Capítulo 15
Para Amber las horas se sentían eternas. En solamente dos días, Trinas la había llevado a un entrenamiento intensivo de artes oscuras. Aunque se animó tras recordar que entre más habilidades tuviera, más fácil sería enfrentarse al enemigo. Trinas se sentía un poco envidiosa, ya que Amber pudo dominar la magia del fuego con mucha facilidad. Es conocido que para esta magia se necesita controlar los impulsos y los pensamientos. Nunca se había encontrado con una discípula muy diestra. A pesar de su profundo odio como mujer, le tomó cierto respeto como su alumna.
—Perfecto, pasaremos a algo más complejo...veamos si eres capaz de dominar la nigromancia—dijo Trinas sonriendo con mucha picardía. Observó la cara de Amber que comprendía poco, pero solo eso le bastaba para sentir miedo—. Querida, trabajaremos con cadáveres.
Amber sintió repulsión, lo que le hizo llevarse las manos a la boca para no vomitar.
— Eres tan ridícula, me lo agradecerás luego—dijo Trinas y le indicó que la siguiera—. Le pedí a los Vonnes su ayuda.
No podía negarse. Trinas la condujo hasta un pasadizo secreto debajo de una fuente de gárgola. Una escalera de huesos se extendía por unos veinte metros. El olor era asqueroso, putrefacto y penetraba cada poro de la piel. Amber aguantó la respiración por un momento, hasta que se pudo acostumbrar. Notó una mesa metálica y sentado en ella se encontraba un niño de piel gris y ojos rojos, vestido con un pantalón azul marino y camisa blanca de lino, y en su cabeza reposaba una boina roja.
— ¡Timmy! — exclamó de alegría la vampiresa, aunque el chico prefirió no contestarle el saludo—. Eres un zombi quimera, por supuesto que sabes hablar—Trinas tomó del brazo al chico y lo acercó a Amber, quien pudo notar como el pequeño hacía mostrar una faceta muy cariñosa de su maestra—. Quiero presentarte al hijo del señor Tártaros y la condesa Elizabeth.
Amber notó cómo el niño estaba temeroso de Trinas y le suplicaba ayuda. Amber le extendió la mano y él aceptó el saludo con una sonrisa.
— Me llamo Amber Hills.
— Yo soy Timothy Vonnes, pero todos me dicen Timmy—su voz era dulce, pero desbordante de tristeza.
— Bien—dijo Trina interrumpiendo el saludo de manos y los separó a ambos—. No vinieron acá para volverse amigos, sino que a pelear.
De las manos de Trinas salieron dos calaveras con tres cuencas de ojo y de estas un brillo carmesí. Timothy creció unos centímetros mientras que sus uñas se transformaron en garras muy afiladas. Y en un parpadear, el niño se lanzó hacia Amber.
— ¡No quiero pelear contigo! — dijo Amber esquivando el ataque.
— Tampoco él, querida...tienes que ganarme el control mental para detenerlo.
— ¡Serás una hija de puta! — exclamó Amber mientras cambiaba a su aspecto de ángel.
— ¡A mí me respetas! — le repuso la vampiresa que con un chasquido hizo que el niño zombi se cubriera de una extraña energía oscura.
Timothy saltó hacia Amber, quien se defendió con un escudo de fuego que lo hizo retroceder. Al caer al suelo, saltó nuevamente y sus garras lograron penetrar el escudo. Amber se movió rápido y agarró al niño del hombro, pero justo en el momento que lo iba a lanzar al suelo, algo muy pesado le golpeó en la cabeza. Amber cayó y toda su visión se nubló de oscuridad.
Se despertó varias horas después con un frío que le recorría por todo el cuerpo. Se dio cuenta que estaba desnuda y no tenía nada con qué cubrirse. Observó con detenimiento mientras su visión nocturna se acostumbraba. Al parecer se encontraba sola, no detectaba ninguna fuente de energía. Amber escuchó una voz que le dijo: "¡Hazlo, eres un ángel!" Amber sintió una vibración fluyendo a lo largo de su cuerpo hasta que pudo imaginarla como una luz. En ese momento, todo su cuerpo resplandeció en un tono dorado que iluminó aquella habitación. Amber se arrepintió de haberle hecho caso a la voz. La sala estaba repleta de quimeras sedientas de sangre. Amber divisó al pequeño Timothy en medio de las bestias, quién se lastimaba con el fin de salir del control mental de Trinas.
— ¿Qué te pasa, Trinas? Se supone que debes entrenarme, no quitarme la vida—dijo Amber entrando en pánico. Mientras las criaturas se acercaban lentamente hacia ella, Amber sudaba como si estuviera en una sauna y el latido de su corazón casi la ensordece. Sintió una serpiente arrastrarse por sus pies y la sensación de algo que caminaba lentamente por sus piernas hasta la entrepierna. Además de una lengua carrasposa lamiendo desde la espalda baja hasta su cuello. Amber ya no lo soportaba y exclamó con el poco aire que le quedaba—: ¡Trinas, detente!
— ¿No eres un supuesto ser divino? Entonces defiéndete como uno—le contestó Trinas a través de todos los zombis.
— No sé cómo hacerlo.
— Sangre divina recorre por tus venas, ingeniatelas, querida—se burló Trinas—. ¿O acaso solo eres un cuerpo bonito?
La serpiente había subido hasta su cuello y la comenzaba a ahorcar. Su respiración se hacía más complicada y los zombis ya estaban más cerca de ella. Amber perdió el conocimiento. Su alma salió del cuerpo y ahí observó que la acompañaba una criatura humanoide con una corona de laureles en su frente. Su cuerpo brillaba demasiado que no podía distinguir sus facciones. De cada costado le salían cuatro alas doradas y en cada una podía verse un enorme ojo de color azul cobalto.
— ¿Estoy muerta? — preguntó Amber mientras observaba su cuerpo inerte.
— Aún no, pequeña—le contestó con una dulce voz—. Necesito que confíes en mí, pero sé que ya lo haces. Cada vez que necesites mi ayuda, llámame.
— Pero ni siquiera sé tu nombre — repuso Amber.
— Más adelante habrá tiempo para presentaciones. Por ahora, regresa a tu cuerpo. Yo te daré indicaciones.
El ángel desapareció y Amber regresó a su cuerpo. Era cierto, aún podía escucharlo.
— Bien, ahora concentra tu energía y busca a Timothy entre las quimeras...
— No quiero lastimarlo—interrumpió Amber—. Todo indica que él es una víctima como yo.
— ¿Acaso te dije que lo mates? Solo confía en mí.
Después de la plática, Amber vio una energía púrpura alrededor de las criaturas. Timothy lloraba de cuclillas en medio de un grupo quimeras con cuerpo de serpiente. Amber movió su mano a un lado y las quimeras se movieron sin ni siquiera tocarlos. Luego alzó su mano y la bajó con rapidez atrayendo a Timothy y manteniendo al resto de quimeras suspendidas en el aire. Amber tocó la frente de su amigo imaginando un orificio. Cerró los ojos y finalmente accedió a la mente del niño.
— ¡Timothy! — llamó Amber, pero el chico estaba ensimismado—. Soy yo...Amber.
— ¿Amber? — dijo el chico subiendo su cabeza y se sorprendió al verla de cuerpo completo—. ¿Lo has logrado?
— No lo sé — le contestó Amber sonriéndole—. Ni siquiera sé qué estoy haciendo.
— Terminemos esto de una vez— le dijo Timothy levantándose. Se acercó a Amber y le tendió la mano—. Tienes permiso para usar mi cuerpo zombi. A esto se le llama "nigromancia por contrato". Trinas estará molesta, pero lograste pasar la prueba. Sal ahora y ¡acábala!
Amber le sonrió. En un parpadear ya se encontraba de vuelta a su cuerpo. No podía creerlo. Un gran escudo de energía dorada le rodeaba. Los zombis intentaban pasar, pero era impenetrable. Escuchó la voz de su ángel guiándola, así que se dispuso a obedecerlo. Solo le bastó mover sus manos para controlar el cuerpo de Timothy, quién abría el paso desgarrando al resto de quimeras zombis. Por su parte, Amber le seguía el paso en búsqueda de Trinas.
Mientras atravesaban la habitación, Amber no podía dejar de pensar que muchas de esas criaturas sentían lo mismo que Timothy. Estaba dudando en continuar con el enfrentamiento. Sin embargo, lo único importante en ese momento era su supervivencia. Tras una sangrienta lluvia salpicándoles, Amber y Timothy llegaron a la salida. Ahí fuera se encontraba Trinas, sentada en una silla con una pierna cruzada sobre la otra y la cabeza apoyada en su mano. Al ver triunfante a la chica, se sintió orgullosa del resultado.
— Me sorprendes, pequeña perra—dijo Trinas aplaudiendo y se acercó al dúo—. Has pasado la prueba. Te cuesta un poco dominar la técnica, pero nada mal para una principiante.
Timothy volvió a la normalidad al igual que Amber. Pero al haber consumido demasiada energía, la chica se derrumbó sin poder levantarse. Timothy y Trinas la ayudaron a sentarse en la silla.
— Si la situación fuera diferente, creo que seríamos amigas—dijo Trinas guiñándole el ojo, pero luego su gesto amable cambió por completo—. Lastimosamente, me tocará ser la mala del cuento porque serás la esposa de mi amado señor.
— No lo seré — dijo Amber y sintió el impulso de vomitar imaginando una vida con el Lunar.
— Ya quisiéramos las dos—dijo Trinas y ninguno contuvo la risa por el comentario—. Lo has hecho bien, te mereces un descanso.
— Gracias, maestra.
Amber buscó la salida, pero Trinas la detuvo con su magia.
— Sé que ambos no tienen amigos y aunque yo sea una hija de puta, creo que ambos se complementan—dijo Trinas con una amabilidad que parecía nada creíble—. Prometo hablar con mi señor para permitirles que sigan teniendo reuniones, ¿les parece?
Ambos asintieron con mucha alegría.
— Perfecto, vayan a descansar.
***
Terminada la cena, Amber fue a tomar un baño de tina. Por toda la conmoción del momento, había olvidado que estaba cubierta de sangre y vísceras de quimera. La culpa volvió a apoderarse de ella. ¿Qué eran exactamente las quimeras? ¿Tenían sentimiento como Timothy? ¿Era el chico un aliado o un enemigo? Demasiadas eran las preguntas que le inquietaban. Una vez que la tina se llenó, colocó flores y eucalipto para refrescar el aroma. Intentó relajarse en el agua, pero le fue imposible. Los eventos recientes, en especial la muerte de su madre, hicieron que la chica soltara las lágrimas que contuvo por días.
— ¿Puedes escucharme, ¿no? — preguntó Amber en su mente.
— Siempre, lo...—le contestó.
— Necesito que me expliques qué soy exactamente—interrumpió Amber—. Por todo lo que he vivido y hecho, considero que ya es hora que me digas la verdad que mi madre se llevó hasta la tumba.
—Directo a la yugular, eres idéntica a tu madre—contestó el ángel—. Déjame presentarme, soy el arcángel supremo, Santiel. En otras palabras, soy el dios de los ángeles.
—¿De los que servían a Jesucristo? — preguntó Amber confundida—. ¿Acaso todo eso fue un invento humano?
—Los dioses que conoces por la mitología y la religión, dejaron de existir hace mucho tiempo—respondió Santiel—. Al morir, su energía se transformó en diversas cosas que son muy complejas de explicar. Actualmente, los Lunares y los ángeles somos los últimos dioses vivos de este universo. Eso quiere decir, que aún existen en otros universos.
—Preferiría que omitas lo del multiverso—suplicó Amber—. Es algo muy complejo de entender y siempre me causa ansiedad.
— Lo siento—expresó el ángel muy apenado—. Retomando a la pregunta, desde la última guerra, los ángeles prestamos nuestros poderes a diferentes personas que lo necesitaran para librar las batallas contra el mal. Sin embargo...—Santiel se detuvo un momento como intentando disfrazar algo—. Algunos ángeles se fusionaron con las almas de sus contenedores y terminaron procreando.
— ¿Nephilims? — interrumpió Amber—. Recuerdo haber leído algo en libros de mitología.
— Exacto, ustedes los llamaron Nephilim—confirmó Santiel—. Tu padre era descendiente de Nephilims y tu madre también poseía sangre divina, aunque en menor cantidad. Solo tu padre era conocedor de su linaje.
— Entiendo que soy una mestiza, pero hay algo que me inquieta.
— ¿Tu relación con Lilith, la señora de la noche? —preguntó Santiel sabiendo que esa era la inquietud—. Amber, puede que esto te arruine la vida, pero si así lo deseas... ¡Tú eres la reencarnación de Lilith!
Amber se comenzó a sentir mareada. Podía escuchar su corazón palpitar con mucha rapidez. ¿La reencarnación de Lilith? No podía ser real. Quizás solo estaba soñando. Recordó el encuentro que tuvo frente al espejo, las palabras de Lilith y el plan de Jonathan. Todo este tiempo, ella había sido una pieza clave de la guerra.
— ¿Estás bromeando, ¿verdad? Según entiendo, Lilith se encuentra en una dimensión aparte a la nuestra— dijo Amber con mucha incredulidad, incluso se le salió una carcajada nerviosa—. Creo que te estás equivocando.
Amber se salió de la tina y se envolvió en la toalla. Necesitaba aire fresco, así que se sentó en la ventana.
— En la copa sagrada que pertenece a Lilith residía una parte de su alma...y hace siglos, en una batalla cuando John era apenas un niño, el alma escapó y nunca nadie la encontró. Hasta que después de saltar de cuerpo en cuerpo, encontró el tuyo...uno parecido al real y finalmente se estableció en él.
—¡Vete! —ordenó Amber con una fuerte jaqueca—. Creo que es demasiada información por ahora.
Y Santiel obedeció. Amber se fue a su cama con la cabeza dándole vueltas tratando de comprender su posición. Lo que más le preocupaba es que ni siquiera tenía un alma propia.
***
A la mañana siguiente, si es que así podía llamarle a la eterna oscuridad, Amber bajó a desayunar. Ese día no tendría entrenamiento con Trinas, así que buscó realizarlo a escondidas. No podía desperdiciar más tiempo. Si ella era la reencarnación de la señora de la noche, entonces estaba más que confirmado que podía enfrentarse a sus captores y derrotarlos. Mientras pensaba donde realizar su entrenamiento secreto, Jonathan apareció junto a Trinas y el niño zombi. Este último no se veía muy cómodo caminando junto al rey de los vampiros. Los tres tomaron asiento y se sirvieron comida. Amber se sorprendió aún más que Timothy era capaz de comer frutas, pero recordó que era "modificado".
— Espero que hayas descansado bien, mi querida amada—dijo Jonathan mientras daba un sorbo a su copa de sangre. Amber notó como Trinas frunció el ceño al escuchar la palabra "amada" —. Consideré la idea de Trinas y ya lo hablé con los Vonnes...desde ahora, Timothy pasará a vivir en nuestro castillo y entrenarán juntos. Quiero que mi futura esposa tengo un amigo de su nivel.
Amber y Timothy se alegraron, pero no demostraron ninguna señal de emoción. Trinas también estaba muy contenta puesto que le encantaba abrazar al pequeño. Era su consentido.
— Además, quiero informarte que me ausentaré unos días y Trinas junto a los Vonnes se encargará de supervisar el orden del castillo—dijo Jonathan y su mirada se posó en el vació—. Mi querido sirviente, Banra, se encuentra desaparecido y aún siento su energía vital. Creo que necesita mi ayuda.
¡Maldita sea! Los planes de Amber se vieron frustrados. El poco tiempo que llevaba conviviendo con la familia real, los Vonnes eran los peores. No comprendía cómo es que su hijo Timothy era tan diferente a ellos. Si Timothy era amable y sentía tristeza, dolor...los Vonnes eran el reflejo de la maldad enfermiza. Sin embargo, podía aprovechar a acercarse más a Timothy y comprobar que no le estuviera tendiendo una trampa.
Al terminar el desayuno, Amber y Timothy salieron a caminar al jardín. No se dirigieron ninguna palabra, puesto que sintieron que alguien los seguía. Una vez esa energía se esfumó del lugar, se sentaron en una banca de huesos.
— Tim, ¿quién eres exactamente? — preguntó Amber—. Sé que eres diferente a tus padres y a Jonathan, pero no sé hasta dónde puedo confiar en ti.
— Soy un arma sagrada de los Vonnes—soltó Timothy sin tapujos—. Los lunares son dioses del submundo. Poseen poderes que ningún otro vampiro tendría y estos los heredan a sus descendientes. A diferencia de tu amigo John, yo no soy vampiro, sino un ser artificial.
— ¿Pero a qué te refieres con lo del arma sagrada?
— Cada Lunar posee un arma o varias armas con la que puede potenciar sus poderes—explicó Tim. Hizo una pausa para ver que no hubiese nadie cerca y luego prosiguió—. Mis padres siempre ansiaron un bebé, pero ambos eran infértiles. Así que decidieron crear un ser artificial. Con ayuda de Trinas, robaron el cuerpo de un niño huérfano y la nigromancia hizo el resto. Tanto el alma del niño y la del arma se fusionaron.
—Última pregunta, ¿amigo o enemigo? — preguntó Amber con mucha seriedad, pero al poco tiempo sus labios temblaron porque quería reírse de lo gracioso que sonó.
— Amigo, Amber...quiero escapar y dejar de ser esta marioneta que mis padres crearon—le respondió Timothy—. Creo que el destino nos puso en el camino para ayudarnos mutuamente. Prometo que te haré perfeccionar la nigromancia.
— Entonces, ¿qué te parece si comenzamos ahora? —le sugirió Amber y Timothy asintió —. ¡Perfecto!
Ambos se dirigieron a la sala donde Trinas los hizo pelear el día anterior. El chico invocó a dos quimeras león aladas a través de un pentagrama en el suelo. Además de aprender el arte de la nigromancia, Tim le enseñaría técnicas de batalla de cuerpo a cuerpo.
— Quiero que derrotes a uno sin usar nigromancia...¿sabes pelear? — le preguntó Timothy evaluando el cuerpo de Amber que no se miraba muy atlético.
— No del todo, desde que mis poderes despertaron...mis batallas han sido muy amateur—le confesó la chica muy apenada—. Pero daré lo mejor de mí, maestro.
— Esa es la actitud—dijo Tim y liberó a las bestias.
Amber se colocó en posición de pelea esperando que las bestias llegaran. Una vez cerca, la chica saltó. Intentó caer encima de una de las quimeras, pero la compañera empujó a Amber con un ala. Amber rodó en el aire, hasta que sus alas se desplegaron.
— ¡Sin poderes! —ordenó Timothy—. Solo debes concentrar tu energía espiritual en cada parte de tu cuerpo.
— Lo intentaré—le respondió mientras recuperaba el aliento.
Las quimeras saltaron hacia Amber. Esta vez, extendió los puños con toda la energía acumulada en estos logrando que una de las quimeras saliese disparada. Mientras que la otra fue golpeada accidentalmente por la onda expansiva del golpe.
— ¡Ahora la nigromancia! — ordenó el chico con mucha seriedad—. Recuerda, ¡puedes hacerlo!
Amber invocó al ángel y la estrella volvió a dibujarse en sus ojos. De nuevo, la chica fue capaz de ver el aura del enemigo. Abrió el tercer ojo en una de las quimeras. Sentía su rabia y sus ansias de sangre divina al punto que quería cortarse para probar su propia sangre. Supo que tenía que controlarse y terminar cuánto antes. El ojo fue abriéndose más en la frente de la quimera. Y en cuestión de segundos, esta había aniquilado a su compañera. Luego de eso, Amber soltó a la restante y la devolvió nuevamente por el pentagrama.
La chica cayó de rodillas al suelo, sintiendo como su energía se había consumido por completo. Timothy corrió a ayudarla y de su bolsillo sacó una tableta de chocolate, que Amber aceptó muy agradecida.
— En efecto, eres una terrible peleadora y la magia no bastará para escapar de acá—soltó Timothy entre risas. Amber se decepcionó un poco—. Amber, solo necesitas entrenar más duro. En tus venas corre sangre poderosa. No sabría decirte si al mismo nivel de los Lunares o incluso mejor, pero podrás lograrlo.
— Enséñame a pelear—suplicó Amber—. No me importa lo que tenga que hacer, tenemos que escapar cuánto antes.
— No será algo de la noche a la mañana, lo sabes.
— Lo tengo más que claro—le contestó volviéndose a parar—. ¿Seguimos?
— Pensé que no lo dirías— le respondió el niño zombi sonriéndole.
Ambos entrenaron hasta el momento de la cena. Incluso, mientras todos los huéspedes del castillo se encontraban dormidos, se escabulleron en la oscuridad espectral para continuar con el entrenamiento. La decisión estaba tomada: ¡ambos escaparían!
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