XXIV
Elysia
El aire del mar nos envuelve con su frescura salina. La brisa juega con nuestras ropas, y el sonido de las olas rompiendo en la orilla resuena en mis oídos como un canto ancestral. Al llegar a la arena, me siento a descansar, dejando que el calor del sol acaricie mi piel.
Miro el vasto océano que se extiende ante mí, su color azul profundo es como un lienzo que invita a la aventura. Las olas nos salpican los pies...
- Roy - Digo mirando al vasto océano.
- Dime - Expresa él mirándome.
- ¿Alguna vez te has preguntado qué hay más allá de lo infinito del océano, qué curiosidades esconden, qué tesoros habrá...? - Digo mirándolo y devolviendo la mirada hacia el mar...
- En realidad sí, pero yo ya encontré mi tesoro y no tuve que navegar a las anchas del mar, siempre lo tuve a mi lado desde el comienzo... - Dice Roy parándose rápidamente y ofreciéndome su mano para apoyarme y levantarme - Aún te tengo que mostrar otras cosas...
Sonreí y lo seguí...
Al caminar por la orilla junto a Roy, mis ojos se posaron en una tienda de acampada, situada a una distancia prudente del mar. Su apariencia era encantadora, como si hubiese sido diseñada con esmero para ofrecer un refugio de ensueño. Intrigada por su belleza, decidí seguir la distancia que me conducía hacia ella, sintiendo que cada paso me acercaba a una experiencia única.
Al atravesar el umbral de la tienda, fui recibida por un espectáculo de colores y aromas que deleitaban mis sentidos. Las paredes estaban adornadas con delicadas rosas en tonos vivos, cuyas fragancias se entrelazaban en el aire como un canto a la naturaleza. El ambiente era cálido y acogedor; parecía que cada pétalo y cada hoja habían sido colocados con el fin de crear un remanso de paz.
El aroma exquisito a cerezas y frutas frescas impregnaba el espacio, había una variedad de delicias: desde jugosas cerezas hasta melocotones dorados, cada fruta parecía haber sido seleccionada con cariño.
La tienda era amplia y confortable, con cojines mullidos que invitaban al descanso y una iluminación suave que creaba un ambiente íntimo. Las telas colgantes danzaban suavemente con la brisa, añadiendo un toque mágico al lugar. Y lo más importante: estaba acompañada por mi persona favorita. Su presencia iluminaba aún más aquel rincón encantado.
- Acamparemos aquí - Le digo, con cierto brillo en los ojos... - Todo esto lo preparaste tú, ¿en qué tiempo...?
- Si no te gustó el plan - Expresó Roy... - Todo lo preparé yo, si mi madre no hubiera llegado a interrumpir nuestra salida en la mansión, de todas maneras te traería aquí...
- Me fascinó, nunca pensé estar aquí contigo, ¿sabes? - Digo acomodándome a su lado.
- Pues lo estamos... - Dice él mirándome a los ojos...
- ¿Sabes algo, Roy? - Le expreso - Cuando era pequeña soñaba con el mar. Recuerdo que solía decirle a papá que me llevara, quería sentir la arena cálida por el resplandor del sol en mis pies, pero él no me hacía caso. Te parecerá estúpido pero nunca había venido a la playa. Estás cumpliéndome un sueño y lo más bonito de todo es que lo estoy cumpliendo contigo... Gracias, amor... - Le digo mirándolo con una mirada sincera, con un poco de sentimiento en mis palabras...
- Oh mi amor, tus ojos me lo decían, pero no llores. Solo quiero ver en tus ojos alegría porque te prometí que no ibas a derramar una sola lágrima por tu pasado ni tu presente. Estoy aquí contigo, Rosita mía - Dice Roy abrazándome...
8:45pm
Roy toma una de las rosas que abundaban en la habitación...
- Robaste otra rosa - Digo suspirando.
- Sí, por ti robaría un jardín entero, solo por ver tu hermosa sonrisa...
Tomé la rosa, pero me di cuenta de un detalle...
- ¡Tiene SANGRE!
- Por alguna extraña razón, cada vez que tomo una rosa, me lastimo con sus espinas. No me dejan sostenerla.
- Tal vez no te pincharías si la tomas con delicadeza. Ella se protege a sí misma con sus espinas, es su naturaleza, para evitar que sean arrancadas de raíz... "Eso les hace daño"
- Prometo no hacerlo más... no le causaré más dolor, al contrario, la sanaré de raíz y "CORAZÓN".
Esas palabras tan hermosas resonaron en lo más profundo de mi ser. En ese momento él me agarró la cara con sus dos manos...
- Tú eres igual que las rosas, se ven tan inofensivas, pero tienen espinas. Si no sabes cómo manejarla, te pincharás tan fuerte que provocará que derrames sangre, pero a la vez eres tan hermosa - Él me atrajo hacia él fuerte pero delicadamente - Hay que olfatearte bien para llegar a tu fragancia...
En ese momento lo besé, no me pude resistir a tenerlo tan cerca y no besarlo. Sus besos tienen sabor a miel, él me mordió el labio inferior y me agarró del cuello con suavidad, bajó una de sus manos hacia mi cintura.
Al sentir la intensidad de ese beso, la química entre nosotros se volvió abrumadora. La conexión que había crecido entre nuestros cuerpos y corazones nos llevó a un lugar donde el deseo se apoderó de nosotros. La emoción y la anticipación llenaban el aire mientras nuestras manos exploraban cada rincón de nuestros cuerpos, como si quisiéramos recordar cada detalle.
Él me miró a los ojos, buscando mi aprobación, y yo asentí, sintiendo cómo mi pulso se aceleraba. Las caricias se volvieron más urgentes; sus manos recorrieron mi espalda mientras yo desabrochaba lentamente su camisa, revelando su piel suave y cálida al tacto. Cada roce era eléctrico, como si nuestras pieles estuvieran destinadas a tocarse.
Nuestros cuerpos se movían al unísono, cada beso y cada caricia eran como promesas silenciosas. La conexión física se entrelazaba con la emocional; era como si estuviéramos compartiendo no solo un momento, sino una parte de nosotros mismos.
La pasión fue creciendo, y nos dejamos llevar por el ritmo natural del deseo. Cada susurro y cada gemido eran testigos de la entrega total que estábamos experimentando juntos. Era un baile en el que ambos conocíamos los pasos, guiándonos mutuamente hacia una experiencia compartida.
Después de compartir esa intimidad profunda, nos acurrucamos uno al lado del otro, sintiendo cómo nuestras respiraciones comenzaban a calmarse. Mirándonos a los ojos, supe que este momento no solo había sido físico; había sellado una conexión mucho más profunda entre nosotros.
6:00 Am
La luz del sol entraba suavemente por la abertura de la tienda de campaña, iluminando el espacio con un brillo dorado. Al despertar, sentí la calidez de su cuerpo al lado mío y el suave murmullo de la naturaleza que nos rodeaba. Abrí los ojos y lo vi sonriendo, disfrutando del momento.
-Buenos días, hermosa -dijo, con una voz aún adormilada pero llena de alegría.
-Buenos días... -respondí, sintiendo cómo una sonrisa se dibujaba en mi rostro al recordar la noche bajo las estrellas.
Él se movió y sacó una pequeña caja de provisiones que teníamos al lado. Con un gesto juguetón, tomó una fresa fresca y la sostuvo entre sus dedos.
-¿Quieres probar esta delicia? -preguntó, acercándola a mis labios.
Tomé la fresa con una mezcla de curiosidad y emoción. Al morderla, el jugo dulce estalló en mi boca.
-Mmm... ¡deliciosa! -exclamé, disfrutando del sabor fresco-. Pero no tan dulce como tú.
Él soltó una risa suave y encantadora que resonó en el aire fresco del mar.
-Tal vez deberíamos hacer esto más a menudo... despertar juntos en medio de la naturaleza y compartir fresas.
-Definitivamente me parece una idea encantadora -dije, sintiendo cómo mi corazón se llenaba de calidez mientras contemplaba el paisaje que nos rodeaba.
Se acercó un poco más y acarició mi mejilla con ternura, mirándome a los ojos.
-Eres como esta fresa: dulce y perfecta. No puedo esperar para probar más de ti hoy.
Mis mejillas se sonrojaron mientras él sonreía con complicidad.
-¿Y qué más tienes planeado para nosotros? -pregunté con un brillo travieso en mis ojos.
-Todo lo que desees... siempre y cuando sea contigo -dijo, inclinándose un poco hacia mí como si compartiera un secreto.
Con una sonrisa cómplice y el sabor de la fresa aún en mis labios, me acurruqué contra él.
....
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