único.
Lo prometido es deuda. Un ManiReg inspirado en su Skin.
Muy seguramente haré más, si el juego le va más Skin a Manigoldo y si incluye a Régulus y le van Skins.
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La sombra de una vieja cara conocida era lo que menos esperaba. Al dejar el Santuario, casi más por obligación aunque no quitaba que había cierto deseó personal en sus decisiones, no esperaban verse. En esa playa más que nada.
Regulus estaba tan cambiado. Todo un hombre, no ese niño de 15 años que por poco sobrevivió una guerra desde temprana edad. Y aún con eso, reconocía lo diferente que se veía. No en apariencia, si no en el semblante. En su momento no le prestaba atención más de la necesaria, los más niños no eran lo suyo. Pero si le tenía cierto respeto mutuo a Regulus, ser un joven no le quitaba qué méritos propios.
Cuando esté lo vio, Manigoldo le guiñó el ojo como una indirecta. Tomando su tabla, caminando hacia la playa donde empezó a surfear. Seguro que tendría la atención de cierto leoncito con él.
Manejar esa tabla sobre el agua se le daba bastante bien, cualquiera no pensaría que le faltaba una pierna. Y al ser un Santo de Athena con una gran cualidad física, se le daba la oportunidad de presumir. Cosa que lo hizo medio conocido en el deporte desde que se instaló en las playas de su país natal.
— ¿Podemos hablar está noche? — Manigoldo asintió a sus palabras, arreglándose el cabello mojado, separándose el uno del otro por ese momento.
No había caído en cuenta de lo atractivo que se había puesto el chico en menos de 7 años. Cómo habían acordado, esa misma noche y en esa misma playa. Ambos se reunieron dónde podían hablar solos.
— Un gusto volver a verte, Manigoldo. Has cambiado bastante, nunca te imaginé así. Aunque no conozco el deporte que hacías. ¿Es divertido? — Manigoldo sonrió de medio lado. La edad no le quitaba lo inocente.
— ¡Bastante! Surfear es muy disfrutable. Podría decir que es un estímulo muy diferente. ¿Qué te trae por aquí? Contarme ¿Cómo has estado este tiempo? ¿Y tu tío? — No hablaba mucho con Sísifo, aunque se llevaban bien a secas. Solo tenías formas bastante diferentes de hacer las cosas, pero no quitaba una posible convivencia entre ambos.
— Bueno. La verdad, me reencontré con mi madre, juntó a Sísifo he estado viviendo con ella. — Sin contar el haber conocido a su abuelo. Un tema que Regulus no creía revelar al restó.
— ¿Tu madre? Creí que estaba muerta. Junto a tu padre.
— Creeme que yo también. — Reía para sí mismo al recordarlo. — Mi madre no es una mujer común. Ella está viva, ejerciendo su responsabilidad. Cuando el patriarca nos pidió dejar el cargo por un tiempo, mi tío me llevó con ella.
— Vaya. Tienes suerte entonces. — Muchos habían sobrevivido, pero con muchas heridas encima.
Muchos sentimientos acumulados entre todos, entre la satisfacción, la culpa y el dolor. Fue idea de Shion que renunciaran a ser Santos, aunque sea solo por un tiempo. Si aún deseaban volver más adelante a sus puestos.
— Ya ves dónde quedé yo. En fin. ¿A qué debo tu presencia?
— El patriarca me mandó a buscarte. Quiere reunirnos en el santuario.
— ¿Y eso? ¿No había dicho que no nos iba a obligar a volver? — Como tal no era queja, pero sí una sorpresa que se llevaba escuchando eso. Regulus no dijo nada, con verle la cara sabía que lo entendía, pero estaba seguro que el minino tenía más información. — Lo pensaré. No me molestaría portar cáncer nuevamente. — En sus manos desnudas acumuló los espíritus que se podían encontrar en el lugar, haciéndolos visibles sobre el agua por un corto periodo de tiempo. — Pero dejando eso de lado, ¿Tu planeas quedarte unos días? Mañana podría enseñarte a surfear.
— Creo que… — Le tomó solo unos segundos considerarlo lo suficientemente. — Me gustaría. 3 días. ¿Está bien?
— Con eso me basta y me sobra. Pequeño rey. — Lo último dicho causó cierta resonancia en Regulus, parpadeando sorprendió.
— ¿Pequeño rey? Nunca me habías dicho así. — Era lindo de escuchar en su voz, no negada.
— ¿Es algo malo? Es tu nombre, así que pensé que te quedaba.
— No. Solo no te recordaba tan cariñoso. Me agrada, aunque ya no soy tan pequeño.
— ¿No puedo ser cariñoso con mi viejo compañero? Bueno, sé que no era el más atento contigo pero si éramos amigos. — Parándose le tendió su mano, siendo aceptada.
— No digo que me moleste. Recuerdo bien tu "mala fama" — Manigoldo río por lo bajo.
— Bueno. Vamos a divertirnos entonces antes de dormir. Las plantas en la costa a veces producen luz, ¿Vamos a verlo? — Regulus no tuve que pensarlo más de una vez para aceptar.
Regulus seguramente aún no vivía un primer amor pero Manigoldo era consciente cómo se estaba empezando interesar en Regulus.
Más seguro, más experimentado, pero igual de jovial que a sus 15.
2 días después de despedir a Regulus, Manigoldo pisó el Santuario nuevamente. Parado recto y urgido de un chasquido la armadura volvió a él, reconociéndolo como su portador igual que la primera vez. Se sentía muy nostálgico volver.
Regulus lo recibió con una sonrisa. Tarde o temprano, él estaría entre sus brazos pero aún no era el momento.
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