¿Qué fue de ella?
Esa pregunta del viejo conocido le  desordenó la mente.

¿Qué fue de ella?
Repasó la pregunta con cuidado, pensando en que contestar.

Bueno, ella fue la musa de un artista anónimo; inspiración de una canción que jamás se creó, la pintura que nunca se pintó y de la historia que no se escribió.

Fue verdugo de un enamorado y la víctima de un desamor.
Se volvió mujer y amante; fue enemiga y aliada; aprendiz y maestra.

Fue el otoño, fue sus lluvias, sus cielos nublados.
Fue la tierra y el fuego, las llamas abrazadoras de la fogata y el crepitar en su chimenea.

Fue el olor a café y pino en la casa, a pan recién horneado en la cocina.
Fue los rizos desparramados en la almohada, el olor de crema para cabello y perfume floral.

Fue la oscuridad de la medianoche y también las doce del mediodía.
Fue el desorden, el caos; el silencio y el sonido.

Fue el color, el arte, la música.
Fue la creatividad, inteligencia, locura y ambición.

Fue los libros, el girasol, el café y los gatos.
Fue sus camisas y gabardinas, su vestido negro y su falda cuadrille.

Pero no pudo dar esa respuesta que nadie entendería, así que simplemente dijo:
-Ah, nos casamos hace años.