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Capítulo 07

—John no aparece...¡Ya me estoy empezando a preocupar!—expresó Maura que vigilaba desde la ventana—. ¿Percibes su olor?

—No lo sé—respondió Bull y volvió a olfatear, pero el olor era muy suave—. Lo he tratado desde hace rato, pero es como si fuese tragado de este mundo.

—Creo que debemos ir a buscarlo—dijo Maura alistando su equipo—. Respecto a ti, necesito que vengas conmigo. El resto puede quedarse a merodear la calle.

A pesar que a Bull no le agradó la idea de aventurarse con la humana que más trabajo le costaba tratar, la vida de su mejor amigo estaba en juego. Tuvieron suerte de no cruzarse con ningún soldado del SOIS. Se alejaron un poco de los faroles para que Bull se transformara en lobo y pudiese olfatear con más facilidad.

—¿Alguna pista? —preguntó Maura y el lobo asintió—. Llévanos hacia él.

Siguieron caminando hasta la plaza central, donde con mucho cuidado se fueron escondiendo detrás de los vehículos estacionados. Cuando llegaron al cementerio, Bull volvió a su forma humana.

—Aquí se conserva un pequeño rastro. Sé que estuvo aquí, pero...— Bull se detuvo con mucha confusión —. Como te dije en casa de Thomas, parece que desapareció.

—Entremos a inspeccionar, ¿no crees? —le guiñó el ojo al licántropo, quién enojado le desvió la mirada—. La misión no se ha acabado, agente Strauss.

—Es peligroso para una humana como tú—dijo Bull.

—¿Y? Me he preparado durante muchos años para situaciones así—le repuso Maura un poco molesta —. Soy de las mejores agentes del SOIS para mi edad.

—No entiendes que aún no te has enfrentado a criaturas que pueden matarte de un golpe—dijo Bull muy serio, pero Maura parecía ignorarlo—. Solo abre esa maldita puerta.

Maura dio una patada para botar el candado y la puerta se abrió. Estaba muy helado y tenso. Las ánimas rondaban el lugar. Maura podía escuchar sus voces penando. Sin embargo, no tenía miedo. Era una agente del SOIS y un fantasma jamás le impediría continuar. Gracias a su valentía logró formar parte de misiones que involucraban fantasmas y demonios. Al llegar al terreno donde se divisaban las tumbas, vio por primera vez los fuegos fatuos.

—Es hermoso — susurró ella.

—Lo mejor es no acercarnos tanto—comentó Bull. Volteó hacia Maura y prosiguió —. Y trata de guardar silencio. Son almas en pena y pueden perseguirte si las molestas con tu voz.

De repente, la brisa trajo el rastro de John y Sawyer, pero el licántropo percibió tres presencias diferentes. Olían a peligro, a sangre y a magia negra. Luego de un momento, Bull reconoció el olor de uno en específico.

—Jonathan estuvo aquí — respondió—. Acabo de recordar que uno es del lunar que atacó la casa de Amber; otro de Marcus X y uno femenino.

—¿Marcus X? ¿De quién estás hablando?

Bull corrió hacia la cabaña del guardián del cementerio, mientras que Maura detrás de él sin comprender nada. Bull tumbó la puerta. Pero al entrar, solo se encontraba un pentagrama de energía oscura en el suelo.

— Es peor de lo que pensé —dijo el hombre lobo — Debemos salvarlo. Si realmente te consideras una excelente agente, pues me lo deberás demostrar.

***

El pequeño grupo que se encontraba en casa de Thomas se estaba aburriendo. Las ocasiones en que patrullaron por la zona no encontraron rastros de algún vampiro. Thomas se acostó en el sillón mientras Amber y Lir revisaban el radar. Amber se levantó a preparar café para los tres. Uno sin azúcar como le gustaba a Thomas, quien le agradeció por recordarlo. De repente, el celular sonó. Lir contestó y puso el altavoz.

— Aquí Comandante Rhodes, escuchamos...

—¿Está Thomas ahí? — preguntó.

—¿Ocurre algo? —se acercó desde la sala.

—¿Conoces alguna vecina que se llame Sally?

—Hay una trabajadora sexual que se llama Sally Scarlet, ¿por qué? —le contestó Thomas —. Vive en un pequeño complejo de apartamentos muy cerca de acá.

—Necesito que vayan a buscarla...yo llegaré en unos minutos.

—Copiado, comandante —dijeron al unísono.

El trío partió hasta el hogar de la prostituta, donde se encontraron con Samuel Rhodes. Era un edificio de tres niveles y muy agrietado. Algunas ventanas estaban rotas. Tocaron la puerta, ya que el timbre no funcionaba. Esperaron unos minutos hasta que un señor de piel gris y cabello blanco les abrió.

—Buenas noches, ¿en qué puedo servirles? — habló el portero a quién no se le podía ver su rostro.

—A la señorita Sally Scarlet, somos agentes del SOIS—le dijo Thomas con amabilidad—. ¿Se encuentra en casa?

—Creo que debe estar cenando, pero le encantará recibir visitas...Pasen adelante.

¿Cenando? Era pasada la medianoche. Además, el portero resultaba extraño porque buscaba la manera que nadie lo viera al rostro. Samuel Rhodes supo de inmediato que era un vampiro y Sally, posiblemente su víctima. Les hizo una seña con la mano detrás de él para que los chicos no bajaran la guardia.

El portero abrió la puerta. Justo cuando Amber dio el primer paso al escalón para entrar al edificio, sintió un escalofrío que recorrió cada parte de su cuerpo. Luego se fue transformando en un dolor de cabeza. Por unos segundos tuvo una serie de imágenes siendo reflejadas en su mente: ventanas rotas y a una figura bestial persiguiéndolos. No dijo nada puesto que la misión apenas empezaba. Caminaron por un angosto pasillo que olía a moho. Lo que apenas se lograba distinguir con la linterna de aceite del portero, era un piso de madera podrida y paredes grasosas. Al final del pasillo subieron por una escalera en caracol hasta el tercer piso. Enfrente se encontraba el apartamento 32: el hogar de Sally Scarlet. El portero tocó la puerta.

—¿Sí? —contestó Sally desde el interior con una dulce voz.

—SOIS la busca, señorita Scarlet —le contestó el portero.

—¡No he hecho nada! ¡Lárguense! —gritó ella.

—Señorita Scarlet, no hemos venido a arrestarla...creemos que usted corre peligro— se acercó el comandante a la puerta —. Si usted nos abre, la podemos proteger.

Se escuchó a Sally correr hacia la puerta, la cual abrió, aunque con el seguro puesto. La luz de la linterna alumbró su cabello rojizo, tal como su apellido exaltaba. Tenía los ojos tristes y llenos de preocupación.

—¿Ayudarían a una prostituta? —preguntó.

—Nuestra misión es ayudar a la población—le sonrió el Comandante.

Sally se sintió más segura y quitó el seguro para que ellos pudieran entrar.

—Tomen asiento—indicó a sus invitados. Luego se dirigió al portero—. Gracias, si necesito ayuda lo haré saber.

El portero asintió. Cuando se dio la vuelta, Lir notó los ojos rojos en el portero. Sin duda era alguna criatura. Sally los llevó al comedor donde les sirvió un poco de té.

—Sally...¿se encuentra bien? —-preguntó Rhodes.

—¿Mis compañeras le contaron algo, cierto?

Samuel asintió.

—Creo que soy una vampira— soltó la chica, pero a los segundos se sintió muy apenada—. Lo siento, creerá que estoy loca. ¿Vampira? ¿En qué estoy pensando?

—¿Por qué lo cree?

—Déjeme mostrarle...discúlpenme si soy vulgar— dijo Sally levantándose.

Sally Scarlet se quitó la bata roja quedando en ropa interior. Su cuerpo era extrañamente pálido y esquelético como si sufriera algún desorden. Se recogió el cabello y se acercó a ellos para que vieran la cicatriz de una mordida en el lado izquierdo de su cuello. Samuel miró a los chicos y estos asintieron.

—Sally, ¿has notado algo extraño en ti los últimos días? — preguntó Lir.

—¿Extraño como qué? — dijo mientras se colocaba la bata —. Bueno, siendo honesta a pesar que no me afecta asolearme, he desarrollado una fobia a la luz.

— ¿Qué más? — preguntó Thomas.

—Iré a prisión o me matarán si lo digo.

—Estamos aquí para ayudar — le recordó Lir.

—Hace una noche vi a un indigente caminando en la calle, perdí el conocimiento y cuando lo recuperé, estaba chupando su sangre del cuello— luego de eso a Sally se le dificultó hablar por el llanto—-. El hombre estaba muerto. ¡Lo maté! ¡Yo no quería!

Lir y Amber se acercaron a consolar a Sally. Ella no podía dejar de llorar. Parecía una niña muy asustada que no entendía lo que estaba pasando.

—¡No quiero! — gritó Sally llevándose las manos a los oídos y en el acto empujó al suelo a las chicas—. ¡Ya te dije que no quiero! ¡Déjame en paz!

Amber y Lir se alejaron. Sally se estaba alargando y las venas le saltaban.

—¡Déjame! ¡No les haré daño!

—Sally, debes ser fuerte —dijo Rhodes tomándola del brazo.

Pero Sally lo arrojó a la pared, la cual se tumbó. Los chicos prepararon sus armas.

—Les ruego que me maten —suplicó Sally con lágrimas de sangre rodando por su rostro—. Si no lo hacen, él me hará matarlos.

Samuel Rhodes había perdido la conciencia. Y justo en el piso de madera, una horda de murciélagos rompió la estructura. De la ventana, entró otra horda. Sally se estaba cubriendo de murciélagos. Ella gritaba como si la lastimaran, pero en realidad la vistieron como a una princesa. El portero apareció vistiendo una túnica cobre y una capucha que le cubría el rostro. Además, cargaba un bastón con una linterna donde bailaban tres lenguas de fuego fatuo Se acercó a un Samuel Rhodes inconsciente quién fue succionado por la interna.

—¡Tío! — exclamó Thomas.

—Chicos, no creo que podamos enfrentarlos —dijo Lir—. Se ven más fuertes que nosotros.

—Salvaremos al Comandante—respondió Thomas—. Me encargaré de Sally, ustedes traten de sacar al Comandante de esa linterna.

***

En la cabaña del guardián del cementerio, Bull buscó una tiza entre los objetos del propietario. Maura aún no comprendía lo que pensaba realizar. Cuando la encontró, movió un par de cosas y dibujó una estrella de David.

—Maura, lo he pensado bien, lo mejor será que te quedes—dijo Bull muy amable que hasta él se sorprendió —. Iré a la "Zona muerta" y tú siendo una humana, no saldrás de ahí.

—¿Quién crees que eres? —preguntó molesta.

—Ponte dentro del círculo protector, estarás a salvo durante una hora—dijo Bull acercándose al pentagrama que emitía energía oscura —. Si no regreso en una hora, necesitaremos refuerzos.

Sin nada más que decir Bull saltó. No obstante, sintió una carga demasiado grande en su espalda como si algo colgase sobre ella. Pronto fue succionado para luego caer en una catacumba.

—¡Maldita pulga, deja de abrazarme! —gritó Bull—. ¡Mierda! Nadie debe saber que estamos acá. ¿Por qué viniste?

—No me agradas para nada, pero somos un equipo—soltó Maura—. En cambio, John sí me agrada.

Bull gruñó como lobo y dijo—: Solo te pido que no te separes. Este lugar es muy peligroso.

La catacumba era un lugar circular con paredes adornadas con huesos humanos y de bestias. Maura podía sentir la energía que emanaba. Se incorporaron a un pasillo que los llevó a otra zona circular con un abismo.

—Justo debajo se encuentra el hogar de Tártaros Vonnes, el lunar de la muerte — dijo Bull—. Tenemos suerte de que él no se encuentre aquí.

—¿Qué hay sobre John? —preguntó Maura.

—A quinientos metros arriba de nosotros — respondió Bull—. El problema es que no encuentro las escaleras. Generalmente, los Lunares usan magia para hacer sus actividades y la mía no es muy buena.

Maura observó a su alrededor y notó que en las paredes sobresalían bultos.

—Bull, ¿qué es eso en las paredes? — señaló Maura al bulto frente a ella.

—Antorchas—le respondió él—. ¿Acaso eres tonta?

—Creo que deberías encenderlas—ordenó ella.

Bull tocó la pared y en esta se dibujó un triángulo invertido dentro de un círculo. El hombre lobo susurró "Pyrus" o al menos lo que Maura alcanzó a escuchar. De la pared salió una antorcha que flotó hasta encender el resto. Unas escaleras salieron desde la pared. Tenían huesos en algunos escalones. Bull y Maura subieron corriendo, pero algo tomó a Bull de sus pies y lo arrastró hasta el borde de la escalera. Maura le dio la mano y lo haló hacia ella.

—¡Detrás de ti! —gritó Bull.

Maura soltó a Bull un momento y dio vuelta para esquivar el golpe de un zombi esqueleto que portaba un mazo con púas. El monstruo intentó atacar de nuevo, pero Maura sacó su arma que disparó un láser que lo volvió polvo. La agente bajó nuevamente para ayudar a Bull, quien ya podía moverse mejor. Sin embargo, del techo cayeron otros dos zombis esqueletos. Maura sacó otra pistola y comenzó a disparar. Los monstruos detenían los rayos con sus espadas. Pronto iban acercándose a Maura hasta llevarla al borde. Bull no podía moverse por una fuerza invisible que lo succionaba al abismo.

—¡Ayúdame! —gritó Bull que se sostenía con dos dedos—. ¡Apresúrate, humana!

Maura se sentía acorralada. Los monstruos estaban cada vez más cerca esperando por atacar, mientras que el hombre lobo se resistía a la fuerza invisible. Finalmente se decidió. La agente tomó primeramente la mano de Bull y le colocó un brazalete que se transformó en un guante.

—¿Qué mierda es esto? —preguntó con mucha frustración.

—Ya lo verás.

Entonces, Maura disparó al techo que rápidamente cayeron unos escombros al abismo. Se escuchó un rugido y Bull se liberó.

—Toca la pared con el guante—ordenó.

—¿Qué?

—¡Sólo hazlo, Bull!

Maura disparó a la pared contraria. El impacto hizo que las antorchas y áreas de la pared se vinieran abajo. Pronto las escaleras desaparecieron poco a poco llevándose a los monstruos con ellas. Una mano de la agente se cubrió por el guante. Luego con la otra mano disparó un gancho antes de desaparecer el terreno donde estaba.

—¡Salta hacia mí! — gritó la chica.

Bull saltó hacia ella, quien le extendió su guante. Para la sorpresa del hombre lobo sus manos quedaron conectadas mientras el gancho los subía hacia su destino. Estando en tierra de nuevo, Bull reconoció las habilidades de la chica para actuar con rapidez.

—Yo pude haber evitado todo este caos si no hubiera estado inmóvil, pero bien hecho...supongo—soltó el hombre lobo como agradecimiento.

Pero a Maura ni siquiera le importó ya que prefirió seguir caminando para buscar a John. Ya no le importaba a qué podría enfrentarse. Bull se molestó por esto y se le adelantó en forma de lobo. El dúo se adentró en un túnel muy silencioso donde podían escuchar su respiración. La luz era tenue y provenía del interior del túnel. Maura no quiso encender alguna linterna para no llamar la atención, así que confió en su guía. Tras caminar por unos minutos llegaron a otra habitación circular donde se erguía una estatua de gárgola de tres metros de altura; y siete pilares que sostenían el techo. Bull se detuvo y bloqueó el camino de Maura.

Los ojos de la gárgola brillaron de un rojo carmesí para luego alzar sus alas. La estatua comenzó a girar hasta que unas escaleras provenientes del suelo aparecieron. Bull detectó que alguien se acercaba. Así que le hizo una seña a Maura con la cabeza señalando un pilar para esconderse. Los dos con mucho sigilo fueron al pilar más cercano. Se escuchaba una voz masculina subiendo por las escaleras:" ¡No quiero hacerlo, no quiero traicionarlo!".

Al ser iluminado con poca luz visible, se dieron cuenta que se trataba del guardián del cementerio. A Bull no le pareció sorprendente tras lo visto en la cabaña, pero sabía que Sawyer estaba en una especie de batalla de control mental. Esperaron que él se alejara unos minutos y antes que la estatua bloqueara la entrada, corrieron hacia las escaleras.

Las escaleras iban girando mientras bajaban. El mecanismo no ocupaba magia, sino que era tecnología. Finalmente, las gradas los trasladó a un pasillo con rejas. Maura observó de reojo. Había huesos de todo tipo. Era obvio que era una prisión y sala de tortura. Al final del pasillo se encontraba un cuerpo desnudo del torso con sus brazos extendidos con ayuda de magia. Bull se transformó en humano. Corrió debajo de su amigo y dibujó un pentagrama dentro de dos círculos. La fuerza que sostenía a John lo soltó y el vampiro cayó en los brazos de su amigo. Bull hizo crecer las garras de su mano para luego clavarlas en el brazo de John, quién despertó asustado y gritando. Cuando vio que estaba con su mejor amigo y Maura se tranquilizó.

—Debemos ayudarle...debemos ayudar a Sawyer—dijo John con una voz muy débil. Al parecer tenía varias fracturas y no había podido sanarlas rápido—. Tiene una maldición que lo controla mentalmente.

—John no hay tiempo para eso— le respondió Bull negando su ayuda hacia el guardián —. Tenemos que sacarte de aquí. La ayuda será en otro momento.

De repente Maura salió disparada hacia la pared. Sawyer estaba de regreso. Parado a unos cuantos metros y con una mirada en lágrimas que se negaba a lastimarlos.

—¡Suéltala! —ordenó John.

—Es lo que intento, hermano— le contestó llorando—. Es demasiado...no puedo hacerlo solo.

—Bull, ve por Maura, me encargaré de él.

—Pero estás débil —le refutó Bull.

—Confía en mí.

Bull lo soltó y corrió a socorrer a la humana. John luchó por caminar hacia su hermano. La magia de Sawyer le quitaba la respiración a Maura. Era como si algo pesado la aplastara poco a poco. Estando cerca, John colocó sus manos sobre los hombros de Sawyer y apoyó su frente en la de él. John pudo ver a la familia de su hermano ser asesinada. Luego a Sawyer ser abusado por Tártaros y convirtiéndolo en su sirviente. Sawyer había sufrido mucho durante siglos. Tras varias imágenes de niños y mujeres asesinados encontró a Sawyer en su infancia. Estaba asustado y escondido detrás de una mesa.

—Sawyer...soy John.

—¿Hermano?

—Sí.

—Yo tengo la culpa de tantas muertes...te juro que no quería hacerlo.

—Lo sé...lucha.

—Tengo miedo...

—Yo también tengo, pero puedes impedir una muerte más.

—Quédate conmigo.

—Aquí estaré para ti, puedes salir de ésta.

La conexión se cortó. John y Sawyer salieron disparados hacia atrás. Bull le estaba dando respiración boca a boca a una Maura inconsciente,pero finalmente pudo respirar y la ayudó a levantarse.

—Gracias, señor Pulga—le sonrió a lo que el licántropo desvió su mirada.

Sawyer se levantó y corrió a ayudar a su hermano y el resto se acercó.

— Perdón Maura, no quería hacerlo—dijo muy apenado el guardián—. Perdón a todos.

Maura le sonrió.

—Tienen que irse, Tártaros viene hacia acá — dijo mientras dibujaba un pentagrama —. No podré sacarlos, pero los llevaré lo más cerca posible de donde aparecieron.

El trío se metió al portal.

—Trataré de darles tiempo para salir.

—¿Qué hay sobre tu maldición? —preguntó Maura.

—Estaré bien por ahora—respondió el guardián y sonrió.

El trío desapareció junto al portal. Mientras que Tartaros, Jonathan y Trinas aparecieron a los segundos caminando en el pasillo. Sawyer se preparó para el castigo. Jonathan le hizo una seña con la mano a Trinas, quién asintió. Sawyer sintió un dolor recorriendo su cuerpo, el cual se fue incrementando.

—¿Dónde está mi sobrino? —preguntó Jonathan con mucha dulzura. Pero Sawyer sabía que debería temer más cuando mostraba esa "personalidad". Jonathan le tomó de la barbilla y prosiguió—. ¿No responderás? Trinas, haz lo tuyo.

Sawyer contuvo su grito. Tenía que resistirse mientras los demás escapaban.

— En tantos siglos, has vivido en muchos cuerpos, por nunca aprendes — soltó Sawyer con una carcajada—. El día que consigas a John no será hoy. Recuerda las distintas profecías. Cualquier cambio o decisión modifica el futuro.

—¡Silencio! —gritó el rey, el cuál dicen que fue escuchado en toda la zona muerta.

— Mientras no recuperes toda tu fuerza, tus maldiciones serán más fáciles de romper. Yo tengo aliados también.

Jonathan se dio la vuelta y Trinas se acercó a Sawyer. Llevó su pulgar a la frente del guardián, quien desapareció en un parpadeo.

—¿Qué hay de John? ¿Quiere que vaya por él? — preguntó Trinas.

—Nadie entra y sale de mi reino sin mi permiso—le contestó Tártaros Vonnes con una sonrisa dibujada en su rostro, lo cual emocionó a la sádica sacerdotisa—. Dejen que mis súbditos se encarguen.

Tártaros estaba en lo correcto. En los tiempos de la Segunda Guerra de los Clanes, la "Zona muerta" era utilizada como un calabozo. Tártaros amaba experimentar con las criaturas. Al punto que creó diversas bestias con sus cadáveres con la ayuda de magia y tecnología. La Zona Muerta se caracteriza por ser un área llena de quimeras artificiales, zombis y gárgolas. Solo Dimitric van Vonter, padre de John, pudo adentrarse a la Zona muerta y salir con vida. En una misión casi suicida, logró liberar a todos los prisioneros y debilitar a su primo Tártaros. Después de eso, Tártaros se vio obligado a esconderse mientras se recuperaba. Fue por ello que el Lunar de la muerte no pudo ayudar en la culminación de la Segunda Guerra.

John, Bull y Maura huían de seis gárgolas. Estaban rodeados por todos lados y algunas quimeras bloqueaban la entrada. No podían verse más que su silueta y sus brillantes ojos carmesí. Maura sacó su bláster para disparar. De cierta manera funcionaban porque la luz dañaba los ojos de las criaturas. Sin embargo, el problema es que el efecto solo duraba unos segundos. Por su parte, John y Bull dibujaban el portal en la pared. Los monstruos cada vez estaban más cerca y Maura se quedaba sin carga en sus armas.

—¡Apresúrense! —gritó Maura.

—Hacemos lo que podemos, humana —le contestó Bull.

Los bláster perdieron carga. Maura buscó en su bolsillo. Ya no tenía ninguna herramienta más. No se le pasó en su cabeza, en ningún momento, que Bull pudiera tener razón de la Zona Muerta. Una quimera se hizo visible, de cuerpo humano, pero su cabeza era de un sapo que derramaba baba amarillenta; sus brazos eran pinzas de cangrejo gigante y sus pies eran patas de rana. Era horripilante. Maura se hizo para atrás con una voltereta para esquivar el escupitajo de la quimera. Y tuvo suerte porque era un ácido corrosivo. Maura corrió hacia los chicos mientras escapaba de la quimera.

—Maura, necesito una gota de tu sangre aquí—ordenó John con el corazón palpitante. La quimera estaba cada vez más cerca junto a un ejército de zombis y gárgolas vampiro.

—Será un placer.

La agente sacó una navaja y sin dudar se realizó un corte en la palma que John lamió. John puso su mano sobre el portal y una luz morada los desapareció antes que la quimera lanzara su último escupitajo. Por segunda vez, unos intrusos pudieron escapar con vida de la Zona Muerta y el ejército de criaturas tuvo que comunicar al rey su vergonzosa derrota.

***

Thomas, Amber y Lir se encontraban en aprietos. Sin ayuda de John y Bull les era difícil enfrentarse a una Sally poseída y un vampiro que utilizaba fuego fatuo para defenderse. Thomas sabía que la chica no era mala, pero sus impulsos como una recién convertida eran más fuertes que su autocontrol. Así que la mejor idea que se le ocurrió fue tratar de tranquilizarla.

— ¡Sally, ¿puedes oírme? - dijo Thomas acercándose lentamente hacia ella y con un arma tranquilizante detrás de él evitando que se la viera—. Confía en mí, no te haré daño.

— Soy una vampira, no sorda — respondió Sally.

Thomas soltó una carcajada.

— Al menos reconoces que tu pregunta fue estúpida — dijo Sally—. Thomas Rhodes, tú eras un dulce niño que siempre me saludaba y sin malas intenciones. Eras diferente a los de tu edad, creo que tu padre fue una gran influencia para ti.

— Me lo dicen seguido.

— Sin embargo, soy alguien diferente ahora— sonrió la chica con un tono diferente que parecía no ser el de ella.

Sally se lanzó hacia Thomas, quién logró agacharse y luego asestar una patada en la espalda. Sally atravesó el techo, por lo que Thomas se echó a correr por toda la habitación esquivando los escombros. Observó su alrededor, pero Sally había desaparecido. Preparó su arma y se concentró en el ruido de los murciélagos del vestido. Supo que se acercaban desde el piso, así que Thomas saltó hacia el sillón, pero Sally logró tumbarlo.

El agente rodó hasta caer por el agujero creado por Sally. Sacó rápidamente su pistola con el gancho y disparó. No obstante, Sally comandó a tres murciélagos que cortaron la cuerda. Thomas cerró los ojos mientras caía. En ese momento, la mente de Sally cobró claridad por unos segundos y voló hacia Thomas para salvarlo de estrellarse contra el patio del edificio. Sally lo puso a salvo en la escalera, pero perdió de nuevo su cordura.

Solo bastaba alzar sus manos para que los murciélagos salieran disparados a su objetivo. Thomas disparó con el bláster haciendo que se alejaran los quirópteros. Enfadada, la mujer se acercó en un parpadeo hacia Thomas, quien aprovechó el momento para inyectarle tranquilizante en el abdomen. Los murciélagos se largaron despavoridos, dejando a la joven prostituta desnuda. Sally cayó sobre los brazos de Thomas.

—Prometo que te salvaremos—le dijo el agente a una inconsciente Sally, a quién le colocó su chaqueta para cubrirla y la apoyó en la pared.

Thomas fue en búsqueda de las chicas. Bajó rápido las escaleras donde se escuchaba la madera crujir. Ahí estaba el anciano, quien lanzaba hechizos de fuego. Thomas disparó hacia el vampiro que no esperaba el ataque. Las balas eran benditas, pero solamente alcanzaron a rozar. Thomas saltó y se incorporó a la batalla. Lir alistó unas cuchillas y Amber se preparó para ir por la linterna.

—¡Ahora! — gritó Thomas.

Lir lanzó las cuchillas al enemigo, quién logró esquivarlas. Sin embargo, Amber fue más rápida y le terminó arrebatando la linterna.

—¡Thomas! —gritó lanzando el bastón hacia él.

Thomas la atrapó. El anciano voló hacia el joven agente, pero Amber y Lir le dispararon. Thomas lanzó la linterna hacia el suelo, la cual se rompió liberando el fuego. Samuel Rhodes y otras personas se materializaron inconscientes en el lugar.

—No crean que esto se quedará así— amenazó el anciano—. Unos humanos no podrán vencer al gran Banra.

Finalizada su presentación, Banra se rodeó de energía oscura, que los chicos podían distinguir por ser espíritus malignos. De repente, ocurrió una explosión y todo el campo se llenó de humo. Thomas cubrió a su tío y Lir a Amber, mientras Banra cayó al suelo.

—Para tu desgracia, unos simples humanos y el príncipe Van Vonter te han derrotado — dijo Bull.

Maura sostenía a un John agotado, pero que no dejaba de sonreír. Banra estaba inconsciente. Todos los afectados por su magia estaban despertando, aunque había muchos heridos a causa de la explosión.

—¿Qué fue lo que ocurrió? —preguntó el comandante Rhodes poniéndose de pie. Observó su alrededor. Había incluso niños debajo de escombros—. ¡Mierda! Barton nos matará.

—Fue mi culpa, comandante —intervino John—. El sirviente de mi tío casi los mata a todos. Fue lo único que pude hacer.

—Mami—sollozaba un niño al ver que su madre no respondía.

Banra se levantó mientras los agentes discutían. Las ambulancias sonaban a lo lejos y los pisos de arriba ardían. En la conmoción, Banra tomó al niño que intentaba despertar a su madre. Intentó defenderse, pero el anciano le clavó sus colmillos en la cabeza. Con su grito desgarrador, los agentes se percataron de lo sucedido, aunque ya era demasiado tarde porque Banra le había succionado toda su sangre. Al caer al suelo, el niño se convirtió en polvo logrando despertar los gritos colectivos de los sobrevivientes.

—Se creen muy buenos agentes, pero me han demostrado que son unos inútiles — dijo el vampiro y luego escupió para quitarse los restos de cabello—. Mis súbditos...es hora de servir a su señor.

La mayoría de las personas empezaron a tornarse violentas y a lastimarse a sí mismos, mientras que sus ojos se volvieron rojos por la sangre que brotaba de estos.

—Tenemos que sacar a los civiles de acá —ordenó el comandante Rhodes preparando su arma —. Siento decirlo, pero debemos exterminarlos.

—Tal vez haya otra opción, señor —dijo Lir muy preocupada.

—No la hay— intervino John—. Escuchen al comandante.

Un malherido John y Bull se adelantaron para detener a Banra. Los demás aprovecharon para reunir a los sobrevivientes mientras batallaban con los convertidos. Lir y Amber los sacaron a la calle. Sin embargo, una horda de murciélagos se aproximaba. John lanzó un orbe de luz que los entorpeció. Thomas y Amber se encargaron de estos con un poco de balas bendecidas.

—Alguien tendrá que quedarse para apoyarlos—dijo Samuel —. Adelántense.

—Comandante, no está en las condiciones— le refutó Maura —. Me quedaré con usted.

—Esta ocasión no— le dijo Thomas quién se adelantó corriendo—. ¡Llevenlos al cuartel!

Thomas llegó a tiempo para salvar a Bull de ser mordido por el transformado. Se apoyaron espalda a espalda como si se conocieran de toda la vida, dejando de lado sus diferencias. Como en toda guerra debían confiar en su aliado. Bull lo sabía a la perfección. Tenía siglos de experiencia. Thomas le compartió un arma bendecida a Bull. Y en sincronía, lograron terminar con la mayoría de transformados. Los demás quedaron inconscientes en el suelo. Era el momento de ayudar a John.

Banra era uno de los vasallos de Jonathan, que gracias a un pacto con la sangre del Lunar lo volvía más fuerte que un vampiro ordinario. Banra era diestro en pelear con su bastón, por lo que podía defenderse con facilidad de cada golpe de John.

— Puede que seas un Lunar, pero te hace falta mucha experiencia en batalla, John Van Vonter — soltó Banra golpeándolo en el abdomen. Bull logró atrapar a su amigo—. No eres nadie sin ellos.

John se incorporó nuevamente y se limpió la sangre alrededor de la boca con su puño.

— Te enseñaré quién soy —le sonrió John.

— Solo eres un crío— se burló Banra, quién comenzó a girar su bastón con mucha velocidad.

— Me refería a esto—le respondió John—. Red Moon: Light element.

De la luna salió una luz hasta que esta quedó en total oscuridad. Iba iluminando todo a su paso. Los ojos de John se tornaron escarlata y de su cara sobresalían sus venas.

—Imposible—murmuró Banra.

—¡Rápido, cúbranse! — gritó Bull.

Los sobrevivientes humanos junto a los agentes corrieron dentro de las ruinas. La luz era demasiado fuerte. Incluso algunos convertidos estaban desintegrándose. La luz finalmente llegó hacia quien la llamó sin dejar de girar. Banra se preparó para el golpe.

—Red Moon: Light element: dance of bullets— dijo John.

La luz se transformó en cientos de balas que salieron disparadas en cuestión de segundos. Banra se defendió con su bastón, aunque no pudo con todas. Las heridas le ardían. Había aceptado su fin hasta que notó que alguien lo había salvado, alejándose de la escena. Banra era cargado entre los brazos de Sally Scarlet. A pesar del odio que sentía ser un vampiro, salvó a su enemigo de la muerte.

La luz volvió de nuevo a la luna y John cayó debilitado. Bull y los agentes corrieron a socorrerlo. Sin embargo, en ese momento un dardo tranquilizador impactó en el cuello de Bull, quién en cuestión de segundos se desplomó al suelo.

—Así que son unos traidores, habrá que pagar las consecuencias—era Morani West, quien apuntaba su pistola junto a dos agentes más—. Ustedes deciden: amigo o enemigo.

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