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XV

Elysia

En ese momento, me sonrojé por completo al sentir sus manos desabrochando cada botón de mi blusa. Quedé paralizada, observándolo, sintiéndome vulnerable. Solo llevaba mi sostén, y noté que mi piel estaba muy irritada por el café.

Roy me miró con intensidad, y toda mi seguridad se desvaneció. Él pasó su mano suavemente por mi espalda.

-¿Qué haces? -le pregunté, algo avergonzada.

-Solo reviso las partes afectadas, tal vez aquí... -siguió su recorrido, deslizando su mano por mi espalda-. O aquí... -bajó un poco más, haciendo que un escalofrío recorriera mi cuerpo.

Llegué a un punto en el que sentía mariposas revoloteando en mi estómago.

-Hey -susurré, sintiendo la tensión en el aire.

En ese preciso instante, levantó la cabeza. Nuestras miradas se unieron por un hilo invisible. Nos miramos fijamente hasta que, sin previo aviso, se acercó a mis labios y me besó.

¡Fue un beso! ¿Solo un beso? Pero me hizo sentir tantas cosas... Puso su mano en mi cintura, y de repente, Enzo irrumpió en la oficina, rompiendo nuestro momento. Roy se apartó de mí, tratando de cubrir su boca, manchada con el lápiz labial rojo que acababa de usar.

-Lo siento, tío, ¿interrumpí algo? -Enzo dio pequeños pasos hacia adelante.

-No, no, para nada. -Roy me miró-. ¿Qué pasa?

-Llegaron los jefes para la colaboración. Ya sabes, la reunión. -Expresó Enzo, gesticulando con las manos.

-De acuerdo, ahora mismo me dirigiré hacia allí.

-Te espero afuera. -Enzo cruzó los brazos y se dio la vuelta para salir.

Roy retornó la mirada hacia mí.

-Lo siento por la interrupción, Rosita -me dijo, su voz cálida y preocupada.

Me quedé en silencio.

-Ay, por supuesto. -Él se quitó el abrigo que llevaba y me lo ofreció-. Tómalo y cúbrete con eso.

-D-De acuerdo, gracias -respondí con un tono nervioso mientras me envolvía en su abrigo. Me dirigí a la puerta, cuando...

-Hey, espera, Elysia -me llamó, deteniéndome-. Quiero invitarte a un lugar especial esta noche. No aceptaré un "no" como respuesta.

-¿Dónde será? -pregunté, sintiéndome un poco confundida.

-En mi habitación. -El tono de su voz se volvió serio.

-¿Q-Qué? -expresé, sin poder creerlo.

-Tranquila, es broma. Te llevaré a un lugar que jamás olvidarás -se acercó a mí, su mirada profunda-. Sé que me ocultas algo, pero lo descubriré.

Las palabras se quedaron atascadas en mi garganta.

-Yo no te oculto nada...

-Princesa, a las 8:30 p.m. te pasaré a buscar -dijo, retirándose de su oficina.

Me dejé caer en el gran sofá, sintiéndome confundida. Roy no es tonto, y tarde o temprano se enterará de que estoy enamorada de él. ¿Se habrá dado cuenta ya? Por otro lado, mi hermana... ¿por qué todo lo malo me pasa a mí? ¿Por qué no puedo ser feliz, maldita sea?

Me preguntaba a dónde me llevaría esa noche y por qué querría estar conmigo. ¿Soy acaso un verdadero desastre?

Observé con atención el abrigo que Roy me había dado. Era de textura suave y de un negro intenso, con pequeñas letras blancas que hacían juego con su estilo. Me quedaba súper ancho, y, en un momento de impulso, acerqué mi mano para oler el aroma. Era el perfume de Roy, intenso pero no abrumador, con notas dulces que recordaban a la lavanda.

Justo entonces, Bex entró en la oficina.

-¿Tía, estás bien? -dijo con una expresión de disgusto.

-Roy me besó -le confesé, sintiendo que el corazón me daba un vuelco.

-¡¿Qué!? ¿Cómo fue? ¿Dónde, cuándo, a qué hora? Y, lo más importante, ¿te gustó?

-Ay, por favor, Bex, y todas esas preguntas. Está claro que fue hace un rato, en esta oficina, en un instante, y no me gustó, me encantó -respondí, sintiendo el calor en mis mejillas.

-¡Ayy, tía, qué emoción!

-¿Y mi hermana?

-Ay, esa tía no me la menciones. Dijo que se iba a casa y me dejó haciendo todo su supuesto trabajo -expresó, con los brazos cruzados-. Pero, Ely, ella te arrojó el café encima.

-Conozco a mi hermana. Nunca haría eso -dije-. Bueno, eso creo...

-Ves, Elysia, tu hermana está loca por Roy y él se muere por ti. Está claro que se dio cuenta de la situación y se puso celosa -insistió Bex.

-Lo siento, Bex, pero no puedo hablar así de mi hermana sin saber cuál fue la verdadera razón.

-Ay, Elysia, eres demasiado buena. Aun sabiendo que lo que digo es cierto, lo sabes.

- Bex, así soy. No sirvo para ser mala persona. Yo sería incapaz de culparla sin haberlo oído de su boca y con todas las palabras; al fin y al cabo, es mi hermana, mala o buena.

- Amiga, tienes un corazón de oro -me dice mientras me abraza.

---

Decidí ir a casa; quería oír la versión de mi hermana sobre por qué me echó el café encima. Tenía tantas preguntas. Le pagué al taxista y me dirigí hacia la casa. Allí, me encontré con Anahí, que estaba viendo televisión, con los pies sobre la mesita de la sala y comiendo palomitas de maíz.

- Anahí -dije, con la voz entrecortada.

- Elysia, hermana -respondió ella, sin apartar la vista de la televisión.

- Quiero conversar contigo -exprimí, dejando mi cartera a un lado.

- Adelante, te escucho -comunicó, aún sin quitar la mirada de la pantalla.

- ¡Anahí, atiéndeme! -alzé un poco la voz y tomé el control remoto de la televisión para apagarla.

- ¿Por qué hiciste eso? -dijo, levantándose del sofá y dejando caer las palomitas.

- Quiero una explicación -señalé su dirección con el dedo-. ¿Por qué me lanzaste el café encima?

- Fue un accidente -expresó ella, tosiendo mientras intentaba evitar mi mirada.

- ¡Sé que no es así! Dime la verdad, Anahí... -grité.

- Bueno, sí, lo acepto. Lo hice a propósito, contenta ya tienes una respuesta. Elysia, sal de tu burbuja. Nadie es tan bueno como parece. No te hagas la perfecta porque no lo eres -dijo, cruzando los brazos.

- Pero, ¿por qué dices esas cosas, Anahí? Después de todo lo que hemos pasado juntas. -dije, sintiendo un nudo formarse en mi garganta.

- Pasa que tu hermanita creció y se da cuenta de las cosas, Elysia -me señaló con la mano-. ¿Crees que no me doy cuenta de que tú y Roy se traen algo? Con esas miradas... Ay, Elysia, no soy una desconocida. Soy tu hermana, me doy cuenta de las cosas fácilmente. Pero, ¿tienes la cara de enamorarte de alguien que me gusta? Elysia, ¡Excúsate, Señorita Perfecta!

- No sé de qué hablas -respondí, sintiendo cómo mi corazón latía a mil por hora, mis piernas temblaban y mis manos estaban frías...

- Ay, Elysia, sabes que papá lo tenía claro cuando dijo que no debes confiar ni en tu propia familia -dijo ella, dándose la vuelta.

- No pronuncies a ese señor. Devuélveme a la antigua Anahí. Te lo juro, hermanita, yo sería incapaz de mirar al mismo hombre que tú miras. Pero, Ana, yo me enamoré de él antes de que a ti te gustara -expresé, con un nudo en la garganta.

- No te excuses, Elysia -dijo ella.

- Piensa lo que quieras. Si eres realmente mi hermana, como dices que me conoces tanto, sabrás que yo nunca haría algo así. Pero piensa lo que quieras. Todo este tiempo me he tragado mis sentimientos hacia él por ti, pero ya no lo aguantaré más... -dije, dirigiéndome a la puerta y deseando salir lo antes posible de mi casa.

Mientras caminaba por la ciudad, mi mente se quedó atrapada en la discusión que acababa de tener.

Me di cuenta de un detalle inquietante: un auto negro me estaba persiguiendo. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué me seguía? Aceleré un poco el paso, pero el auto se detuvo a mi lado y el hombre del interior bajó el cristal de la ventanilla.

- Hola, Rosita -me saludó. Al oír ese apodo, sentí un alivio repentino.

Él salió del coche.

- ¿Te asusté? -dijo.

- ¿Qué crees tú? ¿Y por qué me persigues, Roy? -respondí, algo irritada.

- Mejor entremos al auto, las personas empiezan a reconocernos -dijo mientras me tomaba del brazo. No me opuse en lo absoluto.

- ¿Y bien? -pregunté al estar ya dentro del carro.

- Te dije que te pasaría a recoger. Te llevaré a un lugar especial -dijo mientras ponía música en el radio y comenzaba a tararear.

- Ey, Roy, eso no responde mi pregunta. ¿Por qué me sigues? -insistí.

- Solo iba de camino a tu casa y te vi por la calle -explicó.

- De acuerdo, te creo. ¿Dónde me llevas? -pregunté.

- A un lugar que jamás olvidarás -respondió.

Muchas ideas comenzaron a invadirme la cabeza.

- No, no quiero ir a ese lugar. Llévame a casa -dije, sintiendo mi incomodidad crecer.

- ¿Por qué haría eso? -replicó.

- Diré que me secuestraste -grité, intentando abrir la puerta, pero el seguro no cedía.

- Tranquila, Elysia. Provocarás un accidente. Te llevaré a un lugar tranquilo. ¿Qué piensas que soy, un monstruo? -dijo, sosteniéndome la mano con dulzura.

- Yo no pienso nada -me crucé de brazos, tratando de mantener la calma en medio de la confusión.

- En vez de enfadarte porque no miras el asiento de atrás. - Dice, haciendo que mire atrás.

Había una rosa, súper grande, roja como el vino y la sangre, como si estuviera acabada de arrancar. La tomo en mis manos con una sonrisa en mi rostro.

- Qué manera más particular y creativa de regalarle una rosa a una chica - Digo oliéndola y acariciando sus pétalos.

- Te estás burlando de mí - Dice él, haciéndose el enojado.

- No para nada, solo digo que jamás me habían regalado una rosa tan linda como esta - Expresé.

- Todas las rosas son iguales - Dice él.

- No todas tienen la misma fragancia, todas no tienen el color tan vivo y alegre como esta y todas no son tan especiales como esta y eso la hace diferente. - Digo.

- Eres increíble Elysia, te conformas con simples cosas y te pones feliz con simples detalles. - Dice él - Quiero que conserves esa bella sonrisa, hasta la eternidad.

Me quedé en silencio, observando mi hermosa rosa, mientras que me doy cuenta que es la primera vez en mi vida que siento cosas tan fuertes por una sola persona.

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