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Roy
7:00 a.m.
El resplandor del sol iluminaba la habitación con su cálido abrazo. Al voltear, busqué la cara de Elysia, pero no la encontré a mi lado. Un escalofrío recorrió mi cuerpo: ¡y si no le gustó lo de anoche! ¿Y si se arrepiente? Una tormenta de pensamientos invadió mi mente, mezclando confusión en el aire...
Me vestí rápidamente y recorrí la mansión, pero no lograba encontrarla. Al dirigirme a la cocina, un delicioso aroma a tostadas y café espumoso recién hecho me hizo pensar en ella. La vi preparando unos huevos con jamón...
- ¿Coque, estabas aquí, cierto? -dije acercándome a ella y abrazándola por detrás.
- ¿Dónde más, amor mío? -respondió con una sonrisa radiante.
- Amor, amor, amorrr... ¡este término salir de tu boca me enloquece! -dije con la voz un poco ronca-. Dilo otra vez.
- ¡Amorrr! -exclamó riendo.
Narra Elysia
- Eres tan hermosa -dijo él mirándome con cariño.
- ¿Quieres? -le ofrecí un trozo de jamón.
Él asintió y se acercó para darle un bocado, pero moví mi mano a otro lado. Intentó nuevamente, pero yo llevé el jamón hacia mi boca. Le di una pequeña mordida, dejando un poco de jamón fuera de mis labios. ¡Aprovechó la oportunidad y me dio un bocado en los labios!
Sonreí mientras Roy me llenaba de besos.
- Estás loca. Así no puedo concentrarme en hacer el desayuno... -dije mientras él me tomó por la cintura y me elevó hasta la meseta, colocándose entre mis muslos.
- No necesito desayunar contigo; tengo suficiente para atiborrarme -expresó mientras me besaba y acariciaba mi espalda.
De repente, un olor a quemado interrumpió nuestro momento.
- ¡Se quema la tortilla! -grité, bajando de la meseta para apagar el fuego. Al dar vuelta a la tortilla, vi que estaba completamente quemada.
- Bueno, amor, no te enfades; al menos sirve para dársela a los patos. ¡Alégrate! No pasarán hambre -dijo Roy con una sonrisa traviesa.
- No, tú te la vas a comer -respondí riendo.
- Es necesario -dijo él mientras olfateaba la tortilla humeante.
- Tómalo como una prueba de amor por mí -insistí con picardía.
- Amor, te amo y todo eso, pero esta tortilla no hay quien se la coma -expresó él con una mueca divertida.
- No quiero excusas; ¡vamos a comer! -exigí con firmeza.
Él suspiró dramáticamente pero no pudo evitar sonreír ante mi insistencia.
- Está bien, está bien -dijo Roy, levantando las manos en señal de rendición-. ¡Comeré la tortilla! Pero solo porque eres tú quien lo pide.
Solté una risita mientras él se acercaba a la mesa con el plato humeante. Con un gesto exagerado, tomó un tenedor y cortó un pequeño trozo de la tortilla quemada, llevándoselo a la boca.
- ¡Mmm, delicioso! -exclamó haciendo una mueca cómica.
- ¡Eres un valiente! -reí, disfrutando de su actuación.
- Solo por ti, amor. Pero prometo que para la próxima me encargaré de cocinar yo -dijo Roy mientras se servía un poco de café.
- Eso suena perfecto. Pero, ¿qué tal si hoy hacemos algo diferente? Podríamos ir a ese café nuevo que abrió en el centro. He oído que tienen los mejores pasteles.
Roy me miró con interés, dejando de lado la tortilla por un momento.
- Suena genial. Pero primero, necesito un buen desayuno... que no sea una tortilla quemada -respondió con una sonrisa pícara.
- ¡Eres imposible! -dije entre risas.
Mientras terminábamos de desayunar, me sentí agradecida por esos momentos simples pero llenos de amor y risas.
- ¿Lista para salir en cuanto terminemos? -preguntó él mientras terminaba su café.
- Absolutamente -respondí entusiasmada-. Solo necesito ponerme algo más bonito; acá no tengo ropa.
Él levantó una ceja juguetonamente.
- ¿Y eso significa que debo esperar?
- Solo unos minutos -le aseguré riendo mientras me levantaba para ir a prepararme.
- Mi hermana no vive en esta casa, pero puedes tomar lo que sea de su ropa -dice él indicándome dónde queda el cuarto de su hermana...
- De acuerdo, espera aquí mientras me cambio -digo cerrando la puerta...
- ¿Estás de coña? -dice él...
- No... no, Roy, no... Yo sé vestirme sola -digo...
- Te da vergüenza y anoche te vi hasta el alma... -expresó él riendo...
- ¡¡¡Royyyy, ufff!!! -le cerré la puerta en la cara...
- Ya amor, no te enfades con este pobre hombre -dice él dramatizando...
- ¡¡¡Ufff, síii, pobreeee!!! -bufó.
Escuché su risa a través de la puerta mientras me cambiaba. Me tomé un momento para respirar y recordar que esto era solo una broma entre nosotros. Roy siempre sabía cómo hacerme reír, incluso en los momentos más incómodos.
Mientras buscaba algo que ponerme en el armario de su hermana, encontré un vestido azul que parecía perfecto. Era sencillo pero elegante, y me hacía sentir bien. Después de vestirme, me miré en el espejo y sonreí.
- ¡Listo! -anuncié abriendo la puerta con una sonrisa.
Roy estaba apoyado contra la pared, con los brazos cruzados y una sonrisa traviesa en su rostro.
- Wow, ¡te ves increíble! -dijo, sus ojos brillando de admiración.
Me sonrojé un poco, sintiendo que sus palabras me llenaban de confianza.
- Gracias. Ahora, ¿puedes dejar de hacer bromas sobre mi obra maestra la tortilla quemada? -le pedí con un tono juguetón.
- Solo si prometes que no me cerrarás la puerta en la cara otra vez -respondió, acercándose un poco más.
- Prometido -dije riendo mientras le daba un ligero empujón en el hombro.
Salimos de la mansión mientras un carro blanco se aproximaba a nosotros...
- ¿Quién es? -le pregunté a Roy. Él se cruzó de brazos...
- No lo sé -respondió...
Esperamos a que bajara del auto; la señora traía maletas y se notaba que era de clase alta. Su ropa era de marca, tenía el pelo negro y ojos verdes entre azules muy parecidos a los de Roy...
- Mamá -una sonrisa se les hizo en la cara a los dos; Roy corrió a abrazarla...
- Hijo, hijito querido... -dice ella abrazándolo con fuerza-. Te eché de menos.
- Yo igual, pero ¿qué haces aquí...? -le pregunta Roy.
- Supe de la noticia de tu padre y de que te secuestró. ¿Estás bien? -dice la señora arrugando las cejas...
- Sí, ya todo está en orden -expresó Roy...
- Me alegro mucho -la señora finalmente se da cuenta de mi existencia... Me miró de arriba a abajo...-. Vamos mamita, toma esas maletas y llévalas arriba. Ay hijo, estás empilado; solo me hacen enojar...
Yo me quedé sin palabras...
- No mamá, no es una empleada; es... es mi novia -le dice Roy a su madre.
- No importa; yo puedo llevarle las maletas -digo riendo. Roy me detiene...
- ¿Otras de tus novias? -expresó su mamá; yo no supe qué decir; me sentía muy incómoda...
- ¡Mamá, qué te pasa! -dice Roy exaltado...
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Hasta aquí el capítulo de hoy. Espero que les guste...
Besos 💋
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