Debido a las explosiones ocurridas en los cuarteles de la SOIS, la mayoría del transporte privado se había perdido. Así que Barton y Rhodes se comunicaron con algunas agencias cercanas para prestar servicios, del cual lograron conseguir dos aviones. De acuerdo al diario de Marcus IX "en la selva maya fue sellada una de las copas, que perteneció al legendario dios del viento, Valiant Lombardi. Únicamente sus guardianes podrán guiar el camino". El único problema era que desconocían la identidad de los guardianes y la ubicación exacta. El mapa encerraba la península de Yucatán, por lo que la copa podría estar en México, Guatemala o Belice. Además, el diario mencionaba la otra posible ubicación: "en el gran desierto custodiado por las esfinges y magníficas pirámides, un gran tesoro también podrás encontrar. Y no solo eso, también las páginas que faltan y que te guiarán en el viaje".
Samuel Rhodes contactó a sus informantes en Chichen Itzá para comenzar a conseguir más datos sobre algún tesoro protegido. Fue así como un grupo conformado por los agentes Thomas y Maura junto a John, Sawyer y Bull, partió hacia México. Mientras que el comandante Rhodes, Lir, Wallace y el agente West, partieron hacia El Cairo.
Durante el trayecto hacia Yucatán, John continuó leyendo el diario de su difunto padre. Sin embargo, con cada página que pasaba, el estrés y la confusión le nublaban el juicio. Marcus IX detalló en su diario lo siguiente: "Querido John, fuiste el único de tres hermanos que pudo nacer y es que, gracias a ellos, estás con vida. Quieras o no, tu destino es enfrentarte a tu propia sangre y morir para el renacer de los Van Vonter. Eso no quiere decir que debes dejársela fácil a Jonathan. Si puedes matarlo antes, el destino puede reescribirse".
—¿Renacer de los Van Vonter? — se preguntó. A pesar que John sabía que su muerte estaba muy cerca y se había salvado en muchas ocasiones, aquella frase le llenaba de muchas inquietudes—. ¿Qué carajo quería decir papá?
—Cuida ese lenguaje, jovencito—le dijo Sawyer sentándose en una butaca frente a él—. Tú sabes bien que a Marcus no era buen escritor, por eso mamá le terminaba corrigiendo muchos de sus textos.
John fingió no escucharlo y continuó su lectura: "Tras tu muerte se vendrá un largo periodo de oscuridad, donde la luz que reúnas antes podrá hacerle frente. Sabrás quiénes conformarán esa luz, porque son parte de tu clan. El segundo despertar se llevará a cabo justo al momento que mueras y únicamente tu clan podrá encontrarlo para traer balance a su poder. ¿Te preguntarás cuándo ocurrirá el primero? Suena confuso, pero será antes de tu muerte. Y una vez se lleven a cabo, un juicio que determinará el destino del mundo que conocemos, se llevará a cabo para el tercer y último despertar".
— ¡Qué mierda es esto! — exclamó frustrado y lanzó el diario a la butaca contigua a la suya.
—Tómate esto, John—era Maura quien le acercó una pastilla y un poco de agua—. Al menos descansarás un poco, llegaremos mañana.
—No funcionará, mi curiosidad me hará que lo siga leyendo desde el plano astral—le confesó John mientras lucía una sonrisa forzada. Maura tomó asiento a la par de Sawyer—. De acuerdo a las palabras de mi padre, no puedo contar nada de lo que lea acá, pero...
—¿Pero qué? — preguntó Maura mientras se servía un poco de vino tinto—. ¿Encontraste algo relevante?
—¿Qué tan dispuestos están de seguir nuestra misión de encontrar las copas? — le soltó John viendo a sus amigos humanos—. Para este punto están demasiado involucrados, personas a nuestro alrededor han muerto, su pueblo fue atacado por mi culpa y Amber fue secuestrada... ¿seguirán acompañándome, aunque nuestro porcentaje de éxito sea del 10%?
Amber y Thomas se voltearon a ver y soltaron una carcajada.
—Chicos, ¡es en serio! —expresó John muy sonrojado.
—John, lo sabemos—le contestó Maura, dio un sorbo y prosiguió—. Aunque al inicio, Pulguitas y tú me parecían sospechosos— Maura volteó hacia Bull, quién la miraba con el entrecejo fruncido. Maura lo saludó sonriendo y luego regresó su mirada a John— Lo que quiero decir es que no importa el poco tiempo que te conocemos, Thomas y yo los consideramos nuestros amigos.
—Así que muramos en la misión o ganemos, te seguiremos hasta el fin del mundo con tal de evitar que la guerra se cobre más vidas inocentes—completó Thomas.
—Muy bien, acérquense todos—dijo el príncipe Van Vonter y con su magia hizo aparecer copas para todos y más vino. Todos se sentaron a su alrededor, mientras que Sawyer se levantó para no estar tan pegados—. Quiero agradecer que ustedes, mis amigos y mis hermanos, me acompañen en esta misión suicida. Por medio de este brindis, quiero que fundemos el nuevo Clan Van Vonter.
—¿No se necesita ser de tu misma especie para formar un clan? — preguntó Thomas, a lo que Maura rodó los ojos con mucho enojo.
—Históricamente sí, pero vamos a cambiar la historia con este clan formado por un príncipe vampiro, un guardián de cementerio, un licántropo y dos valientes humanos—respondió John desbordando de entusiasmo—. Entonces, ¿qué dicen? ¿Salud?
—¡Salud!
El recién formado clan se acabó dos botellas de vino. Aquel sentimiento de ansiedad de lo que restaba del viaje, se fue transformando en alegría y risas. La agente Maura bailó hasta cansarse. Lo más sorprendente fue cuando sacó a bailar a Bull. Al principio se percibía obligado, pero John notó como en el fondo, su mejor amigo, estaba disfrutando como nunca aquel momento...hasta que Maura le terminó vomitando encima. Por su parte, Thomas también dejó de lado la seriedad y los comentarios bobos, para sacar su lado cursi y amante de los abrazos. Incluso llegó a confesarle a Maura, que la quería como su amiga, por lo que los agentes terminaron perdonándose mientras se abrazaban.
Sawyer fue el único que no participó mucho en la celebración. Una vez que la mayoría quedó en la profundidad del sueño, el guardián del cementerio se sentó. John supo que fingía que dormía. Respetó su decisión y continuó con la lectura.
"Querido hijo, cuando la guerra de clanes de inicio, la trinidad de la luz y la trinidad divina comenzarán a formarse para que, llegado el día final, puedan darle batalla a la trinidad de la oscuridad. Grábate bien esta frase: "LA TRINIDAD OSCURA ÚNICAMENTE CAERÁ CUANDO LA LUZ HAYA DESPERTADO. PARA QUE ESTO OCURRA, EL SACRIFICIO DEL PRIMOGÉNITO, EL DESPERTAR DEL SEGUNDO, EL JUICIO DE ALMAS Y EL REENCUENTRO DE LAS TRES LUCES DEBERÁN LLEVARSE A CABO".
John Van Vonter, deberás enfrentarte dos veces en memoria de tus dos hermanos no nacidos y una tercera donde tu muerte está asegurada. Sé que tendrás miedo. Quiero que sepas que significarás un pequeño rayo de luz que opacará la oscuridad. Recuerda, este no es el adiós, nos veremos en la otra vida. Te ama tu padre, Marcus Oras.
***
El vuelo desde Bucarest hacia El Cairo tuvo una duración corta a comparación a la de sus otros compañeros. Al llegar fueron recibidos por el comandante Adom Ahmed, un señor de baja estatura y piel bronceada. Hablaba con un acento muy marcado y vestía una túnica azul con el emblema de la SOIS. La situación en El Cairo había empeorado tras los ataques en San Marcus. Incluso ellos habían sido atacados recientemente por quimeras comandadas por Tártaros Vonnes. Las criaturas aniquilaron a todo un sector de una zona marginal y se llevaron a varios menores de edad para un ritual. A pesar de que la SOIS intentó con todas sus fuerzas detener el ataque, no fueron suficientes contra el ejército de monstruos. Incluso algunos agentes perdieron la vida. Para evitar encontrarse con grupos rebeldes, el comandante Ahmed les entregó túnicas de segunda mano para pasar desapercibidos. Llevó al grupo debajo del aeropuerto, donde se extendía un túnel.
—¿Iremos caminando? —preguntó el agente West.
—Esperen unos segundos más, queridos compañeros—pidió Ahmed—. Puede que se retrasara un poco, hemos tratado de evacuar algunos sobrevivientes y turistas para llevarlos a un lugar más resguardado.
Se escuchaba el sonido de un tren acercándose. Sus luces comenzaron también a hacerse visibles. Tenía seis vagones, sin incluir el del piloto. El grupo subió y tomó asiento. No era muy lujoso, pero sí lo suficientemente cómodo para relajarse.
— Barton me ha comunicado todo, Rhodes—dijo el comandante Ahmed—. Quién diría que después del incidente en México nos volveríamos a encontrar, solo para enterarme que una guerra está a punto de estallar.
—Todo es culpa de ese vampiro, John—intentó decir el agente West, pero Lir lo interrumpió.
—John van Vonter es nuestro aliado, señor West—le sonrió con hipocresía—. Ahora sí, comandante Ahmed, prosiga.
—Gracias jovencita— le sonrió con dulzura—. Me atreví a adelantarme para ayudarles en la investigación y conseguí los permisos para adentrarnos a los monumentos y excavaciones. Solo hay un problema.
—¿Así? — preguntó Samuel Rhodes.
—Además de las quimeras, criaturas de arena han aparecido y también se han formado tormentas y remolinos.
—¿Habrá sido por el despertar del rey Golem? —le preguntó Wallace al comandante Rhodes.
— Tártaros no vino solo, trajo a un señor muy extraño—le respondió Ahmed—. Sin embargo, no quiero que se desanimen, les prometo que entraremos lo más pronto que se pueda.
—Confiamos en ti, Ahmed—dijo Rhodes.
—Qué bueno que así sea—respondió Ahmed sonriéndole.
***
Luego de muchas horas de vuelo, el Clan van Vonter llegó a México. El calor y la resaca no fueron de gran ayuda. No estaban acostumbrados al clima tropical, donde el vapor los asfixiaba hasta en la sombra. Fueron recogidos por una división del SOIS y llevados a un hotel reservado para toda la agencia. Debido a que no estaban en las condiciones de adentrarse al territorio de la tribu amiga del comandante Rhodes, SOIS les permitió descansar unas cuantas horas mientras se aclimataban a la temperatura de la región.
Al amanecer, una camioneta pasó a recogerlos para llevarlos a Chichen Itzá, donde los esperaba una mujer de unos treinta años, de piel morena, cabello rapado y con los pies desnudos. Vestía una pechera cruzada de color beige junto a una falda maltratada del mismo color; y su cabeza adornada con una corona de plumas de muchos colores. Se acercó a los chicos y extendió su mano.
—Me llamo Ixchel—notó al grupo sorprendido y soltó una gran carcajada—. ¿Les sorprende que pueda hablar su lengua? Suele pasar mucho con los extranjeros, pero no he venido a burlarme de su ignorancia, sino a ayudarles.
—Mucho gusto, señorita Ix..Ixei—trató de pronunciar John aceptando el saludo con su mano e Ixchel soltó otra carcajada.
—Tranquilo, pueden llamarme Ix—dijo la mujer, quién examinó de pies a cabeza al vampiro—. Tú debes ser el famoso príncipe vampiro, John van Vonter, ¿verdad? Y el otro que es igual de guapo que Marcus, debes ser su hijo.
John y Sawyer asintieron apenados.
—Durante siglos hemos esperado su visita... ¡Bienvenidos sean!
—¿También saben sobre nosotros? —preguntó Bull.
—Por supuesto, son el famoso Clan Van Vonter que Marcus profetizó cuando nos visitó—les dijo Ixchel muy alegre—. Y claro, también conozco sus nombres, los agentes Thomas Rhodes y Maura Tate, el licántropo, Bull Strauss y Marcus, o mejor dicho Sawyer—. El grupo se sintió avergonzado por la falta de preparación ante la reunión con aquella mujer—. Pero basta de charla, tendremos tiempo de hacerlo más noche—. Ixchel se dio la vuelta—. Síganme y no se aparten de mí, los llevaré hacia el tesoro que tanto buscan—. Ixchel dio media vuelta, sus ojos oscuros se volvieron de un color dorado—. Y ni siquiera piensen que será un trabajo fácil: deberán ganarse la aceptación de sus guardianes.
Ixchel los llevó al norte de la imponente ruina del Templo de Kukulkán o serpiente emplumada. El clan estaba maravillado, ya que solo lo conocían por libros de historia. Hubiesen querido recorrer el terreno como turistas. Luego de unos minutos caminando, llegaron a una calzada de piedra y partes de tierra. Ixchel se detuvo.
—Estamos por entrar a territorio sagrado para mi tribu— dijo Ixchel dándose media vuelta—. Será mejor que se quiten sus zapatos sucios y ropa no bendecida por los dioses—. Vio que todos se pusieron rojos de la vergüenza, por lo que no puedo evitar que se soltara una nueva carcajada—. Si no quieren mostrarse tal cual vinieron al mundo, pueden entrar en ropa interior.
Los chicos se desnudaron rápidamente, quedando en ropa interior. Luego colocaron sus prendas dobladas debajo de un árbol, del cual salieron dos brazos para tomar la ropa. John y Bull se pusieron en posición de batalla, pero Sawyer los detuvo.
—Es un espíritu de la naturaleza y no buscan pelear con ustedes—les comentó Ixchel—. Cuidarán sus vestiduras mientras regresemos del fantástico viaje que tendrán.
El grupo siguió caminando hasta el final de la calzada, donde la energía espiritual era muy fuerte. De repente todo a su alrededor se cubrió de neblina. Ixchel se encontraba al borde del cenote. Sonreía de forma misteriosa, pero John supo que no había maldad en aquella mujer. Ixchel se desnudó, dejando al descubierto un gran orificio en su pecho. Se llevó las manos hacia este y de la espalda se desplegaron dos hermosas alas de color plateado; mientras que su pecho se fue cubriendo de plumas grises y negras. Desde el interior del cenote salieron más criaturas como ellas y desde la profunda neblina se dejaron ver hombres monos, hombres jaguares, serpientes, caimanes, entre muchas más criaturas.
—Bienvenidos sean, Clan Van Vonter, somos la tribu de los Uay—habló Ixchel con mucha pasión—. Los aztecas nos conocían como nahuales. Somos una tribu de brujos con una fuerte conexión a la naturaleza. Hace siglos, Marcus IX trajo consigo un tesoro maldito para que pudiese ser protegido. Llegado el día de tu llegada, podría ser entregado. No obstante, mis queridos amigos, deberán ingresar a la profundidad del cenote sagrado. ¿Están de acuerdo sin importar qué?
—Así es—contestaron al unísono.
—Muy bien—dijo Ixchel señalando con su mano para que se acercaran junto a ella—. Espero que no teman a las alturas o a la oscuridad. ¡Oh, espíritu del caído Kukulkán! El día prometido ha llegado. El clan Van Vonter está listo para saltar. Es hora de abrir la puerta.
En el agua del cenote se fue formando un remolino con un fuerte resplandor mientras que el cielo se tornaba oscuro y adornándose temporalmente de rayos. John saltó primero, luego Maura y Thomas al mismo tiempo, finalizando por Bull y Sawyer. Una vez dentro, el remolino se deshizo.
—Les deseo la mayor de las suertes, clan Van Vonter—dijo Ixchel volviendo a su forma humana—. Solamente espero que el señor Kukulkán no se empecine tanto con ellos.
El Clan Van Vonter se encontraba en la oscuridad. Estaban tomados de las manos por sí algo llegase a atacarlos. De pronto, huesos humanos y de animales brillaron de un blanco incandescente. Flotaron alrededor de ellos hasta que se formó una serpiente.
— Yo soy Kukulkán—habló con una voz profunda, pero muy amable—. Un dios del panteón maya, pero tras mi muerte me convertí en uno de los guardianes del cenote. ¿Buscan la copa de sangre? ¡Tienen hasta medianoche para resolver el desafío! Si no lo consiguen, me parece que tendré que tomar su alma.
Thomas sintió como si le hubiesen halado del pelo, así que se dio unas palmaditas. Kukulkán posó su mirada hacia la cabeza de Thomas y soltó una risa.
—¡Qué clan tan interesante!— dijo la serpiente de huesos—. Bien, mis subordinados los llevaran hacia su destino.
Del suelo salieron esqueletos que los llevaron hasta el fondo. Sintieron como atravesaban una superficie suave hasta que finalmente pudieron respirar. Estaban en un espacio abierto, donde el piso agrietado era de piedra y fuera de este se extendía una jungla. Podían escuchar perfectamente el cantar de los pájaros y el chirrido de los monos columpiándose. También una densa niebla se extendía a los alrededore y en medio de la superficie donde se encontraban parados, había un monumento con 12 secciones, cada una representada por criaturas o plantas.
—¿Qué es este lugar? — preguntó John ensimismado al ver el ecosistema que le rodeaba.
—Digamos que es un purgatorio—dijo una voz muy familiar para la familia Oras. Todos voltearon a ver—. ¡Me alegra verlos aquí, hijos! Es un gusto conocerlos, Thomas Rhodes y Maura Tates, aunque sé que de cariño te llaman Maura Laura.
Nadie podía creerlo, el legendario Marcus Oras se encontraba parado frente a ellos. John, Bull y Sawyer salieron a abrazarlo, quien aceptó con mucha alegría el recibimiento.
—¿Qué haces aquí? — preguntó Sawyer.
—Tras perder el desafío, Kukulkán fue generoso conmigo y permitió solo quitarme la mitad de mi alma— contestó el cazador para luego reírse—. Al final esta parte de mi alma se convirtió en un guía espiritual de las almas y de todos aquellos que vienen a superar los desafíos de la serpiente emplumada.
—Padre, no quiero arruinar el momento, pero...—dijo John, pero terminó siendo interrumpido por Marcus.
—Lo sé, el tiempo—sonrió el cazador—. De una bestia rabiosa tendrán que escapar e ingeniárselas para romper la maldición, mientras que el quinto elegido deberá enfrentar su pasado y liberar su alma.
—¿Qué? — preguntaron al unísono.
—Señora Ixchel, ¡haz lo tuyo! — exclamó Marcus Oras.
El cielo se oscureció por completo y toda aquella niebla que rodeaba la jungla, ascendió hasta transformarse en luna llena. Brillaba con firmeza y justo cuando la luz se proyectó en John, el vampiro lanzó un grito desgarrador.
—¡Corran!— gritó John mientras se sujetaba la cabeza por un fuerte dolor de cabeza. Notó cómo se iba volviendo más fuerte y sus uñas se transformaban en garras. Bull se transformó en lobo y se llevó a Thomas y Maura. El dolor se trasladó hacia la espalda, donde dos alas rojas de murciélago se desplegaron—. Marcus, ¡detén esto!
— ¡Lo siento! Es el designio de los dioses del panteón—le respondió el cazador—. Ahora te has convertido en el cazador. ¿Podrán tus amigos y tú encontrar la solución al problema o serás la bestia que llevas dentro?
La visión de John se fue tornando roja como si la sangre le cubriera sus ojos. Escuchaba muchas voces en su cabeza. Eran los Lunares que conocía, de Anna, de sus amigos, pero distorsionadas y pidiendo sangre humana. Sintió como corría, dando pisadas muy fuertes y por más que trató, no pudo detenerse, hasta que finalmente perdió el juicio. Dentro de John ahora reinaba el caos. La maldición del ritual fallido le estaba cobrando factura y ni siquiera era una luna llena real.
—Entonces, ¿qué tengo que hacer? — preguntó Sawyer a su padre.
—Pelear hasta que uno de los caiga— respondió una voz grave y fuerte que provenía arriba del monumento circular.
Era un hombre de piel morena, con el taparrabo manchado de sangre y cabeza de jaguar. Tenía muchas cicatrices abiertas de las cuales salía sangre y, al igual que Ixchel, un agujero adornaba su pecho. Se llevó las manos hacia el agujero y sacó una daga de obsidiana y la otra de jade.
—Déjame presentarme— saltó a unos cuantos metros cerca de Sawyer—. Soy el dios jaguar, Chac Bolay. El hombre blanco me ha hablado mucho de ti.
—Pero, ¿qué tiene que ver lo de enfrentar mi pasado cuando ni siquiera te conozco?— preguntó muy confundido.
—¡Eres un tonto que osa ofender a Dios!—pero Chac Bolay no parecía molesto, al contrario, soltó una carcajada—. Está bien, te permitiré tutearme, Marcus X, también conocido como Sawyer y "La Peste" ... Déjame demostrártelo.
Chac Bolay lanzó sus dagas a una velocidad que Sawyer apenas pudo girar para esquivarlas. Una vez las dagas se habían perdido en la selva, estas regresaron como si se trataran de un boomerang, y atravesaron la espalda de Sawyer. Su mente se trasladó a su choza en el cementerio. Se encontraba sentado mientras veía a una mujer joven de cabello oscuro y vestido verde esmeralda. Junto a ella, un pequeño niño de aproximadamente siete años que jugaba con una cría de lobo.
—Amor, mira lo que encontró Dragos—le dijo aquella mujer.
Sawyer se acercó a la mujer.
—¡Dime, Ileana!
La mujer le entregó un pergamino. Con mucho miedo lo abrió, solo para encontrarse con la firma de Tartaros Vonnes. Sawyer le ordenó a su familia que escaparan cuanto antes, pero en el momento que los dos se acercaban a la salida del cementerio, Tártaros Vonnes junto a dos quimeras aparecieron. Al pequeño Dragos le arrancaron un brazo. El Lunar de la muerte lo sujetaba del cuello hasta finalmente fracturarlo. Mientras que a Ileana, una quimera le picoteaba todo el cuerpo y sus ojos fueron vaciados. Ileana gritaba. La otra quimera despedazaba su cuerpo hasta que la mujer perdió la vida.
—¿Por qué lo hiciste?— clamaba repetidamente un Sawyer de rodillas alrededor del cuerpo—. Prometiste que me dejarías en paz.
—Necesitaba sangre inocente y que mejor que la de tu familia—le sonrió con mucho descaro y con su magia hizo trizas la ropa de Sawyer dejándolo desnudo—. Elizabeth anda de viaje, así que quiero que hagamos lo de siempre.
—No soy tu esclavo — murmuró Sawyer.
—¿Cómo dices?— preguntó con mucha rabia mientras lo sujetaba del cuello. Luego lo lanzó hacia el suelo haciendo presión con su pie en el pecho—. Claro que no eres mi esclavo, eres mi juguete.
Sawyer recobró la conciencia y se levantó con mucho dolor.
—¿Ahora lo entiendes, vampiro?— le preguntó Chac Bolay—. Con mis poderes puedo hacerte revivir tus peores momentos. Sé que te convertiste en un guardián del cementerio para proteger sus cuerpos. Quieres evitar que Tártaros Vonnes reanime sus cuerpos y se conviertan en quimeras.
— ¿Y eso qué? — respondió con enojo el guardián—. Pude vencer la maldición de Trinas y ya no puede controlarme y te juro, que mataré a Tártaros Vonnes y a la condesa a como dé lugar.
Chac Bolay se rio.
—¿Te parece un chiste mi misión?
—No, pero tu rabia te está cegando, guardián del cementerio—le respondió el dios. Se acercó a este y cuando menos lo esperó le clavó la daga en la espalda—. Ahora lo verás.
Sawyer se transportó a su juventud, cuando apenas tenía unos dieciocho años y se fue de expedición junto a su padre. Mientras esperaba en lo que ahora es conocido como Tulum, Sawyer se dedicó a entrenar con los habitantes de la zona y ayudó a cazar algunos demonios que rondaban por las almas de los niños. Marcus, el legendario cazador, regresó a los cinco días. Tenía un par de heridas, pero nada del cual se pudiera alarmar. Ya todo estaba listo. Un pequeño barco pasaría por ellos al mediodía y los llevaría hasta el Reino de España.
Hasta que el capitán se reveló como Tártaros Vonnes, el lunar de la muerte. Sawyer quiso demostrarle a su padre que él podía vencerlo y por más que el veterano cazador se lo evitara, el chico ignoró su advertencia. La batalla con hechizos duró apenas diez segundos, donde Sawyer salió herido de gravedad. Marcus para salvarlo de la muerte, se interpuso en el último golpe de su espalda, dejando su cuerpo desmembrado.
—Solo tienes una opción, pequeño— le dijo Tártaros mientras le apuntaba con su espada— ¿Eliges ser mi esclavo o quieres morir?
Sawyer desbordaba ansiedad. Todo su cuerpo temblaba, pero era cierto lo que le dijo el dios jaguar... ¡la rabia lo estaba cegando! Pensó que para todos los demás era fácil porque no habían experimentado lo que él sufrió en el pasado. Tenía que intentarlo, soltar su mezcla de miedo y rabia. Solo la calma podía darle ventaja. Sawyer se levantó, agarró la espada y se la clavó a Tártaros.
—Ni siquiera eres el verdadero, ¿verdad, dios jaguar? — le dijo Sawyer sonriendo.
Sawyer saltó hacia atrás alejándose de Chac Bolay.
— ¡Bien hecho! — felicitó el dios jaguar a su contrincante—. Pudiste discernir lo real y lo falso y justo ahí está tu potencial, guardián del cementerio. Si puedes dominar tus sentimientos, vencerás al dios vampiro de la muerte. Recuerda que llevas su sangre, así que aprovecha sus habilidades para contrarrestarlo.
—¿Continuamos la batalla?— le preguntó Sawyer mientras invocaba sus cadenas encantadas—. ¿O tienes miedo de morir?
—¡Ya estoy muerto! ¡Idiota! — se bufó el dios—. Nuestro duelo ha terminado, solo queda esperar a que tus amigos solucionen su problema—. volteó su mirada a las cadenas de Sawyer y dijo—: Tengo un obsequio para ti, creo que irá bien con tus cadenas.
***
La oscuridad en la selva era todo un problema para Bull, ya que había un poco de neblina que le bloqueaba su visión. Thomas y Maura se encargaban de criaturas salvajes que salían de los arbustos golpeándolos con unas ramas. Una enorme serpiente apareció desde un tronco, pero Bull pudo saltar encima de ella y luego hacia una rama para seguir su camino desde los árboles. John se había vuelto un gigante y destruía todo a su paso. Les lanzó un árbol, por lo que Bull tuvo que saltar hacia otro extremo.
—Si no queremos matarlo, ¿cuál es el antídoto? —le preguntó Maura—. Ni siquiera tenemos las armas con nosotros.
—Entrar mente—respondió Bull—. Pero magia no domino.
—Quiere decir que él nos matará—dijo Thomas.
Bull saltó de nuevo al suelo, evitando que una gran roca los aplastara. Lastimosamente cayeron en una especie de pantano, que no los dejaba moverse con libertad. John se venía acercando con rapidez. Bull regresó a su forma humana.
— ¿No puedes realizar algún hechizo con el fango? — le preguntó Maura, mientras Bull volvía a su forma humana—. En este momento, solo tú puedes ayudarnos con John.
— Ya te lo dije, humana—le respondió con mucho enojo—. La única manera es que nos metamos en su mente. Y como puedes ver llevamos horas corriendo a través del bosque. Lo único que se me viene a la cabeza es que creen una distracción y luego, intentaré crear un sello de sangre.
John, lleno de furia, se encontraba parado frente a ellos. Sin embargo, había disminuido de estatura. Estiró la mano para agarrar a Maura, pero Thomas la empujó, tomando su lugar. En ese momento, Thomas intentó zafarse y darle un golpe, pero John lo sujetó con demasiada fuerza. Bull se lanzó hacia su amigo para salvar a Thomas, pero recibió el impacto de un orbe de luz. Maura también intentó lanzarse hacia el vampiro, pero solo consiguió ser disparada hasta el otro lado del pantano.
John acercó lentamente su rostro hacia el cuello de su amigo y le introdujo sus colmillos. El dolor era indescriptible y las venas de Thomas se estaban saltando. Jonn, lleno de éxtasis al saborear sangre humana, clavó sus garras en el brazo del agente. Thomas estaba perdiendo mucha sangre hasta que algo le realizó un corte en el rostro de John. Era una criatura diminuta, de color negro y ojos amarillo como de serpiente, le salía una cola en forma de cruz y dos alas parecidas a las de un murciélago. El diablillo siguió lanzando ataques de energía de los que John no podía defenderse, puesto que desaparecía fácilmente de su vista. Con Thomas caído en el pantano, Maura salió a socorrerlo. Bull fue apoyar a la criatura, mientras que el agente Rhodes perdía su sangre.
— Thomas, quédate conmigo—le suplicaba la chica—. Por favor, no te puedes ir en este momento.
Bull saltó hacia la espalda de un John desprevenido y se agarró clavando sus garras en él. John intentaba quitárselo, pero los ataques del diablillo le estorbaban.
— ¡Tráeme al humano! — pidió Bull—. Usaremos nuestra sangre.
Maura colocó a Thomas en sus brazos y fueron acercándose lo más rápido posible a través del fango, cuidando que las heridas no se ensuciaran. Una vez cerca, Thomas se acercó y con su mano ensangrentada tocó la espalda de John. Mientras que Bull hirió con su garra el dedo de la chica para sacar su sangre. Finalmente, Bull quitó una de sus manos y se sacó sangre del brazo para luego dibujar un sello de Salomón.
John cesó y cayó inconsciente. Thomas también perdió el conocimiento. Justo en ese momento, la luna desapareció, devolviéndolos a un ambiente cubierto de neblina y peligro. Bull se colocó a John en sus hombros y se acercó a Maura para cuidarlos. De repente, el fango comenzó a moverse. Sintieron que eran arrastrados y para cuando llegaron a darse cuenta, se encontraban en el lugar donde habían iniciado la fuga. Marcus Oras y Chac Bolay se encontraban junto a una mujer con el pecho desnudo y una serpiente viva adornando su cabeza y una falda azul con huesos incrustados.
— Pasaron la prueba con la nota más baja que he visto—pronunció Chac Bolay—. Ni Marcus lo hizo tan patético. ¿Qué opinas, Ixchel?
—Están aprobados, aunque me decepcionaron un poco—dijo aquella misteriosa mujer. Maura se preguntó si ella era la misma Ixchel que se encontraba fuera del pequeño purgatorio—. ¡No, Maura Tates! Yo soy la diosa jaguar de la luna y la medicina, me conocen como Ixchel. La reina uay que conocieron es mi hija, una semidiosa.
Maura trató de dejar su mente en blanco, pero lo único que conseguía era recordarlo. Ixchel sonrió ante la vergüenza de la chica.
—Consideramos que necesitan entrenamiento—dijo la diosa de la luna—. Cada uno tendrá que enfrentarse a feroces adversarios en el futuro. Sabemos que el tiempo que tienen es minúsculo, pero es el mejor obsequio que podemos darle a los futuros pilares. En este mundo, el tiempo transcurre de forma diferente, así que cuando regresen al mundo terrenal, habrán tenido un entrenamiento de un mes.
—Ixchel se encargará de sus heridas, ustedes vengan conmigo—les ordenó Chac Bolay.
***
John despertó con un fuerte dolor de cabeza. Se encontraba en una mesa de piedra y a su lado, Thomas, vendado del brazo y con hierbas en el cuello. John no recordaba nada de lo que había pasado.
—¿Fue mi culpa, no?— le preguntó con mucha vergüenza mientras las lágrimas le recorrían su rostro—. Thomas, desde el fondo de mi corazón, te pido perdón...cuando me transformo en esa bestia, reconozco a todos como el enemigo.
Thomas le regaló una muestra de cariño que el príncipe vampiro deseaba en ese momento. Un fuerte abrazo, donde no importaba que el agente pronunciara palabras. Su noble gesto le llenó de paz. Sabía que a su amigo no le importaba lo que había pasado. De repente, el pequeño diablillo se materializó frente a John, quien retrocedió de la impresión.
— Sí, lo olvidaba, este pequeño amigo se llama Devi—le explicó Thomas entre risas—. Al parecer, me tomó cariño cuando lo "derrotamos" en la mazmorra de tu padre. Fue muy molesto de vencer. Incluso casi te vence a ti.
—Mucho gusto en conocerte, Devi—le dijo John tendiéndole la mano. El diablillo aceptó y colocó su diminuta mano sobre la de John— ¿Con que casi me derrotas? ¡Eres increíble!
Devi se tornó de un color rosa y se dio la vuelta.
—John van Vonter, ¡eres un perezoso! — pronunció la diosa Ixchel—. Incluso el joven Thomas ha terminado su entrenamiento.
John se sintió muy avergonzado. Aquella mujer tenía demasiada razón que incluso le dolía. En todos los enfrentamientos que había tenido con sus adversarios, había dormido varias horas para recuperarse. Empezaba a sentirse inútil y débil frente a los otros Lunares. Recordó su batalla contra Balthazar en el cuartel donde tuvo que usar una armadura divina o la de Jonathan, donde de no ser por sus amigos estaría frito. Quizás tuvo que haber entrenado más duro en todos los años que viajó alrededor del mundo junto a Bull.
— Acompáñenme, ya es momento que regresen a su mundo—ordenó la diosa.
Ixchel extendió sus manos para dividir el agua y crear un sendero que los llevó directo al monumento. Maura, Bull y Sawyer se encontraban esperándolo. Estaban muy alegres de ver que sus amigos se encontraban a salvo. También Chac Bulay y el espíritu de Marcus.
—John Van Vonter, Thomas Rhodes, Maura Tate, Bull Strauss y Sawyer Oras—pronunciaron al unísono los tres guardianes del purgatorio—. Tras haber aprobado ante los designios de este mundo, les entregamos el tesoro que más anhelan, la copa sagrada de los Lombardi.
Aquel monumento de doce secciones se elevó hacia el cielo donde explotó. Una copa brillante apareció en el cielo. Parecía que volaba. Los chicos podían sentir aquella energía oscura que emanaba. La copa bajó lentamente hasta posarse en las manos de John. Tenía relieve en forma de corrientes de aire y la rosa de los vientos.
—¡Cuídala bien!— dijo Marcus—. Incluso nosotros nos hemos visto tentados muchas veces por su poder. No dejen que caiga en manos de Jonathan.
Chac Bulay abrió un portal donde antes se encontraba el monumento.
— Antes de irte, John, quiero entregarte esto—le expresó el dios jaguar poniendo un orbe luminoso en las manos de John—. Sé que dominas el arte de las lanzas espirituales, así que considero que este te será de mucha ayuda para enfrentarte a los lunares.
John agradeció asintiendo su cabeza y luego introdujo el orbe a su cuerpo. Después de despedirse de los guardianes, el grupo entró al portal.
***
Traspasaron la barrera para regresar de vuelta al cenote. Sin embargo, algo había cambiado en todo el tiempo que estuvieron en el purgatorio de los guardianes. Se escuchaban explosiones y el cenote estaba cubierto de sangre. Tampoco Kukulkán se encontraba vigilando. Nadaron a la superficie solo para encontrarse una pelea de los Uay contra una mujer que portaba una corona del cráneo de un águila, una blusa rota y sucia y un pantalón de cuero. Era Astryd Lombardi, el Lunar del aire.
—Tengo que ayudar a los uay—dijo John al ver como varios cuerpos flotaban alrededor de ellos—. Esto ni siquiera es un ritual de sacrificio, es una masacre. Ella es Astryd Lombardi, una mujer salvaje que puede manipular el aire y darle filo.
Ixchel voló por detrás de Astryd y le clavó una cuchilla en la espalda, pero el Lunar se la sacó inmediatamente y la lanzó a un uay mono. Astryd colocó sus manos como si fuese a disparar un rayo desde estas. Ixchel logró esquivarlas, pero logró unos cortes superficiales en su brazo derecho.
—¡Wendygo!—exclamó John.
La lanza atravesó el pecho de Astryd sin que ella pudiera darse cuenta.
—¡Johnny! — dijo la mujer mientras se le dibujaba una sonrisa macabra en su rostro—. Me agarraste por sorpresa, querido. Vine a por la copa, ¿la tienes?
Entonces Astryd sacó la lanza y la dirigió hacia John nuevamente, quién la agarró con sus manos. Luego voló hacia ellos mientras derramaba sangre por todos lados. Cuando estuvo a unos cuántos metros del clan Van Vonter, toda el agua del cenote subió con rapidez hasta formar una enorme burbuja que contuvo a la vampira del viento. Por más que trató de usar sus poderes, algo la debilitaba desde el interior. Finalmente, los restos se unieron hasta formar a Kukulkán.
—Igual de debilucha que tu padre, Astryd—se mofó el dios—. ¡No eres digna de la copa!
— Lo dice...—le contestó Astryd, pero se detuvo al atragantarse con el agua.
Kukulkán volteó hacia el grupo y un portal se abrió.
—¡Entren! — ordenó con un tono de preocupación—. Los guardianes y yo nos quedaremos a detenerla. Un viejo conocido me ha avisado que sus amigos necesitan ayuda.
El grupo asintió y entró mientras miraba hacia atrás.
—¡No se preocupen por nosotros! — exclamó la reina uay antes que se cerrara el portal—. Nos veremos pronto, contamos con ustedes, clan van Vonter.
Desde arriba, un árbol lanzó las pertenencias del clan al portal, que luego se cerró. Kukulkán liberó a Astryd, que ya le faltaba poco para morir ahogada.
—¿Qué dices, pseudo diosa del viento? ¿Te animas a combatir contra mí e Ixchel? — le preguntó provocando a Astryd, que perdida en furia disparó varias cuchillas de aire sin tocar a nadie. Supongo que fue un sí.
Kukulkán e Ixchel se dirigieron hacia el Lunar del aire. Lucharon durante horas, hasta que finalmente se decidió un ganador. Ese día fue recordado durante siglos por la tribu uay de Chichen Itzá. Astryd fue derrotada, quién al perder no dejó que vieran su rostro llorando de frustración. Astryd se fue muy herida a través de una nube que alcanzó a invocar antes de quedar del todo inconsciente.
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