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XVIII

Elysia

Abrí los ojos lentamente y me encontré con la figura de Roy mirándome. Su rostro reflejaba tristeza y preocupación.

- Roy - murmuré con un tono apenas audible, mientras mis ojos buscaban a mi alrededor. - ¿Y mi mamá? Dime que todo esto no es más que una pesadilla...

Me hallaba en mi habitación, el aire pesado y el silencio ensordecedor.

- Elysia, tranquilízate. Te desmayaste... Tu mamá está en el hospital con... Anahí - hizo una pausa, como si cada palabra le costara un mundo.

- ¡¡Habla, Roy!! - exclamé, la angustia brotando de mis labios como un torrente desbordado.

- Están preparando el cadáver para... mañana enterrarlo... - su mirada se desvió al suelo, como si el peso de la realidad lo aplastara.

- No... Mi hermanita no puede estar muerta... ¡¡Iré a acompañar a mi mamá!! - dije, levantándome de la cama con lágrimas ardiendo en los ojos.

- Elysia, basta. No te hagas más daño - imploró Roy, su voz un susurro firme que intentaba calmar la tormenta en mi interior.

- Déjame pasar... Mi hermana no merecía morir así. Yo hubiera tomado su lugar mil veces solo para que ella viviera. No merecía un final tan cruel y cobarde...

- ¡¡Eyyy!! Estoy aquí contigo - dijo Roy, envolviéndome en un abrazo tan fuerte que, por un instante, me hizo olvidar el torrente de pensamientos oscuros que me asediaban.

Narra Roy

Sus ojos eran dos luceros rojos de tanto llorar, las pestañas entrecerradas y, aun así, un río de lágrimas deslizándose por sus mejillas. Su corazón estaba hecho trizas, y su cabello, un revoltijo de desesperación.

En ese momento, quise ser su refugio, su fortaleza en medio de la tormenta. Aunque las palabras parecieran insuficientes, sabía que debía permanecer a su lado, sosteniendo su dolor hasta que pudiera encontrar la luz nuevamente.

- Estaré aquí para ti; es una promesa - dije aún abrazándola...

- Roy, no podré vivir con este sufrimiento - dijo ella con un llanto sutil que desgarraba el alma.

- Créeme, hace unos años yo decía lo mismo, pero aquí estoy, de pie. No te dejes derribar, Elysia. Eres fuerte, mi reina... - dije, secándole las lágrimas de los ojos con delicadeza.

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Al siguiente día

Me encontraba en el cementerio; hoy era el entierro de Anahí, la pobre hermana de Elysia. De más está decir que Elysia estaba destruida: tenía ojeras, sus ojos rojos a no dar más y su rostro pálido como el mármol. No dejaba de llorar. En el momento en que empezaron a enterrar a Anahí, Elysia se arrodilló en el suelo, apretando la tierra con fuerza y dijo lo siguiente:

- No dejaré que entierren a mi hermana. Ella no está muerta; no, ella no moriría tan fácil. No es así, mi hermanita... - expresó ella, mientras yo me arrodillaba junto a Elysia, intentando alejarla de la tierra que intentaba reclamar a su hermana. Su madre estaba hecha un mar de lágrimas.

- Elysia, por favor recuerda lo que hablamos. Tienes que ser fuerte por tu madre - dije, levantándola del suelo lentamente hasta que estuvo a mi altura.

- No entiendes, Roy. Yo sin mi hermana no soy nadie - dijo volviendo a llorar.

La madre de Elysia estaba abrazada a Bex, llorando desconsoladamente.

- No digas eso, por favor, Elysia - sus ojos estaban llenos de lágrimas; su mirada triste pero sincera. Ver a Elysia en esta situación me partía el corazón.

Los hombres terminaron de enterrar el cuerpo de Anahí. En ese momento, Elysia se arrodilló en el suelo y sus palabras resonaron como ecos en el silencio del cementerio:

- Anahí, no puedo con tanto sufrimiento, manita. Vuelve a mí; sin ti es un túnel oscuro sin hallar la luz. Me haces falta; sin ti mi mundo no tiene sentido... Por favor, hermana... Siento mi corazón latir apresuradamente por tu ausencia. El fracaso está a mi puerta y estoy a un paso

Todos en ese momento callamos. Enzo le dio el pésame a Kira, la madre de Elysia, y Bex hizo lo mismo. Algunos conocidos de la disquera también vinieron a acompañar el dolor de Elysia...

Las palabras de Elysia nos hicieron llorar; nos llegaron al alma y dejaron una huella imborrable en nuestros corazones.

- Por favor, les agradezco que hayan venido todos, pero quiero un momento a solas con mi hermana - pronunció Elysia, volteándose hacia nosotros.


- Está bien, mi niña, mi cielito lindo - dijo Kira, apoyándose en el brazo de Bex mientras caminaban.

Le di un beso en la frente a Elysia, y eso me alejé un poco

- Tío, pobrecita, está destruida - dijo Enzo.

- Sí, y créeme, chaval, eso me parte el corazón en mil pedazos - respondí, sentrándome en la conversación.

- Ey, dale mucha fuerza - expresó Enzo, dándome pequeños golpecitos en el brazo.

- Haré todo lo que esté a mi alcance, créeme - dije, volviendo la mirada hacia Elysia. - ¡¿Qué?!

- ¿Qué pasa? - preguntó Enzo, mirando en la dirección de Elysia.

- ¡¿Dónde está?! Si la dejamos aquí! - alcé la voz. - Algunos de ustedes saben dónde fue Elysia... - pregunté prácticamente gritando.

- ¡Dónde está mi hija! - exclamó Kira.

- Tranquila, te la traeré sana y salva - respondí, llevándome las manos a la cabeza. - Dios, ¿dónde fue? - murmuré en voz alta. - No tienes idea de dónde podrá estar... - le pregunté a Kira.

- No... no sé. Aunque había un lugar al que a Elysia y Anahí les gustaba ir cuando eran pequeñas. Debe estar allí... - dijo ella, aliviada por un momento, pero su tono cambió. - Pero... puede...

- ¿Qué? ¡Dígame! - perdí la paciencia.

- Roy, cálmate - dijo Bex.

- ¿Cómo quieres que me calme si el amor de mi vida puede atentar contra su vida? No tengo ni idea de dónde podría estar... - dije, caminando de un lado a otro.

- ¡Elysia puede estar en el puente! - exclamó su madre.

- ¿El puente? ¿Dónde queda eso? - traté de mantener la calma.

- ¡Ay no! ¡Mi hija podría suicidarse! - expresó ella, tambaleándose.

- ¡¿Dónde?! ¡¿Dónde queda ese lugar?! ¡Dígame! - grité.

Ella me dio la ubicación del lugar y me monté en el auto.

- Yo voy contigo - dijo Bex.

- Prefiero ir solo - respondí, acelerando el carro al máximo.

Mi cabeza no dejaba de pensar; todo estaba patas arriba. A Elysia no le puede pasar nada... murmuré para mí mismo.

Narra Elysia

- Este lugar me recuerda nuestra infancia, hermanita - dije, aferrándome a la baranda del inmenso puente. - Dentro de muy pocos segundos estaré contigo... manita - murmuré mientras pasaba un pie por encima de la baranda.

Coloqué el otro pie y, cuando estaba del otro lado, miré hacia abajo; el agua del gran río corría con fuerza. Levanté la cabeza al cielo; el aire fresco acariciaba mi rostro, moviendo mi pelo de un lado a otro.

- Ahora sí... - dije con la mente nublada, las lágrimas corriendo por mi rostro. En ese momento no pensaba en nada; solo quería estar con mi hermana.

Doy el primer paso, preparándome para lanzarme...

- ¡¡¡Elysia, espera!!! - oí una voz ronca que reconocí al instante. Me di la vuelta para mirarlo.

- Roy, no des un paso más. Quiero estar con mi hermana; es muy difícil de comprender... - dije, mirándolo fijamente.

- Pero Elysia, ¿qué hay de mí? ¿Qué hay de tu madre? Te necesita... - él dio unos pasos hacia mí.

- No, Roy... Nunca habrá un nosotros. Ahora estoy haciendo justo lo que tengo que hacer; respeta mi decisión... - dije, dejándolo de mirar y concentrándome en el río y la distancia que había.

- Elysia, te prometí que jamás ibas a volver a llorar...

- Ya es tarde para eso... - respondí mientras cerraba los ojos.

Justo en ese momento, me solté de la barra...

- ¡¡¡Elysia, noooo!!!!

Sentí que algo me tomó del brazo; me atrajo hacia él con tanta fuerza que casi no podía respirar. La barra estaba entre nosotros.

- No pienses sin mí. No respires sin mí. No lata tu corazón sin mí y no respires sin mí - decía Roy.

- ¿Qué haces? ¿Acaso no me vas a dejar morir en paz? - pregunté mientras él aún me sostenía por detrás.

- No estás pensando con claridad. Por suerte yo sí y justo ahora te detengo y te digo que te amo con todas las fuerzas de mi alma. Con el corazón no... porque el corazón se detiene y mi alma es duradera, es inmortal...

Respiré hondo escuchando sus palabras; él me cargó por encima de la barrera...


- ¡Estás loca! No puedo respirar sin ti, mujer! - exclamo, la desesperación brotando de sus labios.

Derramé lágrimas...

- Perdón, Roy, no sé lo que estoy haciendo... - dije, abrazándolo con fuerza.

Él me llevó hacia el auto, su presencia era un refugio en medio de la tormenta.

- Aún no me has dicho si me amas como yo te amo a ti...

- Roy, no me presiones. Estoy pasando por un momento muy difícil en mi vida... - respondí, sintiendo el peso de la tristeza. - Solo llévame donde mi madre.

- Como diga, mi reina - dijo él, con una sonrisa que intentaba aliviar mi dolor.

Después de unos minutos, llegamos donde estaba mi madre. Ella se veía muy mal...

- ¡Mamá! Tranquila, estoy aquí contigo... - dije, abrazándola con ternura.

- Estás mal de la cabeza, Elysia. ¿Cómo pensabas que ibas a dejar sola? - respondió mi madre, su voz cargada de preocupación.

- Discúlpame, mamá... Jamás lo volveré a hacer. ¿Cómo sabías eso? - pregunté, sintiendo un nudo en el pecho.

- Mi instinto maternal me lo dijo. Sentí una punzada en mi corazón y supe que estabas pasando por algo difícil... - dijo ella. - Muchas gracias, Roy, por detener a Elysia de esa locura...

Él asintió con la cabeza. Sabía lo que sentía, pero también comprendía que tomar una decisión en este momento podría llevarme al arrepentimiento, como sucedió en el puente. Lo amo; me atrevería a decir que mucho más de lo que él se imagina, pero no estoy lista para enfrentar esa verdad.

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