscuro—. ¿Por qué me traicionaste, hermano?
—No te he traicionado—respondió conteniendo las lágrimas.
Jonathan lo golpeó nuevamente.
—¿No? ¡Dejaste escapar a Amber Hills! —le gritó Jonathan, esta vez golpeándolo en la cara—. Es nuestra única esperanza de traer el espíritu de Lilith. Esa humana es la reencarnación de su espíritu. ¿Sabes qué significa eso?
—Por supuesto, su contenedor temporal—respondió Claude—. Pero no iba a permitir que abusaras a una niña. Si tanto quieres a Lilith busca a alguien que quiera ser su contenedor o espera a que la chica sea una adulta.
—Hemos esperado siglos para encontrar su contenedor—dijo Jonathan mientras se acercaba hacia Claude, luego lo tomó de la barbilla y le escupió—. No me importa si es una niña, haré lo que sea necesario para traer a Lilith. Te dejaré encerrado para que aprendas tu lección—. Jonathan se dio la vuelta y se detuvo—. En cuanto a tus grilletes, Balthazar los robó de SOIS...no podrás usar tu magia con esta tecnología humana.
Jonathan abandonó la sala, dejando en soledad al Lunar de hielo. Por más que luchó por librarse, fue imposible. Claude estaba sorprendido de cómo había avanzado la tecnología. Nunca se esperó que un artefacto tan sencillo pudiese robarle cada gota de su energía. En la poca luz que la antorcha iluminaba su celda, Claude van Vonter fue perdiendo el conocimiento, pero sin arrepentirse de haber ayudado escapar a Amber Hills.
***
Mientras se alejaban de la pelea de los Lunares, un portal se abrió cerca de ellos. Giraba en forma de remolino y despedía de esta, chispas y neblina. Amber, Timothy y Gaarf se detuvieron. No estaban seguros de entrar o de buscar la manera de abrir otro. Para Timothy, con experiencia en el tema, le pareció muy peligroso. Así que decidieron pasar de largo, pero de repente, un fuerte magnetismo haló a Amber.
Con su magia divina, la chica hizo fuerza para evitar ser tragada por aquel portal, que en su mente era más parecido a un hoyo negro. Gaarf y Timothy la sujetaron, pero aquella fuerza misteriosa la halaba aún más. Lo más extraño es que solo parecía afectar a la humana. Ni Timothy ni Gaarf percibían ninguna atracción. Gaarf utilizó toda su fuerza para sacarla del campo magnético y lo logró, aunque solo por unos segundos. El portal había succionado a Amber para la preocupación de ambos, cerrándose en el acto.
— Divine Portal—pronunció el zombi.
No funcionó. Intentó de nuevo, pero de nuevo en vano. Alrededor de ellos se fueron abriendo más portales, de los cuáles salían toda clase de objetos. Tuvieron que saltar, agacharse e incluso rodar para esquivar las puertas, las ramas de árboles, un automóvil. Timothy estaba seguro de haber visto un pequeño diablillo gritar mientras era absorbido por otro portal. Timothy, Gaarf y el Spyros se juntaron dándose las espaldas, mientras se defendían de todos los objetos.
Al cabo de un rato, la actividad cesó para que luego todos los portales se juntaran. Pudieron observar que desde la distancia se observaba una gran bola de energía parecida a un cometa que venía directo hacia ellos. Los dos se montaron sobre Ymir y comenzaron a alejarse. Sin embargo, no lograron llegar a un punto a salvo. La bola los golpeó con tanta fuerza que atravesaron el muro.
Iban directo a estrellarse al bosque. Gaarf logró montarse en el Spyros y agarró al zombi del brazo para subirlo junto a él. La bola se detuvo justo en la copa de un árbol, donde se abrió y dio forma a una flor dorada. En el centro vieron a cuatro personas ponerse de pie. Ymir se acercó con mucho cuidado procurando no ser detectados por los extraños. Tenían uniformes y no parecían ser de Transilvania Oscura, así que Timothy le pidió al Spyros que se acercaran un poco más.
—De casualidad, ¿son amigos de Amber? —preguntó Timothy—. Por tu magia de luz debes ser John van Vonter, y ustedes deben ser Thomas, Bull, Lir o Maura.
—Soy Maura —corrigió la chica, luego volteó a ver a Devi, quien se apareció en su hombro y saludó—. Este pequeñín es Devi. Se ha encariñado de nosotros, aunque prefiere estar con Thomas.
Gaarf estaba sorprendido de ver a John, por lo que no dudó en hacer una reverencia. En algún punto pensó que la historia de Amber no podía ser cierta. La historia que se contraba en el reino afirmaba que John van Vonter había muerto en su infancia.
—No es necesario, ni siquiera me veo como un príncipe—le dijo John—. Además, prefiero que me llamen por mi nombre. Soy John van Vonter, no s"Alteza".
Thomas preguntó la ubicación de Amber y al escuchar la historia se preocupó. Ellos también tuvieron el problema de haber traspasado varios portales. Según la teoría de Timothy pudo deberse al daño ocasionado por Balthazar Vonnes al sistema principal. Bull olfateó varias veces a su alrededor para luego detenerse.
—¿Tienen un lugar para escondernos? —preguntó el licántropo—. Se acercan esbirros de esa muralla.
—¡Síganme! —respondió el duende con una amplia sonrisa.
John encantó a sus amigos para que pudieran moverse libremente en el aire. Iban detrás de Timothy y de Gaarf, el duende, liderando el grupo. Por primera vez en muchos siglos, Gaarf había recuperado un poco la esperanza de una nueva nación. Quizás esa misma noche vengaría la muerte de su familia. Una sensación ardiente comenzó avivar su viejo corazón,
Tras un largo trayecto escondiéndose de ladrones y soldados, Gaarf logró llevarlos cerca de Vástago. El duende les explicó que debido a que se había convertido en prófugo, no podría llevarlos a su hogar. Sin embargo, tenía el escondite perfecto. El grupo caminó al noreste, donde se erigía una cruz. Gaarf caminó hacia esta y levantó una compuerta desde el suelo.
—Ha pasado mucho tiempo desde que no vengo, pero todos son bienvenidos—dijo Gaarf intentando contener las lágrimas—. Ellas lo hubieran querido.
Gaarf esperó a que bajaran unos escalones de madera para cerrar la puerta. John soltó un orbe de luz que iluminó el espacio subterráneo. Era pequeño y lleno de dibujos. En algunos se miraba al duende y su familia. También había una pequeña mesa redonda y tres sillas. Gaarf se disculpó por no recibirlos en un mejor lugar. En lo que el duende les preparaba un té de hierbas en su pequeña cocina, Timothy terminó de presentarse y contar lo ocurrido desde el entrenamiento con Trinas y el escape con ayuda del Spyros.
Thomas no podía creerlo. Amber se había vuelto muy fuerte. Estaba orgullo al saber que pudo hacerle frente a la desquiciada de Trinas y que además fuera un ángel. Lo sabía: Amber siempre fue especial.
Pero la mayor sorpresa se la llevó John, quien abrazó con mucha alegría al niño zombi. Después de tantos años huyendo, había encontrado a alguien de su familia que lo ayudaría. Timothy se disculpó al no llevar su sangre, pero John la rechazó porque para él la sangre no importa para considerar a alguien su familia. Timothy se sonrojó ante la respuesta de su "primo".
—Amber se encuentra a salvo—habló Viljem en su mente—. ¿Pudieron encontrarse con Gaarf y Timothy Vonnes?
—Así es, nos encontramos en Vástago—respondió John—. Estamos buscando la manera de acercarnos al castillo.
—¡Qué alivio! —suspiró el anciano—. Hijo, ¡tengan mucho cuidado! ¡Cuídalos!
—Estaremos bien—respondió John—. Nos vemos pronto.
John les dio la noticia tranquilizando a todos. Pero no se esperaban que la chica regresaría para participar en la batalla. Después de un rato pensándolo, tomaron la decisión. Timothy los llevaría alrededor del río de sangre para ingresar en la parte trasera del castillo, donde la vigilancia era menor.
Antes de partir, John pidió hablar a solas con Thomas, a quién le dio ansiedad tanto misterio. Desde el incidente ocurrido en el purgatorio, John sentía mucha vergüenza de verlo a sus ojos.
—¿Sigues preocupado por el incidente? —preguntó Thomas al ver que John no se atrevía abrir sus labios—. Tranquilo, nada ha cambiado.
—Ya veo—murmuró John.
—Y si llego a convertirme en vampiro, será un placer ser tu pupilo—dijo Thomas y luego soltó una carcajada—. ¿Crees que me pondría más guapo?
—Maura tiene razón, ¡eres un idiota!—dijo John sonriendo, pero luego se puso muy serio y miró a Thomas directo a los ojos. Era tanta la tensión, que John alcanzó a escuchar los latidos de su compañero—. Thomas, puede que muera esta noche...
—No lo harás—interrumpió Thomas.
—¡Basta! —habló John con mucha fuerza —. Mi destino es morir enfrentándolo y tengo mucho miedo. Mis posibilidades de vivir son mínimas, por eso...—John se detuvo, bajó la cabeza y se limpió las lágrimas. Luego volteó hacia Thomas, viéndolo con sus ojos irritados—. Si llego a morir, te confío mi legado y es por eso que te entregaré el tesoro de mi padre.
John sacó del interior de su capa el diario del cazador. Thomas sintió que no era el indicado y que lo mejor sería que se lo entregara a Sawyer. Thomas se lo devolvió, pero John se lo entregó nuevamente haciéndolo levitar hacia sus manos.
— Puede que hoy no lo comprendas, pero lo harás más adelante y por eso es necesario que lo tengas—le dijo John y luego puso sus manos sobre los hombros de su amigo—. Thomas, ¿juras que mantendrás al clan unido? ¿Juras que seguirás peleando, aunque la depresión te consuma en tu interior? En tus manos confío mi legado.
Thomas tartamudeó impresionado por las palabras de su amigo, pero finalmente exclamó: "¡Lo juro! ¡Lo juro en tu nombre, John van Vonter! y también... ¡lo juro por mi padre!"
John abrazó a su amigo como si fuera la última vez. Thomas entendió que esa noche podría pasar, pero quiso ser positivo y guardar su esperanza hasta el final.
—Llegó el momento—dijo John—. ¿Listo?
—Por supuesto—respondió el agente.
Salieron del escondite para reunirse con los demás. A John le generó gracia al ver el peculiar grupo que se infiltraría en la zona enemiga: dos humanos, un vampiro, un licántropo, un niño zombi-quimera, un diablillo, un duende bonachón y un Spyros. Era diferente a como se lo llegó a imaginar en el pasado, pero le gustaba. Aquella rareza lo inspiró a luchar hasta su última gota de sangre cayendo en el castillo. Y fue así como el grupo partió hacia el castillo Van Vonter.
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