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XXXIV

Elysia

Una semana después, todo marchaba en orden. Me había mudado a la casa de Roy; él me lo pidió y, aunque al principio dudé, terminé aceptando.

Hoy, por fin, se celebraba la boda de nuestros queridísimos amigos Bex y Enzo. Me alegraba profundamente por ellos, ya que habíamos sido testigos de su amor floreciente.

Llamada de Bex

- ¿Vendrán a la boda, verdad? -expresó ella desde la otra línea.

- Eso no nos lo perderíamos por nada -respondí entre risas.

- Los esperamos -dijo antes de colgar.

Me dirigí a la habitación para decirle a Roy que se apurara, que llegaríamos tarde, cuando Mahra se cruzó en mi camino.

- Buen día -saludó ella.

- Buen día, señora -respondí con un tono respetuoso.

En ese instante, Aitana asomó la cabeza por el pasillo y llamó a Mahra. Ella se retiró y yo continué mi camino.

Era extraño que durante toda esta semana, la madre de Roy no me hubiera dirigido ningún insulto, como solía hacerlo. Curiosamente, Aitana era quien siempre me miraba con desdén. Pero, sinceramente, eso no me afectaba en absoluto.

Finalmente llegué a la habitación y observé a Roy saliendo de la ducha, con una toalla cubriéndole solo la parte inferior. No podía evitar admirar sus bíceps y los perfectos cuadritos de su abdomen.

Me acerqué a él, lo suficientemente cerca como para sentir el calor de su piel mientras él movía la cabeza de un lado a otro, secándose el cabello. Las gotas de agua salpicaron mi rostro y le dije:

- ¡Ya basta, amor! -exclamé entre risas.

- Ufff, pero qué hermosa estás -respondió él, atrayéndome hacia sí y besándome lentamente el cuello.

- Amor -dije riendo, sintiendo que sus besos me daban cosquillas-. Bex me llamó y dijo que no podíamos faltar a la boda.

Él se detuvo y sonrió pícaramente.

- Sí, Rosita mía, pero... aún falta para que comience la ceremonia. ¿No se te ocurre algo que podríamos hacer mientras tanto? -preguntó mientras caminaba de un lado a otro con esa sonrisa que aún me ponía nerviosa.

- Eres un travieso -dije mordiendo mi labio inferior-. Pero será mejor que me meta a la ducha.

Mientras caminaba hacia el baño, me giré hacia él. En un instante, la toalla que lo cubría se deslizó al suelo...

- Oh Dios... -exclamé, desviando la vista y riendo.

- No desvíes la mirada; todo esto ya lo conoces -dijo él entre risas.

Rápidamente entré en el baño; mis piernas temblaban. Mi mente solo podía pensar en una cosa...

«Ve hacia ese hombre».

Abrí la puerta y observé a Roy de espaldas, ya con la toalla puesta alrededor de su cintura. Sin pensarlo dos veces, corrí hacia él. Al sentirme cerca, él se giró y me sostuvo con fuerza. Envolví mis piernas alrededor de su cintura y apreté sus hombros con mis manos.

Él me levantó con determinación y se dejó caer sobre la cama, quedando encima de mí. Con rapidez, me despojó de mi ropa; solo quedé en ropa interior cuando su toalla se deslizó por completo... Y fue entonces cuando dije:

- Ya está den... -Pero él interrumpió mis palabras con un suspiro profundo.

- Sí... -respondió entre susurros.

El aire se llenó de una tensión eléctrica, y el mundo exterior se desvaneció mientras nuestros corazones latían al unísono.

El calor de su cuerpo se fundía con el mío en un abrazo ardiente, cada movimiento era una danza entre la pasión y el deseo. Sus susurros se convertían en música, una melodía que resonaba en cada rincón de mi ser. La habitación estaba bañada en una luz suave, creando sombras que danzaban en las paredes mientras nuestros cuerpos se entrelazaban.

Con cada roce, el mundo exterior se desvanecía, y solo existíamos nosotros, atrapados en un instante eterno. Sus manos exploraban mi piel con una delicadeza feroz, como si cada centímetro de mí fuera un mapa que él estaba ansioso por descubrir. La conexión era eléctrica, un torrente de sensaciones que me hacía perder la noción del tiempo.

- Elysia... -murmuró, su voz un eco profundo que resonaba en mi pecho.

Mis ojos se encontraron con los suyos, llenos de deseo y complicidad. En ese momento, todo lo que había sido antes se desvaneció; éramos solo dos almas perdidas en un océano de placer. La intensidad de su mirada me hipnotizaba, y me dejé llevar por el impulso de acercarme aún más a él.

Cada latido de mi corazón parecía sincronizarse con el ritmo de nuestros cuerpos, y el aire se volvía denso con la promesa de lo que estábamos compartiendo. La suavidad de su piel contra la mía era un fuego que se avivaba con cada suspiro, cada gemido que escapaba de nuestros labios entrelazados.

La pasión nos consumía, y en cada caricia, en cada beso, sentía que nos fusionábamos en algo más grande que nosotros mismos.

Y así, perdidos en la vorágine de nuestro deseo, dejé que mis pensamientos se desvanecieran, entregándome por completo a la experiencia.

La culminación fue un estallido de sensaciones, una explosión de luz y color que nos envolvió. En un susurro compartido, nuestras respiraciones se entrelazaron mientras el mundo regresaba lentamente a la realidad.

Al abrir los ojos, vi su sonrisa satisfecha, y supe que habíamos cruzado una frontera.

-Tus ojos son realmente lindos, Roy -dije, acurrucada a su lado.

-¿Eso crees? -respondió él-. Porque tus labios son realmente dos cerezas esperando ser mordidas -añadió con voz profunda y seductora.

-¿Te gustaría tener hijos? -le pregunté a Roy, curiosa.

-Sí, me encantaría tener hijos. Siempre y cuando tengan la misma luz en los ojos que tú, esos dos luceros que brillan con curiosidad y sueños -dijo, acariciando lentamente mi brazo.

-¿Crees que en el futuro tengamos una familia? -le pregunté, con un destello de esperanza en mis ojos.

-Claro, será mejor ponernos en marcha, ¿verdad? -expresó él con una sonrisa traviesa.

-¿Con qué? -dije, haciéndome la desentendida.

-En hacer nuestros bebés; ellos no se hacen solos -respondió, guiñándome un ojo.

Sonreí y me sonrojé ante su insinuación.

Después de nuestra charla, nos arreglamos adecuadamente. Yo elegí un vestido rojo como el vino, unos tacones negros que combinaban con mis pendientes y cartera. Llevé el cabello suelto, como acostumbro, me maquillé y pinté mis labios de un rojo intenso, manteniendo el resto del look sencillo pero elegante.

Roy lucía impresionante. Se vistió de negro, muy elegante, quizás demasiado para mi gusto. Tendré que ir "esposada" a él para no perderlo de vista...

Al llegar a la boda, el ambiente se sentía de ensueño. Las luces tenues iluminaban el jardín, donde las flores en tonos pastel adornaban cada rincón, creando un escenario mágico. La música suave llenaba el aire, y los murmullos de alegría y risas resonaban entre los invitados, todos vestidos con sus mejores galas.

Roy y yo nos adentramos en la celebración, sintiendo la energía vibrante que nos rodeaba. Cada paso que dábamos nos sumergía más en la atmósfera festiva. Las mesas estaban elegantemente dispuestas, con centros de mesa florales que complementaban el tema romántico de la boda. Miré a mi alrededor, maravillada por la belleza del lugar.

-Es simplemente perfecto -susurré a Roy mientras nos dirigíamos a la pista de baile.

Él sonrió, tomando mi mano con ternura. -Y lo mejor está por venir -dijo, guiándome hacia un rincón donde podíamos observar mejor la ceremonia.

Bex y Enzo estaban radiantes, y yo no podía evitar sentirme emocionada por ellos. Sin embargo, mientras disfrutábamos del momento, noté que Roy se había desvanecido entre la multitud. Miré a mi alrededor, tratando de encontrarlo, pero no había rastro de él.

El momento culminante de la ceremonia llegó cuando Bex se preparó para lanzar su ramo. Las chicas se agruparon detrás de ella, ansiosas por atrapar el símbolo de buena fortuna. Mientras Bex giraba con una sonrisa brillante, me sentí un poco nerviosa. ¿Por qué Roy se había ido justo ahora?

-¡Elysia! -llamó Bex, dirigiéndose hacia mí con una expresión juguetona-. ¡Tú eres la afortunada! ¡Ven aquí!

Las demás chicas se echaron a un costado, sorprendidas. Me quedé congelada por un momento, sin saber si debía acercarme o no. Pero la mirada de Bex me animó a avanzar. Cuando llegué al centro, sentí cómo todos los ojos estaban fijos en mí.

Bex levantó el ramo por encima de su cabeza y, con una sonrisa traviesa, lo lanzó hacia atrás. El ramo voló en el aire, y en ese instante, miré hacia atrás, esperando ver a Roy entre los demás invitados.

Y allí estaba él, arrodillado en el suelo, con una pequeña caja abierta en sus manos. Mi corazón se detuvo al ver su expresión seria y esperanzada.

-Elysia -dijo Roy, su voz resonando en medio del murmullo de la multitud-. ¿Quieres casarte conmigo?

El tiempo pareció detenerse mientras mis ojos se llenaban de lágrimas de sorpresa y felicidad. El ramo aterrizó en el suelo a mis pies, olvidado en ese instante mágico. Todo lo que podía pensar era en la pregunta que acababa de hacerme Roy.

Las risas y murmullos de la boda se desvanecieron; solo existía ese momento entre nosotros dos. Miré a su alrededor, a los amigos y familiares que nos rodeaban, todos con sonrisas emocionadas.

-¡Sí! -respondí finalmente, mi voz temblando de emoción-. ¡Sí, quiero!

La multitud estalló en vítores y aplausos mientras Roy se levantaba lentamente, una sonrisa radiante iluminando su rostro. Me abrazó con fuerza, y en ese instante, supe que este sería un día inolvidable.

¡¡¡¡Jamás me esperaba ésto!!!!

Mahra se acercó a mi madre y a mí, mientras Roy nos acompañaba. Con una mirada sincera, dijo:

- Os debo una disculpa. Elysia, te juzgué sin conocerte, y merezco que me odies. Roy, hijo mío, perdona mis actitudes odiosas en ocasiones, incluso contigo. Me arrepiento profundamente. Y tú, Kira, lamento mucho haberte hecho pasar un mal rato aquella vez en mi casa. Estoy aprendiendo de mis errores.

Sus palabras, cargadas de sinceridad, resonaron en el aire como un canto de redención.

- De acuerdo, Mahra -respondí con una sonrisa-. Mi madre siempre me enseñó a ofrecer segundas oportunidades a las personas.

- Te disculpo -expresó mi madre con calidez.

Roy asintió con la cabeza, su mirada llena de comprensión.

- Me alegra que finalmente hayas aceptado tus errores y que te sirvan de lecciones -dijo Roy, acercándose a ella y ofreciéndole un abrazo reconfortante.

En ese momento, el ambiente se llenó de una nueva luz, como si las sombras se desvanecieron.

Mahra se separó del abrazo con una expresión de alivio en su rostro. Era evidente que el peso de la culpa se había aligerado en su corazón. Miró a cada uno de nosotros, como si buscara en nuestras miradas la aceptación que tanto anhelaba.

- No será fácil, pero estoy dispuesta a trabajar en mí misma -dijo, con determinación-. Quiero ser una mejor madre.

Mi madre asintió, mostrando su apoyo.

- El primer paso ya lo has dado, Mahra. Reconocer nuestros errores es fundamental para crecer. Solo recuerda que este camino requiere tiempo y esfuerzo.

Roy sonrió, su mirada llena de confianza.

- Y no estás sola en esto. Todos estamos aquí para apoyarte. Lo importante es que sigas adelante.- Pronunció Roy.

Después de que terminó la fiesta, regresamos a casa. Roy, acostado en la cama, me miró y pronunció:

- Esta noche ha sido la mejor que he tenido -dijo con una sonrisa.

- Jamás me esperé esa sorpresa, Roy -respondí mientras admiraba el anillo que él me había puesto en el dedo.

- Elysia, soy de las personas que creen que para demostrar nuestro amor no hace falta firmar un papel. Pero yo te quiero para mí en todos los sentidos -expresó Roy, tomando mis manos con ternura.

- ¡Es que cómo no amarte! -grité con alegría, llenándolo de besos.-Cada día me demuestra que amarte no ha sido un error, sino mi mayor emoción.

Eres la razón detrás de mi, felicidad, y en ti he encontrado un amor que supera todas mis expectativas.

/"Un susuro Anónimo"\

- Así que quieren tener bebés. Sobre mi cadáver, jamás serán felices mientras yo exista... Esos bebés jamás existirán.

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Espero que disfruten de este capítulo, que está cargado de buenas vibras para todos. ¡Feliz Navidad, amigos y amigas! 🎄✨

Este capítulo trae consigo una valiosa enseñanza: el perdón y aceptar nuestros errores son primordiales para vivir plenamente. 💖 En cada tropiezo hay una oportunidad de crecimiento, y al abrir nuestro corazón al perdón, encontramos la paz que nos permite avanzar. 🌟

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