Capítulo 3| Final

Octubre del 2008

Derenise cerró esa carta que nunca envió, donde había expresado todo lo que contenía, estaba nostálgica y aliviada.

Comprendía que su valor no dependía de nadie más. Y aunque nadie leería aquella carta, además de ella, había sentido una calma aliviadora al releer su pasado sin ningún dolor, esa carta que había escrito para soltar aquella tristeza hace unos cinco años. Ya lo había superado, y a pesar de los años, todo ya había pasado, y más nadie como Joseph entraría en su vida, ella no lo permitiría. La música había sido su refugio, y ahora sabía que tenía que seguir adelante.

Un año después, mientras tocaba en un café local, conoció a Edward. Su sonrisa era hermosa y su risa, contagiosa. Comenzaron a hablar sobre la música, y Derenise sintió una conexión especial con él. A diferencia de Joseph, Edward parecía realmente interesado en escucharla, en observarla mientras hacía su magia junto al piano.

En cada encuentro y momento que pasaban juntos, ella se dio cuenta de que estaba permitiendo que alguien entrara en su vida de una manera nueva y sana. No había prisa, solo la oportunidad de construir algo real.

Mientras tocaba una nueva composición inspirada en su crecimiento, Derenise sonrió. Había aprendido a valorarse y a abrir su corazón a nuevas posibilidades. La música sería siempre su salvación, pero ahora también había espacio para un amor verdadero.