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33: 🌊

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Tomioka no es celoso.

Eso algo que todos piensan y tienen razón, la mayoría del tiempo.

Pero a veces, cuando alguna persona se acerca demasiado a su novio, puede verse aquel destello venenoso que Obanai le traspasó con el tiempo.

No es que no confíe en su novio, ¡es bastante obvio que Iguro jamás lo traicionaría!

Pero el resto de personas... ellos sí son un problema.

Últimamente, hay un idiota de rango medio que tal parece que no puede hacer nada sin la ayuda de Obanai, y era desesperante.

Era del mismo tamaño que Giyū, su cabello azabache era corto y sus ojos verdes parecían intentar ver por debajo de la ropa de Iguro. Era casi imposible para Giyū intentar mantener la calma.

Sobretodo porque Obanai lo miraba como un loco cada vez que se quejaba:

"¿Piensas que alguna persona se fijaría en mí? Amor, por favor, seamos serios."

¡Obanai no se daba cuenta de su propia belleza y aura atrayente!

No culpa a las personas de enamorarse, es bastante obvio que su novio tiene un encanto natural, pero como actúan después de esos sentimientos era el problema.

Ese mismo cazador de rango medio, una tarde llamó a su Obanai con bastante insistencia, teniendo la confianza suficiente de poner su mano en su espalda baja mientras lo jalaba a un sitio para mostrarle alguna estupidez.

Obanai estaba a punto de golpearlo por el repentino contacto indeseado y Tomioka, quien miraba todo con odio todo desde la ventana, se mordía las uñas con ansiedad.

Pero no es celoso.

Tomioka no quiere ser celoso.

Eso está mal.

Aún así, tal vez copiando los mismos trucos sucios que tenía Obanai para dejar en claro su "territorio", esa misma tarde cuando Obanai regresó acompañado del idiota, Giyū lo abrazó y besó en presencia del cazador.

Pero no era un beso tranquilo y un abrazo habitual, no. Estaba lleno de ganas de dejar algo en claro.

Obanai era suyo.

La forma en la que aprisionaba el delgado cuerpo de Iguro sin darle la más pequeña posibilidad de respirar y el como hizo temblar las piernas del menor con nervios eran indicios claros de que no estaba jugando.

Al terminar, Obanai parecía tan confundido y nervioso de aquella actitud que solo se encargó de esconder su rostro en el pecho de Giyū. Maldiciendo.

"Rata, él v-vió mis cicatrices..."

"Esa era mi intención, amor, ¿sabes lo atractivo que te ves sin tus vendas? Quería dejarle en claro que tu belleza es mía."

"Eres un celoso de porquería."

Y por haber conocido aquella faceta demandante y exigente de Tomioka, el menor solo pudo confirmar con seguridad que ama a ese "celoso de porquería".

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