Capítulo 10
Alrededor del cuartel del SOIS, los periodistas y habitantes preocupados del pueblo exigían la verdad de los hechos. Se suponía que era una organización internacional de seguridad que trabajaba para la Alianza Mundial. A pesar de su imagen intachable, los eventos ocurridos en las últimas semanas afectaron su reputación. Incluso se encontraron personas que testificaron haber visto criaturas durante el incendio. San Marcus se había convertido en el ojo de los medios debido al descubrimiento de una villa cercana donde ocurrió una masacre. Las imágenes eran muy fuertes, ni siquiera tuvieron la decencia de censurar los cuerpos desmembrados y los pentagramas de sangre en paredes y la construcción de altares con cuerpos humanos y velas negras que se derramaron hasta el suelo.
El director Barton había estado observando las noticias desde que regresaron. Estaba muy molesto de ver que ninguno de los arrestados quiso hablar. Después de un fuerte golpe en la mesa, Samuel Rhodes defendió a John y Bull. Pero la cizaña del agente West solo logró que Barton no se quisiera retractar sobre lo que pensaba.
—Sigo sin entender, Rhodes, ¿cómo te aliaste con unos monstruos? Conoces las reglas—dijo Barton mirándolo fijamente, luego ancló su vista hacia John analizando cada movimiento hasta su ritmo de respiración—. Y tú, ¿se supone que debo tratarte de "alteza''?
— ¿Acaso cambiará mi situación? —le respondió John desafiando su autoridad—. Señor Barton, estamos del mismo lado. Si estamos aquí es por el bien de todos.
— Después de todo lo que ha pasado, es muy posible que seas aliado de ese tal Jonathan— dijo Barton y luego se acercó casi chocando sus narices—. Te lo dejaré claro, vampiro: ¡no me agradas!
— Para su información, soy un vampúmano y uno de los Lunares—corrigió John mostrando su apariencia vampira—. Ya ni siquiera tengo que esconder mi naturaleza. Mientras ustedes nos detienen, el pueblo corre peligro. Jonathan van Vonter no se anda con rodeos.
—¡Insolente! — dijo West lanzándole una cachetada a John y antes que le diera otra, Barton lo detuvo.
—¿Pedí que lo hicieras? La próxima vez que actúes sin mi permiso, te suspenderé—amenazó el director avergonzando a Morani West y luego se dirigió a los demás—. La decisión está tomada: los traidores serán encerrados en el sector D durante una semana. Mientras que ustedes dos irán a la "Prisión de las bestias".
Las puertas se abrieron dejando pasar a un grupo de guardias que los acompañó hasta sus celdas. Barton los siguió por detrás para cerciorarse que no escaparan. Una vez dentro de sus celdas se dirigió a preparar un comunicado de prensa acompañado del agente West.
***
La "Prisión de las bestias" era un espacio subterráneo de forma circular. Para John y Bull les resultó parecida a la Zona Muerta, exceptuando que estarían a salvo de peleas. Incluso había criaturas de diferentes clases: coyotes, lamias, sirenas oscuras, hombres cuervos, perros fantasmas, gárgolas. Todas servían de estudio para conocer la naturaleza y salvaguardar vidas humanas. Cada celda estaba protegida con una pared de vidrio reforzado y tecnología que reprimía las habilidades ocultas.
Se montaron a una plataforma en el centro de la prisión que los llevó unos pisos abajo. John había calculado alrededor de nueve niveles. A pesar de la tecnología represora, en toda la prisión emanaba una energía negativa que les incomodaba. Uno de los agentes abrió la puerta y los lanzó esposados hacia el interior. Rápidamente, la puerta se cerró y la celda se iluminó. En una esquina se encontraba un hombre de barba desaliñada, ropa de vagabundo que se cubría con sus brazos, que los miraba con burla.
—Así que seremos roomies—dijo sonriendo mientras sus ojos se volvían ámbar—. Es todo un honor para mí compartir esta celda con John Van Vonter y mi hermano, Bull, el hombre que traicionó a su clan.
—¡Gabriel! — expresó Bull.
Era el hombre lobo del enfrentamiento en el bosque de los mineros. A Bull le causaba repulsión el olor, la voz o mejor dicho la presencia misma de su hermano. Aunque no era extraño, Bull odiaba a todos sus hermanos. Para Bull, su única familia había sido Marcus Oras, John, Sawyer y su abuelo. Siempre estaría agradecido con el cazador por haberlo criado como un hijo.
—Tranquilo hermanito, pronto estaremos fuera.
— ¿A qué te refieres? —le preguntó John.
— La misión del señor Jonathan aún no está acabada—contestó Gabriel entre tosidos. La temperatura en su celda había disminuido—. Lo único malo es que sus amigos morirán sin defenderse.
John y Bull se voltearon a ver ansiosos. Tenían que buscar la manera de escapar de la prisión y salvar a sus aliados. En su desesperación, Bull intentó transformarse para embestir la puerta, no obstante, lo único que consiguió fue la burla de hermano.
— Por algo la llaman la prisión de las bestias...una vez adentro, no puedes hacer uso de tus poderes—le explicó Gabriel—. Gracias a ustedes, me encerraron aquí, pero me alegra ya no ser el nuevo.
Bull gruñó. Pero Gabriel tenía razón, su cuerpo estaba débil como si le hubieran arrebatado su energía. John intentó realizar sus conjuros, pero no funcionó. Sin nada más por intentar, se sentaron a observar la habitación completa. Quizás había una forma de escapar, algún cable, orificio o fallo en el sistema de cierre.
— No quisiera pedirte esto, Gabriel, pero creo que deberíamos trabajar en equipo para salir de acá—sugirió John tendiéndole la mano al hombre lobo—. Sea acá en la prisión o fuera, me tendré que enfrentar a Jonathan.
—Tampoco me agrada la idea, John, pero me parece interesante—le contestó dándole la mano. Luego miró a su hermano diciéndole—: Espero que tus diferencias conmigo no entorpezcan todo.
Bull asintió y luego se levantó para ayudar a Gabriel. Fue así como tres peculiares prisioneros iniciaron el plan de escape. Debían apresurarse, porque sólo contaban con 48 horas para salir ilesos.
***
Sawyer se había atado a la cama tratando de batallar con el encantamiento de Trinas. El sudor le caía por la frente hasta el suelo, que Sawyer no dejaba de ver. Se perdía entre su pequeño y difuso reflejo. El amanecer ya había transcurrido e incluso algunos rayos de sol visitaron su ventana. Mientras pasaban los minutos, el guardián notó que la fuerza mental de Trinas se desvaneció por completo. Sawyer desconocía lo ocurrido en la batalla de la antigua iglesia. Es por ello que no dejaba de pensar en sus hermanos, en los agentes del SOIS y en Amber, su vieja amiga.
Pronto le entró un sueño pesado, pero tenía miedo que al caer dormido, Trinas lo dominara nuevamente. Había pasado toda la noche clavando sus colmillos en sus labios para infringirse dolor y permanecer cuerdo. Sin embargo, el cansancio lo dominó y en cuestión de segundos cerró sus ojos, olvidándose de toda preocupación.
Sawyer se encontraba en un espacio rodeado de espejos donde una luz se posaba sobre su cabeza. Se reflejaba en todos lados y debajo de él brotaba agua fresca y un par de flores silvestres. Sabía que se encontraba en un buen lugar, lejos del dominio de Trinas. En un instante frente a él, se materializó John van Vonter..
— ¡Hermano! —expresó el guardián del cementerio con mucha alegría. Quiso abrazarlo, pero la energía de John era débil, por lo que se preocupó aún más de sus sospechas—. ¿Estás muerto?
— Aún no, pero necesito tu ayuda...Jonathan atacará pronto a SOIS y todos estamos en peligro—la voz de John se cortaba como si estuviese siendo interferido—. Debes venir y sacarnos de la prisión. Bull y yo confiamos en ti...es tu momento de rebelarse contra Tártaros y salvar a quiénes más te importan.
La imagen difusa de John desapareció y nuevamente, Sawyer se encontraba solo. Su hermano adoptivo le estaba pidiendo mucho. Y tenía razón, era el momento de romper los vínculos. Sawyer se clavó las garras en el corazón y pudo regresar a su cuerpo real. Despertó gritando, pero luego se dio cuenta que ni siquiera le dolía donde antes se había lastimado. Hizo fuerza y rompió la cadena con la que se había sujetado. Se vistió rápidamente y trajo consigo su máscara, que al salir de la puerta se la colocó. Sawyer Oras, el guardián del cementerio, era la esperanza de sus amigos. Estaba listo para cumplir su misión, tomó impulso y se transformó en una nube que se elevó al cielo hasta perderse en el resto de nubes.
***
48 horas después
"Estimados Sres. y sritas. periodistas. En los últimos meses han ocurrido tragedias. Y ustedes, como parte de la ciudadanía, siempre nos han apoyado a cubrir los hechos. Por el bien de la humanidad, hemos ocultado operaciones que involucran criaturas que muchos consideraban ser de cuentos de hadas, pero no es así. Siempre han existido entre nosotros. Tendrán muchas preguntas, pero no podemos responderlas al menos por este momento. SOIS opera desde hace décadas con el fin de proteger la vida humana y mantener el equilibrio. Más adelante nos estaremos comunicando con los medios de comunicación, pero les aseguramos que todo está bajo control".
— ¿Control? —preguntó una periodista soltando una carcajada—. Ese cuento viejo nadie se lo cree. Todos vimos el incendio que devoró todo un vecindario o el de la mujer en coma—hizo una pausa al quedarse sin aire por la fuerza con la que habló, mientras que el vocero comprendía su indignación y se sentía mal porque no podía brindarle más información—. No estoy acá solo como periodista, sino como una ciudadana que merece que le digan la verdad.
— Señorita, tendrá que esperar unos días más—le respondió el hombre, pero nuevamente fue interrumpido por la periodista.
— Los incidentes ocurridos sólo demuestran las deficiencias de SOIS... son una farsa—le dijo la periodista, pero se quebró en llanto—. Mi amiga estaba entre las víctimas de la iglesia, yo vi a esos demonios. ¿Qué ganan con seguir ocultando lo innegable? ¿Estamos ante una guerra de la humanidad contra esos seres? Solo necesitamos una maldita respuesta.
El resto de los periodistas se unieron al reclamo, pues estaban muy enfurecidos ante la postura del SOIS. El vocero tuvo que ser escoltado por agentes de control para que pudiera ingresar a las instalaciones. La turba lanzó desde huevos hasta piedras a las instalaciones que no permitían su entrada. No solo en San Marcus, sino en diferentes países de la Alianza Mundial, el fracaso de SOIS era tendencia gracias a los altares encontrados en México, Japón, Egipto, entre otros y el descubrimiento de un altar a Jonathan y Lilith en Inglaterra.
Morani West y Barton observaban a través de las cámaras de seguridad. Luego, cambiaron de pantalla para observar la prisión de las bestias. Todo aparentaba estar en calma. Hasta que llegaron a la celda de los recién llegados. Las tres bestias se peleaban entre sí, provocándose heridas y lanzándose hacia el vidrio. A ambos les pareció gracioso y no le dieron importancia. No obstante, pronto notaron como el resto de criaturas en sus celdas comenzaron a pelear al punto que en la habitación se percibían las vibraciones.
— Director, ¿hacemos algo? —preguntó West aterrado—. ¿Qué pasa si se escapan?
— Déjalos que se maten ellos mismos, nos ahorrarán el trabajo—respondió el agente Barton—. Además, fui de las personas que participaron en la creación de estas celdas. Es imposible que puedan escapar.
Barton y West continuaron observando la escena por un buen rato, para luego pasarse al sector D. Todos los agentes miraban la cámara con desafío. En tan solo 48 horas, ninguno se retractó de sus convicciones, por lo que Barton los castigó sin comida y ni así logró nada. Morani West se enfurecía cada vez que miraba sus rostros en la grabación, así que se despidió de Barton y fue a buscar comida para desconectarse un momento. Mientras cruzaba por un corredor, recibió un golpe que lo dejó con el oído zumbando. Mientras se recuperaba del dolor, distinguió las voces de Lir y Amber.
—¡Malditas traidoras! —gritó West.
—Acaba con él, Lir—dijo Amber cambiando el color de sus ojos.
—¡Un monstruo! — gritó despavorido.
— Mucho mejor que eso, soy Amber Hills—le contestó Amber mientras le daba un nuevo puñetazo—. Ahora sí, Lir.
—Con gusto—dijo Lir soltando un golpe que lo noqueó.
Ambas llevaron al hombre dentro del cuarto de ordenanza y lo encerraron. Lir conocía bien la celda del sector D. Sin embargo, debían atravesar más de 1 kilómetro hacia el lado este para acceder. Tenía pocos puntos ciegos, así que trabajando juntas podían llegar. Lir digitó unos números en su celular y las cámaras dejaron de funcionar. Tenían al menos un minuto para atravesar el pasillo y entrar a otra habitación.
— ¿Dices que Sawyer viene en camino? —le preguntó Lir a Amber.
— Es posible que tarde un poco, me dijo que iría por refuerzos—explicó Amber—. Por el momento, somos las únicas que podemos avanzar en el rescate.
De repente, una serie de explosiones hicieron sacudir el edificio, dejándolas en la oscuridad. Pero pronto se encendió una luz roja intermitente acompañada de una escandalosa sirena.
— ¿Qué significa esa sirena? —preguntó Amber.
— Que no han invadido o hay un escape, así que sigue corriendo porque no tenemos más tiempo—le contestó Lir.
Atravesaron la puerta, pero adentro se encontraba un grupo de agentes apuntándoles, quienes las hicieron arrodillarse.
— Así que la traidora de Lir Tates ha regresado junto a Amber Hills—dijo un agente—. Las llevaremos con Barton para que decida su castigo.
— Les conviene a todos que liberemos a los agentes del sector D—le contestó Amber—. Y también a John y Bull. En pocos minutos el cuartel será atacado por Jonathan van Vonter.
Un agente le dio permiso a otro que estaba cerca de Amber para soltarle una bofetada.
— No te ha dado permiso de hablar, perra—dijo el hombre viéndola fijamente a los ojos.
— Ni el comandante Rhodes dio permiso de atacar—dijo la voz de Acosta. Seguidamente, un rayo azul fue disparado hacia los agentes y estos cayeron retorciéndose. Wallace y Acosta las ayudaron a levantarse—. Seguimos siendo parte del escuadrón, ¿no?
Las chicas asintieron con la cabeza. Wallace volvió a atacarlos con los rayos para dejarlos inconscientes un rato más. Eso permitió que el grupo partiera hacia la siguiente área. Cuando iban a entrar a otra habitación, Amber sufrió una nueva visión. Todo se volvió rojo y un monstruo cubierto de llamas devoraban todo a su paso. Una habitación oscura y llena de telaraña, murciélagos en el techo y una reunión de siluetas negras en un comedor. Y finalmente la muerte de John.
Todo volvió a desvanecerse y al despertar de su visión, ella se encontraba flotando con un resplandor dorado a su alrededor. Era como ver un pequeño sol en la habitación. Wallace y Acosta trataban de devolverla a tierra, pero era imposible. Los ojos de Amber tenían aquella estrella. Cuando volvió a tierra, el brillo y las marcas en el ojo se esfumaron.
—¿Qué carajo fue eso? —preguntó Wallace con mucho miedo—. ¿También eres una bestia?
— Aún no lo sé, mis habilidades se manifestaron hace poco...solo sé que tuve una visión—explicó Amber tocándose la sien debido a una terrible jaqueca.
—¿Visión? ¿Algo que nos ayude? —preguntó Lir.
— El fuego lo devorará todo —le respondió con mucha preocupación—. No hay tiempo que perder.
— Entonces, debemos avisarle al director—sugirió Wallace.
— No nos creerá, primero debemos ir por los chicos y luego por John y Bull—dijo Lir—. Ya la escucharon: "no hay tiempo que perder".
El grupo siguió avanzando en silencio hacia el sector D. Sin embargo, se encontraron a dos guardias que se dieron cuenta de sus intenciones. Wallace y Acosta se encargaron de ellos mientras las chicas buscaban la forma de entrar. Lir tenía acceso a un par de contraseñas en su dispositivo. Finalmente la encontró: 184VE90df9. La puerta se abrió llevándolas hacia los chicos que las estaban esperando.
— ¡Ya era hora, chicas! —suspiró Thomas—. No quiero sonar pesimista, pero solo Barton posee la llave.
— ¡Ya lo veremos! ¡Apártense! — le dijo Amber.
La chica cambió el color de sus ojos y la rodeó un aura dorada. Amber retrocedió su puño concentrando su energía en él y dejó ir el golpe derribando la puerta.
—Lamento arruinar el encuentro, pero no podemos perder más tiempo: ¡atacarán el cuartel! —dijo Amber regresando a la normalidad—. Debemos sacarlos de la prisión de las bestias.
En ese momento el edificio se sacudió de nuevo y más explosiones y golpes retumbaron en las paredes.
— A lo mejor ya comenzó — dijo el comandante Rhodes—. Agentes, ¡saldremos juntos de esta!
El grupo asintió, incluyendo a Wallace y a Acosta que se encontraban en la puerta. Partieron entonces hacia la prisión de las bestias. De repente, una nueva explosión volvió a sacudir los cimientos y luego otra y otra, y de nuevo, otra más. El suelo se desplomó. Los agentes dispararon su gancho y lograron sujetarse del techo. Sin embargo, no pudieron tomar a los agentes inconscientes que Wallace y Acosta habían derrotado.
***
John y Bull estaban dando lo mejor de sí mismos en su pelea contra Gabriel. El sudor les corría por la frente, la espalda y la sangre les salía de la nariz y la boca. Tras varios minutos de pelea, John le guiñó a Gabriel desde un ángulo que la cámara no pudiera observar. El hombre lobo entendió la señal. Dio un pequeño impulso y atravesó el cuerpo de John con sus garras. Posteriormente, lo estrelló con la pared. La sangre fue salpicada en el vidrio de la celda. En ese momento, todas las bestias comenzaron a pelear entre sí. Los golpes eran tan fuertes que el eco golpeaba por todas partes. Gritos de agonía, gruñidos repleto de ira y risas escandalosas. La alarma se activó, provocando que toda la prisión de las bestias se sumergiera en el caos total
¡Crack! ¡Crack! Una pared de cristal finalmente fue rota y la cabeza de un orco salió disparada en una velocidad increíble que hizo un pequeño orificio en la celda del grupo de John. Bull y Gabriel ayudaron a levantar a John y lo colocaron en una esquina. Aún no estaba inconsciente, pero necesitaba concentrar su respiración para sanar rápido la herida.
Bull y Gabriel golpearon con puños el orificio hasta que finalmente se expandió. Sus poderes comenzaron a incrementarse. Ambos se transformaron y embistieron para liberarse.
—Siento asco por lo que diré, pero me gustó trabajar en equipo con ustedes—dijo Gabriel—. John, estás demente y eso me agrada. Es una lástima que seamos enemigos.
John sonrió.
—Vete ahora—aconsejó Bull—. Antes que te matemos.
—Jamás lo lograrían—le contestó Gabriel y le sacó la lengua a su hermano—. Además, no hemos terminado de escapar.
El hombre lobo señaló con su cabeza el caos dentro de la prisión, donde las bestias caían desde grandes alturas y se mataban entre ellas para escapar. Un pegaso volaba mientras unos hombres rana se sujetaban de sus patas. En otra celda, unos ogros aplastaron todo a su paso. Algunos agentes entraron para encargarse del motín sin poder hacerle frente. Un monstruo de fuego lanzó una llamarada que hizo explotar el techo una y otra vez. La onda expansiva provocó que los cimientos colapsaran. John corrió hacia Bull y Gabriel protegiéndolos con un escudo de energía.
El piso se rajó y empezó a hundirse. Solo quedaban pocos segundos, así que Bull saltó con John en su lomo, mientras que Gabriel se transformó en humano para subirse también a su hermano. El grupo estaba fuera de la celda, pero no lograron llegar al otro piso. Para suerte de ellos, una cadena con un resplandor púrpura los sostenía. John observó a su salvador y no podía sentirse más orgulloso. Era Sawyer, su querido hermano.
—¿Tardé mucho? — preguntó y John asintió acompañado de una pequeña sonrisa—. Fui por refuerzos.
Sawyer los subió poco a poco hasta la plataforma donde se encontraba. Una vez arriba, Gabriel escapó sin decir una palabra. Bull quería perseguirlo, pero no era el momento para hacerlo. Tenían que encontrar a sus amigos antes de que fueran asesinados por los fugitivos.
— ¿De quién fue la idea? — preguntó Sawyer observando la guerra de bestias abajo y a un grupo intentando escalar los escombros. Bull señaló a John con su cabeza y Sawyer rompió en risa—. Hermano, debo decirte que es una mierda de plan, pero ha funcionado.
John le tendió la mano a su hermano para poder subirse al lomo de Bull. Una vez juntos salieron por la puerta destruida en búsqueda del resto. En el camino, encontraron a algunos agentes asesinados, aunque sus cadáveres yacían comidos, con las vísceras de fuera y las cabezas aplastadas.
De pronto escucharon unos gritos y disparos cerca. Bull aceleró su paso para llegar hasta una esquina donde se encontraban dos minotauros intentando matar a un grupo de agentes. Mientras Bull se acercaba, John lanzó sus orbes de energía y Sawyer su cadena encantada. De esa forma lograron atraer la atención hacia ellos.
— ¡Han escapado! — soltó uno de los agentes.
— ¿Y eso qué? Los matarán si no huyen de acá—dijo John mientras lanzaba otro orbe de energía al minotauro. Este se defendió con un bloque del techo y devolvió el orbe hacia John. El príncipe vampiro invocó a su lanza Deer para desviar el orbe y asestar un golpe—. Ya vieron que no podrán contra estas criaturas, humanos. ¡Es mejor que escapen!
—Les ayudaremos—dijo uno de los agentes.
— Señor, ellos son el enemigo—le contestó el otro agente que tenía el rostro lleno de sangre.
— Nos han salvado, al menos podemos devolverles el favor—dijo el primer agente—. Necesito a tres de ustedes disparando mientras me encargo de matarlo.
Los agentes se colocaron en posición esperando su momento. Por otra parte, John y Sawyer se bajaron de Bull, quién de inmediato embistió a uno de los minotauros. Luego procedió a morderlo hasta que salpicó sangre. John utilizó a Deer para clavar al otro minotauro hacia la pared. Sawyer encantó sus cadenas, las pasó por las piernas del gigante y haló. Cuando el minotauro se desplomó, los agentes dispararon con sus bláster hasta matarlo.
— Necesitaremos trabajar en equipo para salir de acá—expresó John. Volteó hacia atrás y sintió un pequeño temblor acercándose—. Debemos evacuar a todos los que podamos. Se aproxima un gran ataque de parte de Jonathan van Vonter.
— Lo haremos por agradecimiento— dijo el agente superior—. Iremos por sus amigos y liberaremos a la madre de la chica.
De nuevo se escucharon cuatro explosiones y una gran sacudida los tumbó en el suelo. Sawyer arrojó su cadena hacia los agentes y los atrajo hacia él. Mientras que John realizó un hechizo para hacer levitar a Bull, a quien entregaron a los agentes. El piso se derrumbó dejando ver el fuego y las explosiones que no parecían detenerse.
— Esto no es obra de una manada—comentó Sawyer.
— Ya están acá—terminó John la frase con mucha angustia en su tono—. El tiempo se nos acaba.
***
Finalmente, West despertó, aunque sentía una fuerte punzada en su cabeza. Se palpó, pero no tenía sangre. Estaba en la completa oscuridad sin recordar lo que había sucedido, por lo que prendió la linterna de su celular y buscó la manecilla de una puerta. No pudo abrirla. De repente, escuchó una gran explosión y un temblor estremeció el piso. Morani West apenas podía mantenerse de pie. Luego notó el ruido como si una estampada atravesaba el pasillo de afuera. El pánico lo invadió al punto de hiperventilar. Cuando el movimiento se escuchaba frente a su habitación, la puerta se cayó por sí sola y pudo ver como decenas de bestias corrían a través del pasillo.
West soltó un profundo grito que atrajo la vista de una mujer naga, una bestia con cuerpo de serpiente y tronco de humano. Se acercó con rapidez y posó sus ojos vengativos sobre el cobarde agente. La naga lo abrazó con su larga cola de serpiente y lamió el cuello con su lengua bífida. West temblaba de miedo. Podía sentir las escamas rozar con su piel que le parecía asquerosa. No podía tomar su arma, así que terminó aceptando que moriría de forma patética. Cuando la naga estuvo lista para comerlo, su boca se hizo grande y comenzó a introducir la cabeza del agente en ella.
Sin embargo, la suerte estaba del lado de Morani West, ya que el director Barton lo había salvado matando a la naga con un disparo láser, justo en el cerebro. West lucía petrificado y cubierto de su sangre. Barton se acercó y lo ayudó a salir de la habitación mientras recuperaba sus movimientos.
— Señor, han sido Lir y Amber—dijo West terminando de quitarse algunos restos de sangre—. Lo tenían todo planeado.
— Te equivocas, fueron John, Bull y otro prisionero—le contestó Barton. Ambos seguían buscando una salida, pero varios pisos habían colapsado—. Aunque creo que algunas explosiones no han ocurrido por las bestias. Mientras observaba lo que ocurría en el exterior, noté ciertas personas extrañas al fondo.
— ¿Nos han invadido?
— O están a punto de hacerlo— le contestó y siguió caminando hacia el cuarto de vigilancia. Algunas cámaras seguían funcionando. Barton centró la videovigilancia hacia el exterior—. ¿Notas a esos encapuchados moviéndose entre los periodistas?
West se acercó, pero no notaba nada. Nuevamente ocurrió una explosión, pero esta vez no fue en el interior. Una bomba explotó cerca de los manifestantes y periodistas. El humo no dejaba distinguir si resultaron heridos.
— Ve por lo necesario al cuarto del par...debemos evacuar cuánto antes y ayudar a los civiles—ordenó Burton
West corrió hacia el cuarto vecino y se guardó un par de armas y municiones en su uniforme. Los dos se dirigían hacia el exterior cuando una nueva explosión ocurrió y el piso terminó derrumbándose. West y Barton lograron saltar hacia un cuarto, pero la nube de polvo se extendió imposibilitando que pudieran ver con claridad. Se colocaron un par de visores y al acercarse a la orilla, vieron como siluetas, al parecer de criaturas, huían de una corriente de fuego.
Un par de segundos después escucharon el sonido de algo moviéndose por el techo, como si se tratara de personas. West y Barton prepararon sus armas en caso fuera alguna bestia escalando, aunque les sorprendió encontrar que se trataba de los agentes fugitivos.
—¡Los traidores! —gritó West mientras los apuntaba con un arma.
—- ¡Calla, West! —ordenó Barton al ver que West llamaba demasiado la atención—. Cualquier paso, sonido o golpe en falso nos puede matar a todos.
—¡Excelente decisión! —dijo Samuel Rhodes—. Barton, lo mejor es que todos vayamos por nuestros caminos. Todo el cuartel está derrumbándose. Hay algunas criaturas tratando de escapar, en su mayoría peligrosas y no podemos permitir que ataquen a algún civil.
—Sobre eso, Rhodes...alguien detonó un explosivo afuera–confesó Barton—. Nos dirigimos hacia allá esperando ayudar a los heridos. Son libres de hacer lo que quieran...al final, todo el cuartel ha sido invadido por las bestias—la voz de Barton parecía haber perdido la esperanza—. No creo que salgamos de esta, así que hagan lo que quieran.
Unos escombros cayeron del techo, dejando una gran abertura. Por arriba se alcanzaban a distinguir varias siluetas cayendo. Todas se revistieron de un aura carmesí, que las hizo levitar. Era Balthazar, Megan Strauss y un chico musculoso sin camisa con un tatuaje de cráneo fracturado en el centro de su pecho.
—¿Quién es este? — preguntó Barton.
— Mi nombre es Balthazar Vonnes, el Lunar de fuego—contestó el vampiro mientras una llamarada brotaba de las paredes—. Usted ya lo dijo: no saldrán de esta.
Balthazar extendió su mano derecha para dirigir el fuego hacia Barton y West, pero estos lograron disparar el gancho hacia donde estaban los fugitivos. Alistaron sus armas y dispararon, pero cada bala era consumida por su fuego en forma de serpiente.
— Se enfrentan a un dios, no sean insolentes—dijo Balthazar riéndose—. Humanos, los consideraba un poco más inteligentes, pero aun así lograron decepcionarme.
Amber se cubrió del resplandor dorado y se lanzó hacia Balthazar para asestar un golpe en su pecho. Sin embargo, Megan y el otro chico se interpusieron. Amber saltó y disparó. En un instante, Balthazar quemó las tres balas.
— De hecho, eres a quién busco— sonrió el vampiro agarrándola del cuello—. Mi señor te necesita.
Thomas, Maura y Wallace se columpiaron hacia ellos con una daga láser en su mano. Maura logró cortarle el pelo de Megan, consiguiendo que gruñera de enojo y se transformara. Mientras que Wallace y Thomas hirieron al corpulento chico. Pero este, sacó sus garras y casi corta los cables de nanobots.
—¡Suéltala! — gritó John lanzando a Wendygo desde abajo.
El ataque impactó en el brazo de Balthazar quien soltó a Amber. De la oscuridad y de los escombros salieron John, el hombre lobo, Bull y Sawyer, quien logró sujetarla con sus cadenas. Megan se puso aún más furiosa al ver a su hermano con vida.
— Por el amor a Lilith, lo han vuelto más fácil—expresó Balthazar con excitación en su mirada—. Megan, Kristoff, ¡encárguense de esas molestias!
— Entendido, Lord Vonnes—contestaron al unísono.
Christopher se transformó en lobo y junto a su hermana se lanzaron hacia el enemigo. Sawyer entregó a Amber a los agentes y se unió a John en su batalla contra Balthazar.
— Fuiste valiente, pero ahora hay que sacar a tu mamá de este infierno—sugirió Thomas.
El grupo conformado por Thomas, Amber, Maura, Lir, Wallace y Acosta se dirigieron hacia la zona del hospital. Tenían esperanza de encontrar a la madre de Amber con vida. Detrás de ellos, la licántropa Megan, los perseguía con sed de venganza. En las pocas interacciones que había tenido con las chicas, les había cogido un profundo odio. Mientras que Samuel, West y Barton se quedaron apoyando a Bull en contra de Kristoff.
Gracias a los hechizos de Balthazar, Megan era capaz de saltar y correr en el aire sin ningún esfuerzo. Era rápida, esquivaba los disparos con mucha facilidad. Saltó en una columna caída y la utilizó para agarrar impulso hacia Maura. La agente logró activar su daga láser y realizó un corte. Sin embargo, Megan pudo retroceder a tiempo. Wallace y Acosta se deslizaron hacia ella para atacar con sus dagas. Megan cruzó los brazos para defenderse, pero a pesar de las cortaduras y la sangre salpicada en todas direcciones, la chica permanecía con una sonrisa de oreja a oreja.
Wallace y Acosta supieron que no podrían ganarle. Pero siguieron sin rendirse. Y cuando ellos ya estaban cansados, Megan se preparó para matarlos. Al verlos en esa situación, la impotencia invadió a Maura. Sus dos agentes estaban batallando por protegerla y ella se quedaba de brazos cruzados. Sin pensarlo más, Maura se deslizó hacia sus compañeros y clavó su daga en la palma derecha de Megan.
—¡Me la pagarás, perra! —bramó la mujer bestia y después su apariencia se tornó aún más bestial. Había crecido tres metros tornándose musculoso. Además, en su frente apareció un tercer ojo y tanto su hocico como garras se alargaron—. ¡Berseker!
Megan alzó su brazo y lo dejó caer intentando matar a Maura, pero esta logró disparar el gancho hacia otro lado. Megan la perseguía sin descanso mientras que Wallace y Acosta continuaban disparando para desviar la atención de la licántropa. No pensaban rendirse hasta que Thomas y Amber pudieran llegar a la sala del hospital. Para desviar su atención, Megan lanzó una bomba de humo y corrió hacia Amber y Thomas.
— ¡Te sacaré los intestinos, perra! — gritaba Megan a quién le salía espuma sangrienta de la boca, puesto que con sus colmillos se lastimaba a ella misma—. Te dejaré con vida para que sientas todo el dolor.
— ¡Qué bonito sueño! Pero sugiero que lo intentes en otra vida—se burló Amber.
Megan saltó hacia ella, pero Maura saltó y le clavó la daga en la espalda. Disparó el gancho cerca de sus compañeros y se alejó. Maura le dio una señal a Wallace, quien disparó un pequeña canica sobre una viga que explotó a los tres segundos. Los agentes dispararon sus ganchos para alejarse, justo a tiempo antes de que los cimientos cayeran sobre Megan. Aprovechando el momento, se columpiaron para alcanzar al otro grupo.
***
El fuego se intensificó aún más haciendo que algunos bloques de hierro se fundieran. Las habilidades de los Lunares eran muy poderosas. No era por nada que en el "Bajo mundo" eran considerados como dioses. La magia de Balthazar se basaba en la utilización de la energía para transformarla en fuego, de tal manera podía dar forma e incrementar la intensidad del fuego.
—Querido John, lo mejor es que te entregues...no alargues tanto esto, solo acepta tu muerte—dijo Balthazar mientras formaba una bola de fuego del tamaño de una pelota de fútbol. Posteriormente la lanzó, pero las cadenas de Sawyer lograron apagarla—. Sawyer, querido, nos estás traicionando.
—¿Conoces sobre el libre albedrío? Deberías leer un poco más—le contestó Sawyer mientras sus cadenas salían disparadas hacia Balthazar.
Kristoff se metió en el camino y cortó las cadenas. Lo que provocó que Sawyer experimentara dolor. Cada arma que él usaba estaba encantada con su sangre y enlazadas con su sistema nervioso. Es por ello, que, incluso utilizando sus armas, recibía un poco de daño. Al ser vampiro, podía recuperarse con mayor facilidad que un humano ordinario.
Bull saltó hacia Kristoff asestando un golpe en la cara, quien cayó en los escombros del suelo, generando otro estremecimiento. Tres gárgolas salieron de un orificio dispuestos a matar a cualquiera que se cruzara en su camino, pero Balthazar las calcinó en cuestión de segundos.
Barton y Rhodes se columpiaron en zig zag para acercarse a Balthazar, pero el calor de su magia era demasiado intenso que incluso sus armas se derritieron un poco. Sawyer formó un diamante con sus manos haciendo que ambos agentes se cubrieran de una energía celeste que los protegió. John y Bull también los siguieron para apoyarles en el ataque, mientras que West y Sawyer apoyaron desde atrás.
Balthazar esquivó los tres disparos de Samuel. Sin embargo, no se percató que Barton lo asediaba por detrás hasta que le asestó un golpe con la daga láser en la espalda baja. John invocó a Deer y con su cornamenta hirió el pecho del vampiro de fuego. Bull, por su parte, realizó un corte en equis con ayuda de sus garras. Por fin, todos lo habían dañado de gravedad. Se retiró lentamente la daga y la desintegró con sus flamas.
— Nada mal—sonrió—. Debo admitir que me estoy divirtiendo. Lastimosamente, se está alargando mucho.
Balthazar chasqueó su dedo y un gran rugido se escuchó acercándose. Fue tan fuerte que la piel de todos se erizó. Pronto, un torbellino de fuego cubrió al vampiro hasta formar una armadura.
— ¡Atrás, todos! — gritó John—. Es su armadura divina...Sawyer, saca a los agentes ahora y que Bull vaya por los chicos.
— Yo no pienso irme con esa bestia—exclamó West, a lo que Barton lo regañó diciéndole que era una orden.
Sawyer los sujetó de las manos y se alejaron volando de la escena en cuestión de segundos.
— ¿Estarás bien, hermano? —preguntó Bull.
— Puede que no sea tan fuerte como él, pero no me rendiré...vete—le respondió.
— No mueras, promételo.
Bull se fue saltando a través de los escombros hasta dejar a los dos Lunares frente a frente.
—Usa tu armadura—sugirió Balthazar.
John llevó su mano derecha hacia el corazón y cerró los ojos. Un torbellino de luz rodeó al vampiro y mientras se iba disipando, dejó al descubierto una armadura blanca con detalles dorados junto a una corona de seis picos con incrustaciones de diamantes. El brillo era tan intenso que podía iluminar todo alrededor.
Balthazar aprovechó el momento para atacar, pero John aún con los ojos cerrados pudo notar su energía vital y se hizo a un lado. Luego agarró a Balthazar y le dio un golpe en la mandíbula. El vampiro de fuego fue disparado hacia el techo, creando un gran orificio. John saltó hacia él y volvió a asestar un golpe y mandarlo más lejos. Balthazar creó una cadena de fuego y sujetó a John para acercarse hacia él. Le funcionó un momento, pero John pudo liberarse y volar encima de él, dándole una patada en la espalda. Balthazar cayó dentro del edificio.
John se detuvo un momento para observar su alrededor. Había muchos heridos y cuerpos desperdigados por todo el suelo. No tenían tiempo para notar la pelea. A lo lejos pudo ver como Sawyer y los agentes trataban de ayudar a los heridos. John sufría internamente por haber involucrado a tanta gente en su guerra. Pero antes de preocuparse por ayudarlos, debía acabar primero con Balthazar y detener su caos. Regresó al interior del edificio donde lo esperaba Balthazar y a su alrededor flotaban seis bolas de fuego que sin necesidad de que el lunar hiciera un movimiento, estas volaron hacia John.
— ¡Tempest! — exclamó John, haciendo aparecer una lanza en forma de rayo que emitía descargas eléctricas y luego apareció la de cornamenta -. ¡Deer!
— ¿Te crees Thor o Zeus? — se burló Balthazar—. Una vez tu padre y yo peleamos contra ellos, ¿adivina qué bando perdió?
— No estoy acá para que me enseñes historia— le respondió John, quién se lanzó hacia Balthazar.
Balthazar lanzó una gran bola de fuego. En ese momento, John golpeó ambas lanzas generando una onda expansiva que cortó el fuego y con el impacto hizo sangrar la herida del Lunar. John saltó hacia él y sin necesidad de tocarlo, Tempest electrocutó a Balthazar. Sus llamas comenzaban a apagarse. Y con el golpe de la cornamenta de Deer logró abrir más la herida provocada anteriormente por la daga láser.
Antes de ser atacado de nuevo, Balthazar creó un escudo de fuego chocando las palmas de sus manos. John giró ambas lanzas con rapidez. Les otorgó su magia de luz y las arrojó al escudo, que fue apagado al instante.
***
Thomas, Amber y Lir habían llegado al ala del hospital. Grandes partes del techo habían caído en varias de las camas. Las explosiones dañaron las paredes y dejaron algunos orificios en el suelo. No podían creer que la señora Hills se encontraba sentada como si nada pasara. Aunque una vez se iban acercando pudieron verla titiritando, además de que recitaba palabras que nadie entendía. Amber se acercó lentamente hacia ella para tranquilizarla, pero sus ojos miraban al vacío y no dejaba de sudar.
— Mamá, soy yo...Amber—dijo la chica tomándola de la mano. La mujer volteó a verla—. Venimos a rescatarte.
Una lágrima rodó de sus ojos y dentro de esta, Amber pudo ver a un monstruo de fuego sonriendo. Pronto la mujer tronó su cuello y golpeó a su hija, tirándola hacia el suelo. Se levantó de la cama y todo su cuerpo se prendió en llamas soltando un gran rugido que dejó a los presentes helados de impresión. La mujer se lanzó hacia Amber, pero la chica logró volar y alejarse.
— Amber, ella ya no es tu madre— dijo Thomas con mucha pena—. Debemos salir de inmediato de acá.
— Váyanse de aquí, no puedo dejarla sola— le refutó Amber bastante molesta por el comentario de su amigo. Aunque en el fondo sabía que Thomas tenía razón—. Aunque no me reconozca, sigue siendo mi madre y la haré entrar en razón.
— No te podemos dejar aquí—le respondió Thomas, cargó sus pistolas y continuó—. Vamos a tener que usar los golpes en caso que intente matarnos, ¿tenemos tu permiso? —. Amber asintió resignada—. Bien, espero que todo salga bien.
El monstruo lanzó una llamarada de sus manos, por lo que los chicos tuvieron que rodar en el suelo para esquivar. Una vez fuera de peligro dispararon los ganchos y salieron de la habitación. El monstruo se echó a seguirlos. Cada pisada incendiaba todo a su paso y los cadáveres se transformaban en cenizas. Lir y Thomas intentaron con un disparo tranquilizador, pero una vez la bala se desintegró antes de impactar al monstruo.
No les quedaba más que huir del edificio. Sin embargo, Amber no estaba dispuesta a rendirse. Voló hacia su madre, apretó su puño y la golpeó sin importarle el ardor de la quemadura. El monstruo de fuego gritó nuevamente, pero sus llamas comenzaron a disminuir. Amber, con lágrimas en sus ojos, volvió a golpearla y el monstruo gritó. Su carne comenzaba a desprenderse. Amber supo en ese momento que sería la última vez que vería a su madre. Nuevamente, las llamas empezaron a incrementar y el monstruo tomó a Amber del cuello. Thomas y Lir prepararon sus armas.
— ¡No disparen! — ordenó Amber—. Confíen en mí, yo me encargaré de esto.
Thomas y Lir bajaron sus armas, aunque sin dejar de temer por su amiga. Amber, con lágrimas en los ojos, la tomó de las mejillas mientras aguantaba las quemaduras.
— ¡Mírame, mamá! Solo hazlo....
Pero no tenía respuesta.
—Soy yo, Amber, tu única hija, a quién tanto adoras y por la que siempre te preocupas—Amber se cortaba de la tristeza—. Maldita sea, deja de ser tan cobarde y enfrenta al monstruo que llevas dentro.
Amber le dio una cachetada. Esto hizo que las llamas se apagaran dejando al descubierto el cuerpo calcinado de la mujer. Apenas podía hablar, pero finalmente reconoció a su hija y la soltó. Con la poca movilidad que tenía, le mostró los diez dedos de sus manos y murmuró algo que sólo Amber pudo escuchar. La chica asintió con lágrimas en los ojos. Amber llevó su mano hacia el pecho de su madre y ambas cerraron los ojos.
Se trasladaron mentalmente hacia su casa. Amber y su madre se encontraban tomando café en el comedor mientras tomaban galletitas de jengibre de una charola. El televisor estaba encendido, en el que veían documentales de animales salvajes. Amber se perdió un momento en la tranquilidad que le brindaban los últimos rayos del sol de la tarde entrando por su ventana. Luego volvió a mirar a su madre, quien la tomó de las manos.
— Hija, esta será la última vez que nos veremos...
— No es la última, te prometo que nos volveremos a encontrar—Amber se cortó por el llanto—. Solo te pido donde sea que vayas, no me dejes de cuidar, mamá.
— Amber, siempre has sido una chica muy especial—le dijo la señora sonriéndole con calidez—. El día que naciste pude ver ese mismo símbolo en tus ojos. Nadie en el hospital lo vio, excepto yo. Siempre supe que tus sueños y experiencias paranormales eran reales, pero no quise aceptarlas para no asustarte. Quería que vivieras una vida normal, pero ahora entiendo que naciste así para llegar a este momento.
— ¿Sabes qué soy?
— No, pero tus poderes son divinos... para mí eres un ángel, mi ángel.
Amber abrazó a su madre. No quería soltarla ni tampoco quería perderla como a su padre.
— Amber, creo que has sido escogida para algo muy grande. Seas o no la protagonista en esta historia, tu misión es brindar la luz que siempre cargas a pesar de cualquier problema.
— Madre, lees muchas novelas—dijo Amber riéndose por el dramatismo de su madre –-. ¿Protagonista?
— Soy tu madre, siempre te veré como la protagonista y los demás unos segundones, excepto Thomas, él me agrada como yerno.
Amber se sonrojó.
— No mientas, querida—dijo la mujer sonriéndole—. Sé que te encanta desde que eran unos niños y ese joven siente algo por ti, pero no se digna en decírtelo. Cuídense mutuamente. Tienen mis bendiciones desde ya.
Los rayos estaban desapareciendo para dar paso a la penumbra.
— Una última cosa más... ¡Aléjense de acá! —aconsejó la mujer con un rostro más serio—. Ese hombre llamado Balthazar me convirtió en una bomba. Me salves o me maten, siempre voy a estallar. Tienen 10 minutos para salir.
— Te amo, mamá.
— Y yo a ti, mi ángel.
Madre e hija compartieron un último abrazo hasta que todo se volvió oscuro. Al momento de abrir los ojos, su madre se despedía desde la distancia. Amber tomó a sus amigos de los brazos y se alejaron volando. Guardaron silencio por respeto a Amber, quién a pesar de contener las lágrimas se mostraba decidida a sobrevivir. A unos cuántos metros se encontraron con Maura, Wallace y Acosta y un poco atrás de ellos venía Bull en su forma de lobo.
— ¡Tenemos 10 minutos para escapar de acá! — soltó la chica—. No quiero que nadie más mueraaquí, se los suplico.
— ¿Qué hay de tu...? — preguntó Wallace, pero Maura lo golpeó con el codo para callarlo—. Lo siento, pero, ¿cómo sabes eso?
— Hay una bomba y si no salimos, en diez....bueno, en nueve minutos ¡todos moriremos —le respondió.
— ¡Súbse, humanos de patilla! — bramó Bull sin mirarlos a la cara.
Wallace, Acosta, Lir y Maura se subieron a este, quién se adelantó lo más que pudo. Amber se fue volando mientras sujetaba de la cintura a Thomas. Recorrieron bastantes metros y algunas criaturas intentaron escapar de los agujeros. De nuevo, un pequeño temblor estremeció el lugar y el camino se bloqueó. Bull agarró impulso y embistió el bloque abriendo un orificio por el que atravesaron.
Sin embargo, Megan se encontraba al otro lado. Lucía ensangrentada y con su ropa rota. Tenía sangre goteando de su cabeza y el cabello hecho un caos. Al ver a Maura saltó hacia ella. Bull logró golpearla con la cola y luego le dio una patada trasera. Mientras que Thomas le lanzó un shuriken que rozó el rostro de la mujer.
— Si voy a morir, nos iremos todos a la mierda— dijo Megan riendo de forma desquiciada y luego volteó su mirada hacia Maura—. Empezando por ti, perra.
Megan saltó nuevamente hacia el lomo de Bull, pero los 3 agentes lograron disparar sus ganchos y esquivar. Amber voló hacia Megan y le dio una patada en el abdomen, quien de la fuerza terminó derribando una pared y el techo donde se sostenían. Por suerte, Bull pudo atraparlos. Parecía que Megan estaba dispuesta a seguir luchando a pesar de sus heridas
Lir y Thomas se columpiaron alrededor de ella y le clavaron sus dagas en la espalda. Megan se retorcía del dolor, aunque también parecía que de placer. Cada herida no podía borrar su sonrisa triunfante. Maura disparó su gancho hacia el abdomen de Megan, que le fue desgarrando poco a poco la carne. Estando cerca, Maura le dio un fuerte cabezazo.
— ¿Qué decías? —se burló la agente Maura.
— Querida, sigues siendo más frágil que yo—le respondió Megan.
Megan la agarró del brazo y lo torció. A pesar del dolor, Maura sacó una navaja y la introdujo en la herida del abdomen. Megan la arrojó esperando que cayera sobre las varillas de metal de los escombros, pero Bull la atrapó a tiempo. Thomas y Lir aprovecharon el descuido de la licántropa y la sujetaron. Megan batallaba por librarse, pero cada vez que hacía fuerza sus heridas se abrían más.
— ¡Detente, Megan! — gritó Gabriel, que estaba parado entre los escombros.
— Gabriel, venimos por ti, hermano—dijo Megan con mucha alegría—. Matémoslo juntos.
— Esta vez no, ellos me ayudaron a escapar —le respondió Gabriel dejando a su hermana boquiabierta ante la posición de su hermano—. Aún me queda un poco de honor para perdonarles la vida. Nos iremos de acá y ni se te ocurra tocarlos.
Megan estaba furiosa por la orden. No entendía cómo es que Gabriel, su líder, les perdonara la vida. Los agentes dejaron libre a Megan, quien saltó hacia su hermano. Sin embargo, antes de que se alejaran, Megan le sonrió con malicia a la agente Tates. Maura supo en ese momento que intentaría matarla y se preparó lo más rápido que pudo. Sin embargo, Megan la había engañado. Frente a ella una cabeza rodó por los aires y los ojos de Acosta se postraron en los de Maura. La chica pudo ver como el agente intentó pronunciar unas últimas palabras. Megan saltó y cortó la cabeza en dos mitades, salpicando el cerebro a todos los que estaban cerca. Megan tomó los restos consigo y se acercó a Gabriel, quien furioso por su desobediencia, la golpeó en la cabeza para noquearla. Luego abrió un portal y desaparecieron.
Maura estaba en shock por lo que acababa de presenciar. No podía moverse. Su respiración se le dificultaba como si le faltaba aire y una fuerte vibración sacudía cada célula de su cuerpo. No solamente era tristeza, sino que también un desborde de ira. Habían matado a uno de sus mejores compañeros de batalla. Acosta era parte de su división y lo conocía desde que eran niños. Amber la subió encima de Bull y partieron de inmediato. Maura y Wallace no podían dejar de ver el cuerpo sin vida de su amigo hasta que lo perdieron en la oscuridad de los escombros.
El grupo llegó a la batalla de John contra Balthazar. En ese momento, la magia de John perdió fuerza y la armadura divina se esfumó. Balthazar aprovechó para atacar con su espada de fuego en el pecho de John, pero este logró saltar hacia atrás y solo recibió un pequeño roce.
—¡Eres patético! —se burló Balthazar—. A pesar que Jonathan no tiene un recipiente bueno, es capaz de controlar su armadura divina. Nunca has muerto, ni siquiera sabes lo que ha pasado tu tío por cumplir sus ideales. Pero tú ni siquiera puedes mantener tu armadura por más tiempo.
— No la considero necesaria.
—Simplemente te da miedo usar los poderes de un dios—dijo Balthazar—. Tu padre era muy parecido. Llegó a utilizarla para matar a nuestros padres en la segunda gran guerra. Veo que la cobardía se transmite en la sangre.
— Y, aun así, él se convirtió en rey y mi tío solamente se lo arrebató—respondió John y luego tosió sangre—. Puede que yo no sea digno de la corona, pero Jonathan tampoco lo es. Alguien que traiciona a su propio hermano no puede considerarse un rey.
— Más respeto para mi rey.
— Lo mismo digo para la memoria de mi padre, Balthazar.
— ¡Insolente! — pronunció Balthazar cubriéndose nuevamente en llamas—. ¡Te enseñaré a respetar al verdadero rey!
Balthazar invocó una lanza de fuego y voló hacia John. Sus amigos lograron agarrarlo y lo colocaron sobre Bull. John estaba muy herido. No podía continuar con la batalla. La armadura divina había consumido demasiada energía espiritual y al no tener dominio de ella, sus habilidades regenerativas se vieron afectadas.
Se escuchó una explosión fuerte, seguida de una onda expansiva que hizo estremecer el lugar. Con la poca energía que le quedaba, John creó escalones de luz, por donde Bull fue saltando rápidamente. Tenía que sacar a todo con vida. Pero cuando estaban por salir en el agujero, Kristoff salió de un agujero en una pared y se lanzó hacia Amber. Thomas activó el gancho y mientras se columpiaba hacia Amber le disparó al licántropo en el hombro, quién soltó a la chica. Balthazar disparó un orbe de fuego hacia el joven agente. Desde el techo, "Deer" voló hacia el orbe y la partió por la mitad. John saltó desde arriba para pelear contra Balthazar una vez más.
— ¡Escapen! – gritó Amber—. ¡La explosión se acerca!
— No dejo atrás a mis compañeros—le contestó John.
John invocó nuevamente la armadura divina, solo que esta vez no brillaba tanto. Ambos Lunares se lanzaron el uno hacia el otro, quienes se movían con tanta rapidez que Thomas únicamente pudo presenciar el choque de la luz y el fuego. Kristoff aprovechó ese instante para abrir un portal, pero Thomas no permitiría que escapara con Amber, así que se acercó y lo hirió en la espalda con la daga láser.
—¡Sígueme! — dijo Thomas tomando de la mano a su amiga.
Thomas disparó el gancho hacia la viga, pero Kristoff cortó el cable mientras ambos subían. Amber desplegó sus alas y volaron alrededor de este. Thomas lanzó dos shuriken que hirieron el cuello del hombre lobo. Todos los esfuerzos estaban siendo en vano. Kristoff no se detenía ni por el más grave sangrado. Observó a su amigo peleando contra Balthazar. Estaba herido de gravedad, pero su luz no dejaba de brillar. Aquello lo llenó de esperanza. Entonces, se soltó de Amber y mientras caía, preparó su daga láser para finalmente clavarla en el licántropo.
En ese mismo momento, Balthazar atravesaba el pecho de John con su puño, quién cayó de inmediato. El Lunar de fuego se acercó a Amber y la noqueó. Seguidamente, un pentagrama de fuego apareció debajo de él y Kristoff, desapareciendo en cuestión de segundos. Thomas fue en busca de John, quien no podía moverse. El edificio se colapsaba lentamente, ya no les quedaban más segundos. La esperanza de Thomas se esfumó. Se habían llevado a su mejor amiga y John moría lentamente. Colocó a su amigo entre sus piernas y lo cubrió aceptando que morirían aplastados.
De repente, un pentagrama de luz apareció en una pared dejando salir mariposas brillantes que se transformaron en un anciano de baja estatura, piel bronceada, cabello plateado hasta la espalda baja. No portaba camisa, así que dejaba a la vista un cuerpo muy trabajado para su edad, además de marcas tribales en todo su cuerpo. Otras mariposas salieron del pentagrama, pero esta vez se transformaron en una niña de cabello negro hasta los hombros, de ropa desgastada y con los pies descalzos.
— Ha pasado mucho tiempo, mi querido John—dijo el anciano con una mirada seria, pero con una voz muy alegre.
— ¿Quién eres? — preguntó Thomas.
— Mi abuelo — respondió John.
El anciano sonrió extendiendo sus manos. De ellas salían mariposas de luz en todos los colores, que rodearon a John y a Thomas. La luz los encegueció, pudiendo solamente escuchar la caída de los últimos cimientos. No sabían si habían escapado o muerto en el intento. En ese momento, lo único que veían era una hermosa luz que los abrazaba gentilmente.
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