Narra Roy

Subí a Elysia a mi cuarto, incapaz de soportar otra pelea. Ya era suficiente con que mi madre intentara hacerla sentir mal.

- Roy, creo que debo ir a casa - expresó ella, con un tono de tristeza que me desgarró el corazón.

- No, por favor, Elysia. Me haces mucha falta - dije, atrayéndola hacia mí con ternura.

- Tenía pensado hacer el acto que le debía a Anahí mañana. Con tantas cosas que han pasado últimamente, no he tenido oportunidad - confesó, su voz un susurro cargado de emociones.

- De acuerdo, mi amor. Yo te acompañaré y te ayudaré en todo lo que esté en mis manos - prometí, sintiendo cómo la determinación brotaba en mí.

- Gracias - respondió ella, aunque en su rostro se notaba que pensaba en algo más profundo.

En un momento de silencio absoluto, las palabras escaparon de mis labios como un suspiro:

- Puedes decirlo - murmuré.

- ¿El qué? - preguntó ella, jugando nerviosamente con un mechón de su cabello.

- Lo que realmente quieres decirme - expresé con una sonrisa. - Se te olvida que te conozco a la perfección.

Ella sonrió dulcemente, iluminando la habitación.

- No sé por qué, pero todo este asunto con Aitana me parece una farsa - dijo, cruzando los brazos con desconfianza.

- Amor, no te obsesiones pensando en ella. Mejor concéntrate en nosotros - dije, elevando suavemente su barbilla con mis dedos.

- Lo sé, pero es inevitable no pensar en lo extraño que ha sido todo - respondió, retorciendo los ojos con frustración.

- Estoy aquí contigo, y eso es lo que importa - dije, tratando de animarla al notar su tensión.

Me acosté a su lado en la cama y ella se acurrucó contra mi pecho, sintiendo el calor de su cuerpo.

- ¿En qué piensas? - le pregunté suavemente.

- Silencio, estoy oyendo los latidos de tu corazón - expresó ella, sonriendo con dulzura.

Tomé uno de los libros que a veces leía, que reposaba en la mesa de noche junto a mi cama.

Ella miró el libro y luego me miró a los ojos:

- ¿En serio? - dijo con una sonrisa, sus ojos verdes oscuros brillando intensamente. - ¿Lees el famosísimo libro de Romeo y Julieta?

Rápidamente voltee para inspeccionar la portada del libro...

- Te juro que no - respondí levantando las manos y dejando caer el libro sobre mí. - Una seguidora me lo regaló y lo guardé sin saber de qué se trataba.

- Tranquilo, no es malo. Es una historia de amor que deja a muchos con el corazón en la mano - expresó ella con un brillo especial en su mirada.

- ¿Por qué? - pregunté, mientras ella se acurrucaba más a mi lado y comenzaba a contarme la trama del libro.

- Romeo y Julieta, los Montesco y los Capuleto. Romeo, un Montesco, se enamora de Julieta, una Capuleto, en un baile. Se casan en secreto, pero tras la muerte de Teobaldo, primo de Julieta, Romeo es desterrado. Julieta finge su muerte con una poción para reunirse con él, pero Romeo, al no recibir la noticia del plan, se suicida al encontrarla "muerta". Al despertar y ver a Romeo muerto, Julieta también se quita la vida. Sus muertes finalmente llevan a la reconciliación de las familias, pero demasiado tarde - concluyó ella, con los ojos brillantes de lágrimas.

- Eso es verdaderamente triste; no tengo palabras para describirlo - expresé, sentándome en la cama y tomando sus manos al darme cuenta de que Elysia estaba triste.

- Roy, promete que nuestra historia tendrá un final feliz; no quiero un gris sin colores. Yo deseo un arcoíris de felicidad a tu lado - dijo ella con lágrimas asomando en sus ojos.

- Te prometo que mientras viva jamás te dejaré, mi Rosita - respondí abrazándola con fuerza.

Apagué la luz del cuarto y nos dejamos llevar por el dulce abrazo del sueño.

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Narra Elysia

7:00 am

Me desperté y lo primero que vi fue a Roy dormido... Pensé...

«Es tan bonito incluso durmiendo».

Me levanté de la cama sutilmente, me vestí con un boxer suyo y un pulóver amplio que me abrazaba. Bajé los escalones que llevaban a la cocina con discreción...

Planeaba hacerle un desayuno delicioso...

Levanté la vista y vi a Aitana y a la señora Mahra desayunando.

- Buenos días - dije mientras me dirigía a la nevera en busca de unos huevos y algunos vegetales.

- Señorita, ya el desayuno está hecho - dijo la ama de casa con una sonrisa amable.

- Tranquila, yo prepararé personalmente el de Roy... - respondí mientras ella me miraba con dulzura y continuaba con sus labores.

Mahra me miró de los pies a la cabeza y dijo:

- ¡Qué insolencia! - Se levantó de su asiento y se marchó, mientras Aitana me observaba con una sonrisa burlona, sosteniendo su café.

Tomé el pan y lo tosté, mientras los huevos revueltos ya se estaban cocinando. Me encontraba picando en trozos el jamón cuando Aitana se acercó.

- Genial, finalmente te veo en el nivel que te corresponde. Nunca dejarás de ser una sirvienta - expresó Aitana, dirigiéndose a mí con la taza de café en la mano.

- No me importa lo que digas - respondí, tratando de ignorarla.

- Sabes que Roy, tarde o temprano, aceptará que yo soy la pieza de ajedrez que le falta en su vida - afirmó ella con seguridad.

Tomé aire y sonreí.

Al ver que no le prestaba atención, Aitana dejó el café sobre la encimera y me dijo:

- Cálientamelo.

- Hazlo tú misma - respondí, sacando los huevos revueltos del sartén y añadiendo el jamón.

- ¡Que lo pongas! - gritó ella. Voltie la cabeza, poniendo los ojos en blanco. Tomé la taza y la puse a fuego lento; no iba a permitir que arruinara mi día.

- ¡Bien, eso! - exclamó, aplaudiendo con sarcasmo.

- ¿Me puedes dejar en paz? - le dije, mirándola directamente a los ojos.

- ¡Roy va a ser mío! - dijo ella, elevando el tono de su voz.

- Eso piensas. Déjame explicarte algo: ayer por la noche, mientras tú inventabas que te habían asaltado, nosotros fuimos a recogerte y te sentaste en el mismo lugar dónde hace unos minutos habíamos follado - respondí mientras bajaba el café del fuego y se lo entregaba. - Aquí tienes. Que tengas un excelente día.

Tomé la bandeja con el desayuno de Roy y subí las escaleras. Ella se quedó en shock; se lo merecía, no hacía más que provocarme.

Abrí la puerta de la habitación y encontré a Roy leyendo "Romeo y Julieta".

- Esto es real - dije mientras entraba con su desayuno en bandeja.

- Ahora me dio curiosidad leerlo - respondió él. - Pero puede esperar. - Puso el libro a un lado y me miró con una sonrisa. - ¿Y esta sorpresa mañanera?

- Pues me desperté temprano y te hice el desayuno - dije sonriendo.

- Eres hermosa, ¿te lo he dicho antes? - preguntó él.

- Solo unas mil veces más - respondí riendo.

A las 9:30, él terminó de desayunar y comenzó a arreglarse para salir.

- Amor, tengo todo preparado para el acto de Anahí - dijo él.

- Gracias, amor. No sabes cuánto peso me quitas de encima - expresé con gratitud.

Salimos de la mansión y pasamos por mi casa; lógico, tenía que cambiarme de ropa, pero mi madre debía saber que nada ni nadie me separaría de Roy .

Toqué el timbre de la puerta y mi madre abrió. Me miró y sonrió; luego miró a Roy, y suspiro.

- Lo suponía.

Pasamos a la sala, le conté que hoy sería el pequeño acto de despedida de Anahí y que sería una celebración íntima.

Ella aceptó todo y, por un momento, tomé la mano de Roy.

- Madre, quiero que sepas que no tienes derecho a decidir por mí si quiero o no a Roy en mi vida. Sé que las cosas que dijo su madre fueron feas, pero entiende que yo lo amo - expresé con firmeza.

- Señora, yo sería incapaz de permitir que le falten al respeto a Elysia. Sé todo lo que hemos pasado; por favor, confíe en mí - dijo él, besando la mano de mi madre como símbolo de respeto.

- De acuerdo, no podría decirles que no. Por favor, Roy, siempre protégemela - dijo mi mamá.

- Será una promesa - expresó él con sinceridad.

"Me quité otro peso del corazón".

Roy contrató a una empresa para llevar todas las pertenencias de Anahí a lugares necesitados como iglesias. Esa era su petición si estuviera viva. Sentí un nudo en el estómago al ver cómo sacaban las cosas de mi fallecida hermana. Me monté en el coche hasta que esos hombres se fueron. Mi madre se sentó en los asientos traseros mientras Roy conducía. En un abrir y cerrar de ojos, ya estábamos en la carretera. El acto iba a ser en la disquera; allí estarían nuestros amigos. Sería algo sencillo... pero mi madre no podía faltar.

Después de unas horas de camino, llegamos a la disquera. Con el corazón latiendo con fuerza, decidí iniciar el acto. Agradecí a todos los presentes; entre ellos estaban Bex y Enzo. Y, de alguna manera inexplicable, Aitana se encontraba allí, junto a Mahra, quien no dejaba de abanicar su rostro con un gesto nervioso.

- Un saludo a todos los presentes. Gracias por acompañarme en un acto tan significativo para mí. Si Anahí estuviera aquí, estaría inmensamente agradecida. Ella siempre soñó con ayudar a los demás, así que hemos decidido donar sus pertenencias a quienes más lo necesitan. Quiero que todos recordemos su bondad y generosidad. Hermana, donde quiera que estés, en los rincones del cielo, esta canción es para ti...

Un murmullo de aprobación inundó la sala.

Verso 1

Cuando éramos pequeñas, soñábamos ser princesas,
tú, con tus ansias de volar, decidiste ser mi mar.
Con risas y juegos, llenábamos nuestros días,
y en cada aventura, tejíamos melodías.

Verso 2

Las flores en el jardín siempre te recordarán,
tu risa y tu luz, que nunca se irán.
Aunque hoy estés lejos, en mi corazón estás,
como un susurro del viento que nunca se irá.

Verso 3

Las estrellas brillan más cuando miro al cielo,
sé que ahí estás tú, cuidando de mi vuelo.
Y aunque el tiempo pase y la vida cambie,
nuestra unión es eterna, un lazo que no muere.

Verso 4

Siempre serás mi guía, mi amiga y mi razón,
en cada paso que doy, siento tu corazón.

Verso 5 (final)

Y aunque el tiempo pase, nunca habrá un adiós,
en cada recuerdo, vivirás en mi voz.
Por siempre a tu lado, en esta canción,
hermana querida, eres mi inspiración.

Al finalizar esa última estrofa, llevé mi mano al pecho y miré a todos. Vi a mi madre con lágrimas en los ojos y un orgullo inmenso por la mujer en la que me había convertido. Sus ojos reflejaban la belleza de su ser.

Dejé el micrófono y corrí hacia ella para abrazarla. A lo lejos, vi a la señora Mahra con el abanico en mano, intentando ocultar sus lágrimas, mientras Aitana le daba pequeños empujones para que no llorara.

Roy tomó mi mano y me llevó afuera.

- ¿Estás bien? - me preguntó - Te noté un poco afligida; te vendría bien tomar aire fresco.

- De acuerdo, amor. Caminemos un rato - respondí mientras él secaba las lágrimas que corrían por mis mejillas.

Nos sentamos en un parque alejado de todos, con nuestros guardaespaldas vigilándonos desde la distancia.

- ¿Sabes? -comenzó Roy, rompiendo el silencio-, a veces me sorprende cómo logras convertir el dolor en arte. Esa canción fue hermosa, pero también muy profunda. ¿Te sientes bien después de haberla cantado?

Asentí, aunque sabía que había una parte de mí que aún luchaba con la pérdida de Anahí.

- Creo que es un proceso. A veces siento que estoy bien, y otras veces, como hoy, la tristeza me inunda. Pero creo que al compartir su historia y su luz, la mantengo viva de alguna manera -respondí, sintiendo una mezcla de tristeza y gratitud.

Roy me miró con ternura y aprecio.

- Tu hermana estaría muy orgullosa de ti. No solo por tu talento, sino por tu valentía al enfrentar tus emociones y compartirlas con el mundo. Es un regalo que le das a todos los que te escuchan -dijo él, acariciando mi mano con suavidad.

Agradecí sus palabras, sintiéndome un poco más fuerte.

- Elysia, eres un ser maravilloso lleno de luz. No dejes que nadie te apague; tu luz es pura y fuerte, sin duda llena de llamas - dijo él, tomando mis manos entre las suyas.

- Y tú eres el pequeño rayo que hace que me encienda - respondí antes de acercarme y darle un suave beso en los labios.

El aire fresco nos envolvía mientras compartíamos ese momento de conexión profunda, un refugio en medio de la tormenta emocional.

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¡Espero que este capítulo te haya gustado! 🌟 Y, por cierto, ¡te deseo una muy feliz Nochebuena! 🎄✨ Que disfrutes de momentos maravillosos con tus seres queridos. ❤️ ¡Saludos!