15. Bestia inter-dimensional
—¡Hora del espectáculo! —anunció Peter, mirando el aparato (que le ayudaba a predecir qué tan cerca estaba el monstruo de llegar) en su mano derecha.
Suspiré satisfecha cuando terminé de afilar mi espada y me levanté de los escalones en los que me había colocado cómoda.
—Y va a ser su fin —declaró Gamora, recargando su arma.
—¿Eso es una pistola? Eh..., creí que preferías las espadas —dijo Peter confundido.
—Estamos aquí para evitar que una bestia inter-dimensional devore esas baterías... ¿y tú piensas que lucharé con una espada? —masculló Gamora, incrédula, entrecerrando los ojos.
—Yo lo haré —informé, blandiendo el arma una vez antes de enfundarla en el cinturón que llevaba a la cadera.
—¡Exacto! —exclamó Peter, señalándome— Puedes usar una espada como Vesta. Es que el láser es lo mío..., pero ahora tú también usas el láser. No tenía idea —murmuró con indignación, tratando de no sonar como si estuviese haciendo un berrinche, porque comúnmente él era quien usaba los láseres.
Puse los ojos en blanco con una pequeña sonrisa mientras negaba levemente con la cabeza. Peter realmente podía actuar como un niño cuando quería, pero era parte de su encanto.
—Drax —lo llamé frunciendo el ceño, apunto de reprenderle—, ¿por qué no estás usando el aéreo-traje de Rocket? —señalé su torso desnudo— Sé que es odioso, pero es necesario.
—¡Oye! —reclamó Rocket ofendido— Mis trajes no son odiosos —bisbiseó.
—Duele —respondió Drax, evitando mirar a cualquiera de nosotros a los ojos.
Suspiré, recordando que ya antes había comentado algo acerca de sus pezones sensibles, siendo la razón por la que nunca llevaba ninguna prenda superior puesta. Sólo usaba pantalones y botas.
—¿Cómo que duele? —reclamó Gamora.
Drax la miró con inseguridad y vergüenza.
—Tengo pezones sensibles.
La carcajada de Rocket detuvo a Gamora de seguirle reprendiendo.
—Mis pezones duelen —lo imitó Rocket con tono burlesco mientras fingía pellizcarse los pezones—, soy tan sensible.
—¿Y él qué? ¿Qué está haciendo? —casi gritó Drax, enfadado por su risa.
Rocket estaba conectando y desconectando cables a una máquina. No lo había cuestionado, creyendo que se trataría de una bomba, pero me equivoqué.
—Termino de armar esta cosa para escuchar música trabajando —explicó Rocket con obviedad.
—¿Qué tiene eso de prioritario? —cuestionó Drax.
—No lo tiene —jacté, cruzándome de brazos.
Rocket me miró y se apresuró a explicarse cuando arqueé mi ceja izquierda.
—¡Claro que sí! ¡Pregúntale a tu novio! —Rocket señaló Peter— A él es al que le apasiona la música.
—No —negó Peter—, estoy de acuerdo con Drax y Vesta. Eso no tiene importancia ahora.
—Y no somos novios —añadí en voz baja, aunque usando un volumen lo suficientemente alto con el que todos me escucharon. Sentí los penetrantes ojos azules de Peter observándome, pero me abstuve de regresarle la mirada.
—¡Ah! Entiendo, claro —me dijo Rocket, guiñándome el ojo.
Apreté la mandíbula y lo miré como si de mis ojos pudieran disparar dagas.
—Rocket —le advertí, apretando los dientes—. Hablo en serio. Y deja el aparato. La música no es necesaria.
Siguió guiñando el ojo.
—Ya te escuché, Vesta. Hablas muy en serio. Yo entiendo.
—¡Estás guiñando el ojo! —exclamó Drax.
—Qué bruto —se dijo Rocket, bajando los hombros con derrota—. ¿Usé el ojo izquierdo?
—Vaya —resopló Peter, cargando su pistola láser. Todos lo miramos extrañados—. No sabía que la idea de ser mi novia te resultara tan molesta.
Abrí la boca para contestarle, pero el grito de Groot me interrumpió, acaparando la atención cuando llegó asustando a un trío de orlonis. El árbol parlante, como todo mundo solía llamarlo, ahora había salido de la maceta y era del tamaño de mi mano. Ahora que tenía esa edad y ese tamaño, lo llamábamos "bebé Groot".
—Yo soy Groot —exclamó él con enojo, con una pose tensa y seria.
Reí al entender lo que había dicho.
—Cariño, ellos no te hicieron caras feas —contradije con voz calmada y enternecida por sus enormes ojos y el tamaño de su cuerpo.
—¡Ajá! Le llamas cariño —dijo Peter entre dientes, luego bufó. No apartó su vista de su pistola, que estaba calibrando.
Descrucé mis brazos, recargando mis manos en mi cadera. Apoyé mi peso en una pierna y suspiré. Incómodos, Drax, Gamora y Rocket se alejaron lentamente.
—¿Podrías no empezar ahora, Peter?
—¿Empezar qué? —preguntó con desdén, mirándome. Sus ojos destellaban enojo y... dolor— No dije nada. Sólo hice una observación: él es tierno, adorable, te quiere, te defiende y te demuestra que le importas. Así que es comprensible que lo llames cariño. Oye, tengo una idea: ¿por qué no me llamas cariño también? Ah, claro que no. Porque la idea de que la gente piense que somos novios, es bastante molesta.
—Peter, basta —insistí con la voz ahogada. Sus palabras me habían dolido, pero traté de ocultarlo. Él no tenía ni idea de lo que yo sentía, y menos que lo estaba ocultando por el bien de ambos—. ¿Te parece que es el momento?
—No. Nunca es el momento —dijo, dándome la espalda al alejarse.
Suspiré pesadamente. El asunto entre nosotros cada vez se volvía más tenso y complicado, y todo era mi culpa. Todo era mi culpa por mi miedo a decirle lo que realmente sentía. Si me rechazara, no me recuperaría de mi dolor.
Un zorniano se enamora y se vincula sólo una vez en la vida.
Un rugido fuerte y grave, monstruoso, me hizo voltear hacia el cielo. Las nubes estaban chocando entre sí con un montón de colores centellantes que finalmente abrieron un vórtice que permitió la caída de la bestia. Deseando devorar las baterías, la criatura de tentáculos y dientes afilados descendió hacia nosotros con la intención de quitarnos de su camino para llegar a su objetivo.
—Vaya. Qué intenso.
Cuando la bestia aterrizó torpemente, Drax gritó con sus espadas en mano y corrió hacia él. Entre Gamora, Peter y Rocket le dispararon y la criatura echó flamas de fuego colorido y brillante.
Optamos por encender los trajes y volar alrededor de la bestia. Me fui hacia su espalda para intentar llegar a su cabeza sin que me viera, pero sus tentáculos lograban darme antes de poder acercarme lo suficiente. Uno de los tentáculos me golpeó por la espalda con tanta fuerza que me tiró al suelo. Caí cerca de Groot, quien también había caído de un orloni al que había estado cabalgando.
—Cariño, ¡aléjate! ¡Te vas a lastimar! —le ordené antes de volver a volar y dirigirme al monstruo inter-dimensional.
Justo cuando un tentáculo quiso golpearme en el rostro, alcé mi espada y le corté poco más de la punta, pero eso ocasionó que se enojara más y lanzara más fuego hacia donde estaban Peter y Gamora. Cuando llegué cerca de su cabeza, logré apenas hacerle un rasguño. La piel era demasiado gruesa para ser penetrada. Tendría que buscar un espacio donde su piel fuera más delgada, igual que sus tentáculos.
—¿Qué está haciendo? —gritó Peter cuando ambos observamos a Drax lanzarse directo a la boca del monstruo, el cual lo devoró sin darle un mordisco.
—¡Dijo que su piel es tan gruesa que no se perfora por fuera, así que la rasgará por dentro!
—Eso es totalmente ilógico.
—Yo le traté de explicar —gritó Gamora desesperada.
—Su piel es tan gruesa por fuera como por dentro —exclamó Peter.
—Eso ya lo sé —casi gruñó Gamora en respuesta.
—Pero su piel no es tan gruesa en algunas zonas —intervine, aterrizando frente a ellos. Señalé el cuello de la bestia cuando rugió al cielo—. ¿Lo ven? Su piel es delgada en su garganta y estómago. Si logramos darle ahí, sacaremos a Drax y la bestia morirá.
—Astuta como siempre —dijo Peter, mirándome con una media sonrisa de orgullo y afecto, aunque sus ojos aún mostraban un toque de melancolía. Mi corazón se aceleró un poco—. ¡Rocket! Haz que mire arriba —ordenó, antes de ponerse la máscara y volar hacia el monstruo para ayudar a Rocket.
Ambos volaron al cielo para llamar su atención, disparándole. Cuando su cuello y estómago quedó expuesto, Gamora apuntó al inicio de su cuello, pero gruñó cuando se dio cuenta de que su láser ya no disparaba.
—Yo me encargo.
Corriendo, trepé por uno de sus tentáculos y encendí el aéreo-traje para volar hasta mi objetivo. Enterrando la espada en su cuello, apagué el aéreo-traje y me dejé deslizar hacia abajo, abriendo la piel del monstruo con mi espada. La herida que se hizo desde su cuello hasta su estómago se extendió varios metros.
Cuando aterricé en ambos pies, sus fluidos de color verde brillante salieron de la herida. La bestia se tambaleó en agonía, llanto y dolor antes de caer rendida. De ahí salieron más fluidos, facilitando la salida de Drax, quien vitoreó a los cielos, reclamándose el vencedor de la criatura.
Groot le lanzó una pequeña roca a la cara.
—¿Qué? —interrogó inocente.
—Tú no lo hiciste. Yo lo hice —aclaré con una sonrisa engreída, y sacudí mi espada al aire para tratar de quitarle la mayor cantidad posible del fluido pegajoso.
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