7. Milano
—¿Cómo nos vamos a ir? —preguntó Drax.
—Él tiene un plan —dijo Peter, cubriéndose de las ventanas. Los disparadores nos estaban atacando. Entonces miró a Rocket con duda—. ¿O eso fue otra cosa que inventaste?
—¡Tengo un plan! ¡Tengo un plan! —gritó Rocket, desesperado con los controles.
—Deja de parlotear y libéranos de este confinamiento irritante —ordenó Drax, estresado por el espacio reducido.
—Sí, estoy de acuerdo con el diccionario ambulante —comentó Peter.
—No vuelvas a llamarme "diccionario" —le advirtió Drax, sin rastro de humor o amabilidad.
—Es una metáfora, hombre —se exasperó Peter.
—Su gente es literal —explicó Rocket—. Las metáforas le pasarán por encima.
—Nada me pasa por encima —dijo Drax con voz grave, alzando la cabeza en alto e inflando el pecho—. Tengo reflejos rápidos, atraparía lo que fuera.
—Moriré rodeada por los mayores idiotas de la galaxia —se resignó Gamora en un murmuro, luciendo sorprendida e indignada.
Entonces, el lugar se llenó de más guardias armados.
—Esas sí son armas grandes —dijo Peter, temeroso.
Asustada, di un salto en mi lugar cuando el primer tiro fue lanzado, provocando que el vidrio empezara a agrietarse.
—Roedor, estamos listos para tu plan —le recordó Gamora, enfadada.
—¡Aguarda! —la calló Rocket, removiéndose por todos los controles, conectando y desconectando. Volvieron a disparar por otro de los vidrios, que también se agrietó.
—Reconozco este animal —se entusiasmó Drax—. Lo asábamos en las fogatas cuando éramos niños.
Miré con más atención a Rocket, examinándolo, y entrecerré los ojos, admirando el parecido que tenía con uno de los animales de mi planeta.
—¡En mi planeta también! —exclamé, e intercambié sonrisas de aprobación con Drax— Mi padre los golpeaba hasta matarlos, les quitaba la piel y los cocinaba en agua hirviendo.
—Su carne es deliciosa.
—Y suave si la cocinas bien —concordé.
—¡Eso no ayuda! —nos gritó Rocket.
Otro disparo agrietó la última ventana, pero antes de que volvieran a disparar, todos los guardias afuera de la torre empezaron a flotar. Me quedé sin palabras al ver lo que sucedía. Todos estaban suspendidos en el aire, incapaces de atacarnos.
—Desactivó la gravedad artificial en todos lados, menos aquí —murmuró Gamora, algo impresionada.
—Bien hecho —halagué.
Luego, Rocket desligó a la torre del área donde estábamos y unió todos los disparadores para formarlos como propulsores y hacer volar al confinamiento. Finalmente, descendió en picada. Peter me rodeó la cintura con su brazo y me pegó a él, aferrándonos a una palanca para darnos mayor estabilidad. Antes de entrar por el túnel y volar torpemente, las compuertas se abrieron con ayuda de la banda que robé del guardia, para luego cerrarlas y evitar que nos alcanzaran.
—Ese fue un gran plan —admitió Peter, soltándome poco a poco cuando la nave improvisada dejó de moverse.
Con un pie, pateé la ventana, y ésta estalló, dejando el espacio libre para salir. Corrimos a tomar nuestras respectivas pertenencias de los baúles donde las guardaban. Tomé la ropa que Peter me había obsequiado, mi espada y mi escudo, y finalmente el Orbe. Me acerqué a Peter al verlo rebuscar desesperadamente entre sus cosas.
—Yo tengo el Orbe, Peter, vámonos.
—Espera, espera, espera.
—¿Qué? —exclamé desesperada, mirando por dónde se iban los demás, temiendo que nos dejaran.
—Ese bastardo no lo devolvió.
—¿Qué cosa?
—Ten —dijo, dándome algunas de sus cosas para que me las llevara—. Guíalos a la Milano.
—¿Cómo vas a...?
—Sólo asegúrate de que mantengan la nave cerca —pidió, dejándome sin palabras—. Vamos, ¡ve!
—Espera —lo llamé, mirando a mi alrededor. Al ver que los demás ya no estaban, le tendí el Orbe—. Tómalo. Si yo lo llevo, querrán irse sin ti. Si lo llevas tú, tendrán que esperarte —planeé.
Peter me miró con los ojos bien abiertos. Se quedó por un segundo así, mirándome absorto. Luego sonrió de lado, asintiendo con sorna.
—En realidad sí te agrado.
Rodé los ojos y reprimí la sonrisa que se me quiso formar.
—¡Apresúrate! —lo empujé, haciendo que reaccionara y corriera lejos.
Me volví para seguir al resto, confiada de que me esperarían, al creer que yo tenía el Orbe. Al llegar a la nave, les expliqué a todos la situación y ellos se quejaron por tener que esperar, mientras Rocket piloteaba fuera de Kyln y detenía la nave frente a la prisión de Xandar.
—Bueno, ¿y cómo llegará hasta nosotros? —exclamó Rocket, desde el asiento de piloto y con el volante en sus manos.
—No sé. Sólo dijo que mantuviéramos la nave cerca —respondí a secas, desde el asiento de pasajero que había detrás del de Peter.
—¡Pues que se pudra! —declaró frustrado— No me quedaré a esperar a un humano que quiere morir. Tenemos el Orbe, ¿no?
—Sí, vi a Vesta sacarlo de entre sus pertenencias —afirmó Gamora.
—En realidad, se lo di a Peter —confesé, encogiéndome de hombros—. No confío en ninguno de ustedes.
—¿Qué? —me gritó, luciendo bastante enojada, casi poniéndose de pie para acercarse a golpearme, pero no hizo nada cuando distinguió mi espada láser.
Arqueé una ceja, retándola a atreverse a atacarme, pero sólo endureció el rostro y miró a otro lado.
—Yo soy Groot.
—Sí, en ti sí confío, Groot —concedí, dándole una sonrisa tierna.
Él me devolvió el gesto con satisfacción.
—Si no nos vamos ahora, nos volarán en pedazos.
—¡No! —gritó Gamora con furia, antes de que Rocket arrancara— No nos iremos sin el Orbe.
—Bien pensado, zorniana —dijo Rocket con sarcasmo—. Por eso exterminaron tu planeta.
—Cuida tus palabras si no quieres que te queme un ojo con mi espada —le advertí.
—¡Miren! —dijo Drax, asomándose por la ventana.
Todos observamos cómo Peter venía volando con los propulsores de sus botas y su máscara puesta. Sentí alivio de verlo sano y salvo y corrí a abrir la compuerta para dejarlo pasar.
o
—... O por si quieren estallar algunas lunas —ideó Rocket.
—¿Se puede hacer eso? No me molestaría ver algunas lunas estallar —me anoté, ganándome una mirada fulminante de Gamora.
—Ése es el espíritu. Me gusta —dijo Rocket divertido.
—Nadie va a estallar lunas.
—Te gusta quitarle la diversión a todo —susurró Rocket, aún armando su bomba en el suelo.
—Necesito las coordenadas de tu comprador —pidió Peter a Gamora, con las manos en la pantalla holográfica.
—Vamos en la dirección correcta —fue lo único que dijo Gamora, tomando el Orbe—. Por ahora.
—Si vamos a trabajar juntos, tendrás que confiar en mí.
—¿Y qué tanto confías tú en mí?
—Confiaría mucho más —admitió Peter, tomando el Orbe de sus manos—... si me dijeras qué es esto. Porque imagino que es algún tipo de arma —supuso, dejando la esfera metálica sobre la mesa, cerca de donde yo estaba parada.
—No sé qué es.
—Si es un arma, deberíamos usarla contra Ronan —opinó Drax, acercándose para tomar el Orbe.
—Déjalo, idiota. ¡Nos destruirás a todos! —gritó Gamora.
Tomé el Orbe de las manos de Drax antes de que hiciera algo contra Gamora, quien se acercó amenazante y le gritó de vuelta:
—¡O sólo a ti, asesina!
—¡Te dejé vivir una vez, princesa! —le advirtió, casi rechinando los dientes.
—¡No soy una princesa!
—¡Oigan! ¡Nadie matará a nadie en mi nave! —declaró Peter, con la voz alzada— Estamos obligados a estar juntos hasta tener el dinero.
Drax lo miró como si hubiera dicho una locura.
—No me interesa el dinero.
—Grandioso —declaró con voz aguda, encogiéndose cuando Drax pasó detrás de él. Me reí bajo cuando lo vi lleno de miedo por Drax pasándole tan cerca. Peter me miró mal un segundo—. Habrá más dinero para nosotros cuatro.
Groot hizo notar su presencia y miró a Peter con desconcierto.
—Para nosotros cinco —se corrigió con un suspiro, antes de mirar a Gamora—. Socios.
—Tenemos un acuerdo —aceptó—, pero nunca sería socia de gente como ustedes.
—Irónico viniendo de alguien como tú —mascullé.
Gamora perdió el gesto de ofensa por un segundo. Vi el dolor y arrepentimiento en sus ojos, haciéndome dudar un poco más sobre su lealtad a Thanos.
—Le diré al comprador que estamos en camino. Y, Quill, tu nave... está muy sucia —insultó, y se dirigió a la parte de arriba de la Milano.
—Oh, no tiene ni idea —dijo Peter, mirándome a mí y luego a su nave—. Si tuviera luz ultravioleta, esto sería como una pintura de Jackson Pollock.
Ladeé la cabeza en señal de incomprensión.
—Tienes problemas, Quill —concluyó Rocket, mirándolo con asco.
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