8. Knowhere
—¡Atención! ¡Estamos llegando! —avisó Rocket piloteando a un lado mío. Todos llegaron desde el segundo piso para observar el lugar, a través de la ventana frontal.
—¿Qué es? —preguntó Drax, confundido.
—Se llama Knowhere —respondió Gamora—. Es la cabeza cortada de un antiguo ser celestial. Cuidado al entrar, roedor. Aquí no hay regulaciones.
Cuando Rocket aterrizó en un área que parecía segura, bajamos de la nave y empezamos a caminar por el lugar, siguiendo a Gamora.
—Hace cientos de años, el Grupo Tivan envió trabajadores para que extrajeran materia orgánica de la calavera —explicó conforme pasábamos por el mercado—. Hueso, tejido cerebral, líquido cefalorraquídeo. Son recursos escasos y muy cotizados en el mercado negro de la galaxia.
—Como Vesta —se burló Rocket, logrando que le lanzara una mirada fulminante.
—Una más, Rocket. No me provoques o te comeré y me haré ropa nueva con tu piel.
El mapache sólo se rio entre dientes y se ganó un golpe en la nuca por una de las delgadas ramas que Groot estiró hacia él.
—¡Oye!
—Gracias, Groot —sonreí.
—Es un trabajo peligroso e ilegal, sólo apropiado para marginales —siguió explicando Gamora, ignorando lo sucedido.
—Yo vengo de un planeta lleno de marginales —platicó Quill—. Billy el Niño, Bonnie y Clyde, John Stamos...
—Suena como un lugar que me gustaría conocer —admitió Drax.
—Sí, deberías.
Varios niños se atravesaron corriendo entre nosotros. Me quedé al lado de Groot cuando vi que le tendió una bella y pequeña flor blanca a una niña, haciéndola sonreír. Después de que la niña se fue, Groot hizo crecer otra pequeña flor de pétalos rojos al notar mi expresión fascinada; la retiró de su palma y la colocó sobre mi pelo, detrás de mi oreja. Le sonreí enternecida, agradeciéndole, pues comprendí que era un obsequio que representaba nuestra nueva y reciente amistad.
Seguimos avanzando hasta llegar a una especie de taberna.
—¿Tu comprador está aquí?
—Debemos esperar a su representante —aclaró Gamora.
—Este no es un establecimiento respetable —dijo Drax con indignación—. ¿Qué sugieres que hagamos mientras esperamos?
o
—No creerías cuánto vale aquí el combustible —me comentó Peter llegando a mi lado y recargándose sobre el barandal del que yo misma me apoyaba mientras miraba el oscuro cielo—. Podría perder dinero con este trabajo.
—El comprador de Gamora nos está haciendo esperar demasiado —mascullé cansada, mientras observaba los vibrantes colores de las galaxias más cercanas.
—Es una táctica de negociación. Créeme, es mi especialidad.
—¿En serio? —lo miré incrédula, con un toque de gracia en mi tono— Creí que tu especialidad era robar.
Me miró atento y se ladeó para observarme mejor, antes de encogerse de hombros con una sonrisa traviesa.
—Bueno, tu especialidad no es mejor que la mía.
—¿Y cuál se supone que es mi especialidad? —cuestioné, con una ceja arqueada.
—Amenazar, luchar y gruñir.
—He luchado desde que tengo dieciséis años. No conozco otro método, aunque quisiera —confesé, haciendo una media sonrisa.
—Bueno, por lo que dijo Rocket y lo que sabe toda la galaxia, es que tienes muchos otros métodos —bromeó, ganándose un golpe en el hombro de mi parte, aunque no pude evitar reírme también.
—Eso no es gracioso, Peter —negué, todavía sin borrar mi sonrisa—. Pero no importa... Tiene sus ventajas —admití, guiñándole un ojo.
—¿Cómo cuáles?
Lo miré con una ceja arqueada y sonreí de lado.
—Puedo debilitar cualquier hombre, y sé usar eso a mi favor.
—Apuesto que sí —sonrió divertido—. Y también apuesto a que ningún hombre nunca supo aprovecharte correctamente, juzgando por el hecho de que no has estado con nadie.
—Aunque los hombres Zorn nos protegían y jamás nos hacían daño, no se fijaban en nada más allá de nuestro cuerpo y nuestras capacidades. Sólo les importaba que les diéramos placer y descendencia —expliqué y suspiré—. Pero eso no me importó nunca, sólo el ser una guerrera. Y cuando me volví una, supe que había hecho lo correcto —intenté sonreír, pero fue inútil. El recuerdo de los aprendices siendo asesinados me carcomía—. Era buena. Todos notaron que nací para la guerra, para proteger nuestro mundo. Incluso me mantuve subiendo de categoría hasta que me volví la encargada de entrenar a los nuevos guerreros (era un puesto importante y muy respetado). Pero el día en que más debí hacerme cargo de ello, fallé por completo. Vi morir a mis aprendices, a mi padre, a mis amigos y a todo mi planeta.
Peter me observó atentamente por un rato y yo lo dejé, pues eso me permitía ver sus ojos con más atención y detenimiento. Eran realmente hermosos, nunca había visto unos así. Los zornianos teníamos ojos amarillos y brillantes. Resaltaban bien con nuestra piel roja y cabello oscuro. El tono de Peter era blanquecino, rosado, y combinaba con sus ojos claros. Sus diferencias me atraían. Mucho.
Él era distinto en todos los aspectos. Su cuerpo no irradiaba calor como el mío, sino frescura. Su forma de moverse y estar parado no mostraba dominancia o poder, sino encanto y seguridad.
Sin poder sostenerle la mirada por más tiempo, tomé el aparato colgado de su cinturón, aquel por el que se había arriesgado en Kyln más de una vez.
—¿Por qué volviste por esta cosa? —pregunté curiosa, examinando la caja de tecnología desconocida.
—Mi madre me lo dio.
Su respuesta me robó el aliento. Vi sus ojos y cómo empezaban a entristecerse en sintonía con el resto de sus facciones.
—A ella le gustaba compartir conmigo las canciones que escuchaba de niña. Lo tenía conmigo cuando fui... El día que ella... —vaciló, cerrando sus ojos al no poder decir las palabras—. Bueno... Cuando dejé la Tierra.
—¿Y qué haces con eso?
—¿Qué hago? Nada. Lo escucho. O puedo bailar.
Fruncí el ceño.
—¿Bailar?
—Claro, no sabías qué era la música. Obviamente no sabes lo que es bailar —se dijo a sí mismo con un suspiro, y se quitó lo que él llamaba "auriculares"—. Bailar es cuando mueves el cuerpo con ritmo, siguiendo el compás de la música —explicó, poniéndomelos en la cabeza y cubriendo mis oídos con ellos.
Sentí un ruido retumbando en mi cabeza. Era parecido a lo que había puesto en la nave. Sonreí levemente al sentir un hormigueo en mi piel por el gusto de escuchar una melodía tan agradable. La voz era hechizante.
Peter me sonrió cuando le enseñé sorprendida la piel enchinada de mi brazo. Colocó sus dedos sobre mi piel, aún en reacción a la melodía, logrando que ahora toda la piel de mi cuerpo se pusiera igual.
Su tacto fue delicado y suave, agradable. Pasó sus dedos hasta mi mano y la encerró con la suya. No me di cuenta de que se estaba acercando hasta que empezamos a respirar el mismo aire.
Su cuerpo estaba casi pegado al mío y su mano tomaba la mía con delicadeza, pero firme. Poco a poco fue meciendo mi cuerpo con el suyo cuando puso su otra mano en mi cintura, haciendo que algo despertara y revoloteara en mi estómago. Entendí a lo que se refería con ritmo, pues los movimientos que hacía con nuestros cuerpos iban con la música.
Comencé a tener una revolución de emociones en mi pecho. Mi cabeza estalló con luces y todo mi cuerpo se sintió en calma cuando Peter se acercó aún más, empezando observar y tentar mi boca. Mi cuerpo explotó cuando me concentré sólo en sentir y no en ver. Sus labios rozaron lentamente los míos cuando cerramos los ojos.
Pero tuvimos que separarnos abruptamente cuando algo estalló contra el ventanal que había a nuestro lado. Incluso con la música fuerte en mi cabeza pude oír el golpe, que seguro había sonado más intenso, a juzgar por la mirada de preocupación en Peter.
—Ay, no —maldijo entre dientes.
Aún tomando mi mano, me jaló hacia el interior de la taberna, pero me alejó un poco cuando vio que Drax y Groot peleaban en el suelo. Rocket le apuntó con su arma. Quitándome los auriculares y dejándolos colgados en mi cuello, tomé a Drax del brazo y lo jalé hacia mí.
—¡Basta! —le grité, logrando mantenerlo a raya con mi fuerza, que por naturaleza superaba a la suya.
—¡Alto, alto! ¿Qué están haciendo? —le gritó Peter a Rocket al verlo armado.
—¡Esta alimaña habla de cosas de las que no sabe! —vociferó Drax.
—¡Eso es cierto! —contestó Rocket.
—¡No respeta nada! —forcejeó, pero no logró librarse de mi agarre.
—¡Eso también es cierto!
—¡Aguarda! —le pidió Peter.
—Sigue diciéndome alimaña. ¡Sólo quiere reírse de mí, como los demás!
—Rocket, estás ebrio. Nadie se ríe de ti —le negó Quill.
—¡Cree que soy algo estúpido! Pero yo no pedí que me hicieran —nos gritó a todos—. No pedí que me destrozaran y me volvieran a armar una y otra vez, y me convirtieran en... ¡un pequeño monstruo!
—Rocket, nadie te está diciendo "monstruo".
—¡Él me dijo "alimaña"! —señaló a Drax— ¡Ella me dijo "roedor"! —señaló a Gamora, que permanecía callada al lado de Drax— Veamos si se siguen riendo después de cinco o seis disparos en la maldita cara.
Drax intentó soltarse de mí, pero no lo logró cuando puse más fuerza. Peter se puso frente a Rocket.
—¡No, no, no! —gritó desesperado— ¡Cuatro mil millones de unidades! ¡Rocket! ¡Vamos, hombre! Aguanta una noche más y serás rico.
Finalmente, el mapache bajó el arma.
—Bien, pero cuando esto acabe no prometo que no los mataré uno por uno.
—¿Lo ven? —exclamó Quill desesperado— ¡Exactamente por eso ninguno de ustedes tiene amigos! —se volteó a ver a Drax y Gamora, dirigiéndose a ellos también— Excepto tú, Vesta, tú me tienes a mí.
—Peter —le advertí, pues no era el mejor momento para sus comentarios.
—¡A los cinco segundos de conocer a alguien, ya quieren matarlo! Eso tampoco aplica contigo, sé que en cuanto me viste me deseaste tanto como yo a ti.
—¡Peter! —dije más alto.
—Recorrimos la mitad del cuadrante y Ronan no está más cerca de estar muerto —rugió Drax, antes de intentar soltarse de mi agarre y que yo decidiera dejarlo libre.
—¡Drax! —lo llamé preocupada.
Estando así de enojado podría hacer cualquier locura. Su temperamento no era muy diferente al de los zornianos, por lo cual supe que no era buena idea que estuviera solo estando así de enojado.
—Deja que se vaya —me dijo Gamora—. No lo necesitamos.
Groot hizo una seña de que Drax se largara, concordando con Gamora. En ese momento, una compuerta se abrió detrás de Peter y de ahí salió una chica de piel rosa.
—Señorita Gamora —llamó con voz chillona y monótona—. Vine a buscarla para llevarla ante mi amo.
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