Hay momentos donde tenemos tantas palabras en la cabeza, tanta información retenida, tantos sentimientos guardados que simplemente llega un punto donde explotar es lo mas factible.

Pero si sacas todo alguien sale lastimado y si no sacas nada el lastimado eres tu.

Hay momentos donde debes decidir si dejar que lo que te atormenta se pudra dentro de ti o simplemente soltarlo, enfrentar y aceptar lo que provoca estar en completa armonía consigo mismo.

Todos necesitamos un refugio... Y no es ser débil, es ser humano.

Un refugio no necesariamente son los brazos de alguien.

Un refugio puede ser cualquier cosa, algo tan simple como quedarte observando un árbol, sentir el calor del fuego de una chimenea en un día lluvioso, el olor a café caliente pasado de azúcar porque es completamente dañino pero placentero al paladar, observar por la ventana como el viento mueve el pasto a su gusto o algo tan común como cerrar los ojos y oir el silencio que nos entregan los infinitos ruidos de la vida misma, el latido de tu corazón, como se llenan de aire los pulmones y como cada pensamiento rebota en tu cabeza.

Un refugio... No necesariamente algo físico.

Sólo algo donde sientas paz y protección.