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ÚNICO

Taehyung caminaba por las solitarias y angostas calles del pueblito que lo vio crecer. El sol se asomaba con tortuosa lentitud, casi burlándose de aquél joven que no había podido dormir siquiera diez minutos.

Debido a eso — y resignado a la imposibilidad de caer rendido en los brazos de Morfeo — decidió cambiar su viejo pijama por un par de jeans y un cardigan color lila. Esa mañana se había desatado una inusual brisa que podría enfermarlo si no tomaba precauciones.

No es como si eso le importara mucho de todas formas, no es eso lo que ocupa su cabeza ahora.

En sus manos llevaba un bolígrafo y su diario íntimo, ese que una persona muy especial le había regalado muchos años atrás y había atesorado desde entonces. Tenía muchas páginas — porque él sabía que Taehyung amaba escribir — y estaban encuadernadas en una cubierta de cuero que había sido elegida personalmente para su regalo.

Cualquiera podría pensar que ese era un obsequio hermoso, uno que todos atesorarían con cariño. Y lo era — joder, mentiría si no lo admitiera — hasta que la persona que se lo regaló fue arrancada de sus brazos una semana después de entregarle el diario.

Lo había enterrado, había guardado en lo profundo de su alma el dolor de haber perdido el calor de sus caricias o el cosquilleo de su corazón cada vez que lo besaba. Se había dedicado a vivir en recuerdos los cinco años desde su partida, pero el descubrir que su preciado diario tenía sólo tres hojas en blanco lo despertó.

Jungkook no está, eso es lo único real en su vida. Y regresar por milésima vez al lugar que fue testigo de su amor no ayudaba a su caso, pero necesitaba establecer un cierre de una vez por todas.

Entonces caminaba Taehyung por esas desiertas calles — aún sin señales de sus habitantes regresando o partiendo hacia el trabajo — con rumbo al pequeño y secreto bosque que pocos sabían estaba a un lado del pueblo. Lo conocía como a la palma de su mano, eran los beneficios de transitar ese vacío terreno desde pequeño.

Lo había descubierto a sus trece años una tarde que escapó de su tormentosa casa, repleta de gritos y peleas por todos los problemas económicos que su realidad acarreaba. Pero dicen que uno encuentra lo más valioso de forma inesperada y así exactamente sucedió, porque esa misma tarde Jungkook exploraba el nuevo pueblo al que se había mudado, encontrando un nuevo dongsaeng en el proceso.

Ninguno de los dos lo imaginó, pero ese fue el inicio de un épico y corto amor.

No todo está destinado a durar, aún cuando los sentimientos son más grandes que los cuerpos que los albergan. Ese pensamiento golpeaba a Taehyung mientras tomaba asiento contra el viejo árbol que solían usar como refugio.

Abre el diario y posa la punta de su bolígrafo en la parte superior de la primera de las últimas tres hojas que restaban.

"Querido Jungkook:

Escuché que escribir nuestros sentimientos es una excelente forma de dejarlos ir, de sacarlos a la luz de una vez por todas. Quizá sea eso lo que mi corazón en negación hizo en este lugar desde tu partida, por lo que debo forzarlo a una última ocasión.

No puedo vivir con la inútil esperanza de algún día volverte a ver. Pero no te culpo por ello, no podría hacerlo ni aunque quisiera.

Así que aquí voy...

Te conocí, Jeon Jungkook, una hermosa tarde invernal hace muchísimo tiempo. Tenía trece años y había decidido escapar de mi casa porque las discusiones de mis padres me angustiaban demasiado. Llegué a este secreto bosque buscando el silencio que solo aquí podría conseguir, pero te encontré a tí. Mi mejor amigo dice que eso se llama serendipia, porque encontré lo mejor de mi mísera vida cuando buscaba otra cosa. ¿Te acuerdas de él? Jimin, el que ahora es un publicista en Seúl. He buscado esa palabra y tal parece que es adecuada, pero no quiero entretenerte con esto. El objetivo de esta carta — que de todas formas no llegará a tus manos — es decirte lo que jamás he podido.

No se trata de un «te amo», eso lo he repetido sobre tus labios cada vez que tuve oportunidad. Se trata, sin embargo, de lo que realmente siento por tí.

Como te escribía, conocerte marcó el fin y el comienzo de una nueva etapa. Te convertiste en el primer amigo real que tuve y escuchaste cada una de las cosas que tenía para decir, mientras yo te escuchaba a tí un rato más tarde. Ambos supimos ser el pilar que nos faltaba y estuvo bien los primeros años.

¿Qué más podría pedirle al universo? Le había pedido paz y me regaló tu compañía. Pero fue entonces que lo inesperado sucedió.

Cuando estaba a punto de cumplir dieciséis años me di cuenta que no te quería de la misma forma en la que los amigos se quieren. Te amaba tal y como las parejas de las novelas que leía cuando no estaba bajo el árbol contigo, y eso me volvió un ser temeroso. ¿Recuerdas esa semana en la que no me encontraste aquí?Nos reuníamos casi todos los días, pero durante una semana completa falté... Fue esa la razón, Jungkook. Temía decirte que mi amor estaba en otra sintonía, pero fue gigante la sorpresa que me llevé al descubrir que estaba equivocado.

Tú también me amabas, me lo dijiste el día que me encontraste en la calle y me arrastraste hasta el lugar que sólo nosotros conocemos. Fue entonces que empecé a creer que algo bien estaba haciendo para recibir este regalo del universo. Me amabas y eso me hacía tan feliz como jamás en mi vida.

Y fuimos felices, juntos.

Comenzamos un hermoso noviazgo de casi tres años e incontables citas aquí. Picnics bajo el atardecer, siestas en el verano, peleas de nieve en invierno, citas de estudio — aunque tú fueras a una escuela fuera del pueblo —, citas para leer mis novelas preferidas o para escuchar las canciones que te gustaba tanto componer.¡Oh, eso! No sé como he podido olvidar los incontables versos que escribías a un costado de mis libros, tenías una mente muy activa que se inspiraba en cualquier momento. Y llevar esa vieja guitarra en tu espalda todo el tiempo sí que ayudaba.

Éramos jodidamente felices en nuestro secreto bosque, una pequeña burbuja en la que sólo estábamos nosotros dos. Pero nos descubrieron.

Jamás supiste esto, pero cierto día llegué al bosque cargado de libros que quería enseñarte. La semana anterior me habías dicho que querías empezar a leer por tu cuenta y me emocioné, pensé que podrías elegir uno de mis libros y luego podríamos comentarlo juntos. Pero en lugar de mi hermoso novio encontré un sobre blanco — pobremente cerrado — en el que me explicabas que tu familia te llevaría a un lugar que desconoces, porque no querían que el amor te distrajera de tu objetivo: heredar la empresa que tu tío moribundo y sin hijos planeaba dejarte. Junto a esa carta me dijiste que me amabas por última vez y lamentaste no haberme besado una vez más, pero lo que más me dolió fue leer lo que contenía el segundo papel en el sobre: una canción dedicada a mi y con un mensaje al final que espero sea mentira.

«No tiene sentido seguir escribiendo si tú no eres mi inspiración, por favor disfruta mi última canción y atesorala como yo lo hago en mi corazón.»

Odiaría saber que ese Jungkook que amé se esfumó por perderme. Por favor... sólo soy una simple página en tu vida y no merezco haberme llevado esa parte tan tuya. Aunque no lo sé, porque todo lo que veo en mi mente es tu rostro la última vez que te vi.

¿Sigues componiendo o eso que escribiste era real? ¿Aún tocas la guitarra? Imagino que has de ser un hermoso adulto hoy en día, dirigiendo responsablemente una empresa a tu corta edad. Si, creo que con un poco de esfuerzo puedo imaginarlo... Supongo que no eres quien conocí, pero una hermosa persona aún. Me gustaría decir lo mismo d mí, pero me quedé ahí, Jungkook... Mi altura creciendo, pero mi corazón congelado en ese momento.

Justo donde me dejaste.

Así que no hay mucho que contar sobre mi: mis padres murieron, soy más alto —imagino que no más que tú — y estoy agotando las páginas de lo último que quedaba de tí: el diario que me obsequiaste antes de irte.

¿Será esta una metáfora? ¿Será esta literalmente la última página de nuestra historia?

Me pregunto también si cumpliste alguno de tus sueños, esas locuras que confesabas luego de ambos consumir demasiadas golosinas. No lo sé... Subirte a una lancha, comenzar clases de boxeo o teñirte el cabello.

Supongo que jamás lo sabré.

Preguntarme estas cosas hace que recuerde qué tan lejos estamos. No se trata de distancia física, sino de lo poco que te conozco hoy en día. Estar enamorado de una persona a miles de kilómetros de distancia — de lo cual tampoco estoy seguro, porque ni siquiera sé a donde fuiste — es caer de la forma más cruel, porque no es justo que no estés aquí. Y te juro, trato con todas mis fuerzas de no extrañarte de esta forma.

Debería haberme escuchado años atrás cuando me repetí «no te dejes llevar», pero no me arrepiento de haberlo hecho. No me arrepiento de un sólo día en este lugar que sólo tú y yo conocemos, aunque jamás imaginé que iba a terminar así.

Prefiero imaginarte feliz y realizado. Casado con una hermosa persona, con uno o dos hijos igualitos a tí. Una gran casa que huele a hogar — porque odias los departamentos — con un gran patio en el que descansar. Creo que es un pequeño consuelo para mi el pensar que al menos uno de nosotros es feliz.

Pero sigues siendo una gran incógnita para mi.

¿Tú piensas en mi? A pesar de que me pondría muy feliz saber que tengo un lugar en tu corazón, no soportaría saber que estás congelado en el tiempo como yo. Al menos uno tiene que avanzar, a mi me va a costar pero Jimin dice que debo hacerlo.

Porque odiarías que yo sufriera, ¿no?

En otras noticias, llegó la hora de despedirme de este diario. La última página está llegando a su fin y sólo me dejó lugar para una confesión: por mucho que quiera negarlo, siempre voy a esperarte. No importa el tiempo que pase.

Así que si algún día el destino nos vuelve a unir con libertad o casualidad, estaré aquí... Tú sabes dónde.

Te amo, Jeon Jungkook.

— Kim Taehyung"

El joven se levantó de su asiento con el famoso diario en manos. Suspirando con melancolía cierra dicho objeto y le da un corto beso, observando luego con atención el paisaje a su alrededor. Los pájaros cantaban anunciando la mañana y poco a poco empezaban a escucharse distintas personas recorriendo las calles.

Por lo menos no era de los pocos despiertos.

Deposita el regalo de su amado en el exacto punto donde estaba sentado con anterioridad — ese mismo donde acostumbraba a pasar el rato con Jungkook — y abandona el bosquecito sin mirar atrás. Tantos momentos valiosos vividos en los gloriosos años de su adolescencia dejaron sólo un par de hojas llenas de tristes memorias y árboles que crecieron al igual que quienes a su lado descansaban.

Es triste, pero de esa forma transcurrió todo. Hubiese dado lo que fuera por un final distinto, uno en el que Jungkook estuviera aún a su lado... Quizás unidos en sagrado matrimonio, quizás lejos de ese pueblito.

Quizás sólo abrazados a la sombra de su árbol.

Ingresa su mano en su bolsillo y extrae su celular, encendiéndolo luego de varias horas. Sabía que Jimin lo mataría por ello, pero no le importaba.

La vorágine de la planeación de la boda de su mejor amigo lo estaba alcanzando a él también. ¿Quien hubiera dicho que Jimin y su futuro esposo decidirían casarse en el pueblito dónde creció el primero de ellos y no donde residen?

Volviendo a su celular, tal y como predijo tenía varios mensajes de su mejor amigo.  Todos y cada uno de ellos eran consultando algo diferente: «¿Me ayudas con las invitaciones? ¿Me acompañas a buscar mi traje? ¿Puedes decirle a Yoongi que no es una buena idea invitar a mi tía?»

Bueno, al menos esa boda y Jimin lo mantendrían lo más ocupado posible y lejos de su miseria.

🌲

[Tres meses después]

El esperado día de la boda de Jimin y Yoongi había llegado. La señora Park corría en sus costosos zapatos por toda la iglesia arreglando flores torcidas o listones mal ubicados. Su mejor amigo caminaba en círculos en la habitación que le habían facilitado para prepararse.

Francamente lo estaba poniendo algo nervioso, a pesar de que no es él quien se casa.

— Vas a hacer un hoyo en el suelo, Minnie... — murmura.

— Lo sé, lo sé... Lo siento. — se disculpa con sinceridad — Es que estoy nervioso.

Taehyung le sonríe y apoya una mano sobre su hombro.

— Tranquilo, todo va a salir muy bien. — asegura — Sólo maquíllate para estar aún más lindo de lo que eres y espera aquí... Voy a darte un momento de privacidad.

Kim se retira luego de darle un fuerte abrazo a Jimin. Pensaba sentarse a jugar a algún estúpido juego en su celular, pero pronto el otro novio decidió solicitar sus servicios como padrino de la boda.

Ugh, ¿en serio?

Yoongi se acercaba a Taehyung con preocupación notoria. El menor toma aire profundamente y lo recibe con su mejor sonrisa.

— ¿Qué sucede, cuñado?

— Te necesito, Taehyung... Por favor, dime que puedes ir a buscar a nuestro segundo padrino.

¿Acaso había otra opción?

— Claro, hyung. ¿Dónde está?

— Ese es el problema... Se perdió. No tengo ni idea donde está y él no sabe dónde está. Me parece extraño porque él creció aquí, no entiendo cómo se perdería.

— Este pueblo cambió un poco últimamente, quien no vive aquí puede marearse — ríe — No te preocupes, yo lo buscaré...

Taehyung emprende camino hacia fuera de la iglesia, escuchando a Min a lo lejos.

— ¿No quieres ver una foto para reconocerlo en la calle? — grita.

— ¡Dudo mucho que vaya a encontrar mucha gente de traje! — devuelve ebtre risas.

Y así, en el modesto y viejo auto que había adquirido un par de meses atrás, Kim buscó por doquier a cualquier muchacho vestido elegantemente en la calle.

No encontró a nadie hasta diez minutos después, cuando vió a alguien de espaldas y evidente traje entrando en su bosquecito. Era extraño ver a desconocidos entrar en ese lugar tan personal y especial, pero por lo menos tendría el gusto de volver a visitarlo sólo para guiar al muchacho a la iglesia.

Estaciona el auto y baja de él, cerrándolo para evitar — aunque sea un pueblo seguro — cualquier tipo de hurto. Cruza la calle hasta la entrada del bosquecito, encontrando a dicho joven sentado a los pies de su arbol y con sus manos y ojos en su diario.

— La boda es en otro lugar — murmura, llamando su atención e ignorando la obvia invasión a su privacidad — Soy Taehyung, el otro padrino. Yoongi me dijo que...

El muchacho que leía con atención sube su cabeza y observa con sorprendidos ojos a la persona frente a él. Taehyung lo mira como a cualquier extraño, entendiendo que no lo reconocía.

Después de todo, puede que su apariencia haya cambiado más de lo que pensó.

El contrario — de cabello castaño — se pone de pie y sonríe, jugando con sus manos tras su espalda. Dejó el diario en su lugar con anterioridad.

— ¿He cambiado tanto que ni siquiera me reconoces, TaeTae?

El corazón de Kim se detiene por un segundo, tiempo en que su mente desataba un torbellino de pensamientos. Sólo existía una persona en el mundo que usaría ese apodo:

Jungkook.

La vida se burlaba de él, lo obligaba a quitarlo de su vida para recuperarlo unas semanas después. Pero no existe tiempo para reprochar, mucho menos cuando frente a él finalmente se encontraba el amor de su vida.

Después de tantos años...

Debió admitir que su imaginación no se acercó ni un poco a la imagen de este Jungkook adulto, éste es sin dudad mil veces más bello. Pero aún no se ocupaba de lo importante: ¿cómo diablos llegó a la vida de Yoongi?

— Ha pasado tiempo, Jungkook — confiesa aún algo confundido.

Jeon sonríe y vuelve a sentarse bajo el árbol, palmeando el espacio a su lado. Kim obedece y se sienta a su lado por inercia, volver a estar allí con él es más de lo que alguna vez pudo pedir.

— Veo que esa molesta rama que estaba inclinada hacia abajo no está más... ¿La han cortado o algo?

Naturalmente no tenía idea o no lo imaginaba, pero esa rama había crecido junto al árbol del que surgió. Detalles que hubiese notado de no ser por su lejanía.

— Oh, creció... — apunta hacia arriba, llevando la atención del recién llegado hacia la copa del árbol — Hace varios años ya, fue grato que haya llegado hasta allá arriba.

— Ya lo creo... — ríe — Cada vez que nos sentábamos aquí desordenaba nuestro cabello. Era tan molesto que el último tiempo pensé en cortarla.

— No te culpo, incluso yo lo consideré.

Varios minutos pasaron en los que el tema de la rama pareció no agotarse, al parecer un simple pedazo de árbol guardaba más recuerdos de los que ambos reconocían. O simplemente intentaban desviar — no por mucho tiempo más — las preguntas que realmente querían hacer.

— Deberíamos ir a la iglesia, ¿no crees? — pregunta Taehyung.

— No, por favor... — pide — Hablemos... Nos queda algo de tiempo antes de la boda. No lo sé, ¿qué pasó con nuestras vidas?

— Bien, bien... Creo que un par de minutos no dañan a nadie — suspira — ¿Qué hiciste todos estos años?

— Realmente sólo estudié administración de empresas como mis padres querían y me independicé luego de heredar la empresa de mi tío. Aunque debo decir que no logré librarme de ellos hasta hace unos meses — se encoge de hombros — Y aquí estoy... Soy CEO de Jeon Corporations.

— Me alegra que te haya ido bien... — contesta con sinceridad. Jamás dudó que sería un hombre exitoso, sea cual sea el área.

— ¿Y tú? ¿Te has casado? Recuerdo que anhelabas mucho eso...

O mejor dicho, «recuerdo que anhelabas hacerlo conmigo»

— Si, lo hacía... Pero no he tenido oportunidad de hacerlo — suspira — Ahora sólo anhelo un mejor sueldo — pretende reír.

El intento de broma de Taehyung llenó el ambiente de un incómodo silencio, porque preguntas que parecen tan comunes entre viejos conocidos que se reencuentran escondían más sentimientos de los que estaban dispuestos a dejar salir.

Porque no son sólo viejos conocidos, sino viejos amantes. Una antigua pareja que conservó su amor contra el tormentoso paso del tiempo. Pero ni uno ni otro saben en realidad en qué página se encuentra el otro.

— Yo tampoco me casé — dice sin prestar atención al fallido chiste del mayor — Mis padres querían que me case con la hija del inversionista mayoritario de la empresa, pero les dije que si no era contigo no sería con nadie. Yo aún......

Jungkook voltea a mirar el perfíl de Taehyung, quien observaba sus propios zapatos como si fuesen lo más interesante.

En ese instante Kim se levanta y sacude con sus manos los residuos de tierra en sus pantalones.

— Bueno, creo que ya es hora de irnos... — interrumpe las palabras ajenas.

Decide ignorar las palabras de Jeon, cosa que él no iba a permitir. El castaño sonríe pícaramente y sigue las acciones del contrario.

— No has cambiado nada, TaeTae.

— ¿Qué?

— Sigues escapando de mi cada vez que intento decir algo importante.

— Eso no es cierto — dice con indignación — Estamos llegando tarde a la boda y Jimin va a asesinarme.

— Eso no es verdad y lo sabes.

Kim muerde su labio y se acerca a Jungkook, sus ojos brillando con sentimiento.

— ¡Bien! Es cierto... ¿Acaso puedes culparme? Ha pasado muchísimo tiempo desde la última vez que supe de tí, repasando día a día el calvario de haberte perdido. Y justo cuando decido que quizás es tiempo de seguir tú apareces de la nada misma... ¿Tienes idea lo que es seguir amando a alguien que no está?

Jeon hace una mueca llena de pena, acentuada por sus ojos brillosos naturalmente — esta vez por la tristeza en su corazón.

— Claro que lo sé, y si crees que yo no sufrí estás equivocado, cariño... — aclara con calma y sin hacerlo sonar como un reproche — Tuve que luchar con mis padres todos estos años para ser libre de sus deseos y poder venir aquí a verte... Me prometí a mi mismo visitarte en cuanto me llegó la invitación de Yoongi hyung, ¡no tenía ni idea que su prometido era tu mejor amigo! — sonríe — Pero inmediatamente me emocioné ante la oportunidad de verte, sólo quería saber cómo estabas y decirte hola. No sabía si estabas casado o si tenías la gran familia que siempre quisiste, así que no quería llegar a perturbarte con un "te amo".

— Jungkook... — susurra.

El castaño ignora a Taehyung. Alza una mano y acomoda algunos cabellos ajenos tras su oreja, aprovechando a dejarla en su mejilla — Pero esa es la verdad. Aún te amo, incluso más que cuando éramos sólo dos niños... Aquí estoy, TaeTae. Feliz de haber vuelto a tí y sinceramente no me importa si tu no quieres estar cerca de mi luego de esto, estoy más que realizado con este momento — las lágrimas caían de los ojos de Jungkook, despertando en Taehyung el protector impulso de apartarlas de su rostro con sus propias manos — Aunque si a pesar de todo decides que valgo la pena, te prometo que no te vas a arrepentir nunca más.

Taehyung se toma unos eternos segundos observando directamente los ojos de su amado, los que repetían la acción de forma inversa.

Irónicamente — y gracias a esos crueles y curiosos giros del destino — los mismos amantes que se separaron en ese bosquecito, volvieron a recuperarse en ese exacto lugar.

Justo en dónde lo dejaron, cómo si ese montón de árboles hubiesen atesorado y pausado su historia hasta que ambos volvieran a los brazos del otro. El destino actuaba de formas que el humano no llegaba a comprender.

— ¿Acaso escuchaste la parte en la que dije que te sigo amando? — enarca una ceja — No voy a mentirte, dolió muchísimo. Pero aún te amo, y si ese diario escrito hasta la última página con nuestros recuerdos no lo demuestra, no sé que lo hará... — señala su diario en el suelo, el cuál Jungkook recoge, leyendo atentamente algunas páginas.

Al llegar a la última, se detiene en el último párrafo que lee en voz alta.

— "Así que si algún día el destino nos vuelve a unir con libertad o casualidad, estaré aquí... Tú sabes dónde — hace una pausa — Te amo, Jeon Jungkook".

Despega la vista de la hoja y cierra el diario con energía. Sin soltarlo, alza su mano libre y atrae a Taehyung por el cuello con delicadeza, uniendo ambos labios en un lento beso.

O un beso tortuoso, que pretendía mantener un equilibrio entre las ganas de besarse luego de tantos años y la necesidad de disfrutarlo.

Además, ellos preferían los besos lentos. Esos que profesaban más el tipo de amor que entre ellos existía.

— Te lo dije... — su sonrisa cuadrada hace aparición, emocionando a Jungkook. Años pasaron desde la última vez que la vio.

Justo dónde su amor se quedó y volvió q resurgir. Ese mismo lugar que los vio conocerse, crecer, confundirse, enamorarse y llorar.

— Ahora vamos, tenemos una boda a la que asistir... Jimin y Yoongi deben estar buscándonos por todos lados.

Tomados de la mano y luego de otro corto beso, Jeon y Kim salieron del bosquecito con rumbo a la iglesia. Ya no existía la tristeza, sólo la absoluta confianza en que esta vez todo sería distinto.

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