9. El Coleccionista
—Bien, esto no es aterrador —dijo Rocket, incómodo.
—Albergamos la colección más grande de la galaxia de fauna, reliquias y todo tipo de especies. ¡Les presento a Taneleer Tivan, el Coleccionista!
Un hombre de cabello blanco y ropas extravagantes se dio la vuelta para darnos la cara. Se quitó los extraños anteojos negros y se acercó a Gamora.
—Mi querida Gamora —saludó, besándole la mano—. Qué maravilloso conocernos en persona.
—Dejemos las formalidades, Tivan —habló Gamora con voz cansada—. Tenemos lo que discutimos.
—¿Quiénes son —arrastró las palabras, mirándonos a Groot y a mí— esos de allí?
—Yo soy Groot.
Tivan se acercó cautelosamente hacia nosotros, observándonos.
—Nunca creí que conocería a un Groot —admitió, llegando frente a él—. Señor, debe dejarme que le pague ahora para ser dueño de su cadáver. Al momento de su muerte, claro.
—Yo soy Groot.
Miré a Groot con el ceño fruncido al oír su respuesta.
—Groot, esa no es una buena idea —le negué.
—Exacto. ¿Para qué? —dijo Rocket, también entendiendo lo que el árbol había dicho— ¿Para que te convierta en una maldita silla?
—¿Esa es su mascota? —preguntó Tivan a Groot.
—¿Qué? —gritó Rocket rabioso, tomando el arma que llevaba sobre la espalda, pero se detuvo ante mi mirada de advertencia.
—Tivan —lo llamó Gamora, mientras éste aún se reía de Rocket.
—Aguarda, querida Gamora —la calló Tivan, ahora dirigiéndome la mirada—. ¿Y tú? Tampoco creí que alguna vez conocería a una zorniana. Son tan escasas en el mercado negro —se lamentó—. Déjame pagarte también, para ser dueño de tu cadáver cuando...
—No —le interrumpí, entre dientes—. No estoy a la venta, ni siquiera muerta.
—¿Cómo sabes que es una zorniana? —preguntó Quill con las cejas alzadas, acercándose a mí para alejarme poco a poco de Tivan.
—¿Cómo no saberlo? La piel roja, los ojos amarillos y la potente aura sexual que imana... Además de los cuernos, por supuesto —dijo obvio, mirando a Peter con aburrimiento—. Y, a juzgar por la marca en el cuello y la espada enfundada en la pierna, debes ser una guerrera.
Instintivamente tapé la marca de mi cuello. Era la marca que se nos ponía al convertirnos oficialmente en guerreros, tras ganar el Tak'Sima. Era una runa que significaba "guerrero" en nuestra lengua.
—No pasas desapercibida, querida —negó con la cabeza y su dedo índice, viéndome con una sonrisa traviesa—. No para alguien que conoce la existencia de tu raza. Y sé que ahora que están extintos, debes ser de las últimas en tu especie. Si originalmente valías millones, ahora vales el doble.
—Se los dije —nos recordó Rocket con una sonrisilla burlesca.
—Ya dijo que no está a la venta —rectificó Peter, poniéndose frente a mí de forma protectora.
Tivan sonrió divertido al ver eso.
—Ya veo —bisbiseó—. Ya te afectó su naturaleza hechizante. Bueno, ¿cómo no hacerlo? ¿Piensas vincularte a él, querida? —me miró inquisitivo, haciéndome tragar duro al oír su pregunta— Debes saber que estando vinculada valdrás menos.
—Tivan —alzó la voz Gamora, empezando a desesperarse—. Recorrimos media galaxia para recuperar el Orbe.
Tivan suspiró y asintió, apartándose.
—Muy bien, entonces, veamos qué trajeron.
Peter sacó el Orbe de su bolso y casi lo dejó caer por accidente; por suerte, lo recuperó rápido y se lo tendió a Tivan, quien lo tomó entre sus manos y fue a apresarlo entre unas pinzas sobre una mesa de trabajo.
—Oh, mis queridos amigos —empezó a hablar, mirando cómo las pinzas se movían para abrir el Orbe—. Antes de la misma creación, había seis singularidades. Entonces, el universo nació con una explosión —relató. El lugar se llenó de proyecciones que mostraban galaxias— y el resto de estos sistemas se forjaron en lingotes concentrados. Gemas del Infinito. Estas gemas, al parecer, sólo pueden ser usadas por seres de fuerza extraordinaria. Observen —señaló una de las proyecciones donde un ser de tamaño enorme exterminaba todo un planeta con el uso de esta gema—. Estos portadores pueden usar la gema para segar civilizaciones enteras como al trigo en un campo.
—Me estoy orinando un poco —comentó Peter viéndose asustado.
Dejé de ver la proyección al recordar la masacre en Zorn, cubierto de lava. Era demasiado para mí.
—Una vez, por un momento, un grupo pudo compartir la energía entre sus integrantes, pero hasta ellos fueron destruidos rápidamente por ella.
Finalmente, el Orbe se abrió y Tivan se mostró más que satisfecho al ver la gema púrpura. La halagó sin cesar y Rocket lo calló exasperado, reclamando el pago.
—¿Cómo quieren que les pague?
—¿Cómo cree? ¡Con unidades!
—Muy bien —aceptó el Coleccionista, yendo en busca del pago—. Karina —le reclamó a su sirvienta. Miré a la chica y vi cómo estaba siendo atraída hacia la gema, seducida por su poder—. Aléjate —le ordenó.
—¡Ya no seré tu esclava!
La sirvienta lo miró furiosa antes de lanzar su mano para poseer la gema. Cuando quise lanzarme para empujarla lejos y evitar que la tocase, ella gritó y actuó antes de darnos tiempo para detenerla.
La explosión que se desató en su mano me hizo reaccionar y lanzarme sobre Peter para tumbarlo al suelo, detrás de un mueble. La sirvienta empezó a gritar agudo por el dolor de ser absorbida por la gema. La explosión aumentó hasta que dejó todo el lugar en llamas purpúreas. Cuando el estallido se detuvo y las llamas se ahogaron, Peter y yo alzamos las cabezas del lugar donde nos ocultábamos para observar el lugar.
—¿Qué demonios...?
—Oh, no.
Peter me ayudó a ponerme de pie y nos dirigimos hacia el Orbe después de que Gamora llegó y lo selló con la gema adentro. Nos dirigimos a la salida tan pronto como pudimos.
—¿Cómo pude pensar que Tivan podría contener lo que estuviera en el Orbe? —exclamó Gamora con frustración.
—¿Y por qué lo tienes todavía? —reclamó Rocket al vernos salir del lugar, todavía horrorizado.
—¿Qué haremos? ¿Dejarlo allí? —grité.
—¡No puedo creer que aún tengas eso en tu bolso!
—¡No es un bolso, es una mochila!
—Debemos llevarle esto a los Nova Corps —sentenció Gamora. Me miró en busca de apoyo—. Quizás puedan contenerla.
Yo asentí frenéticamente.
—Estoy de acuerdo —admití, quitándome el sudor de la frente con el dorso de la mano. Mi piel estaba más caliente de lo normal.
—¡Los Nova Corps nos buscan! —se negó Rocket— ¡Dáselo a Ronan!
—¿Para que destruya la galaxia? —exclamó Peter, mirando a Rocket como si estuviera loco.
—¿Qué? ¿Ahora eres un santo? —le recriminó— ¿Qué ha hecho la galaxia por ti? ¿Por qué quieras salvarla?
—¡Porque soy uno de los idiotas que vive en ella! —contestó desesperado.
—¡Cállense de una vez! —les grité a los dos, llena de estrés y ansiedad por oírlos discutir en un momento tan crítico.
—Vesta —me llamó Gamora, tomándome el brazo. Vi el miedo y la angustia en ella—. Escúchame. No podemos dejar que la gema caiga en manos de Ronan. Le hará a Xandar y a muchos otros planetas lo que Thanos hizo con Zorn, incluso peor.
Ni siquiera lo dudé. Por lo que yo pasé era algo que sólo le desearía a mi peor enemigo, y ése era Thanos. No iba a dejar que otro planeta inocente sufriera lo que el mío sufrió.
Miré a Peter en busca de ayuda, suplicante.
—Peter, debemos regresar a la Milano y entregarle el Orbe a los Nova Corps —insistí, tomando su mano.
Peter me miraba a los ojos.
—Sí, sí. Está bien. Tienes razón —dijo reaccionando—. O... podríamos dársela a alguien que no vaya a arrestarnos y que nos trate bien por mucho dinero.
Me alejé de Peter al escucharlo.
—Creo que es un buen punto medio entre ambas ideas —respondió, esperando que estuviera de acuerdo con él.
Lo miré tan mal como pude.
—Me decepcionas, Peter —lo empujé lejos de mí. Miré a Gamora—. Andando.
—¡Vesta! ¡Aguarda! ¿A dónde vas?
Ambas nos dirigimos a buscar una nave que usar, pero Gamora me detuvo de golpe al ver algo frente a ella.
—Demonios —maldijo entre dientes.
Ronan nos había encontrado.
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