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Capítulo 05

Amber visitó a su madre durante media hora. La señora estaba en coma. Al parecer, durante la posesión resultó con muchos traumas. Después de limpiarse las lágrimas, se levantó en búsqueda de Lir. Caminar en el cuartel le parecía una odisea debido a su gran extensión y la cantidad de pasadizos y puertas. Y al haber muchas zonas prohibidas, no tenía mucho por explorar. Amber llegó a la biblioteca, donde Lir estaba leyendo una gran pila de libros. Aunque no le sorprendió la cantidad de libros de su nueva amiga, ya que el tamaño de la habitación era sorprendente para ser una zona subterránea. Tenía repisas que llegaban al techo, zonas de estudio con pantallas de holograma integradas y en el techo, una pintura de San Marcus. De acuerdo a Lir, la biblioteca contaba con traducciones a diversas lenguas y con libros que narraban mitologías de distintas culturas. Algunas habían sido comprobadas, otras aún no.

—Tenemos que buscar el significado de tu símbolo—dijo Lir—. Nuestra biblioteca es muy extensa en ese sentido. Incluso la maestra Ross sería de ayuda, pero se encuentra enferma.

—¿Ya tienes teorías?

—Creo que tu nivel espiritual es muy fuerte comparado al promedio — respondió la joven, pero Amber se angustió más al no entender sus palabras—. Tal vez significa que tienes poderes mágicos o de una fuerza mayor.

—¿Cómo una hechicera?

—O la portadora de una entidad.

—No quiero ser poseída como mi madre—dijo Amber más preocupada que antes.

—No creo que sea algo malvado, tu símbolo no parecía maligno— dijo Lir tratando de calmarla y al parecer lo había logrado con la última palabra—. Eres una chica diferente, Amber. Tienes habilidades que aún no has descubierto. En cambio yo, por ser ordinaria, me dejaron a cargo de una investigación documental de la antigua escuela.

—Lir, no cualquiera puede llegar a ser un agente de SOIS.

—Soy una secretaria, rara vez me han dado la oportunidad de ir a una investigación de campo.

Amber sonrió con picardía.

—¿Qué es lo que tramas, Amber Hills? —le preguntó Lir preocupada.

—Podríamos investigar algo juntas además de mi naturaleza sobrenatural— le propuso la chica —. También he escuchado el rumor que, dentro de la escuela, una extraña entidad anda persiguiendo chicas y que se esconde en la oscuridad.

—Amber, eso sería involucrarte como civil.

—Ninguna chica se atreve a visitar los baños del antiguo edificio por miedo—le contó Amber mientras que hacía generar más interés en la agente—. Creo que podría estar relacionado con el ataque de Balthazar.

Después de meditarlo, Lir aceptó, por lo que se alistaron para ir en secreto. Lir tomó prestada la camioneta de su prima Maura. Y así ambas se aventuraron a ir a la escuela. Tras el incidente ocurrido la noche anterior, la escuela decidió cerrar por el bien de las familias afectadas por el incendio, ya que logró propagarse un poco a las casas vecinas. Lir estaba rompiendo las reglas por primera vez. Quién se imaginaría que la asistente del comandante Rhodes iría sola a una investigación. Algo le decía que tenía que regresar, puesto que ponía en riesgo la vida de un civil, pero su amor por la aventura era más fuerte que escuchar su intuición.

Llegaron a la escuela y la chica recordó que antes de convertirse en agente, logró graduarse con la generación de Thomas, así como otros ex compañeros de Amber. La escuela se conformaba por un edificio con un diseño poco moderno que databa de los años 1800 y se encontraba en el interior del terreno. Mientras que el edificio nuevo funcionaba como la fachada y donde la mayor parte de clases eran impartidas. Así que, siguiendo los rumores, debían cruzar hasta el edificio antiguo para investigar.

Cuando entraron, Lir recordó que era su primera vez en ese edificio. Antes había un edificio con paredes y pasillos de madera, aulas oscuras que recordaban a una cárcel con la mayoría de ventanas rotas. Sin embargo, tras un pequeño temblor por la noche, el edificio se derrumbó. Menos mal nadie se encontraba dentro. Ver el nuevo edificio con paredes pulcras y un piso de madera pulido, los salones muy bien equipados y una iluminación excelente, sintió un poco de envidia no haber recibido clases en esas aulas.

—Siento extraño volver a esta escuela—dijo Amber tras un largo tiempo en silencio donde se podían escuchar las pisadas en la madera y un poco de eco rebotando por los pasillos —. Cuando estaba en el otro edificio, recuerdo que en un recreo jugamos al escondite con los del salón. Yo me escondí en el armario del conserje y había un niño extraño que tarareaba canciones— y Amber soltó una carcajada —. Era tan pegajoso que me uní a él y nos encontramos.

De repente, Lir sintió como si regresara al pasado y también recordó un tarareo. Lir se detuvo y Amber hizo lo mismo.

—¿Amber?

—¿Sí?

—De casualidad, ¿ese niño raras veces llegaba a clase y durante dos meses usó un cabello azul porque se quería parecer a su héroe favorito?

—Sí — respondió con mucha intriga—. ¿Te recuerdas de él? Solían molestarlo y robarle su comida en el recreo, por lo que algunas veces le compartí mi comida. Después desapareció y al año, te incorporaste al grupo.

—Ese niño llamado Damian, era yo—confesó.

—¿Qué? —gritó Amber muy sorprendida—. Eso quiere decir que de alguna manera habíamos hablado antes— le sonrío Amber—. Fuimos buenos compañeros en ese momento. Y ahora, míranos investigando por nuestra cuenta.

Sin embargo, el agradable momento llegó a su fin. Siguieron caminando un poco, cuando de repente el ambiente cambió. Sentían una tensión y Lir supo que se trataba de una presencia paranormal.

—Hay algo acá, creo que también lo sientes, ¿no? — dijo Amber.

—No te separes de mí, podría ser peligroso—aconsejó la agente. Y le dio un taser en caso de emergencia —. Tiene una duración de 3 usos, cada una disminuye de intensidad.

Amber asintió. Lir sacó su pistola. Se fueron acercando y cada vez más, la energía provocaba que el ojo derecho de Amber le ardiera. Entraron al edificio viejo y la madera crujía. En ese lugar, la energía negativa se concentraba más. Lir intentaba descifrar su origen, puesto que podría ser un fantasma, un demonio o un acto de brujería. Las chicas decidieron inspeccionar arriba. Subieron sin hacer tanto ruido. Amber, de repente, comenzó a visibilizar corrientes de energía oscura y por detrás de ella soplaba un viento helado.

—Lir, ¡detente! —ordenó Amber—. Algo me dice que debemos irnos de inmediato.

Cuando ambas se dieron la vuelta, un extraño hombre cubierto de pelo gris en todo el cuerpo las observaba mostrando sus colmillos afilados, mientras en su mano izquierda cargaba un brazo femenino que aún goteaba sangre.

—Mierda—susurró Lir—. A la cuenta de 3...corres—Amber suspiró y Lir inició el conteo—. Uno, dos, tres... ¡ahora!

Lir disparó hacia el hombre lobo, lo que le dio tiempo a Amber de subir las gradas. Mientras que su compañera le seguía los pasos y disparaba a la criatura. Pero este ni se inmutaba. Era rápido y estaba a pocos centímetros de ellas. Gruñía y su respiración era muy fuerte. Estaba sediento de sangre. Cuando llegaron a la segunda planta se dividieron. Lir corrió hacia la izquierda hasta llegar a una bodega. Pensó que Amber la seguía. Abrió la puerta de un golpe para encontrarse con restos humanos. Algunos eran recientes. La habitación estaba plagada de ratones y moscas. Y en las paredes se encontraban los mismos símbolos que el comandante Rhodes les mostró. En el piso se había dibujado un pentagrama de ritual.

—Amber, esto es peor de lo que imaginamos—dijo Lir.

No recibió respuesta y Lir se dio cuenta de su error. Había dejado, a merced de la bestia, la vida de su amiga. El hombre lobo persiguió a Amber. La chica corría viendo de vez en cuando hacia atrás. Ahora se había convertido en un lobo grande. Amber abrió un salón y rápidamente reunió un poco de tiza en un recipiente. Se escondió en un armario. El corazón le latía con rapidez. Por una rendija, observó como el lobo se transformó como se les había presentado anteriormente.

—¡Sal! —ordenó su voz casi demoníaca—. Ahórrame esta búsqueda sin sentido, humana de mierda.

El hombre se acercó. Amber preparó el polvo de tiza en su mano y justo en el momento que la criatura abría con violencia el armario, la sopló. Los ojos se le irritaron. Amber aprovechó para salir y le disparó el taser en la espalda. La criatura se retorció y lo dejó inmóvil. En ese momento, Lir la tomó de la mano y salieron corriendo.

—Te dije que no te separaras, pero muy buen trabajo agente Hills— le sonrío la chica—. Es muy fuerte, así que eso nos dará poco tiempo para salir de acá. Cuentas con dos descargas más.

Mientras bajaban las gradas, se escuchó cuando el hombre lobo tumbó una pared. Incluso hizo que algunos pedazos del techo cayeran. Las chicas lograron bajar antes que en un bloque las aplastara.

—Espero que este edificio esté sancionado — dijo Lir entre risa nerviosa.

—No lo está —le contestó Amber.

La puerta no se abría y el gruñido de la criatura se escuchaba cada vez más cerca. Ambas chicas embistieron la puerta y corrieron hacia la fuente. Pero no habían ni alcanzado a llegar cuando la criatura saltó del segundo piso para aterrizar en frente de ella.

—¡Dispara!

—No puedo Amber, son balas normales...no lo detendrá.

El hombre lobo se acercaba más. Sabía que no podían escapar. Estuvo tan cerca de arrancarles la cabeza, de no ser por una flecha que le impactó en la espalda. El hombre lobo se la sacó y quebró. Se dio la vuelta y entonces otra flecha iba directo a él, pero logró detenerla con la mano izquierda. El salvador de las chicas era un encapuchado con una máscara usada durante la Peste Negra. Estaba posado en el tejado del edificio nuevo apuntando con su arco y en su espalda cargando una aljaba.

—Es La Peste—dijo Lir.

— ¿Es enemigo? — preguntó Amber.

—Un peculiar personaje que ayuda en misiones de SOIS sin pertenecer a ella—le explicó—. Pásame el taser, por favor.

Amber se lo entregó sin hacer ruido. Lir disparó con su pistola y el hombre lobo se dio la vuelta. Entonces la agente aprovechó y disparó al corazón. La descarga lo afectó más al ser una zona sensible. Lir y Amber corrieron hacia el otro edificio. No se había levantado aún. Siguieron corriendo hasta salir del terreno. La Peste saltaba entre los árboles hasta llegar hacia ella.

—Lo detendré lo más que pueda, váyanse —ordenó con su voz modificada.

La criatura saltó por completo el edificio y cayó a unos quinientos metros. Las chicas subieron a la camioneta, mientras que La Peste y el licántropo peleaban con puños y patadas. Las chicas aprovecharon el momento para arrancar. Sin embargo, el enemigo aventó a su salvador al automóvil.

—Lo perderemos en el bosque, agente...usted solo conduzca—dijo el misterioso hombre—. No podemos dejar que los civiles se vean involucrados en la misión.

"La Peste" se subió al techo de la camioneta y la chica arrancó nuevamente. El hombre se volvió lobo y los persiguió por toda la carretera. Lir condujo hacia el norte en dirección al Bosque de los Mineros, mientras que arriba el arquero disparaba flechas en pleno movimiento y aun así logró asestar tres flechas. El lobo gigante sangraba, pero aun así no se detenía. Llegaron hacia la valla de madera cerca de las otras camionetas. Había un pequeño espacio donde cabría el paso del automóvil por unos metros.

—Maura me matará por esto...—pensó Lir al mismo tiempo que apretaba los dientes.

Lir aceleró y destruyó la valla. La camioneta entró al bosque, donde las ramas rompieron las ventanas. La Peste sacó una pistola y disparó. La bala alcanzó a rozar el lado izquierdo del rostro. Furioso, el lobo aulló y con su cola mandó a volar un tronco bastante grueso. Al impactarse, La Peste fue disparado entre los arbustos y las chicas perdieron el conocimiento.

***

El grupo conformado por el comandante Rhodes, el agente West y los jóvenes Ryan Wallace y Roberto Acosta se adentraron en la ruina del rey Golem. Apoyados de linternas iban alumbrando el oscuro camino, a la vez que esquivaban las telarañas que aparentaban ser cortinas. Era como si fueran espías de una película de espías tratando de esquivar la trampa de láseres. Aunque eso sería pan comido en comparación a uno de los grandes peligros: la araña de las minas. De aspecto diminuto como una hormiga, pero una vez que picaba y succionaba sangre, crecía hasta el tamaño de un perro. Su tamaño dependía de la cantidad de succión. Era catalogada como una bestia mitológica y la ruina se convirtió en su nido. Según las leyendas, el temido Golem las creó para ayudar en la guerra contra los antiguos reyes vampiros. Es por ello, que el grupo iba pendiente de cada paso que daban. Al finalizar el pasillo, un poco lodoso debido a la filtración de agua en la zona, llegaron hasta una terraza con vista panorámica hacia un terreno muy grande. Ahí se erguían pilares en su mayoría destruidos. Mientras que en el centro del campo aún era visible una estrella borrada por la mitad.

—Acá fue donde Jonathan van Vonter fue derrotado por San Marcus y su orden— explicó Samuel a los agentes más jóvenes —. Justo en ese terreno, Jonathan juró regresar.

Bajaron las gradas hasta el terreno. No había huellas, ni siquiera rastro de energía espiritual. Sin embargo, Samuel Rhodes consideraba que tendría que haber una pista sobre los últimos ataques en la zona. Es así que el grupo se dividió en dos: West y Rhodes irían al sepulcro del rey; mientras que Acosta y Wallace investigarían los alrededores.

El primer grupo se dirigió hacia el ala norte. Para ello, cruzaron el terreno y luego subieron una escalera de madera con mucho cuidado, puesto que mostraba indicios de estar demasiado podrida a causa de la humedad. En el otro extremo tenían que cruzar un pasaje con telarañas, y las paredes, adornadas de símbolos extraños. La agencia pocas veces había entrado a investigar al sepulcro. Cuando finalmente llegaron a una sala redonda, tuvieron la sensación de que algo los observaba.

— Esta energía es similar a la de México — dijo Rhodes.

— ¿Hay alguna leyenda sobre este templo en específico? — preguntó West.

— Veo que lo has olvidado...Golem fue un rey vampiro o también llamado "el Lunar de la tierra". Fue asesinado por Marcus IX dos años antes de que la guerra diera inicio. Golem juró regresar. Pero hasta este momento, su última actividad sísmica fue hace unos tres años cuando se derrumbó la escuela.

— ¿Sísmico? ¿Qué tiene que ver los temblores con él?

— Su elemento era la tierra, un don bastante peculiar—le explicó Rhodes, que poco a poco comenzaba a perder la paciencia ante las dudas que West debía saber desde la academia—. Incluso, el templo estuvo oculto bajo tierra durante siglos, hasta que la orden de San Marcus lo encontró. Él peleó contra él y hechizó el lugar para protegerlo de invasores. Aunque, por supuesto, con el pasar de los años terminó perdiendo efecto y nadie pudo repararlo.

— ¿El santo era brujo? —preguntó muy extrañado el agente—. ¿El Vaticano estaba en su contra?

—Fuiste ascendido y ¡no lo sabes! —contestó Samuel muy enojado—. Fue bendecido por Dios, ponte a leer de nuevo. Regresando al tema, el rey Golem nunca murió, sino que terminó convertido en polvo y desde entonces de vez en cuando patrullamos la zona para estar preparados.

De repente se escuchó una risa. Samuel y el agente West apuntaron sus pistolas. Se pusieron espalda con espalda y dieron una vuelta, pero no había nada.

—Será mejor irnos —sugirió West.

—¿Tienes miedo? Puede que solo sea un poltergeist—se mofó Rhodes—. La tumba se encuentra debajo de esta sala. Tenemos que abrir el camino.

—¿Cómo se abre?

—Con un ritual de sangre—contestó el Comandante añadiendo un toque fantasmal a sus palabras.

West palideció y soltó un grito.

—Yo no soy brujo y si lo haces, te quemaré en la hoguera — amenazó West con su arma. Pero Rhodes le sonrió—. ¿Acaso dije un chiste, Rhodes? Recuerda que soy tu superior.

Samuel caminó hacia la pared que estaba detrás de su compañero. Palpó unos segundos hasta que presionó un botón.

—¡Alabado sea Satán! — soltó con mucho entusiasmo el comandante Rhodes.

La sala tembló, al mismo tiempo que el agente se asustó. El piso alfombrado estaba desapareciendo. Y de éste salía una escalera de mármol.

— ¡Hereje! —gritó West—Cuando regresemos, ordenaré un castigo.

— Esto es tecnología medieval—corrigió Samuel a su ignorante superior—. La magia consume energía. Así que incluso los vampiros usaban la tecnología para hacer su vida más fácil. Para ser mi superior, demuestras conocimientos inferiores.

La cara de West se sonrojó al haber sido humillado.

— ¿Vienes o te quedas? —preguntó Samuel desde un peldaño.

— Prefiero quedarme, veo que no me necesitarás.

— Perfecto.

Samuel Rhodes entró con valentía al sepulcro donde el sanguinario rey Golem había descansado durante siglos. Los escalones eran altos, por lo que era complicado bajar uno por uno. Rhodes desconocía cuán profunda era esa habitación sombría y de baja temperatura, porque nunca había inspeccionado tanto. Cuando iba a la mitad, colocó su pie y estuvo a punto de caer. Sin embargo, algo o alguien lo había salvado de una fea caída. Alumbró su rostro. Era West, quien estaba un poco pálido.

West lo ayudó a ponerse en pie y así en silencio, continuaron bajando con cuidado. Se daba la posibilidad de encontrar alguna bestia buscando carne humana. Finalmente llegaron hasta un terreno lodoso. Rhodes apuntó su linterna hacia arriba. Habían bajado unos quinientos metros. Ahí, la concentración de energía oscura era más potente que en el exterior. Samuel se acercó a las paredes y notó algo muy extraño en el líquido. Agarró una muestra con los dedos y examinó la sustancia viscosa.

— ¿Es sangre? — preguntó el agente West.

— Alguien ha realizado rituales de sangre los últimos días — le contestó Rhodes. Se acercó a West y lo movió. Luego alumbró el suelo. Había una marca de lo que podría ser un pentagrama invertido—. Creo que están tratando de despertar a Golem.

— ¿De qué sirve despertar a un vejestorio muerto?

— Puede que sea un vejestorio, pero Golem fue uno de sus más grandes aliados y necesita de él en la guerra.

De repente, algo pesado cayó en el lodo, haciendo que salpicara un poco sobre ellos.

— Debemos irnos...arañas mineras—aconsejó el comandante Rhodes.

Ambos agentes empezaron a subir los escalones. No podían detenerse a alumbrar a las arañas, porque el tiempo para salir con vida, era más valioso. Rhodes escuchó un ruido justo encima de ellos, así que disparó sin dudar y después, una lluvia de sangre les cayó encima. Las arañas mineras chillaron muy molestas. Rhodes se había enfrentado antes a esta clase de criaturas, por lo que esa señal solo podía indicar que llamaban al resto de arañas. Faltaban unos quince metros para llegar al exterior. Las arañas los estaban rodeando. West y Rhodes disparaban en la oscuridad. Algunas chillaban de ira, mientras que otras explotaban con el impacto de bala. Finalmente llegaron al salón. Rhodes corrió hacia el interruptor y el suelo se cerró. Algunas arañas fueron aplastadas, manchando así parte del suelo.

Sin mencionar ninguna palabra de lo sucedido y con West asqueado de la escena, Samuel sugirió buscar a los demás. Y por supuesto, West no rechazó. Samuel sentía miradas alrededor de ellos, pero para esta ocasión era suficiente. Había comprobado que alguien o varios habían intentado despertar al temido rey. Era posible que la ruina tuviera otros puntos donde se estuviera realizando los rituales. Los dos agentes llegaron al terreno donde se separaron. Sin embargo, ni Acosta ni Wallace se encontraban en el lugar. Rhodes temía lo peor, porque ni siquiera contestaban el teléfono.

—Maura, ¿me escuchas? —dijo Samuel y esperó unos segundos la respuesta —. ¿Se encuentran ahí los agentes Acosta y Wallace?

Para empeorar su preocupación, la respuesta fue un rotundo no. Su frente comenzó a sudar y un calor que recorría todo su cuerpo lo sofocaba.

—Lo mejor es que entren...ellos se han perdido y no contestan—confesó el comandante con mucha vergüenza, porque fue él quien sugirió separarse en una zona peligrosa—. Mientras tanto los seguiremos buscando.

En ese preciso instante, los agentes aparecieron. Acosta portaba una corona de oro con diamantes incrustados que formaban un ojo. Mientras que su compañero cargaba collares y brazaletes preciosos. Ambos chicos se reían a carcajadas y conversaban con algo que no era visible ni existente.

—Los hemos estado llamando — dijo West bastante enojado.

Los chicos ni se inmutaron, como si el agente West no se encontraba presente.

—Están bajo los efectos de una maldición—dijo el agente Rhodes. Sacó una pistola y le colocó unos dardos—. Espero que al menos seas lo suficientemente fuerte para cargar a uno.

Rhodes disparó a los dos agentes que cayeron en un profundo sueño. West le ayudó a quitarle las joyas con mucho cuidado de hacer contacto directo. De repente se escuchó un fuerte impacto.

—¿Qué habrá sido? — preguntó West aterrado viendo hacia el techo.

—Solo toma a Wallace y nos largamos de aquí—le contestó.

La presencia y las constantes preguntas que su colega realizaba, lograron desesperar al comandante Rhodes. Se puso a Acosta en su hombro y se adelantó a West mientras se repetía así mismo: "¿Qué estoy pagando, dios?".

***

El estruendo perturbó la conversación del grupo de John. Se dirigieron rápidamente hacia el lugar. Un árbol yacía caído y la camioneta de Maura estaba muy dañada. Se levantó una cortina de polvo que les imposibilitaba ver si alguien estaba dentro.

—Son Amber y la secretaria —anunció Bull tras un breve olfato.

Thomas y Maura se adelantaron. La puerta estaba dañada y el techo un poco aplastado. John sacó a Amber por la ventana con facilidad. Mientras que Bull a Lir. Ambas chicas estaban lastimadas, pero no de gravedad. Se alejaron del auto para ponerlas en el suelo. Sólo tenían un par de cortaduras y golpes. Amber despertó gritando. Y en ese instante, los ojos de John se tornaron como la sangre y sus colmillos crecieron. El vampiro fue tan rápido para agarrar a un lobo gigante de color gris platino y luego lo lanzó hacia el auto.

—¿Lo conoces? —preguntó Maura a Bull.

—Ahora no es tiempo de explicaciones —le contestó mientras su cuerpo se iba cubriendo de pelo y sus ojos se tornaban de color ámbar—. Deben regresar a la SOIS, nos encargaremos de él.

Thomas se puso a Lir en el hombro y junto a Maura y Amber corrieron en búsqueda de los demás. De repente, ramas les caían desde lo alto. Los chicos apenas podían esquivar. Maura disparó y desde arriba saltó un hombre parecido a Bull y con ropa manchada de sangre.

—Ese es el hombre lobo que nos atacó—dijo Amber recordando lo sucedido en el colegio —. No podremos contra él.

—Ninguna bestia me intimida —soltó Laura—. Amber llévate a mí prima. Thomas y yo nos encargaremos.

—Algo me dice que hay más peligros cerca—se opuso la chica al sentir una presión en el pecho.

—Entonces, toma un arma y dispara cuando sea necesario—le dijo Maura guiñando el ojo—. Demuestra de qué estamos hechas las mujeres de este pueblo.

Sin embargo, cuando Amber apenas había dado unos cuantos metros, un lobo se apareció agresivamente frente a ella. Era más pequeño que el otro y de color obsidiana. Amber le disparó, pero el lobo saltó a tiempo y la lanzó contra un tronco. El golpe le sacó el aire. Maura se percató de lo que ocurría, así que tomó una daga pequeña de su bota e hirió el rostro de la loba. Amber aprovechó ese momento para darle una patada en la mandíbula.

Todos quedaron boquiabiertos al ver el fuerte golpe de Amber, que hizo que la loba derribara dos árboles debido al impacto. Amber se adelantó, pero otros dos lobos aparecieron en la escena. Uno de color ámbar y el segundo gris azulado. Estaban acorralando al grupo. John disparó unos orbes de luz hacia su contrincante. El licántropo estaba más furioso que antes. Agarró a John y a Bull del cuello y los golpeó contra el suelo en repetidas ocasiones.

De repente, un humo negro atravesó al hombre lobo, dejándolo completamente inconsciente. Luego se materializó revelando su identidad como "La Peste", quien ayudó a levantar a los guerreros. Mientras que los demás lobos abandonaron el lugar, así como si nada. Después de eso, el comandante Rhodes regresó con los demás, por lo que Bull y John regresaron a la normalidad.

—¿Qué carajo ocurrió acá? —preguntó West al observar tanto caos a su alrededor. Luego notó al héroe enmascarado—. ¿Quién es este tipo con complejo de superhéroe?

—Solo soy un fiel protector del pueblo, me conocen como "la Peste" —le respondió.

—Vaya mote te has puesto—soltó una gran carcajada —. No me agradas para nada. ¡Ordeno tu captura!

—Creo que coincidimos, señor, ¡tampoco usted — respondió muy serio. Se limpió un poco la suciedad para luego proseguir —. Ahora con su permiso, comandante Rhodes.

Samuel asintió. Eso hizo que los aires de grandeza con los que se movía el agente West lo llevaran a sentirse humillado. El héroe enmascarado dejó caer una bomba de humo para desaparecer.

— Ahora, ¿quién me responderá este caos? —volvió a preguntar West.

—Lir y yo investigamos el rumor de la escuela, pero del cuál pensaba que era una creepypasta para asustar a los estudiantes—comenzó a contar la chica. Rhodes le sonreía para calmarla. Sabía que West podía ser muy intimidante —. Fue ahí que descubrimos una habitación donde había cadáveres, sangre y un penta...

— Un ritual de sangre para resucitar a alguien— interrumpió John.

La sangre de Bull se heló. En su mente comenzó a revivir malos recuerdos de su infancia. John le dio unas palmaditas suaves en la espalda

— Estando ahí, ese hombre lobo nos atacó —Amber señaló al hombre tirado en el suelo —. Logramos escapar con ayuda del enmascarado y terminamos acá.

— Lo llevaremos al cuartel para interrogarlo— respondió Rhodes—. Pero, Amber, debes tener cuidado de irte a misiones como estas. A pesar de que Lir será castigada después de ser atendida por un médico, me parece que hicieron un buen trabajo.

Maura sacó unas esposas y se las colocó al hombre lobo, lo que hizo que volviera a su forma humana. Físicamente era muy parecido a Bull, aunque lucía una barba desaliñada y el cabello dividido en dos, le caía sobre los hombros terminando en ondas. El grupo partió hacia la SOIS. Los lobos restantes observaban detrás de unos arbustos. Su hermano había sido capturado y tenían que rescatarlo a prontitud. 

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