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Parte única

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Kyungsoo cree tener el perro más delicado de Corea del Sur.

Y no es broma cuando lo menciona en cada oportunidad que tiene. No por nada en ese momento se encontraba con el pequeño animal revoltoso entre sus brazos, de camino a la veterinaria.

Los villancicos en la ciudad ambientaban las calles que recorría a paso apresurado hacia el lugar que atendería a su mascota; la navidad estaba por llegar y a su cachorro le había parecido conveniente hacer una última travesura antes de que terminara el año.

Aunque tal vez no debía hablar tan pronto como quisiera, el año aún no terminaba y Hoocho parecía querer joderla en grande.

—Joven —una mano fue estirada hacia él, y observó a un anciano observarlo como quien necesitaba dinero. 

No había dificultad en deducirlo, él se veía al espejo todos los días. Por lo que sin detener el paso apresurado, y sosteniendo fuertemente al perrito que había comenzado a ladrarle al anciano, respondió con una sonrisa: Señor, estoy peor que usted.

Y aunque a media cuadra más adelante se dio cuenta de la estupidez que dijo, decidió que en el camino de regreso podría comprarle, por lo menos chocolate caliente. 

Dobló en una esquina, divisando después de una larga caminata, la pequeña veterinaria decorada con ambientes de la época.

No mentía cuando decía que estaba peor que el señor. Bueno, tal vez estaba exagerando un poco... Definitivamente lo hacía, pero, ¿Por qué otra razón hubiera caminado toda una avenida de cincuenta calles hasta llegar a la veterinaria?¿Para hacer ejercicio?  Era un rotundo no para sus piernas casi entumecidas, y para su pobre bolsillo que se negaba a pagar unos cuantos wones por el pasaje.

Desde que supo que debía pagar por curar a su cachorro, luego de una rápida llamada a su mejor amigo/ veterinario/Baekhyun y este le dijo que no podría ayudarlos porque estaba de vacaciones en el Caribe, Kyungsoo no lo pensó dos veces antes de dirigirse a la veterinaria a la que el mayor le recomendó.

Su cachorro podría ser un revoltoso, pero era la única compañía que tendría por fiestas. 

Revisó su aspecto en la puerta de vidrio, pero antes de poder ingresar, la puerta fue abierta, dando paso a un gran doberman que se detuvo a olerlo.
Kyungsoo se quedó quieto, esperando a que el imponente animal que no se alejaba de él, mágicamente desapareciera del lugar. Pero solo le quedó reforzar el agarre en su cachorro que comenzó a clavarle los dientes en el dorso de la mano. Y ni siquiera así se detuvo.

—Shu shu —agitó levemente el pie, captando la atención del perro en sus cordones desatados.

—Bell, ven aquí.

Kyungsoo retrocedió cuando vio al gran perro intentar morder sus cordones, y este hubiese —desde su perspectiva— atentado contra su vida, de no ser por la persona que se había agachado al lado suyo, deteniéndolo.

—Lo siento, Bell es un tanto juguetona.

Kyungsoo recobró la compostura y observó al dueño.

—Está bien, no pasó nada —aflojó el agarre que tenía en su cachorro, sintiendo la tensión caer de sus hombros.

El hombre frente a él, se puso de pie una vez colocó la correa en su mascota, dejando mostrar su rostro. O al menos parte de él.

¿Quién usaba gafas de sol durante el invierno?

El chico que aparentaba tener una edad similar a la suya, lo observó fijamente y cuando estuvo a punto de hablar, alguien más lo interrumpió.

—¿Do Kyungsoo? —una figura se asomó desde la puerta de la veterinaria, captando su atención. Asintió hacia el chico, e inclinándose hacia el desconocido, pasó por su lado adentrándose al local.

Echó un último vistazo hacia el muchacho de lentes antes de cerrar la puerta de vidrio tras él.

El lugar era lo suficientemente cálido como para colgar su bufanda en el perchero cerca a la entrada, así que después de hacerlo, observó el lugar ambientado con adornos navideños.

—Viene de parte de Baekhyun, ¿No es así?

Asintió, sentándose en el asiento que el chico indicó y retuvo a Hoocho en su regazo.

—Me dijo que podría hacer un buen descuento —aclaró, interesándole más el pelo crespo de su animal que ver la cara pasmada del veterinario.

Debía ser claro desde el comienzo, Baekhyun le había dicho que su amigo le debía varios favores y que podría no cobrarle demasiado.

Aunque Kyungsoo lo comenzaba a cuestionar acerca de ello. El local estaba ubicado en el centro de Seúl, un descuento podría seguir siendo caro para él.

—Por supuesto, Byun me habló acerca de eso, ¿Qué es lo que tiene su cachorro?

Kyungsoo observó la pequeña placa en la bata del contrario con su nombre: 'Lee Taemin'.

¿El veterinario de apariencia agradable le gritaría como lo hacía Baekhyun?

Quiere decir, Su cachorro estaba a punto de cumplir un año, y claramente requería ciertos cuidados, pero no estaba seguro si estaba preparado para que un extraño le gritara como lo hacía el mayor cuando llegaba con Hoocho cada vez que este hacía alguna travesura.

¡Solo es un animal, Kyungsoo! ¡Debes ser más responsable!

Aunque a Taemin si le pagaría.

Entreabrió los labios, dubitativo, pero la campana de la puerta principal se oyó a sus espaldas.

—Tae, ¿Cuándo dijiste que era el sorteo?

Kyungsoo giró la cabeza, y se encontró nuevamente al extraño de lentes con el gran doberman que decidió que tal vez podría ser buen día para molestarlo.

—Bell, no molestes al señor.

Si es honesto, se ofendió, pero mientras mantuviera alejado al perro de él, no le refutaría que porque vistiera como anciano no significaba que fuera uno.

—Jongin, Bell no lo necesita.

—Pero también es una mascota, la discriminas por tener mejor vida que tú. —el veterinario frunció el ceño, levantándose de su asiento.

Kyungsoo los observó interesado. 

—¿No tienes algo mejor que hacer?

—Hace mucho frío afuera, y no traje un abrigo. —el chico, sin consultarlo, se sentó a su lado, encogiéndose en su sitio del frío —¿No tendrás un abrigo que te sobre por ahí? Es que el Señor Bae antes de irse estuvo probándome la ropa que rechazaron para la pasarela de Navidad y tuve que escucharlo quejarse hasta que lo llamaron, pensé que me llevaría a mi apartamento, pero me hizo recoger a Bell del Spa.

—Por más que no me interese tu historia... Estoy ocupado con el señor, Jongin.

Kyungsoo enarcó una ceja, sintiendo a Hoocho lamer su mandíbula en consuelo. El moreno por fin paró en su presencia, inclinándose levemente —Perdón, no lo vi.

Taemin y él lo observaron esperando que se fuera, pero el extraño llamado Jongin, se quitó los lentes de sol, mostrando uno pequeños ojos chocolate que observaron a su cachorro con adoración. —Que cosita para más hermosa. —cuando la mano del moreno se acercó hacia Hoocho, Kyungsoo temió por su dedo, pero creyó que sería una buena lección por ser un entrometido y llamarlo señor. Sin embargo, su cachorro recibió gustoso las caricias, y por si no fuera poco, se había removido entre sus brazos, buscando más atención de su parte.

Lo soltó con cuidado, y dejó que el moreno lo mantuviera en sus brazos.

—¿Quién es un buen chico? —Y ahí estaba la voz aniñada que todo el mundo usaba cada vez que veían algo lindo.

Taemin le dirigió una mirada apenada, y se sentó nuevamente, esperando que no le incomodara la presencia del otro.

Se encogió de hombros restándole importancia, como si la presencia del doberman a su lado no le aterrara y no fuera su mayor problema.

Percatándose de ello, el veterinario sonrió —Bell es inofensiva, a penas cumplió un año hace un mes.

Cuando el hocico de Bell se movió en su dirección, se sobresaltó, observando a Taemin. El joven veterinario asintió —Es una engreída, quiere que le des cariño.

—Oh...

Kyungsoo sonrió incómodo, sintiendo la mirada de ambos sobre él, esperando a que la acariciara.

Un carraspeo del moreno cortó el silencio. —Tiene una herida en la patita.

—Oh cierto —se enderezó en su asiento y se dirigió al veterinario —Ayer estuve arreglando el árbol de navidad, y Hoocho comenzó a jugar con las esferas como si fueran sus pelotas —se detuvo, rascando su cabeza — Cuando rompió una, creí que ya había quitado todas, pero cuando lo vi lamiéndose la patita debajo del árbol, vi que se había hecho una herida con una de las que rompió.

—A Bell también le gusta echarse debajo del árbol —comentó risueño Jongin, sin dejar de acariciar a su cachorro.

Kyungsoo miró de reojo al doberman y se preguntó que tan grande debía ser un árbol para que entrara un perro tan grande como lo era ella.

—¿Puedo verlo? —preguntó Taemin, estirando los brazos hacia Hoocho.

Pero cuando el moreno lo acercó a los brazos del veterinario, su cachorro comenzó a gruñir.

—¡Hoocho! —reprendió.

Jongin sonrió y se paró, colocando al perrito en la mesa frente a él. Levantó su patita herida y miró a Taemin luego de eso —Diría que es un tratamiento de dos semanas, el pequeño se ve bastante tranquilo, así que no creo que necesite el cono.

El veterinario rodeó la mesa hasta quedar atrás de él, y Jongin encendió la linterna de su celular, iluminando la pata de Hoocho.

—¿Es veterinario? —susurró para Taemin.

—No, solo pasa mucho tiempo aquí.

Asintió en comprensión y llegó a ver un atisbo de sonrisa en el rostro de Jongin.

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¿Qué podía ser mejor que envolverse en los edredones de tu cama y hacer absolutamente nada?

Exactamente, no había algo mejor que eso.

Pero Kyungsoo debía estar afuera de la cafetería en donde trabajaba, repartiendo volantes mientras su nariz era el centro de atención entre los transeúntes que lo veían parado frente al local.

Juraba que estaba a punto de perder los estribos cuando una niña lo señaló riéndose, comparándolo con Rodolfo. Pero luego recordó que le pagarían extra por haber trabajado en su día libre y volvió a pensar en que tal vez la niña se pondría a llorar ese día debido al caos que eran los centros comerciales por vísperas de navidad.

Ambos tendrían un mal día.

Cuando entró al local en busca de más volantes, se sentó por un rato, aprovechando en revisar su celular.

Kim Woobin:

Tu cosa peluda me está quitando a mi esposa.

Tecleando rápidamente en respuesta, sonrió cuando recibió de inmediato un sticker bastante exagerado.

Debido a la repentina llamada en su trabajo de medio tiempo, había tenido que dejar a Hoocho al cuidado de su vecino.

Y no había mayor problema con ello. Alguien más que tuvo la suerte de agradarle a su cachorro de inmediato aparte del moreno entrometido de la veterinaria, había sido la esposa de su vecino.

Jongin.

Hace una semana Kyungsoo se había dado una gran sorpresa cuando días después del encuentro con el moreno que él creyó un entrometido que amaba la atención —aunque aún lo creía —, era el sobrino del veterano modelo Bae Jungnam. Lo había descubierto cuando el modelo había sido invitado a un programa de variedades y había mencionado el nombre de su sobrino, y en la pantalla de su televisor, aparecieron fotos del moreno con extrañas vestimentas como la de aquel día.

Había logrado reconocer el outfit del día en que lo vio.


En su aburrida vida, ahora podía decir que ahora conocía al familiar de un famoso.

Era lo más interesante que le había pasado en la última semana, y eso era bastante triste.


—¿Quieres chocolate caliente? —sus ojos se alzaron hacia su compañera de trabajo. Seungwan le sonrió con amabilidad.

Kyungsoo apoyó su rostro en su mano —¿Gratis?

—Me voy en metro todos los días, ¿Por qué te daría algo gratis?

—Yo me voy caminando.

La mujer bajita entrecerró los ojos hacia él —Está bien, solo porque te ves ridículo con la nariz así.

Giró los ojos, y la esperó, mientras veía vídeos en su celular.

—¡Oh! ¡Señor, no creí que lo volvería a ver!

Frunció el ceño con la familiaridad de la voz, pero solo volteó cuando sintió pequeños toques en su hombro.

Se sorprendió.

—Oh, Jongin

El moreno sonrió, sentándose a su lado —Se acuerda de mi nombre.

Prestándole más atención a la persona frente a él, Kyungsoo se detuvo a observarlo a detalle. No iba a admitir que había revisado las redes sociales del sobrino del modelo, pero podía decir que realmente sabían capturar el atractivo de su piel. Era un tono cálido que se le hizo diferente a lo que usualmente veía. No estaba seguro de decir que Jongin fuera un modelo, únicamente había visto que se tomaba fotos con la ropa diseñada por su tío.

¿Acaso era la única persona que revisaba los perfiles de gente famosa cuando las veía en persona?

Aunque Jongin no era precisamente famoso.

Sus pensamientos volaron cuando sintió el pulgar del moreno acariciando su nariz —Se ve lindo.

Parpadeó avergonzado y tocó su nariz por su cuenta —Es por el frío.

Jongin asintió, sonriendo como lo haría una persona cálida. —Debe abrigarse bien, las personas a su edad tienen dolor en los huesos debido al frío.

Kyungsoo arrugó la nariz —¿En serio crees que soy un señor?

—¿No lo es?

—Tengo 25.

—Es un señor —reafirmó el moreno, riéndose cuando vio su expresión fastidiada. —¿Cómo está Hoocho?

—Mi vecina lo está cuidando, ya está mejor de su pata, solo debo evitar que la lama.

Jongin hizo un sonido con su boca en comprensión y se recostó en la mesa, volteándose hacia él —¿Trabajas aquí? No te había visto en este lugar. —observó la pequeña placa dorada en su uniforme y sonrió con los ojos —Kyungsoo.

Evitando la manera en la que dijo su nombre, asintió —Sí, ¿Frecuentas este lugar?

—En realidad no. Pero te vi entrando y quise saber cómo estabas.

Parpadeó sorprendido ante la honesta declaración.

—Kyungsoo, tu chocolate.

Seungwan miró extrañada a Jongin cuando llegó a su lado, tal vez luciendo familiar para ella, o pensando que —No sabía que tenías novio, Soo.

Ni siquiera se molestó en avegonzarse, su amiga lo estaba haciendo a propósito.

El moreno sonrió divertido ante la declaración de su compañera, pero no trató de corregirla —Buenos días.

—Hola, ¿Pedirás algo?

—No, gracias. Solo pasaba a ver a Kyungsoo — negó amablemente, pero de igual manera sacó del bolsillo de su abrigo un par de billetes que dejó frente a Seungwan. —Lo del chocolate.

Su compañera los aceptó, lanzándole una mirada de reojo a la vez que se alejaba a caja a atender al cliente que había llegado.

—No tenías que-

—Tengo que ser un buen novio —detuvo divertido el moreno, parándose a su lado cuando Kyungsoo vio prudente que debía seguir repartiendo volantes. —A la próxima invitas tú.

Tomó un sorbo de la bebida caliente y asintió, creyendo poco probable que ocurriera de nuevo.

Acomodó su bufanda cuando llegó a la entrada principal, y Jongin se detuvo frente a él, observando por encima de sus cabezas. Kyungsoo observó el muérdago que decoraba la puerta de la cafetería y salió apresurado del local, escuchando una pequeña risa del moreno.

Su pecho se calentó con el cálido sonido.

Jongin lo estaba abrumando con su descarado coqueteo.

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—Buenos días hyung, dejé pagada una taza de café para ti. Espero que tengas un buen día.

La frase que se había vuelto una constante durante esa semana, y que había mantenido su rostro caliente durante las frías mañanas en las que continuaba repartiendo volantes, había sido la del moreno que desde el día siguiente a su pequeño encuentro, había comenzado hacerle cortas visitas en las que dejaba una bebida caliente esperando por él.

Si por un momento dudo que el moreno estuviera coqueteando con él, con ese hecho lo confirmó.

Y no tenía idea de cómo reaccionar.

Habían sido años desde que alguien se esmeró tanto en llamar su atención con ese tipo de detalles, y no sabía que hacer al respecto. Ni siquiera entendía qué había llamado la atención de Jongin, pero en cada oportunidad, Kyungsoo solo había agradecido por su atención.

¿O le daba tanta pena a Jongin como para regalarle un café? ¿Había escuchado la conversación que tuvo con Seungwan?

Mientras peinaba el pelaje de Hoocho ese fin de semana, mantenía su celular apoyado en un florero en su mesita de centro. Su televisor reproducía una película navideña a la que no le prestaba real atención ya que, Baekhyun le había mandado un mensaje minutos atrás, haciéndole el favor a Taemin de avisarle del sorteo que se iba a realizar por navidad.

Lo había terminado olvidando, pero al parecer Baekhyun seguía siendo útil desde el Caribe.

El veterinario había iniciado una transmisión en vivo en la página de la veterinaria y lo vio sacando papeles de una cajita, soltando números ganadores de los productos que sacaba a sortear.

Con suerte Hoocho ganaría algo.

Jugó con las orejas de su cachorro mientras veía la torpeza del veterinario al sacar los números, hasta que escuchó una conocida voz.

—Yo sostengo los regalos.

Una ligera emoción saltó en su pecho al ver a Jongin aparecer en el vídeo, tan sonriente y atractivo como lo había percibido estos días. Al caer en cuenta de ello, enterró su rostro entre sus piernas y negó.

Era tan enamoradizo.

—Do Kyungsoo.

Al oír su nombre alzó la mirada y no pudo evitar avergonzarse cuando Jongin pronunció su nombre con una gran sonrisa en el rostro.

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El camino a la veterinaria jamás le había parecido tan corto. Era la segunda vez que iba, pero se había sentido como si solamente hubiese demorado un par de minutos en llegar al local. Nuevamente se había cruzado con el anciano de la primera vez, y para esa ocasión decidió comprale chocolate caliente en un pequeño puesto y un bizcocho como acompañamiento.

El frío del invierno cada vez se acentuaba más, por lo que en esa oportunidad había llevado guantes que pudieran abrigarlo en ese corto tiempo que estaría fuera de casa.

Cuando entró a la veterinaria, recibió el efusivo saludo de Taemin —¡Hola! Creí que no llegarías por el frío.

Negó, sentándose cerca de la calefacción.

—Ya había dicho que vendría —paso sus manos por sus mejillas, tratando de  calentarlas —¿Hoy tienes clientes?

El veterinario negó —No tengo citas, pero igual no creo que lleguen por el clima de hoy. Así que te estaba esperando para cerrar.

Lo vio sacar la comida para perros que había ganado Hoocho, junto a un bonito tazón de comida. Kyungsoo lo observó confundido y Taemin sonrió —Cortesía de Jongin.

Y ahí iba de nuevo el nombre del moreno.

Se acercó avergonzado, evitando mirar al más alto y tomó las cosas, evitando mirar la cantidad de ceros en el precio del recipiente. Sintió la mirada divertida del mismo. —Le dices que gracias, por favor.

—No creo que lo vea primero que tú — Kyungsoo soltó un sonido mortificado, ganándose una risa del contrario —¿Demasiado sofocante?

Sacudió la cabeza, negando. Segundos después, asintió. —Quiero decir, no sé cómo reaccionar. Jamás me había cruzado con alguien como él.

Taemin asintió comprensivo —¿Me esperas para ir al metro juntos?

Kyungsoo aceptó por cortesía y se volvió a sentar.

Ni siquiera vería ese día a Jongin, pero aún así le estaba regalando algo.

Jugó con los dedos de sus guantes, ansioso.

Le agradaba demasiado la sensación de que hubiera alguien cerca que le prestara genuina atención. A penas había una la semana en la que había compartido pequeñas conversaciones con Jongin, y se preguntó que tan aburrido había sido antes, el moreno además lo había ayudado a repartir volantes antes de que llegara la hora de partir a recoger a Bell.

Reconocía su temor por la mascota de su tía, y cuando iba de regreso solo lo saludaba desde la otra calle, despidiéndose.

Cuando el veterinario volvió a aparecer en su campo de visión, lo miró decidido.

—¿Tienes el número de Jongin?

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Llamar a Jongin había sido más difícil de lo que creyó.

¿Estaría siendo muy lanzado si le pedía pasar navidad con él?

Es decir, normalmente las parejas solían salir en noche buena y pasar un romántico momento bajo las luces de la ciudad.

Pero, ¿Jongin no había sido lo suficientemente atrevido ese tiempo como para que él hiciera lo mismo?

Solo sería él dando un paso, un indicio de que a él también le interesaba el moreno de esa manera. De esa forma saldrían sin creer que solo estaban tonteando y más adelante podrían ser algo más.

Su rostro se acaloró con el pensamiento, pero eso no evito que tomara la lata de cerveza que le daría valor de presionar el botón de llamar.

—¿Diga? —la voz del moreno del otro lado del teléfono se escuchó.

—¿Jongin?

—¿Kyungsoo hyung? —escuchó el tono de voz de Jongin cambiar y cosas moverse de fondo. —¿C-Cómo? Hola

Le fue imposible no reírse.

—¿Cómo estás?

—Estaba cuidando a Bell, si no llamabas me hubiese quedado dormido. — Jongin soltó un suspiro —Es bueno escuchar tu voz, ¿Recibiste lo de Taemin?

Kyungsoo envidiaba la facilidad con la que el moreno soltaba cosas así. A él también le gustaría poder decirle que le gustaba escuchar su voz después de un día sin hacerlo. Aunque eso sonaba jodidamente cursi.

Y no quería sonar enamorado, quería sonar interesado.

—Sí, Hoocho repentinamente ahora come más. Es un presumido. —comentó, dándole un vistaazo a su cachorro, que se había quedado dormido debajo del árbol. —Gracias.

—No es nada, espero que eso compense el café.

—No tienes que-

—Kyungsoo, está bien. Quiero hacerlo. —no pudo refutarle nada a la voz que sonó demasiado cálida en todo el silencio de su apartamento.

Relamió sus labios, sintiéndose listo.

—Quería preguntarte algo.

—Claro, te escucho.

—¿Tienes planes para navidad?

Sin darse cuenta que había apretado los ojos con fuerza, Kyungsoo esperó una respuesta que tardaba en llegar.

Un largo silencio se formó en el que se arrepintió de haber preguntado.

—Ol-

—¡Sí quiero! —respondió de manera atropellada—Digo, ¡No tengo!

Sonrió emocionado. —Entonces, ¿Qué dices de pasar noche buena juntos? —al darse cuenta lo mal que sonaron sus palabras, balbuceó incoherencias hasta aclarar su mente —O sea, salir ese día y no sé, pasar el rato.

—Sí, me gustaría, Kyungsoo. — no lo podía ver, pero quería creer que tenía una sonrisa en el rostro al momento de decir eso.

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Jongin y él se habían citando a las ocho de la noche cerca en la gran campana en el centro comercial. Sabían que era un lugar que seguramente estaría lleno de gente, pero debido a que solo días antes lo había invitado a pasar navidad con él, no habían logrado encontrar algún restaurante que tuviera alguna mesa libre.

Pero estaba bien, pensó Kyungsoo. De esa manera su rostro enrojecido no sería perceptible fácilmente.

Había llegado quince minutos antes al centro comercial, y lo que restaba del tiempo había paseado por las tiendas que debido al pánico de la gente, habían elevado sus precios. Palmeó su pantalón, reconociendo el pequeño presente que traía para el moreno y asintió determinado. Había dejado a Hoocho en el hotel para perros que se había inaugurado un mes atrás, y no tenía prisa en volver a casa. Quería disfrutar esa noche. Lo último que le había dicho Jongin fue que estaba llevando a Bell donde su tío, para ser finalmente libre.

Cuando llegó a la gran campana, eran a las 8:10, por lo que se sentó en uno de los bancos a esperar por el menor.

Su vista fue a parar a las parejas que iban de la mano por la pileta que estaba cerca, presumiendo el cariño que florecía especialmente en esas épocas del año. Y no podía negarlo, ver la ciudad llena de luces le daba cierto toque mágico al caminar con una persona especial en esas épocas del año.

Encendió su telefono que tenía como fondo de pantalla de bloqueo a Hoocho, y observó la hora que indicaba.

8:20

La inseguridad se plantó en su estómago, ¿Jongin no llegaría?

Era muy precipitado pensar en ello, pero hasta donde sabía, la casa de su tío estaba a solo unas calles del centro comercial.

Se levantó del banco y caminó rodeando la gran campana, pensando en que tal vez Jongin ya se encontraba ahí, solo que no habían coincidido.

Cuando regresó al punto inicial, decidió llamarlo.

Pero su teléfono estaba apagado.

¿Realmente le estaba pasando eso?

Caminó hacia la entrada del centro comercial, sosteniendo su teléfono en mano en caso de que Jongin lo llamara. Pero no pasó, volvió a insistir llamándolo.

Pero no, Jongin había apagado su teléfono.

No podía haber alguien tan atento como lo estaba siendo el moreno, pensó con el ceño fruncido.

Seguramente su invitación había sido la señal para el moreno de alejarse.

—Soy un imbécil —murmuró, echando un vistazo a su alrededor en caso de que el moreno diera rastros de aparecer.

Hasta que vio una figura muy similar a la de Jongin, acompañado de una chica.

Ya que se encontraba de espaldas no podía estar muy seguro, por lo que se acercó sigilosamente por detrás, sintiéndose un total acosador.

Se disculparía si no era el caso, pero mientras no se dieran cuenta, estaba bien.

El chico volteó y Kyungsoo adoró a su sexto sentido.

Era Jongin.

Se detuvo a una distancia prudente, y espero a que el moreno cayera en cuenta de su presencia. Aunque la expresión lamentable en su rostro lo hizo creer que la chica que se había terminado por ir, lo había rechazado. Dispuesto a burlarse de ello, se colocó en medio de su camino y Jongin chocó con él, disculpándose antes de alzar la mirada.

—¡Hyung! —puchereó tomándolo por los hombros. —Lo siento por no llamarte, yo no sabía qué hacer-

El enojo se drenó de sus hombros cuando vio los pequeños ojos del menor hinchados. —¿Qué pasó?

—Es que yo estaba llevando a Bell donde el tío Jung — sus ojos no se despegaron de la desesperación de los otros —Y en eso alguien viene por atrás y me roba el celular. Yo no iba a hacer nada porque me había amenazado con una cuchilla, pero Bell se soltó y lo persiguió. Los seguí, pero les perdí el rastro. Y-Yo... No sabía si buscarla primero o ir para avisarte. En serio lo siento, yo-

Kyungsoo tomó su rostro entre sus manos y negó —Jongin, está bien. —sus ojos pararon en el mohín que formaron los gruesos labios y regresó a los ojos —La vamos a buscar, y la vamos a encontrar, ¿Sí? —cuando el moreno asintió, sonrió —¿Ya le dijiste a tu tío?

Cuando negó, lo comprendió y tomó la mano del menor, llevándolos al gran parque frente al centro comercial —La vamos a buscar durante un rato, si no la encontramos, llamaremos a tu tío, ¿Bien?

Cuando regresó su vista al moreno, lo vio extendiéndole una caja. —Feliz Navidad.

Sonrió enternecido, sin soltar su mano —Jongin, todavía no es navidad.

—Si no encuentro a Bell, y mi tío lo sabe, no voy a llegar a navidad

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El regalo de navidad que le obsequió Jongin, resultó ser una bufanda que se la terminó colocando convenientemente debido al frío.

Llevaban cerca de veinte minutos buscando a Bell y se habían ido por diferentes partes del parque, intentando hallar rastro por su cuenta de la doberman que había ido tras el ladrón.

Si se ponía a pensar que sea él quien la encuentre, ¿Qué se supone que haría él si le tiene miedo?

—¡Bell! —Kyungsoo silbó fuertemente, llamando la atención de las personas que estaban en el parque. Una señora lo miró mal y se fue por otro lado.

Desde su lugar, podía ver a Jongin consultándole a personas si la habían visto, y eso lo entristeció.

En un par de horas darían las doce, y la pirotecnia la aturduría.

—¡Bell! —gritó en la zona menos iluminada del parque

La oscuridad no era algo que le agradara demasiado, pero cuando vio movimiento entre los arbustos se acercó.

—¿Bell? —llamó de nuevo, acercándose lentamente. Fue capaz de ver dos ojos tétricamente iluminados que lo obligaron a detenerse y balbuceó —¿Bell?

Una silueta de cuatro patas se removió entre los arbustos y corrió hacia él. Y Kyungsoo hizo lo más inteligente que pudo pensar en ese microsegundo.

Correr.

—¡JONGIN! —vociferó, encontrando al moreno del otro lado del parque.

Sin voltear a ver qué cosa lo estaba siguiendo, pero escuchando el sonido de patas corriendo tras el, Kyungsoo no se detuvo hasta colgarse del moreno.

Jongin lo atrapó sin perder el equilibrio, pero el par de patas que lo empujaron por detrás, los hicieron caer al césped.

—¡Bell! —la voz aliviada del moreno lo hizo voltear, encontrando a la mascota de su tío. Más cansado que asustado con la presencia del animal, se hizo a un lado y terminó recostado en el césped, tomando grandes bocanadas de aire. —Hyung, la encontraste.

—O ella me encontró —respondio sin aliento. Sacó el regalo del moreno de su abrigo y se lo lanzó al pecho, demasiado cansado como para estirarse —Feliz Navidad.

Jongin lo observó con una gran sonrisa en sus labios, y sosteniendo la correa de Bell, abrió el regalo, mostrando un bonito reloj que tal vez le costó un poco al más bajo. —Me gusta mucho, gracias.

Kyungsoo sonrió desde su posición y cerró los ojos, decidiendo tomarse un par de minutos para reponerse.

Pero pronto sintió un pequeño beso en la comisura de sus labios y una cálida respiración en su oído —Pero tú me gustas mucho más, hyung.


Maldito seas, Kim Jongin.

Kyungsoo mantuvo los ojos cerrados, con el corazón acelerándose en su pecho, pretendiendo que no estaba jodidamente nervioso con la confesión.

Aunque la risa del menor, confirmó el hecho de que aún en la oscuridad de la noche, se podían apreciar sus mejillas encendidas.

Abrió los ojos después de unos segundos y observó la mirada de Jongin puesta en él. Sonrió —¿Dejamos a Bell donde tu tío y vamos a comer?

Jongin asintió —Logré encontrar una mesa en un restaurante no tan lejos de aquí.

—Bien, pagaré la mitad.

—No lo harás —negó el moreno, preparado para iniciar una larga discusión.

—Está bien —se encogió de hombros.


Se lo merecía.


No era la noche de navidad que esperaba, pero aún se sentía especial con la compañía de Jongin.

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Me he sentido Flash escribiendo esto, pero logré terminarloooo.

Pronto lo estaré corrigiendo, así que pidoperdón por los errores jeje

Espero les llegue a gustar este shot, y lean las demás historias del Chogifest. Agradecida por haber participado en el evento de EXO-Larvitas

Pasen bonitas vísperas de navidad 🎄💕

Bai ❤

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