Happier
'Cause baby you look happier, you do
My friends told me one day I'll feel it too
And until then I'll smile to hide the truth
But I know I was happier with you
Cassandra, apenas dieciséis años, aprendió lo que significaba un corazón roto. Le dio sentido finalmente a la palabra dolor, era una angustia antigua, tanto como el mismo ser humano. Sabía que siempre había existido, que habría quienes lo hubieran experimentado antes que ella, pero sentía como si toda la pena de aquellos que la habían precedido se arremolinara en su corazón, cortando su respiración, impidiendo el paso de las lágrimas.
Y solo imaginar, solo la imagen que se formaba en su mente de aquel lazo rojo del destino roto... Su alma no podía contener todo ese dolor, palpitante, real, que la quemaba desde dentro como el mismísimo fuego de la vida. Y si era el fuego de su propia vida el que la quemaba, deseaba que lo hiciera, desde dentro, sin dejarse una sola parte de ella. Si no tenía con quien compartir aquel fuego que podía calentar el alma más fría, la pequeña llama acabaría convertida en un descontrolado incendio, que arrastraba consigo algo más viejo que la muerte, aunque solo algo más joven que el amor.
Saboreaba el sabor a metal de su propio desconsuelo, un sabor extrañamente parecido al de la sangre. Claro, su corazón se había roto por dentro, estaba encerrada con el fuego que ella misma había fallado en detener, estaba sola, sangrando sola sus propias penas.
Y lo sabía, sabía que su alma aún joven estaba encerrada con estos peligros, pero no podía preocupar a sus salvadores, a aquellas personas que tanto la habían ayudado tiempo atrás sin tan siquiera saberlo. Así que Cassandra sonreía, reía, cantaba, aun con esa espada dorada, ornamentada con rubíes, zafiros y esmeraldas, esa preciosa hoja llamada amor que tanto daño podía hacer en las manos equivocadas. Reía, porque sabía que, de lo contrario, alguien descubriría su dolor, al fin y al cabo, siempre estaba riendo. Sonreía, porque siempre sentía que era mejor esconder las lágrimas si las sonrisas llegaban a los ojos e impedían que su pena fuera evidente. Cantaba, porque era lo único que podía hacer para curarse, porque la música siempre le había llevado a un lugar mejor, menos doloroso, un mundo en el que podía ser ella misma.
Un mundo en el que ella era una con la música y esta era una con Cassandra.
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