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XXIX

Elysia

Nomás que me desperté, regué las plantitas que estaban a la orilla de mi mesita de noche, me metí a la ducha a refrescarme y, al igual, me cepillé los dientes. Me puse un outfit bastante cómodo y sencillo: un pullover blanco con un dibujo de grandes nubes y un short corto de aguas claras que combinaban a la perfección. De zapatos, unas zapatillas con el símbolo de Nike. Me solté el pelo como de costumbre y me hice varias trencitas que casi ni se notaban. Me miré al espejo y sonreí.

Bajé a la recámara de mi madre para ver si estaba lista.

—¿Mamá, ya estás lista? —le pregunté.

—Sí, cariño, ya —me respondió.

Salimos de la casa justo a tiempo; Roy nos estaba esperando en su auto. Me subí al lado de él y mi madre en los asientos de atrás.

Roy me dio un beso en la mejilla y saludó a mi mamá cortésmente.

Tras unos minutos de camino, finalmente llegamos a la mansión de Roy. Miré a mi madre y estaba mirando locamente para todas partes.

Bajamos del coche. Roy puso su brazo alrededor de mi cintura y caminamos en dirección al jardín. Allí nos encontramos con una mesa repleta de comida como fresas, tostadas, jugo, verduras, pan fresco, dulces, entre otros.

Levanté la mirada y la madre de Roy estaba sentada en la cabecera de la mesa. Se paró y se dirigió hacia nosotros.

—Señora Kira, le presento a Mahra, mi madre —dice Roy sonriendo.

—Placer en conocerla —dijo mi mamá.

—No puedo decir lo mismo, desgraciadamente —dijo ella con un tono muy arrogante, cruzándose de brazos y rodando los ojos.

—Perdón, no la he entendido —dice mi mamá.

—Mamá, ya déjalo así —le dijo entre dientes.

Roy le dio una mirada a su madre.

—Sentémonos —dijo Mahra.

Asentimos y tomamos asiento; me senté al lado de Roy y mi madre frente a mí.

—Buen provecho —dice Roy.

—No, aún no coman —expresó Mahra—. Tengo a una invitada especial que presentarles, aunque está un poco retrasada.

—De acuerdo, esperémosla —dice mi mamá.

—¿Quién es? —preguntó Roy.

—Uff... paciencia, hijo... —dijo Mahra—. Les cuento una historia: una vez, cuando Roy tenía catorce años, se enamoró de su vecina y cada vez que ella salía, no le quitaba el ojo encima a su casa. Y él me decía "madre", cuando llegara... y yo le decía "uff, hijo, paciencia"— Ella soltó una carcajada y Roy se quedó serio mirándola. Para quitar la tensión, dije:

—¿En serio hacías eso, amor? —le pregunté sonriendo.

—Desgraciadamente sí, y lo peor es que mi madre lo contó —dijo él, cruzado de brazos.

—Es que es muy divertido; esa niña fue su primer amor —ella rió y yo solté una risita leve.

—Pero ¿qué dices, madre? Si a esa edad yo ni sabía el significado de la palabra amor —él hizo una mueca.

Pero en realidad no me daba ni risa. ¿Cómo es que me puedo poner celosa de algo que ya pasó y que apenas eran unos críos? "Uff, Elysia, uff".

Después de unos minutos, ella miró con entusiasmo hacia la puerta que daba al jardín y sonrió.

—¡Ya está aquí! —soltó ella de repente.

Todos miramos; era una chica pelirroja con pequeñas ondas que caían de su cabello, de piel blanca y ojos miel. Usaba un vestido corto con pequeños vuelos de color lila y unas sandalias blancas.

—Aitana, cariño... —Mahra abrió los brazos apresuradamente—. Cuánto tiempo.

La chica la abrazó amablemente y caminaron juntas hacia la mesa. Aitana me parece que así se llama; se acercó para abrazar a Roy.

—¡Uff! Cuánto tiempo. Te veo por la televisión y digo "wow, pero qué guapo mi vecino" —dice ella. Roy sonrió y dijo:

—Te presento a Elysia, mi novia, y a Kira, su madre. Chicas, ella es Aitana —dijo él con tono bien pronunciado

Ella me miró de arriba a abajo y dijo lo siguiente:

—Ésa tía es tu novia, Roy... Jajaja —dijo ella—. Habiendo tantas modelos de Francia, Nueva York, Italia... hasta yo. Y bueno, esas con... Ersia.

Cada palabra que pronunciaba ella me subía la sangre; sí, parece una Barbie pero está vacía, no tiene cerebro.

—Me llamo Elysia —digo sería.

—Es lo que yo le digo a mi hijo querido —dice Mahra.

—Basta ya... si Ely es mi novia y no tiene que ser ninguna modelo para merecer mi amor, Aitana —dice Roy.

Ya en esos momentos me sentía muy incómoda; mi madre solo me miraba.

—Disculpa, Aitana, ¿y tú quién eres? —digo, apegándome a Roy.

—Ay, yo soy tantas cosas, querida: modelo, empresaria, actriz y, de vez en cuando, la crush de Roy —ella ríe.

—Oh sí, muy graciosa —digo poniendo los ojos en blanco.

—¿Y qué tal si nos sentamos a comer? —dice Roy, cambiando de tema, ya que el estaba presenciando que esto no iba a acabar bien.

—Claro, comamos; muero de hambre. El viaje ha sido muy agotador —ella se sienta al lado de Mahra.

Rodé los ojos  y nos sentamos todos.

—¿Estás bien? —me susurró Roy, quitándome el pelo que me estorbaba en la cara.

—Déjame —digo, volviendo los ojos.

—Les cuento que he venido de Italia, y vaya que se retrasó el avión —dice ella, picando un pedazo de pan con el cuchillo.

—Es mejor que piques el pan con las manos —le digo—. Y dime, Aitina, perdón, Aitana... mm... ¿antes vivías aquí? —sentí que cada palabra que decía no las decía yo...

—Jaja, gracias por rectificar mi nombre. Sí, yo era vecina de Roy, pero ahora seremos compañeras de casa!!! —dice ella hipócritamente.

La uva que me acababa de meter en la boca se me atoró... Tosí unas cuantas veces y finalmente no estornudé más. Roy me dio unos golpes en la espalda; lo miré con una mirada de "te voy a matar".

—¡Esa era la gran sorpresa! Traje a Aitana para que viva con nosotros hasta que consiga una casa propia —dice Mahra, mirándome de reojo.

—¿Qué cosa dices, madre? Sabías que Elysia vendría a vivir conmigo. ¡¿Por qué carajos me consultas las cosas?! —Roy estaba a punto de explotar.

En este punto nada me sorprendía.

—¡Wow, qué sorpresa! —digo con un tono falso.

—Elysia, por favor, yo no sabía nada de esto —dice Roy en un susurro.

«Lo ignoro».

—Esta también es mi mansión, Roy, ¿o se te olvida? —dice Mahra.

—Existen hoteles y posadas —expresa Roy.

—Si aquí causó muchas molestias, me puedo marchar —expresó ella.

A lo que yo respondí:

—De acuerdo, ahí está la puerta —digo cruzada de brazos.

Ella se paró de su asiento; Mahra me observó y dijo:

—No, Aitana se queda; las que se van son ustedes —dice ella.

Roy levantó la cabeza de repente y expresó:

—Ni de coña; Kira y Elysia no se van y punto —dice él, dando un manotazo en la mesa.

Mi mamá se paró de la mesa y yo la imité.

—Me he quedado callada por mi hija, pero ya es suficiente. Nosotras nos vamos, pero no porque tú nos eches, sino porque tenemos algo que se llama educación —expresó mi madre. Roy la agarró del brazo y ella se dio la vuelta—. Roy, qué mal que tengas una familia así. Lamento decirte que no quiero a una hija conviviendo cerca de alguien tan podrida —expresó mi madre mirando a Mahra antes de alarmarme por el abrazo.

Salimos de la mansión, pero justo cuando logramos parar a un taxista, Roy no me dejó ir:

—Kira, por favor hazlo por mí. Déjame hablar con su hija; solo le pido cinco minutos —dice él.

Mi mamá me miró y yo acepté.

—Está bien, pero que sean tres minutos —ella subió al auto y nosotros nos alejamos un poco.

No sé qué decir; sentí que la chica de hace un rato no era yo...

—Elysia, no me culpes por eso porque yo no tenía ni la más mínima idea de ello —expresó él.

—Sabes que Roy, solo cállate. Tu madre está logrando su cometido: alejarnos. Mi mamá no te quiere cerca de mí —expresé—. Y no te culpo; simplemente ya no sé qué pensar. Cada vez que pienso que finalmente soy feliz, algo pasa.

—Ely, mi amor, créeme que yo quisiera que todas estas cosas no pasaran, pero... —él hace una pausa y yo lo interrumpo.

—No sabes ponerle límites a mi madre; ella no comprende que has crecido. ¿Qué es eso de Aitana? ¿Quién es esa tía pelirroja? —digo, claramente muriendo de celos.

—Ella era mi vecina hace mucho tiempo; realmente no sé qué es lo que hace aquí —dice él.

—No hace falta que me digas más. Ella es la chica de tu infancia, tu primer amor; de eso que habló tu madre —digo, tratando de mirar sus ojos, pero él miraba hacia abajo. Puse una de mis manos en su barbilla y levanté su cabeza.

—No... No es ella —dice él.

—Roy, sé que me mientes —observé sus ojos verdes intensos—. Te conozco demasiado; cuando mientes, tus pupilas se dilatan.

Quité la mano de su barbilla y le di la espalda para volver al coche.

—¡Espera! —él me tomó por sorpresa del brazo y me jaló hacia él, tan cerca que nuestros cuerpos estaban próximos y nuestros labios rozaban su aliento cálido, recorriendo mi cara—. Ella podrá ser mi primer amor, pero tú serás la única y la última, hasta el resto de mis días.

Relamí mis labios y me separé de él para volver al auto. Abrí la puerta y me senté al lado de mi mamá. El auto se puso en marcha y miré el reflejo de él por la ventanilla...

—Fueron seis minutos —expresó mi madre.

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Hasta aquí el capítulo de hoy. Espero que les haya gustado. ¿Qué opinan del nuevo personaje, Aitana? Estaré leyendo sus comentarios. ¡Besos! 😘

/ Personaje nuevo \

         " Aitana "

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