Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

10. Ronan el Acusador


—¡Por fin! —carcajeó Drax a unos metros de nosotros, mirando hacia las naves que empezaban a llegar al lugar— ¡Conoceré a mi enemigo y lo destruiré!

—¿Llamaste a Ronan? —gritó Peter alarmado.

—Oh, no —musité, notando la presencia de un hombre azul en una esquina a lo lejos—. Peter, ¿ése no es Yondu?

Peter giró la cabeza hacia donde yo apuntaba.

—¡Quill! ¡No te muevas, muchacho! —le gritó Yondu, antes de empezar a avanzar junto con el resto de su tripulación.

—Por aquí —me jaló Gamora, llevándome hacia las naves mineras—. Tú métete a una y yo en otra. No cabemos las dos juntas.

—¡No sé pilotear! —exclamé aterrorizada.

—Es simple. Sólo presionas el botón de encendido y manejas las palancas. Son mineras, así que no tienen muchas funciones, y son casi indestructibles. Nos vemos en la Milano —me dijo, antes de meterse a una nave, de la cual sacó un minero a patadas.

Suspiré y me dirigí a otra nave, también sacando a un trabajador del asiento. Tendría que irme en una o no podría llevar al Orbe a Asgard. Tal vez robar el Orbe a Gamora no había sido la mejor idea, pero tenía que hacerlo si llevaría un plan diferente al suyo.

Entré rápido, tomé asiento y no tuve que molestarme por encenderla, ya que así la había dejado el minero. Tomé las palancas y empecé a manejarla torpemente al principio. Vi a Peter gritándome con desesperación que me bajara, pero sólo seguí a Gamora tan cerca como pude e imité sus movimientos para evitar que me dispararan.

—¡Estamos atrapadas! ¡No llegaremos a la Milano! —me gritó Gamora por el comunicador de las naves— Tendremos que irnos.

—Pues andando —respondí, y ambas volamos hacia el espacio entonces, fuera de la cabeza cortada.

—¡Esperen! —trató de detenernos Peter, quien también se había subido a una nave minera— ¡Estas cosas no se hicieron para salir al espacio!

Pero no nos importó y continuamos piloteando con el ejército de naves aún persiguiéndonos. Ya estábamos en el espacio y las naves se acercaban cada vez más a nosotras.

—¡Vesta! Debes irte. Tengo el Orbe y me quieren a mí. Ve con Quill —ordenó Gamora.

—En realidad —jadeé ante el brusco movimiento evasivo de un disparo—, yo tengo el Orbe.

—¿Qué? —exclamó Peter, notablemente horrorizado— ¿Estás loca?

—¡Vesta! —me regañó Gamora.

—Lo siento, pero no confío en ti, y tampoco en Quill después de escucharlo decir que prefería dárselo a alguien de dinero —negué—. Lo llevaré a un lugar donde estará mejor protegido que en Xandar.

—¿Dónde?

Quise responder, pero no pude ni siquiera alcanzar a abrir la boca: algo golpeó mi nave, haciéndola estallar. Caí al espacio sin protección. Pude observar las estrellas y colores en el cielo oscuro. Sabía que sólo viviría algunos minutos antes de que el espacio me afectara. Mi piel empezó a cubrirse de escarcha.

Sentí mi cuerpo flotar unos momentos antes de que algo me tomara de la cintura. Empecé a sentirme mareada y sin aire, cuando vi a Peter con su máscara puesta, acercándome a sus brazos. Quise gritarle que me dejara, pues ya no me faltaba mucho para morir, pero ni siquiera logré mover mis labios.

Entonces se quitó la máscara y la puso detrás de mi oreja, activándola. Sentí aire llenando mis pulmones otra vez, pero me sentía demasiado débil y confundida para decirle algo. Su piel se veía pálida y sus ojos se enrojecían más y más.

Temí por su vida e intenté decirle que se pusiera él la máscara, cuando vi a un conjunto de naves venir hacia nosotros. La más cercana de ellas empezó a atraernos con una luz blanca, llevándonos a un área cerrada dentro de la nave que luego nos permitió entrar más allá. Caímos al suelo, con él encima de mí.

Mientras Peter jadeaba en busca de aire, yo empecé a toser cuando la máscara se desactivó. Nos tomamos un momento para recuperarnos. Al calmarnos, Peter acunó mi rostro, viéndose preocupado y absorto.

—¡Rognwig! —chillé, golpeándole el pecho débilmente. Aún estaba alterada por lo sucedido. Podría haber muerto, y Peter también al arriesgar su vida por mí— ¿Por qué hiciste eso? —le reprendí.

—No lo sé —dijo en voz baja. Lo observé mientras él también recorría sus ojos sobre los míos—. Yo sólo... Te vi allá afuera, en peligro, estando a punto de morir. Y... no pude contenerme —murmuró sobre mi boca—. No pude sólo sentarme y verte sufrir otra vez. Desde que te conocí, no soporto verte en riesgo, o herida. Hay algo... que se apodera de mí cuando te veo. Creo que...

—Peter... —jadeé, interrumpiéndolo, con voz más baja de lo que planeaba.

Sus cautivantes ojos azules atraparon los míos, enganchándolos. No pude dejar de verlo, sintiendo un calor creciendo en mi pecho. La punta de su nariz rozó con la mía, hasta que sus labios acariciaron los míos. Cerró sus ojos y yo lo imité.

—... Me gustas —susurró, haciendo que sus palabras se repitieran en mi cabeza con eco, provocando que miles de llamas quemaran cada parte de mi cuerpo.

Cuando su boca presionó la mía, sentí que la flama en mi pecho explotó y recorrió todo mi cuerpo, llenándome de esa sensación de satisfacción y emoción. Sus labios empezaron a moverse, incitando a los míos. Le correspondí el beso.

Sus labios eran suaves, y noté que su lengua también lo era cuando empezó a jugar con ella dentro de mi boca, retando a la mía. Acaricié su cabello para sentirlo un poco más cerca, aunque eso ya no era posible. Un corto gemido salió de mí cuando ambos nos separamos para tomar un poco de aire, con nuestras bocas aún rozando. Su pulgar recorrió mi labio inferior mientras su mano todavía acunaba mi rostro.

—Joder, tienes la boca ridículamente suave —jadeó.

Abrí los ojos finalmente, y lo encontré observándome maravillado, hasta que el momento se rompió cuando sentimos pisadas retumbando con fuerza. Volteamos a un costado y vimos a varios Devastadores ahí parados, apuntándonos con sus armas.

—¿Podemos dejarlo para después? Literalmente estoy besando a la chica más ardiente del universo.

—Peter, ahora no —murmuré.

Rodó los ojos y bufó.

—Bien.

o

—¡Me traicionaste! —gritó Yondu, antes de darle otro golpe en el estómago— ¡Robaste mi dinero! —lo golpeó de nuevo, pero esta vez con más fuerza.

—¡Basta! ¡Suéltalo, tú...! —grité, lanzando un insulto que no tuvo traducción en mi implante traductor y se escuchó como un rugido.

Seguí forcejeando con las cadenas que me tenían prisionera. Después de tumbar a tres Devastadores, cuando Yondu empezó a golpear a Peter, ordenó esposarme y ponerme de rodillas con más de sus secuaces sosteniéndome para inmovilizarme.

Yondu no había pasado desapercibido el símbolo tatuado en mi cuello y prefirió no arriesgarse a que dejara inconsciente a más de sus tripulantes. Vi a uno de los Devastadores con mi espada en sus manos. La única forma de liberarme era mediante la fuerza bruta, pero estaba demasiado bien atada.

—Cuando te recogí de niño, estos hombres querían comerte —masculló, casi escupiéndole—. Nunca habían probado a un terrícola. ¡Te salvé la vida!

Peter, con el ceño fruncido, lo miraba incrédulo.

—¿Puedes dejar de hablar de eso? —le gritó de vuelta— ¡Ya basta! Hace veinte años que me hablas de eso, como si no comerme fuera algo bueno. ¡La gente normal ni siquiera piensa en comerse a otra persona! ¡Mucho menos lo considera algo que debería agradecerse! ¡Tú me secuestraste! ¡Me robaste de mi familia y mi hogar! —le restregó, luciendo más furioso que nunca.

—¡A ti no te importa tu Terra! Tienes miedo porque eres blando aquí —se golpeó Yondu el pecho—. ¡Aquí, justo aquí!

—¡Y por eso es mejor que tú, idiota! —le grité, logrando que me dirigiera la mirada— ¡Escucha! Ronan tiene algo que se llama la Gema del Infinito.

—Sé lo que tiene, niña —dijo entre dientes.

—Entonces sabes que debemos recuperarla —insistí, tratando de ponerme de pie, pero los Devastadores pusieron más fuerza en su agarre y casi clavaron mis rodillas al suelo—. La usará para destruir Xandar. Debemos advertirles. Millones de personas morirán.

—¿Con eso te estuvo llenando la cabeza, muchacho? —le reclamó Yondu a Peter— ¿Con sentimientos? —le propinó un golpe en la cara— Comiéndote el cerebro como parásito. Se acabó —declaró, alejándose unos pasos y mostrando un arma en su cinturón. Una flecha salió desprendida cuando Yondu silbó. Se posicionó cerca de su cuello. Mi corazón empezó a latir desenfrenado—. Lo siento, chico, pero un capitán debe enseñarles a sus hombres qué pasa con los que lo enfrentan.

—¡El capitán debe enseñar cosas!

La tripulación empezó a animarlo con alaridos. Al verlos distraídos, con la fuerza que hallé disponible en mi cuerpo, alcé mis manos hacia arriba y las bajé con fuerza, haciendo que las esposas reventaran. Me puse de pie, golpeé con mis cuernos al que intentó sostenerme e intenté correr hacia Yondu, pero otros Devastadores reaccionaron antes y más de ellos me agarraron, inmovilizándome desde los pies hasta las manos y el cuello. Gruñí, sintiendo la desesperación salir de mi cuerpo junto con el sudor en mi frente y el frío del metal de la daga que ahora presionaba amenazante contra mi yugular.

—Si la matas —habló Quill—, te despedirás del mayor botín que hayas visto en tu vida.

—¿La gema? —preguntó, irónico— Espero que tengas algo mejor, porque nadie le roba a Ronan. Y, de todas maneras, no pienso matarla, sino venderla. Vale dos millones de unidades en el mercado negro, tal vez más si nunca ha estado vinculada.

—Tenemos una ventaja.

—¿En serio?

—Ella era la guerrera más fuerte de su planeta —me miró.

Fruncí el ceño al escuchar lo que decía. ¿Estaba loco? No estaba ni cerca de ser la más fuerte en mi planeta. Si él creía que yo era indestructible, eso es porque nunca conoció a mi padre.

—Puede sostener el Orbe y matar a Ronan con él.

Todos me miraron entonces.

—Si entramos a su nave con ayuda de Gamora, será fácil. Gamora conoce todo sobre Ronan: sus naves, su tripulación —enumeró—... Entramos a su nave, Vesta toma el Orbe, destruye a Ronan, salvamos Xandar y te damos la gema. ¿Qué dices? Tú y yo, en una misión, codo a codo, como en los viejos tiempos.

Yondu lo pensó unos segundos antes de volver a silbar, guardando su flecha. Empezó a reír junto con el resto de la tripulación.

—¡Déjenlos ir! —ordenó sonriendo, acercándose a Peter para abrazarlo. Cuando los Devastadores aflojaron su agarre, me los sacudí de encima y los miré en advertencia de que no se atrevieran a tocarme otra vez. Ni siquiera lo pensé y rápidamente le arrebaté mi espada al tripulante que lo tenía. Él no protestó y se echó atrás, asustado— ¡Por eso me quedé contigo!

Entonces, la nave recibió fuertes disparos que retumbaron por todo el lugar. La tripulación, Quill y yo corrimos hacia la sala de controles. Frente a nosotros, en el espacio, estaba la Milano.

Atención, idiotas —dijo Rocket por el comunicador—. El lunático en esta nave tiene un Hadron Enforcer —anunció. Vi a Drax encima de la nave, sosteniendo lo que Rocket había estado armando en la Milano, capaz de estallar lunas—. Es un arma que diseñé yo mismo. Si no entregan a nuestros compañeros ahora, le haremos un agujero a su nave. ¡Un gran agujero!

—No lo creo —dijo Yondu con su voz ronca, luciendo aburrido.

Contaré hasta cinco —advirtió el mapache—. Cinco... cuatro...

Peter y yo gritamos alarmados.

—¡Rocket! ¡Soy yo! ¡Por favor! ¡Tenemos una solución! ¡Estamos bien! —lo exclamó Quill en un grito, al llegar a encender el comunicador.

Ah. Hola, Quill. ¿Cómo está todo? ¿Y Vesta? Groot está preocupado —respondió Rocket tranquilo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro