Capítulo 2| Carta a Joseph
24 de octubre del 2003
Hola, Joseph:
¿Me creerías si digo que aún me acuerdo de todo lo nuestro?
Mis ojos se posaron en tu rostro, tus pecas color escarlata, esos ojos azul cielo y tu cabello rojo vino. Siempre habías tenido un cuerpo de ensueño, y te preocupabas más por tu apariencia que por tus emociones. Envidiaba eso; ojalá pudiera ser menos preocupada. Que las riendas de mi vida fueran solo sobre mi belleza, no sobre mis emociones y preocupaciones.
Esa aura de autoridad te hacía destacar; donde llegabas, la gente te quería. Eras admirable y envidiado por muchos. El orgullo, el ego y la belleza te consumían.
Estaba enamorada de ti desde que empecé en la clase de música. Era inevitable mirarte mientras prestabas tanta atención a las baquetas, a la batería, a tu futuro como músico.
Deseaba ser cualquier instrumento, para que me rosaras con tus ágiles manos, para que me prestaras atención, para que me trataras como algo importante y no como algo invisible.
Ahí comprendí dos cosas:
1. Estabas demasiado centrado en tu físico.
2. La música era una de las razones de tu existencia.
¿Por qué no me trataste como a la música?
¿Por qué, cuando terminamos, no te fue difícil superarme y estar con otra en dos días?
Odiaba eso; te odiaba a ti por hacerme daño, pero también me odiaba a mí por haber iniciado una relación contigo sabiendo cómo eras.
Sé la respuesta: estaba enamorada, cegada, completamente envuelta en emociones falsas. Ojalá pudiera ser tan despreocupada como lo eras tú con nuestra relación.
~Derenise
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