8
—Disculpa, David, a veces, mi cabeza no funciona muy bien —dije con verdadera confusión—. ¿Podrías decirme qué fecha es hoy? —El muchacho miró a mi compañera, cuyo rostro había empalidecido notoriamente, y luego regresó los ojos a mí—. Dieciséis de febrero —pronunció lento, como si tuviera miedo de nosotros.
—¡De qué año! —gritó Imotrid al borde de la histeria.
—¿Quiénes son ustedes? —reclamó él en respuesta—. ¡Creí que venían de la resistencia! —Inesperadamente, lanzó unas cajas sobre nosotros y salió corriendo.
—¡Espera! —llamé—. ¿De qué hablas?
Fui detrás, aunque debido a mi edad —y a mi peso, por qué no decirlo— fui incapaz de correr demasiado. Mi compañera sí podía, pero no le dio alcance. El tipo subió a un vehículo y se perdió en segundos.
—¿Vio esa cosa? —preguntó ella al recuperar el aliento—. ¡Alcanzó una velocidad tremenda en cero coma!
—Sí, sí, lo vi... —Realmente era un auto asombroso, pequeño, con tres ruedas que parecían no tocar el suelo y cabina para dos personas—. Debe ser un prototipo... ¿Puedes buscar en qué trabaja este tal David?
—Me da miedo encender el teléfono, pero... bueno, está bien.
Nos duraba el temor por aquellos policías que, según creíamos, nos seguían el rastro —¡quiénes más podían ser!—. De todos modos, el miedo nunca fue algo que detenga a Imotrid. Sacó el celular y comenzó a teclear.
—¡Oh, no! —exclamó.
—¡Se quedó sin batería! —rezongué. Aunque siempre andábamos con un cargador, nunca recordábamos enchufar los aparatos.
—Es extraño —dijo—, la batería está llena, pero requiere actualización.
—Tu amiga Susy debe haberlo cargado —bromeé.
—O Alejandra, ansiosa porque descubramos al asesino de sus amigos... ? ¿Cree que lo hallaremos alguna vez?
—No lo sé, querida. De momento, lo único que quiero es salir de este lugar de locos.
—Sí, yo también. Ya se está actualizando el software. En cuanto termine pongo a David en el buscador. Supongo que el apellido será Maciel, ¿verdad?
—Eso creo.
Nos sentamos a esperar dentro del auto. Pensé en llamar a Santoro o a Carlota, hablar con alguien ajeno a lo que estábamos viviendo y que fuera capaz de convencerme de que no estábamos enloqueciendo, pero en cuanto levanté el teléfono apareció una leyenda: «actualice el sistema». No iba a ponerme a ello en ese momento así que lo dejé. Al instante volví a levantarlo para convencerme de que había visto bien. En efecto, la batería estaba al cien por cien.
—Listo —señaló Imotrid cuando su aparato volvió a activarse—, a ver... ¿Qué es esto? Ha cambiado completamente... ¡Oh, Dios!
—¿Qué sucede?
—No sé, tengo que escribir mis datos... ¡Oh, Dios! ¡Se ha borrado todo!
—Bueno, tal vez esas tormentas interfirieron en la señal o algo por el estilo. Carga tus datos y ya, no debe ser tan difícil, ¿verdad?
—No... Pero es raro..., no me pide email, como antes, sino reconocimiento facial y mi nombre. —Enfocó su rostro durante unos segundos y, después de un pitido, sus dedos se movieron con rapidez sobre el teclado—. Okey, ahora me pide el número de identificación.
—Es el DNI.
—Ya sé, pero no lo reconoce. ¡Oh, mire, me da un número para ingresar!
—Ten cuidado, tal vez sea una estafa.
—Y ¿qué me van a sacar? Lo único que me queda es la dignidad, y no sé cuánta. Listo, ya puse todo.
El celular emitió una melodía, como de campanitas tintineando.
—Bienvenida, Imotrid —dijo una voz cautivadora— Soy Lenny, tu asistente. ¿En qué puedo ayudarte?
—¿Lenny? ¿De dónde salió esto? ¡No quiero una voz! —protestó la chica. Luego inhaló profundo y pronunció, con algo más de calma—: ¿Cómo configuro esto para accionar de forma manual?
—El sistema XA22 solo trabaja por voz.
Imotrid volvió a inhalar, esta vez con más fuerza, a punto de explotar, pero continuó haciendo un esfuerzo por mantenerse tranquila.
—¿Cómo vuelvo a mi antiguo sistema telefónico?
—Los sistemas de la generación XXI han quedado obsoletos.
—¡Eso es una tontería! ¡Generación XXI! ¡Mi Android era versión doce, no sería la última pero funcionaba bien!
Para nuestra sorpresa, la máquina no contestó enseguida, guardó silencio unos instantes.
—¿Quieres convertir a tus seres queridos fallecidos en avatares y mantener conversaciones con ellos? —preguntó luego, de la nada.
—¿Qué? ¿De qué seres queridos me hablas?
—Tu madre, tu tía, tu padre, tus ancestros en general. O tus amigos.
—¡Pero ellos no están muertos!
—No hagas caso. —Le contuve la mano, que estuvo a nada de estrellar el aparato contra el parabrisas. Noté entonces que sus ojos se habían petrificado en la pantalla—. ¿Qué sucede?
—Mi... mire la fecha.
Me coloqué los anteojos y leí lo que mostraba el teléfono.
—Diecisiete de febrero de... ¡Dios mío! ¿¡Qué clase de broma es esta!?
De acuerdo al dispositivo, nos habíamos saltado diez siglos en el tiempo.
—¿Dónde está Riscos? —preguntó Imotrid, a la máquina, con voz temblorosa.
—Riscos, en el partido de Almafuerte, ahora Distrito Doce Cuarenta y uno, fue una de las veintidós locaciones terrestres utilizadas por los gobiernos durante el siglo anterior como centro de pruebas atmosféricas en virtud de los subsiguientes viajes a Marp022.
—¿Marp022?
—Los Marp —Mass Reconduction Planet o planetas de reconducción masiva— son, en realidad, exoplanetas. El 022 es en el que se establecieron las granjas.
—¡¿Qué granjas?!
—Los decibeles de tu voz están por encima de lo permitido. Me refiero a las granjas de humanos, por supuesto.
—¡Tenemos que irnos de aquí! —grité con pánico encendiendo el motor. La locura ya traspasaba todos los límites y no tenía idea de quién estaría detrás de ello—. ¡Apaga ese aparato!
—Una vez activado el sistema XA22, es imposible desactivarlo. Se requiere la intervención de un soldado API de segundo rango.
Conduje sin saber hacia dónde. Imotrid siguió preguntando y el aparato respondiendo.
—¿Qué es un soldado API?
—La sigla se corresponde a Autonomous programming intelligence en el idioma terrestre común. Inteligencia de programación autónoma.
—¿Idioma terrestre común?—pregunté atónito.
—¡Bue! —exclamó Imotrid—. ¡No hace falta mucha inteligencia para saber que, tarde o temprano, la humanidad entera terminaría adoptando el inglés como idioma común! ¿Es verdad que estamos en el año 3022?
—En efecto. La fecha de hoy se corresponde al diecisiete de febrero del año tres mil veintidós.
—¿Cómo llegamos hasta acá?
—Riscos y las otras veintiún locaciones se convirtieron en portales temporales luego de los eventos del siglo XXI y las fallas en las primeras esferas Dyson.
—¿Qué es eso? —me preguntó Imotrid por lo bajo, como si el teléfono no pudiera escucharla.
—No lo sé. —Conocía el concepto, por supuesto, pero no tenía ganas, en aquellas instancias, de explicar algo semejante.
—Es una estructura que se construye alrededor de una estrella para capturar su energía —resumió el aparato haciéndome quedar como un estúpido—. Los primeros intentos de crear una que rodeara al sol, fallaron.
—¿Me estás diciendo que el sol ya tiene una de esas cosas? —interrogué, estupefacto.
—Por supuesto. Es la mejor forma de obtener mayor cantidad de energía aprovechable.
Lo que nos contaba esa voz robótica era fascinante en verdad, pero mi cerebro no terminaba de creer que fuera cierto.
—¿Podemos regresar a nuestro mundo? —pregunté—. ¿Al siglo XXI, al menos?
—Las autoridades no permiten que los viajeros temporales regresen a sus sitios de origen.
—¿Por qué?
—Se considera que es mejor no alterar la historia.
—¡Pero si ya estamos alterando la historia!
—Es verdad. De todos modos, cualquier humano venido del pasado, será utilizado para mejorar a las AHC. —Imotrid no dijo una palabra. La IA agregó—: Artificial human conscience, antes de que preguntes.
—Consciencia humano artificial... —murmuró mi compañera reflexivamente—. ¿No es fantástico que la tierra haya sobrevivido otros mil años? —Imotrid estaba maravillada con las novedades. Yo me sentía aterrado.
—Y sobrevivirá muchos más . El planeta fue salvado por las API y los Marpios.
—¿Quiénes son los Marpios?
—En la jerga coloquial, se denominan Marpios a los habitantes de cualquier exoplaneta Marp, que fueron creados para acudir en ayuda de la civilización humana.
—Ah, ¿Pedimos ayuda?
—Cuando las especies comenzaron a extinguirse y los polos a derretirse, la ciencia consideró necesario intervenir, aún en contra de los intereses gubernamentales de determinados países.
No cabía en mí de asombro. ¿Realmente nos estaba sucediendo aquello? ¿O estábamos inmersos en algún tipo de sueño provocado por esa odiosa mujer llamada Su...?
—¡Susy! —grité de pronto, y pregunté al teléfono—: ¿Sabes quién es Susy?
—Las Susy son los prototipos más antiguos de los API, los primeros utilizados para fines de reconducción masiva. La sigla significa Science universal system.
—¿En qué año fueron creados?
—En 2020.
—¡La pandemia! ¿Entonces, de verdad fue provocada por un virus experimental?
—La última pandemia de la que tenemos conocimiento fue la de 2019, denominada COVID19, una enfermedad infecciosa ocasionada por el virus SARS-CoV-2, la misma se expandió....
—¡Sí, sí, ya está bien! Estuvimos ahí, ¿sabes? —se impacientó mi compañera.
—Sí, lo sé, no tienes que hablarme de ese modo. Con expresar que no quieres continuar escuchando la información, estaría bien para mí. Y no, la pandemia por SARS-CoV-2 no fue provocada por ningún experimento. La humanidad nunca necesitó de ellos para su autodestrucción.
Imotrid giró hacia mí con las cejas elevadas.
—¿La máquina acaba de reprenderme?
Así era, pero no estaba dispuesto a mediar entre ellas. Seguí preguntando:
—¿Por qué ocurrieron los suicidios de Riscos, en 2022?
—No están autorizados para recibir ese tipo de información.
—Queremos regresar a nuestro siglo y lo vamos a hacer. Apaga ese teléfono —ordené a mi secretaria.
Por supuesto, la IA tenía razón. Fue imposible apagarlo, lo que hicimos fue arrojar el aparato fuera del auto y partir a toda velocidad.
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