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Te encontraré de nuevo

¿Te veré mañana?

—Ya era hora que nos reuniéramos —exclamó el rubio antes de besar las mejillas de Hyungwon.

—No seas exagerado —volteó el rostro alcanzando a ver los gestos de desagrado de su novio. —El viernes pasado nos encontramos...

Desde hace dos años que su mejor amigo había logrado comprar una pequeña casa a las afueras de la ciudad, eran pocas las veces que lo había visitado. A lo mucho, unas diez veces sino es que exageraba. En el último mes, todo contacto se había reducido a mensajes y llamadas ocasionales. Todo por una razón. El novio de Hyungwon y sus celos enfermizos.

Minhyuk rodó los ojos. Pasó un brazo por los anchos hombros de Hyungwon y lo introdujo a la casa.

Las veces anteriores en las que Hyungwon estuvo en la casa de su mejor amigo había visto cuadros, pinceles, brochas, lápices, botes de pintura y lienzos por doquier. Sus ojos se abrieron sorprendido por el cambio radical de la decoración. Todo estaba en orden y completamente limpio, era como si Hygeia hubiera salido de los libros de mitología griega y romana para establecerse en la casa de Minhyuk y hacer una limpieza profunda.

—¿Seguro que no nos equivocamos de domicilio? —frunció el ceño sentándose en el sillón de dos plazas.
Hyungwon lo recordaba cubierto de plástico manchado de colores primarios y no como un sillón mullido en tonos beige.

El rubio chasqueó la lengua.

—Es mi cumpleaños ¿sí? Merezco una fiesta digna en un espacio resplandeciente.

Byeol apartó a Minhyuk del frente de Hyungwon. Levantó a su novio del sofá sin delicadeza alguna y ocupó el lugar de éste obligándolo a sentarse en su regazo.

—¿Dónde están los demás? —preguntó Hyungwon para romper con la incomodidad del momento.

Minhyuk apretó los dientes y asintió. Como embajador de la paz, cada vez que presenciaba escenas posesivas de Byeol, se enterraba las uñas en las palmas para no lanzarse y sacarle los ojos al malhumorado hombre.

—Están por venir —murmuró caminando hacia la cocina.

Tan pronto Minhyuk desapareció de la vista de la pareja, Hyungwon confrontó a Byeol.

—¿Por qué actúas así? —Hyungwon cerró los ojos intentando controlarse. —Prometiste comportarte y no estás cumpliendo.

—Sé lo que prometí —gruñó apretando la cintura de Hyungwon. Un movimiento tan conocido para Hyungwon pero a la misma vez, tan aterrador. Las marcas de los dedos de Byeol estaban impregnadas en su piel y en el alma. —Pero el idiota de tu amiguito no entiende de límites. Apenas cruzas la puerta y ya está sobre ti. ¡Lo odio!

—Min es mi mejor amigo —susurró tomando las manos de Byeol para reducir la presión del agarre. Acción que incrementó el enojo del mayor.

Byeol negó estrechándolo contra su pecho. Hyungwon jadeó asustado. No pudo evitar mirar hacia la cocina rogando que Min no saliera, aún.

—No es tu amigo. Es otro imbécil que usa la excusa de la amistad para acostarse contigo —exclamó soltando el brazo de su novio.

Hyungwon cayó de rodillas en la alfombra golpeando su brazo con la esquina de la mesa de café. No perdió tiempo y se levantó rápidamente ignorando el dolor de su brazo. Hyungwon era el más alto de su grupo de amigos pero Byeol, le sobrepasaba en altura y complexión.

Grabada en su mente estaba la noche en que conoció la fuerza que poseía Byeol. Una bofetada que causó una hinchazón en su mejilla derecha y la esquina de su labio inferior partida. El tamaño de Choi Byeol no era un juego. Sus brazos musculosos y manos grandes, podían partir en dos el delgado cuerpo de Hyungwon.

—¡Detente! Deja de juzgarme como si fuera una puta —gritó abrazándose a sí mismo.

—Eso es lo que pareces —dijo señalando vagamente. No se molestó en preguntar si le dolía el brazo, pues creía que era lo menos que Hyungwon merecía por provocar su ira. —Te vistes para llamar la atención de todos pero te molestas cuando trato de defender lo que es mío.

Guardó silencio. No importaba las veces que le repitiera que estaba equivocado, Byeol siempre decía tener la razón. La ropa de Hyungwon. Ja. Pantalones ajustados negros, camisa azul transparente y la cadena de oro cruzando su torso, era para que Byeol lo mirara. No quería la atención de nadie como tanto presumía Byeol, solo buscaba sentirse deseado por su novio.

—Hablaremos en la casa —sentenció Hyungwon secándose las lágrimas con el dorso de la mano.

Era el cumpleaños de su mejor amigo que no veía tan seguido y no iba a dejar que su novio lo arruinara.

—Como quieras —murmuró el castaño desviando la mirada.

Won sonrió cuando Min volvió con las copas y la bandeja de quesos y jamones. Pasaron al menos veinte minutos para que el grupo estuviera reunido y celebrando al mayor de todos.

—El pastel le quedó delicioso, hyung —comentó Joo mirando a Kihyun.

El aludido sonrió alzándose el cuello. Kihyun sabía de antemano lo buenos que eran sus postres pero nunca se negaba a un halago.

—Todo lo que hago es una delicia —exclamó orgulloso.

—¡Oh sí! Me cuesta aceptarlo pero mi hyung dice la verdad —dijo riendo Hyungwon.

Kihyun sonrió de lado ofreciéndole una servilleta. Hyungwon le agradeció con una inclinación de cabeza sin percatarse de las miradas asesinas que su novio le lanzaba a Kihyun.

—Yo no podría hacer algo como esto —expresó Won mirando atentamente la rebanada de pastel de crema y nueces.

—Tal vez si lo intentara, hyung —dijo Chang. —El otro fui con Kihyun hyung a su pastelería y le ayudé a preparar unas tartas. No quedaron perfectas como las de él pero tenían buen sabor.

—Cierto. El sabor lo tienes, solo te hace falta un poco de presentación —agregó Kihyun.

La conversación pasó de hablar sobre pasteles y tartas a una charla más entretenida sobre el trabajo de Hyungwon.

—...si pudiera tener la dicha de ver a tantos hombres tremendamente sexys con ropa ajustada.... Uff —Minhyuk se dio aire con la bandeja de acero inoxidable. —¡Me muero ahí mismo!

Todos en la sala rieron. Menos Byeol.

Hyungwon trabajaba como recepcionista en un prestigioso gimnasio que a diario era visitado por los modelos más atractivos y reconocidos de Corea, razón suficiente para que Byeol rechinara los dientes cada vez que lo visitaba.

—¡Qué suerte la de Hyungwon! —exclamó Kihyun abriendo la segunda botella de vino. —puede ver a hombres atractivos como Hyunwoo hyung.

—Nunu es un buen amigo —comentó Won sonriendo. —Su físico difiere del gran y tierno corazón que posee.

Kihyun asintió.

—Algún día reuniré el valor suficiente y le pediré una cita —declaró el pastelero, entusiasmado.

—¡Suerte! —apoyó Won palmeando la espalda de Kihyun.

La plática continuó con Hyungwon relatando una de sus tantas anécdotas con los chicos que iban a diario al gimnasio. En su mayoría, estaban inmersos pues les parecía gracioso el otro lado de la moneda y es que después de todo los modelos no eran tan perfectos como presumían ser.

Changkyun por su parte, no quitaba la mirada de Byeol. Gracias a Jooheon conoció a Minhyuk, Kihyun y Hyungwon. El chico apenas tenía algunos meses de relacionarse con ellos por lo que no conocía tan bien toda la historia detrás de sus sonrisas. En especial, de la de Hyungwon. A los ojos de Changkyun, el alto pelinegro estaba incómodo sentado al costado del hombre que decía ser su pareja.

Las sonrisas de Hyungwon no llegaban hasta sus ojos y por el movimiento excesivo de su pierna derecha era claro que quería salir huyendo.

—Hyung —Changkyun habló mirando fijamente al más alto.

—Mmmh.

Chang ladeó la cabeza analizando a profundidad las reacciones de Hyungwon.

—¿Por qué se cortó el cabello?

Con una sonrisa nerviosa y un par de miradas por la sala, encogió los hombros.

—Quería cambiar de imagen...

—Demasiado atractivo para los clientes del gimnasio —respondió Byeol con una sonrisa sarcástica.

Changkyun enarcó una ceja sin poder creer lo que escuchaba. Minhyuk y Kihyun intercambiaron miradas y Jooheon sonrió compasivo a Hyungwon.

—Parece que alguien no tiene confianza en sí mismo —dijo Chang inexpresivo.

Byeol ladeó la cabeza parpadeando lentamente.

—¿Qué dijiste?

—¡Nada! — se apresuró a decir Hyungwon. Soltó una risita y abrazó a su novio besando repetidas veces sus mejillas en un intento por distraerlo. —Chang tiene un sentido del humor único ¿No crees? —sonrió colgándose del cuello de Byeol.

—Si...

Minhyuk negó con la cabeza comenzando a levantar los platos sucios.

—¿Vemos una película? —sugirió Kihyun buscando el mando a distancia.

—Claro ¿Qué sugi... —Hyungwon fue interrumpido abruptamente por su novio que se levantó de un salto.

Byeol jaló a Hyungwon del brazo haciendo que se levantara. La expresión de dolor del más alto fue apreciada por todos sus amigos llenándose de coraje y preocupación en partes iguales.

—Lamentamos no poder acompañarlos pero Hyungwon y yo tenemos otros planes.

—¿Así? —Kihyun se levantó yendo hacia su amigo. Observó a detalle el rostro ilegible de Hyungwon y al no encontrar algún indicio de miedo los dejó ir.

Hyungwon se despidió de todos prometiendo reunirse entre semana para ponerlos al día sobre su avance en el proyecto que tenía planeado para el gimnasio. Un muro con cartas y notas para aquellas personas que necesitaban una manera de expresar sus sentimientos hacia su persona especial.

El romanticismo era parte de Hyungwon. Desde muy pequeño ha soñado con encontrar a su alma gemela. Las películas o novelas románticas y clichés formaban parte de su itinerario, siendo imposible irse a la cama sin leer o ver un filme de romance. Creía fervorosamente que existía una persona para cada una y sin embargo, no muchos corrían con la suerte de encontrar a su otra mitad. Él no era tonto. Sabía de antemano que Byeol no era la persona correcta para él pero estaba enamorado como un idiota. La palabra correcta. Solo un idiota soportaría los arranques violentos de celos y las manipulaciones. Quería a Byeol y jamás le sería infiel sin importar el trato que le daba. Incontables veces se durmió llorando debido a las discusiones absurdas con su novio en donde predominaban los insultos a su persona y a sus amigos. En dos ocasiones Byeol perdió los estribos y lo golpeó. La primera vez fue una bofetada pero para la segunda vez tuvo que faltar dos días al trabajo porque no logró cubrir los golpes con maquillaje en su cara y brazos.

Cuando Changkyun le preguntó acerca de su cabello, recordó la última vez que Byeol lo sacó del auto jalándole el cabello. ¿La razón? Una chica en el supermercado había halagado su cabello largo y brillante.

No perdía la fe en qué Byeol reconsiderara su actitud y buscara ayuda para controlar su carácter. Aunque no todo era tan malo, cuando su novio no estaba molesto lo trataba cual rey y eso le hacía olvidar los malos ratos.

Con las mejillas humedecidas y en completo silencio entró en el auto ocupando el asiento del copiloto. Se apresuró a ponerse el cinturón de seguridad para evitar tener a Byeol mucho más cerca.

—Sabes que eres el único culpable.

Hyungwon asintió sin mirarlo.

—Tú y tus amigos van acabar conmigo uno de estos días...

↬↬


...Cuando no puedes ver nada bajo el cielo oscuro.

Cerró la última carpeta y alzó los brazos sobre su cabeza.

Después de cinco horas sentado frente al monitor de la computadora, por fin había terminado de actualizar los libros de contabilidad. Estaba arrepentido de haber aceptado hacer el trabajo de su amigo Xiumin pero a la misma vez estaba orgulloso del gran paso que daría su amigo. Luego de ocho años de noviazgo le daría el anillo a su novia y el trabajo se interpuso en sus planes momentáneamente hasta que el corazón de Hoseok se ablandó y decidió hacerlo.

—...espero que haya aceptado o todo mi esfuerzo y cansancio no habrá servido de nada —murmuró restregando sus ojos.

La pantalla de la computadora se apagó y Hoseok agradeció a los cielos.

—¿Ya te vas? —Sehun asomó la cabeza desde el cubículo continuo. —Pensé que me esperarías.

Hoseok formó un puchero negando. Ya eran suficientes obras de caridad; al salir de casa se retrasó por ayudar a su vecino a cargar unas cajas, sirvió como asistente para uno de sus superiores por casi tres horas, regaló su almuerzo a unos perritos de la calle e hizo el trabajo de su compañero. No renegaba pero sabía decir "No" cuando la ocasión lo ameritaba.

—Lo siento, me gustaría hacerlo pero me esperan —dijo alzando el celular con la pantalla encendida. Era la sexta llamada de su madre en lo que iba de la hora y Hoseok estaba a nada de perder la cabeza.

—¿Cuánto tiempo llevas sin verla?

Haciendo un conteo mental se sintió un miserable. Su madre no merecía pasar su retiro abandonada por su hijo menor.

—Tres años —susurró recogiendo sus cosas. —Es casi el mismo tiempo que llevo trabajando aquí.

Sehun asintió comprensivo.

—No hay problema, viejo —sonrió palmeando el muslo de Hoseok. —Ve con ella antes de que ocurra una tragedia.

El pelinegro gruñó levantándose de un salto de la silla.

Sehun tenía fama de ave de mal agüero y era mejor no prestar atención o se cumpliría lo que salía de esa boca profética.

—Ni lo digas de broma —sentenció. —Mi madre es bastante fuerte y sé que tengo muchos años más para disfrutarla.

—Claro, amigo —Sehun rió volviendo la atención a la computadora. —Yo solo decía.

La séptima llamada entró y Hoseok contestó. Con un ademán se despidió de su compañero emprendiendo camino hacia la salida. Mientras caminaba por los pasillos comprobó que todavía quedaban varios empleados, así que Sehun no estaría del todo solo. Con una preocupación menos respondió la llamada.

—Hola, señora Lee ¿Cómo ha estado?

—¡Muchacho ingrato! —la voz dulce que caracterizaba a su progenitora se convirtió en una voz amenazante que en segundos le heló la sangre —¿¡Por qué no respondes mis llamadas!? ¿Es qué ya no tengo ni ese privilegio?

Hoseok sonrió abriendo la puerta del edificio.

Su madre solía exagerar a veces, si no es que todo el tiempo pero aun así la amaba. Era la única mujer que amaba y amaría toda la vida, al menos hasta que tuviera una hija. Aunque veía difícil esa posibilidad, primero porque gustaba de los hombres y porque no tenía relación alguna. Tuvo la vaga idea de adoptar pero conociendo el poco tiempo que le quedaba entre el trabajo y el gimnasio, la descartó sin más.

Hoseok era consciente de su atractivo rostro y su cuerpo de ensueño. Los halagos nunca hacían falta pero todo se reducía a eso, una atracción física. Los sentimientos sobraban cuando se encontraba en la cama con su amante de ocasión, porque de eso se trataba. Una vez que satisfacían sus deseos y fantasías lo desechaban como si fuera los despojos de un buen trozo de carne.

Su última "relación" fue con un actor en pleno auge. Salieron pocas veces pero en la última fueron captados por los medios y a la mañana siguiente el edificio donde residía estaba cubierto por periodistas, camarógrafos y fans obsesionadas queriendo venganza y la mayoría, más detalles. Le costó tres días de trabajo porque no podía salir ni a la esquina sin recibir amenazas de muerte o regalos. Lo odiaban y amaban por partes iguales. Una semana después todos se habían olvidado de él y pudo retomar su vida cotidiana. Después de esa pequeña aventura se prometió preguntar primero la ocupación antes de acostarse con alguien y hasta el momento le había funcionado.

Sonrió como cada día a la chica que volvía de la secundaria y caminaba a la parada de autobuses que estaba cerca de donde él aparcaba su auto. No sabía ni siquiera el nombre de la niña pero un sentimiento de protección se albergó en él desde que la vio asustada esperando a que el autobús llegara. Como todos los días, se quedaba dentro del auto hasta que el autobús se detenía y la niña lo abordaba. Segundos antes de subir, la chica giraba y se despedía con una inclinación y una sonrisa.

—Hasta luego, niña —susurró al ver el camión avanzar y solo entonces pudo respirar tranquilo.

—Preparé unos deliciosos panes de nata —anunció la mujer a través de la llamada que había vuelto a su curso. Fingió no escuchar lo que su hijo había dicho aunque supiera a quién se refería.

Semanas atrás Hoseok le había hablado de la niña y ella misma lo felicitó por la pequeña pero significativa acción que hacía por la pequeña.

—¿Solo eso preparaste? —enarcó una ceja activando el altavoz.

La mujer tarareó recordando todo lo que había preparado para su hermoso conejito.

—¡Oh, lo olvidaba! —exclamó alegre. —Tu padre fue con el señor Lim y trajo cangrejos y unos camarones enormes.

—Mmh —Hoseok giró en U tomando la autopista que lo sacaría de la ciudad. —Hace mucho que no disfruto de buena comida casera.

—Tal vez si me visitaras más seguido... —dijo la mujer ofendida.

Los dos guardaron silencio, Hoseok porque le gustaba hacer enojar a su madre y la mujer porque no quería caer en provocaciones.

—¿Me esperas despierta? —preguntó con la voz más dulce que pudo.

—Sabes que si cariño —un suspiró y Myeong olvidó toda su molestia. Debería estar feliz, su hijo estaba en camino a visitarla. —Voy a cortar para que pongas atención en el camino. Maneja con cuidado y no te duermas.

Hoseok asintió sonriendo. —Si, mamá. Te amo.

—Y yo a ti, cariño.

Apagó el celular y se acomodó mejor en el asiento. Le esperaba un camino largo por recorrer y tal vez necesitaría una buena ración de café pero haría hasta lo imposible para llegar a casa.

Vio el cartel que anunciaba que estaba saliendo de la ciudad y sonrió. Tenía el tanque lleno y un día antes había llevado a revisar el auto por lo que ahora conducía despreocupado. Encendió la radió pero no subió mucho el volumen para que sus oídos se mantuvieran alerta a cualquier sonido extraño del exterior.

—Tú puedes Hoseok —se animó empuñando el volante.

La última vez que había cruzado esa carretera estaba emocionado por su nueva vida en la ciudad que no se detuvo ni una sola vez, y ahora pretendía hacer lo mismo. Necesitaba llegar cuanto antes a los brazos de su madre.


↫↫


—¡Tú tienes la culpa! —exclamó golpeando el volante.

Hyungwon negó sosteniendo su cabeza con las manos. Byeol no había dejado de repetirle que él tenía la culpa. Diez minutos de haber salido de la fiesta y el enojo de su pareja no cesaba.

—¿¡Por qué!? ¿Por qué yo siempre soy el responsable de tus arranques de ira? —miró a Byeol enarcando una ceja. Sus enormes ojos estaban rojos por las lágrimas que luchaban por salir. —¡Hazte responsable una maldita vez!

Byeol rió pisando con fuerza el acelerador.

—¡TU ERES QUIÉN ME PROVOCA! —gritó exasperado. —Te gusta tener la atención de todos. ¡No me respetas!

—SI LO HAGO — Hyungwon enterró sus dedos en los muslos para calmar el temblor de sus manos. Siseó cerrando los ojos con fuerza. Deseaba que al volver a abrirlos estuviera en un mejor lugar, en los brazos de su madre recibiendo todo el amor que ella tenía para dar. —Yo te quiero y jamás haría algo para lastimarte o a tu estúpido orgullo.

El mayor frenó de golpe consiguiendo que Hyungwon golpeara su frente. Cegado por su enojo no le importó que Won estuviera sangrando, simplemente volvió a poner el auto en marcha.

—Antes decías que me amabas —sonrió con los labios en una línea delgada. —En cambio ahora... solo me quieres ¿Estás seguro de lo que sientes por mí?

Hyungwon lo ignoró por completo. Abrió su bolso con una mano y sacó el pañuelo que Kihyun le había regalado en su último cumpleaños. A centímetros de colocarlo en la herida para detener el sangrado, sintió una presión en su muñeca y el pañuelo desapareció.

—¿¡Esto te lo dio él!? ¡Qué desfachatez! —Byeol arrojó el pañuelo por la ventana. —¡No voy a permitir que conserves los regalos de tu amante!

Sin poder contenerlo más, Hyungwon se echó a llorar.

—¡ERES UN IDIOTA!

—¡CIERRA LA PUTA BOCA! —Byeol cogió un buen puñado de cabello oscuro jalando con fuerza. Sin despegar la mirada de la autopista trataba de acercar a Hyungwon, quién asustado luchaba por liberarse. —¡YA ME TIENES HARTO!

Las lágrimas gruesas resbalaban de los hermosos ojos grandes. El corazón de Hyungwon latía violentamente y su respiración era entrecortada. Estiraba sus brazos lo más que podía para intentar sostenerse de la puerta del automóvil pero Byeol cada vez incrementaba la fuerza en el agarre.

Los insultos a gritos llenaban sus oídos intensificando la horrible sensación de terror que crecía en su pecho. Había pensado en irse con Byeol antes de que se enfadara, de verdad, apaciguaría las cosas. Que equivocado estaba.

—D-déjame .... por f-favor —suplicó tomando la mano que lo sujetaba con fiereza.

Byeol hizo caso de inmediato. Sin embargo, al soltarlo empujó al delgado por el hombro y la herida que todavía no sanaba, se hizo más grande con el nuevo golpe.

—Eres tan torpe —murmuró Byeol cuando Hyungwon apartó la frente del vidrio.

El menor sorbió su nariz recogiendo su bolso que había caído entre sus piernas.

—Si todos esos hombres con los que te enredas supieran lo inútil que eres fuera de la cama —los labios delgados de Byeol se curvaron en una sonrisa soberbia —... no tendrías a nadie detrás de ti.

Hyungwon decidió guardar silencio por lo que restaba del camino. Tan pronto estuvieran en la ciudad haría hasta lo imposible por escapar de su novio. En la noche y en una carretera desolada no tendría oportunidad con Byeol. Su tamaño, altura y fuerza era demasiado para el flacucho cuerpo de Hyungwon.

—Soy el único que puede contigo, Hyungwon —dijo apretando con fuerza la mejilla de Won. —Una simple cara bonita sin futuro en la vida. Eres igual a tu madre, una prostituta...

—¿Yo soy el inútil? Si mal no recuerdo, soy quién paga las cuentas del departamento —exclamó harto de las ofensas. Byeol podía ser su novio y decir todo lo malo que se le viniera en mente pero a su madre no debía ni mencionarla.

Byeol encogió los hombros.

—Es lo menos que debes hacer, después de todo cuido tu feo trasero.

Hyungwon rió aplicando más presión en su frente. Quizás la pérdida de sangre le estaba afectando o el hecho de ver el honor de su madre pisoteado le daba valor suficiente para responderle al canalla que tenía como novio.

—De lo único que me proteges es de las arañas que hay en el baño —exclamó quitándose la cadena que el mayor le había regalado, que curiosamente tenía el nombre de Byeol, como si Hyungwon fuera de su propiedad. —¡YO HAGO TODO LO DEMÁS!

—No me grites —gruñó Byeol.

—Mi madre tenía razón —Hyungwon suspiró tallando sus ojos con fuerza. —No eres nada más que un vividor obsesionado con el control. ¡CONTROLAS HASTA LO QUE COMO!

Byeol lo abofeteó pero ni la fuerza del golpe logró callar a Hyungwon. Todos tenían un límite y Hyungwon había rebasado el suyo.

—Estoy cansado de ti. De tus celos, de tus insultos, tus golpes ¡De todo! —llorando Hyungwon gritaba todo lo que llevaba guardado desde meses atrás. —No quiero seguir más contigo. Nuestra relación no tiene futuro... más bien nunca lo tuvo.

—¿Q-qué estás diciendo?

El automóvil atravesó la primera curva a una velocidad superior al límite pero con suerte se mantuvo dentro de la estrecha carretera.

—Tenía la esperanza de qué cambiaras —comentó Hyungwon sin mirarlo. —Y lo hiciste. Pero para mal. Te encargaste de matar todo el amor que un día te tuve... volviste imposible la convivencia contigo, tus ofensas son cada vez mayor —Hyungwon sacudió la cabeza negando. —Justo hace un momento ofendiste a mi madre y a su trabajo.

—¡Era una pu...!

En está ocasión, el golpe fue dado por Hyungwon.

—No voy a permitir que ensucien su nombre dos veces —amenazó con las manos empuñadas. —Ella era modelo y la mejor de todas. Jamás ha estado con otro hombre que no haya sido mi padre.

—O es lo que les hizo creer —murmuró con frialdad.

—Detén el auto.

—No.

—Detén el auto, Choi Byeol.

El aludido aceleró sin prestar más atención a las exigencias de su menor.

—¡PARA! —Hyungwon sujetó el brazo de Byeol para que quitara las manos del volante pero éste lo empujaba con el hombro.

Los gritos y el forcejeo subieron de intensidad.

—¡Deja de jugar! —Hyungwon se cansó de intentar detenerlo. Miró a un costado y siguió la primera idea que le vino a la cabeza.

Con el auto en movimiento, Hyungwon tomó su abrigo para cubrirse con él cuando se lanzara del auto. Byeol leyó sus intenciones y lo cogió por el cabello.

—NO ME VAS A DEJAR.

Está vez no pensaba dejarse dominar por Byeol y comenzó a luchar.

La lluvia había mojado la carretera horas antes y debido a las bajas temperaturas aún no se secaba. Era casi imposible mantener el control del vehículo en esas condiciones y Byeol complicaba aún más las cosas pues no dejaba de pisar el acelerador.

—¡NOS VAS A MATAR!

—¡Es tu culpa, imbécil!

La luz de la luna iluminaba la olvidada carretera, misma que recibía el apoyo de los faroles del automóvil que se acercaba a velocidad moderada a la disputa que protagonizaba Hyungwon y su pareja.

Un golpe seco y las llantas chirriaron rompiendo con la calma que reinaba en la hermosa noche.

Y al fin el accidente inesperado,
el golpe oscuro de la desventura,
el ciego encontronazo,
la segura clara certeza de que te han matado.

El tiempo recorrido,
el resbalado de la vida entramada a la locura,
la noche abierta,
el cielo sin mesura,
con la certeza de que te han matado.

Venir del aire, el mar, de los jardines,
de atravesar dichoso los confines,
y siempre en vilo al alba confiado.
Verterse en tierra,
ya vencido el viento,

entrando al cotidiano pavimento
con la certeza de que te han matado.

↫↫


Cuando das vuelta dentro de un automóvil el tiempo es muy corto como para pensar muchas cosas. Al impactar contra el suelo lo único que viene a tu mente es la muerte.

Tu sangre corre a una velocidad impresionante y todos tus sentidos se encuentran desorbitados. Los ojos pelean contra los párpados para que puedas ver y tus oídos producen ese agudo sonido que te impide escuchar lo que pasa a tu alrededor.

Tu cerebro entra en una lucha interna para enviar las señales correctas a tu cuerpo y así poder mover, al menos, los dedos de los pies. Y es ahí cuando tu corazón se detiene momentáneamente.

Creer estar viviendo un sueño es mucho mejor que afrontar la realidad. Una realidad que duele y de la cual solo quieres desaparecer.

Sus mejillas humedecidas por las constantes lágrimas que habían salido de sus preciosos ojos durante todo el viaje. Las gotas saladas se mezclaron con el líquido rojo que escurría de su frente y nariz creando un desastre en su bello rostro.

Hyungwon entreabrió los ojos y no pudo ver nada.

—¿B-Byeol?

Incluso en la desgracia pensaba en el maldito que había acabado con su libertad y tranquilidad.

El silencio a su alrededor llenó de terror su corazón. Obligándose a sí mismo, abrió los ojos tardando un par de segundos en poder enfocarse.

—¿A-ah?

Todo estaba muy oscuro pero la tenue luz de la luna le permitía ver el parabrisas destrozado y una gran pared de piedra frente a él. No sabía con precisión pero estaba seguro que era un tronco lo que aplastaba el cofre del vehículo.

—¡Ay! —gritó mirando su reflejo en el espejo retrovisor que colgaba de un hilo cerca de él.

El dolor en las costillas se incrementó al respirar y el de su cuello era tan fuerte que lo obligaba a empuñar las manos para no gritar. Quería mirar a un lado y corroborar el estado de Byeol pero incluso mover la cabeza era un martirio.

—Esto no es lo que tenía planeado —murmuró recargando la cabeza en el asiento. —Si morimos...será tu culpa, Byeol.

Cerró los ojos rompiendo la calma con su incesante llanto. Tal vez las heridas, la discusión o la situación en general, no sabía por qué pero él estaba llorando.

I want to give up, just want to give up...

Sus oídos se agudizaron y logró escuchar ruidos en el exterior. No quería mirar y darse cuenta que todo era parte de su imaginación, estaba en la carretera que conducía a un pueblo pequeño y la cual no era tan transitada por lo que era casi imposible que alguien corriera a su auxilio.

—¿H-hola? ¿Hay a-alguien ahí?

Esa voz...

Varonil pero a la misma vez amable. El tartamudeo no iba acordé al timbre de voz. Era como si un gran hombre musculoso se hubiera fusionado con un débil muchacho temeroso. Ni en sus sueños más locos Byeol le hablaría así. Las únicas veces en que recibió un trato digno fue en las primeras semanas de noviazgo y durante los días de cortejo.

Detuvo sus divagaciones cuando tocaron la puerta del vehículo, lo cual agradecía Hyungwon pues los vidrios de la ventanilla estaban a un soplo de caer sobre él.

—Hola amigo ¿Cómo te encuentras? ¿Puedes escucharme? —Con ojos de cachorro el hombre miraba preocupado a Hyungwon en espera de una respuesta.

Los grandes ojos de Hyungwon lo enfocaron y su labio inferior se abultó en un pequeño puchero. En verdad volvería a llorar. Después de todo, un buen hombre había ido a su rescate.

—A-ah... y-yo —Hyungwon pasó saliva para refrescar su garganta y poder hablar más claro. Movió su mano pero pronto se dio cuenta que estaba parcialmente cubierta por diminutos trozos de vidrio y entonces gritó aterrado.

—¡Hey, amigo! —El desconocido intentó abrir la puerta pero las ramas que sobresalen del vehículo se lo impedían. —Tranquilo, no grites. Voy a sacarte de aquí.

Ignorando las heridas en su brazo y frente, reunió toda su fuerza y empezó a cortar las ramas lo mejor que podía para despejar el espacio y poder abrir la puerta.

—¿Cómo te llamas? —preguntó lanzando una rama hacia un lado.

—H-hyungwon.

El pálido asintió sonriendo. —Muy bien, Hyungwon. Un árbol cayó sobre el carro y las ramas me impiden abrir la puerta. ¿Podrías esperar un poco más?

Hyungwon afirmó levemente con la cabeza.

—¿Y-y tú?

—¿Mmh? —el hombre apenas lo miró pues estaba empeñado en liberar al chico.

—Tu nombre.

La tierna sonrisa que cubrió la parte inferior del perfecto rostro distrajo a Hyungwon del dolor. ¿Era posible que alguien sonriera en un momento cómo ese? Por supuesto, aquél hombre podía.

—Lee Hoseok —exclamó con su voz amable, que era un descanso para los oídos de Hyungwon. —Pero todos me conocen como Wonho.

Hyungwon dejó salir un risita. Relamió su labio inferior y estiró los dedos de su mano herida.

—Me la pasaba protegiendo a los niños de grados menores cuando estaba en el preescolar y una maestra me puso ese apodo —explicó abriendo la puerta.

Hoseok sonrió triunfante. Sin embargo, la sonrisa no duró mucho. Con pena, el gesto tierno desapareció cambiando por una delgada línea formada con los labios y un ceño fruncido. Hyungwon quiso mirar hacia abajo para ver lo que preocupaba a Hoseok pero éste se lo impidió sosteniendo su mentón con una mano.

El camino frío se volvió hermosos a la vez.

—Si bajas la cabeza te dolerá aún más el cuello —murmuró acariciándole levemente con el pulgar.

Hyungwon suspiró obedeciendo y volviendo a su posición anterior.

—¿Hay alguien más contigo? —Para ese punto Wonho ya se había puesto de pie para rodear el vehículo y obtener la respuesta a su pregunta él mismo.

Una rama había atravesado el parabrisas insertándose en el pecho de Byeol. No hacía falta comprobar los signos vitales para saber el estado del acompañante de Hyungwon. Ahora Hoseok sabía de donde provenía los vidrios que estaban en la mano de Hyungwon.

Curioso por el silencio de Hoseok, Won giró hacia el costado descubriendo con horror la escena a solo centímetros de él.

—¡NO! ¡BYEOL! —ignorando el dolor en su cuello y su mano herida, Hyungwon se volvió hacia Byeol sacudiendo su cuerpo con desespero.

—Hyungwon, tranquilo —Hoseok corrió volviendo con el menor para intentar controlarlo y evitar que se hiciera más daño.

La sangre comenzó a escurrir hacia las manos de Hyungwon y ni eso le impidió seguir sacudiendo el cuerpo inerte de Byeol. Asustado daba palmaditas en las frías mejillas mientras su boca se desgastaba en gritos de auxilio.

De pronto empezó a sentirse mal, como si algo se hubiera atorado en su garganta impidiéndole respirar, en cualquier caso el proceso se fue agudizando de tal manera que el pánico empezó a apoderarse de Hyungwon. No le tenía especial miedo a la muerte pero en ese momento su mente dejó de funcionar con normalidad y sólo experimentaba un miedo intenso. Su corazón latía desenfrenado y un ligero hormigueo se apoderó de sus manos.

—¡Despierta!¡Por favor! —Hyungwon empuñó una de sus manos y con ella golpeó el hombro de Byeol. El cuerpo se sacudió debido al movimiento más no hubo respuesta. —¡Deja de jugar!

—Hyungwon —lo llamó Hoseok tocando su hombro.

A pesar del daño que Byeol le hizo en los meses que duraron como pareja, Hyungwon nunca le deseó ningún mal. Su corazón le impedía odiarlo. Era un ser humano y como todos, merecía el perdón. Rogaba regresar el tiempo para no subir al auto o detener la pelea desde el primer momento que comenzó. Estaba cansado de los maltratos de Choi Byeol pero la forma en que todo había terminado... no era la mejor.

Y aun cerrando los ojos podía escuchar su voz. Las noches que se durmió esperando su regreso, cayeron a su presente al igual que los buenos recuerdos. Las risas que compartieron. Los besos escondidos en la tranquilidad de lo que era su hogar. Cada día que pasó junto a él ocupaban una gran parte de su memoria y por más que quisiera, no olvidaría ni un solo momento.

Hyungwon se alejó lentamente con las manos de Wonho ayudándolo. Ya nada podía hacer. Byeol se había ido para siempre.

—Te perdono —susurró en medio de ahogados sollozos. —Descansa, cariño.

Hoseok lo envolvió en sus brazos acariciando su cabello. Hizo uso de su gran tamaño y fuerza para arropar el delgado cuerpo tembloroso para así, no ver más al cuerpo inerte. Hyungwon murmuraba en medio del llanto y de vez en cuando sacudía la cabeza, negando. La situación, en general, era difícil de creer. Él no conocía a ninguno de los chicos pero eso no le impedía sentir la emoción a flor de piel.

La característica principal de Wonho era la empatía. Como anteriormente había dicho, su labor en la vida era proteger a los demás, aunque no los conociera. De joven, quiso estudiar medicina pero la sensibilidad que poseía le impedía manejar la seriedad y frialdad que identificaban a los doctores. No exageraba, pero estaba seguro de que se pondría a llorar con el paciente o de mera desesperación. Todavía se preguntaba cómo no se había vuelto loco en tal situación. Hyungwon tenía sus piernas atrapadas y sería difícil sacarlo de ahí sin lastimarlo, además del chico fallecido a menos de un metro de distancia.

Poco a poco Hyungwon encontró la calma y su cuerpo dejó de temblar. Y solo entonces, Hoseok lo soltó. Con cuidado lo devolvió a su posición anterior mientras pensaba qué hacer para sacarlo de ahí.

Hyungwon estaba con la mirada perdida. Ya no había más lágrimas en él. Al final, sus ojos estaban secos pero su corazón continuaba destrozado.

Los minutos pasaban y el silencio era la mejor compañía.

—Ya no me hará más daño —murmuró fijando la mirada en la gran pared de piedra que cubría el frente. —Ni yo a él.

Wonho desvió la mirada hacia su brazo que ya no dolía como antes.

—Debes tener frío —dijo quitándose el saco gris. Pensaba ignorar lo último que había dicho el bello hombre para no abrir, aún más, su herida. —No sé mucho de moda pero espero que mi blazer no arruine tu magnífico estilo —bromeó, aligerando el ambiente tenso.

Las grandes manos de Hoseok extendieron el blazer cubriendo el pecho del menor. Hyungwon se quedó quieto observando apenado el gesto amable de Wonho. Si su temperatura corporal no fuera tan baja probablemente sus mejillas se hubieran coloreado y estaría compitiendo contra el rojo de las cerezas.

—Bonita camisa —comentó Hoseok poniéndose de cuclillas a un lado de Won. —¿Azul...?

—Cobalto —murmuró Hyungwon frunciendo los labios. Una gota de sudor había caído en su ojo provocando un ligero ardor.

Ardor que no se comparaba en nada con el dolor creciente en su alma.

Hoseok miró su camisa. Era un regalo de Sehun después de haberle ayudado con la presentación para el proyecto de sistematización de recursos del nivel tres de la empresa para la que ambos laboraban. Tres largas noches frente a la computadora para demostrar sus capacidades en el mundo de las finanzas habían válido para portar una camisa tan costosa que con suerte podía adquirir con dos meses de sueldo.

Quitándose la camisa le pedía perdón, mentalmente, a su amigo por destrozar su valioso regalo. Tiró de una de las mangas y el trozo de tela lo acercó a la mano de Hyungwon para quitar los restos de cristal y limpiar la sangre.

—¡Asshh! —mordiendo su labio inferior, Hyungwon evitaba soltar alaridos de dolor.

Ya no tenía miedo de mirar a su costado, pues Hoseok había tenido la brillante idea de cubrir el cuerpo sin vida de Byeol con la gabardina de Hyungwon.

—Creo que me dolía menos cuando los tenía...

Hoseok sacudió la cabeza riendo.

—Lo siento pero es mejor que limpie la herida o tendrás una infección nada bonita.

Las manos de Wonho se desplazaron hacia arriba para secar el sudor de la cara y limpiar el rastro de sangre. Con cada gesto que Hyungwon hacía soltaba una tierna risa. No era el momento para tomarse atribuciones por lo que juntaba toda su fuerza de voluntad para no pellizcar la linda nariz de Hyungwon.

—Vaya, la sangre de tu frente se secó más rápido que la de la nariz —Hoseok frunció el ceño sorprendido.

No era doctor ni enfermero pero estaba claro que algunas heridas de Hyungwon estaban hechas con anterioridad. De pronto recordó las palabras del muchacho. Ya no me harás más daño ¿Acaso su novio lo golpeaba? ¿El accidente fue provocado por el otro hombre? No, no sacaría conclusiones apresuradas por una mera herida en la frente.

—Extraño ¿No? —dijo Hyungwon desviando la mirada.

El pálido asintió ligeramente. Amarró su corbata en la mano de Hyungwon como un vendaje y la dejó descansar sobre el muslo del chico.

—¿Cómo me encontraste? —la nariz de Hyungwon se arrugó y sus dientes apretaron su labio inferior con demasiada fuerza haciéndolo sangrar. —Estúpidas piernas ¡No me responden!

Hoseok se levantó apresurado.

—No te muevas, puedes hacerte daño.

Hyungwon negó.

—Sácame de aquí, por favor —pidió asustado.

La cabeza de Hoseok se sacudió negando. En verdad quería ayudarlo pero no sabía cómo y el olor de la sangre comenzaba a incomodar.

—Voy a intentarlo —anunció levantándose. —Pero debes saber que no será fácil pero sí doloroso.

—Bien. Puedo soportarlo.

Hoseok corrió colina arriba en busca de las herramientas que siempre llevaba en la cajuela, en caso de que necesitara cambiar alguna llanta. No tenía mucho para utilizar pero encontraría la manera de sacar a Hyungwon, antes que el auto decidiera seguir bajando por la pendiente hasta caer al barranco.

Descartó esa idea. Él no era pesimista y no pensaba serlo en aquel momento. Cogió la lámpara y olvidando el dolor en su hombro, se echó la maleta al hombro y volvió junto a Hyungwon.

El muchacho parecía asustado, pues estando a unos metros de distancia pudo oír como lo llamaba desesperadamente. Una sonrisa triste se plantó en el rostro de Hoseok. El pobre muchacho había perdido a su pareja de una horrible manera y aun seguía atrapado junto al inerte cuerpo.

—Agh —Hoseok arrugó el ceño. Con el problema del chico no le estaba dando importancia a sus propias heridas y su cuerpo lo mantenían al pendiente. Sacaría a Hyungwon del auto y luego se dedicaría a pensar en él.

Hyungwon lo miró con una sonrisa triste.

—Lo siento mucho —susurró tragando con dificultad. Sentía su garganta cada vez más seca.

Hoseok lo miró de reojo sacando la barreta del bolso de herramientas. Hizo un movimiento no calculado y un grito salió de lo profundo de su pecho. Hyungwon saltó en el asiento asustado buscando el origen del dolor de Hoseok pero solo lo vio sosteniendo su hombro con una mano mientras susurraba muy bajito haciendo difícil escuchar sus quejas.

—¿E-estás bien? —quiso girar su cabeza pero las punzadas, directas a los tendones, le impedían moverse con fluidez.

Con una sonrisa forzada, el pálido asintió. —No te preocupes por mí. Procura no moverte hasta que te lo pida.

—Es mi culpa.

Hoseok se detuvo a medio metro de llegar a la rama que aplastaba el cofre del automóvil.

—¿Mmmh?

Hyungwon sonrió dejando resbalar lágrimas gruesas por sus mejillas rechonchas.

—Yo lo hice enojar —habló en medio de los sollozos. —Él estaba tan furioso y yo solo contribuí a incrementar su enojo. Solo quería divertirme con mis amigos.

—Hey, no.

Hoseok dejó la barreta en el suelo apresurando sus pasos para volver con Hyungwon. Metió medio cuerpo al auto y enredó sus brazos, lo mejor que pudo, abrazándolo. Sostuvo la cabeza del chico mientras lloraba desconsolado apretando sus manos en puños. De haber tenido la camisa puesta Hyungwon hubiera empuñado la prenda como una técnica para manejar su impotencia. Sin embargo, el contacto de la piel caliente de Hoseok llamó su atención, pues no recordaba la desnudez del torso ajeno. Su llanto se aligeró gracias a la vergüenza que se apoderó de él al rozar sus dedos con el, ahora descubierto, abdomen marcado.

—Tu no tienes la culpa —susurró peinando los mechones oscuros. —Los accidentes pasan y nadie está preparado para ellos.

Hyungwon asintió deshaciendo el abrazo lentamente.

—Hay mucho más que eso —dijo sosteniendo la mano de Hoseok que se le había ofrecido gentilmente.

—No importa si no quieres contarme.

Won sonrió.

—Gracias. Gracias por estar aquí aun sabiendo que soy el responsable de todo lo que pasó.

"Porque en cualquier momento o lugar yo sería tu escudo"

—Silencio —pidió saliendo del auto. Besó el dorso de la mano contraria y sonrió. —Él o los responsables es irrelevante en este momento, lo primordial es liberarte.

El tronco tenía como mínimo cincuenta centímetros de circunferencia y a juzgar por el espacio que cubría al frente, rebasaba el metro de altura. No sería sencillo moverlo. El primer factor que complicaba la operación era el tronco pues había caído en diagonal con una rama atravesando el parabrisas que le arrancó la vida al acompañante del lindo chico asustadizo. El segundo, la pared alta formada por una roca gigante cubierta, parcialmente, de tierra y arbustos que sí caían hacia al auto terminarían por aplastarlo.

—Necesito aligerar el peso en el lado de Hyungwon —murmuró limpiando el sudor de sus manos en el pantalón.

Hoseok no solía sudar tanto a excepción de cuando hacía ejercicio pero en momentos de estrés, desesperación o miedo sus manos se volvían una fuente inagotable de sudor.

—No te esfuerces —habló Hyungwon intentando por su cuenta mover sus piernas. —Déjame aquí, mejor busca ayuda para ti..

Un gruñido se oyó al frente y Hyungwon casi sonríe.

—Tus facciones me confirman que no sobrepasas los veinticinco —dijo mirándolo sobre su hombro. —Así que guarda silencio y espera a que tu hyung te libere.

—Eres bastante tierno.

Hoseok asintió con una linda sonrisa.

—Lo soy.

Estudió su alrededor para ver que podía utilizar y entonces recordó que había visto unos troncos cortados cuando venía de regreso. Sonrió hacia Hyungwon y se fue en busca de los troncos, a los pocos minutos volvió rodando los leños tarareando una canción.

—Tienes una voz hermosa —comentó Hyungwon presionando el trozo de tela de la camisa de Hoseok sobre la herida de su frente.

—¿Tú crees?

Won asintió ligeramente.

—Sin movimientos bruscos —ordenó.

Cantando un poco más fuerte empezó a estibar los troncos lo más posible para poner el gato hidráulico. No necesitaba quitar el tronco por completo porque corría el riesgo de golpear la roca y provocar un derrumbe sobre el auto, con unos diez o quince centímetros que levantara el tronco lograría aminorar la presión.

Terminó de apilar los troncos y acomodó el gato hidráulico. Preparó todo para la operación principal. Escaló el auto siendo lo más cuidadoso posible y amarró dos sogas en él mismas que conectó al árbol más cercano. Si su plan inicial, que era levantar el árbol con el gato, al menos mantendría al tronco en su lugar.

—Escúchame —pidió colocándose en cuclillas junto a Won. —Voy a levantar el tronco y cuando te diga mueves tus piernas lo más que puedas hasta liberarlas.

Hyungwon miró sus piernas con horror.

—¿Y si no...

—Shhh —Hoseok puso un dedo sobre sus dedos y sonrió. —Intenta mover tus pies aunque no quedes libre, yo haré el resto.

—Ok. Lo haré —sonrió irguiendo su espalda.

El hombre de piel pálida inhaló profundamente antes de caminar. Tomó la manivela e inició a bombear el fluido. Al darse cuenta que su plan no funcionaba tan bien, corrió hacia el otro lado para soltar las cuerdas y acomodarlas de tal modo que creó un sistema de polea. Hyungwon seguía con la mirada cada uno de sus movimientos sintiendo pena al verlo correr de un lado a otro entre maniobrando el gato y jalando las poleas.

—¿Qué tal la presión? —gritó jalando una de las sogas.

Hyungwon intentó mover sus piernas y casi lloraba de emoción. Todavía no podía salir del todo pero la sensibilidad estaba volviendo.

—E-está funcionando.

—¡Bien! —gritó extasiado. —Un poco más e iré por ti.

Unos bombeos más con la manivela y el árbol partido se levantó lo suficiente. Las llantas volvieron a su altura normal y esa fue la señal para Hoseok. El pelinegro corrió hacia Hyungwon. Necesitaba hacer todo tan rápido antes que el gato perdiera estabilidad y así lo hizo.

—Voy a recorrer el asiento hacia atrás —anunció buscando las palancas con lámpara que guardaba en el bolsillo.

—Está bien.

La vista se le nubló y un zumbido se formó. Odiaba esa sensación y era el peor momento para tenerla, aun así no le dio importancia. Echó sus brazos al cuello de Hoseok haciendo su cuerpo más flojo, pues era la única manera en que podía ayudar al mayor. Un mareo se apoderó de él mismo que lo obligó a cerrar los ojos por un instante pero al abrirlos, se encontró fuera del auto. En los brazos de Hoseok.

"Tú que me devolviste al mundo"

—Estás a salvo —susurró con una pequeña sonrisa.

—Gracias. 

↫↫


Las enfermeras secaban las gotas de sudor que cubrían las frentes de los dos especialistas que jugaban, una vez más, sus carreras en la mesa de cirugía. Las radiografías no eran prometedoras pero no perdían la esperanza y lo hicieron saber manteniéndose firmes dentro del quirófano.

El hombre era joven comparado con los últimos pacientes a los que les habían salvado la vida. Por fortuna, el joven de cabellos negros no luchaba entre la vida y la muerte pero la situación de sus piernas era compleja y la posibilidad de caminar se volvía nula con el paso de los minutos.

Más de cuatro horas en la sala de cirugías y la incertidumbre no se disipaba. Sus amigos recibieron la llamada de emergencias cerca de las doce de la noche y sin perder tiempo corrieron al hospital. Entre lágrimas pedían información de su amigo y solo el hombre pálido, sentado en la sala de espera con un brazo vendado y sangre en su camisa, pudo darles noticias.

—Él está bien —aseguró haciendo una mueca de dolor. —Es mucho más fuerte de lo que se imaginan.

No se detuvieron siquiera a darle las gracias pues se fueron detrás de un doctor para conseguir información completa. La espera se hizo eterna y los reclamos de los padres de Byeol no la hicieron más amena. Por suerte, no tardaron mucho tiempo ahí y se fueron tan pronto les entregaron el cuerpo sin vida de su hijo.

Lloraron a mares al ver pasar la camilla con Hyungwon. Su rostro estaba casi irreconocible por la cantidad de vendas que cubrían su cara y cabeza y por el grueso collarín. Esperaron un poco más antes de entrar a la habitación y una vez ahí, se negaron a abandonarlo con el miedo de perderlo definitivamente.

—No debí dejarlo ir —murmuró Kihyun acariciando la mejilla pálida de su mejor amigo. Un nudo se formó en su garganta y ni carraspear le funcionaba para deshacerlo.

Minhyuk negó con la mirada perdida en la ventana de la habitación.

Los primeros rayos del sol comenzaban a salir amenazando con ser un hermoso día. Al menos no para quienes resguardaban a sus familiares en las frías y blancas habitaciones del hospital.

—Si Hyungwon está ahí es por mi culpa —dijo mirando sobre su hombro al delgado cuerpo cubierto de vendas. —Él me aseguró que no podía ir a mi fiesta y yo lo obligué a asistir.

Chang resopló abandonando el sillón de un salto.

—¿Son idiotas o solo lo hacen para entretenerse?

Kihyun lo fulminó con la mirada pero Minhyuk lo ignoró.

—Ninguno tiene la culpa de lo que le pasó a hyung —dijo serio. —Si existe alguien a quién debemos culpar... desgraciadamente ya no existe y no podemos hacer algo al respecto.

—Eso no borra nuestra culpabilidad —agregó Joo.

El menor del grupo lo observó fastidiado.

—Por favor, Joo. No empieces tú también.

Joo sonrió.

—Todos éramos conscientes del sufrimiento de Hyungwon y nadie hacía nada —habló levantándose de la silla. —Las ojeras, los ojos irritados, el excesivo maquillaje, las visitas nocturnas y repentinas a nuestros hogares... sus sonrisas apagadas.

Kihyun asintió derramando gruesas lágrimas.

Jooheon tenía razón, al menos una parte. Hyungwon era reservado y jamás habló con ellos sobre lo que ocurría con Byeol. Cuando descubrían algún moretón Won se creaba toda una historia lo bastante creíble que terminaba por librarse de las preguntas. El error de ellos fue creer en todas las historias de Hyungwon y no prestar atención a lo que había debajo de esa gran sonrisa.

—Si. Fuimos unos idiotas por no salvar a nuestro amigo de ese imbécil —exclamó Changkyun. —Pero ¿De qué nos sirve culparnos ahora? ¿Eso hará que Hyungwon se recupere más rápido?

—No —respondieron al unísono.

—Entonces ¿Qué hacen lamentándose? —preguntó enarcando una ceja.

Minhyuk despeinó el cabello de Chang mientras reía.

—Eres el más pequeño pero también eres el más razonable.

Chang encogió los hombros. —Dejemos de perder el tiempo y hay que preparar lo que haremos cuando Wonnie hyung se despierte.

—Oigan —habló Joo.

Los dos mayores lo miraron y Chang movió la cabeza haciéndole saber que también lo escuchaba.

—¿Dónde está el hombre que trajo a Wonnie hyung?

—Ah —Ki miró a Minhyuk y este desvió la mirada. —No sé. No lo volví a ver después de que metieron a Hyungwon al quirófano.

Chang frunció los labios.

—Vinieron por él —murmuró. —Según escuché, lo llevaron a otro hospital porque el traumatólogo de este no se encontraba y necesitaban revisarlo completamente.

Joo asintió conforme.

—Necesitamos agradecerle —dijo Kihyun acercándose apresuradamente a la cama pues Hyungwon comenzaba a despertarse. —Buenos días, tortuguita. ¿Quieres despertar? Has dormido suficiente.

Una pequeña sonrisa se formó en el rostro de Hyungwon y ese simple gesto fue suficiente para calmar los corazones del cuarteto.

—Buenos días —dijo con la voz rasposa.

Kihyun acunó su rostro cuidando de no lastimarlo y besó su frente. —Me alegra verte despierto.

—Tenía miedo, Wonnie —susurró Minhyuk apretando la fría mano. —Pensé que te perdía.

Hyungwon sonrió entreabriendo los ojos.

—Yo les dije que solo estabas cansado pero no me creyeron —bromeó Jooheon, de pie al frente de la cama. —¿Cómo te sientes tortuguita?

—Ahora... mucho mejor.

—¿Cómo es que se ve tan guapo después de dormir varias horas seguidas? —cuestionó Chang, sentándose en el borde de la cama. —Mira tus manos, debes tener frío.

Hyungwon abrió completamente sus ojos recordando una de las frases que Hoseok le dijo cuando estaba atrapado en el auto.

Hoseok.

Hizo amago de levantarse y sus amigos se apresuraron a detenerlo.

—Wonnie, no ¿Qué haces? —Min lo sostuvo con cuidado contra el colchón. —No puedes levantarte.

—¿Necesitas algo? —preguntó Ki sujetándolo por el hombro. —Lo traeré por ti.

Hyungwon negó.

Intentó quitarse los cables y mangueras conectadas a él pero sus amigos lo detuvieron nuevamente. Cansado y atrapado entre los brazos de dos de sus amigos, gritó frustrado y muy molesto.

—¡Déjenme ir! ¡Necesito verlo! —sacudió las manos logrando que Kihyun y Minhyuk lo liberaran.

—¿A-a quién quieres ver? —habló Joo escondido detrás de Chang.

—A Hoseok.

La sala quedó en completo silencio y de no ser porque Hyungwon intentaba volver a escapar ninguno hubiera reaccionado.

—¿Quién es Hoseok? —preguntó Ki.

—El hombre que me salvó —susurró mirando sus piernas.

Ese día no supo nada más de Hoseok a excepción de lo que Jooheon había comentado y le dolía. Él pensaba que tal vez Hoseok no querría verlo nunca más después de los daños que le ocasionó. Estaba en todo su derecho. Le había hecho perder tiempo valioso porque estaba atrapado cuando Hoseok pudo buscar ayuda para él mismo pues también estaba herido. Sin embargo, una pequeña parte de él estaba alegre de saber que ese hombre había antepuesto su salud por la integridad de él.

Pasó una semana para que pudiera salir del hospital pero estuvo cuatro semanas más encerrado en el departamento de Kihyun recibiendo total atención que lo llegó a abrumar. No se le permitió asistir al velorio de Byeol y tampoco hizo el intento de ir. Cada noche, antes de dormir, hablaba al aire dándole el perdón a Byeol. Él no le debía nada a su pareja por lo que podía dormir con tranquilidad teniendo como única preocupación encontrar al hombre que lo salvó. De vez en cuando soñaba que seguía dentro del auto con Byeol a su costado desangrándose hasta morir pero entonces Hoseok aparecía y lo liberaba para luego desvanecerse en el aire.

—Es casi imposible que lo encuentres —dijo Kihyun una mañana mientras desayunaban sobre la alfombra frente al televisor.

Su amigo tenía razón pero no la suficiente para que él se rindiera.

Existían cerca de veinte Lee Hoseok en la ciudad y más de 100 en el país y si tenía que visitar a cada uno, lo haría. Lo prometió frente al espejo una mañana de octubre mientras cepillaba sus dientes.

—¿Cómo vas con tu búsqueda? —Una de las modelos más jóvenes se había acercado al mostrador por una botella de agua y sin perder la costumbre le preguntó sobre su avance.

Hyungwon frunció los labios entregando la botellita.

—Ayer visité a dos y uno murió el año pasado y el segundo acaba de casarse —suspiró recargando su cara en sus manos. —¿Crees que lo encuentre algún día?

—¿Qué tal sí él también te está buscando?

Min A era una chica hermosa, divina y sobre todo, inteligente.

—¿Lo crees? —La modelo asintió efusivamente. Won resopló volviendo a la computadora. —Entonces volveré al cabello corto.

Min A negó riendo.

—El largo te sienta fenomenal —se despidió con una sonrisa prometiendo regresar al día siguiente.

Hyungwon buscó su espejo disimuladamente para comprobar las palabras de la chica. No era mentira que se veía bastante bien pero la duda de que Hoseok no lo recordara seguía incrustada en su pecho. 

Esa misma tarde, al salir de su turno, fue a su peluquería preferida en el centro y pidió ser devuelto a su look anterior. 

—¿Estás seguro? —preguntó el hombre con las tijeras en mano. 

Hyungwon sonrió. —Si. El cabello vuelve a crecer ¿No?

—Lo hace. 

Con nostalgia vio caer sus mechones pero la esperanza de reencontrarse con Hoseok le motivaba a continuar. 


↫↫


Estaba por cumplirse dos meses desde el último momento en que vio a Hyungwon y su corazón ya no podía más con la incertidumbre. Necesitaba saber que él estaba bien. Cuando fue trasladado a un clínica creyó que al volver encontraría a Hyungwon pero todo se puso en su contra pues su madre le obligó a irse junto a ella a su casa rural. Recibió cuidados y atenciones por parte de su madre pero tan pronto estuvo bien, salió en dirección a la ciudad. Al no ser familiar directo de Hyungwon no le pudieron dar información en el hospital y tuvo que volver a su casa.

Poco a poco retomó su rutina pero ahora con una motivación más. No fue sencillo enfocarse en el trabajo con el nombre de Hyungwon rebotando en su cabeza pero se obligaba a olvidarlo. De algún modo tenía que hacerlo.

—¿Y qué le voy a decir? —sacudió la cabeza dejando el celular en la cama.

Muchas veces había intentado llamar al número del chico de hoyuelos que decía ser amigo de Hyungwon. Sin embargo, todo valor se desvanecía al mirar el icono de llamada. No estaba del todo seguro que el número fuera real y no quería quedar como un tonto pero de no ser falso ¿Qué se supone que le diría al chico? ¿Qué si lo tomaba como un loco? O peor aún, que Hyungwon no lo recuerde.

—No pierdes nada con intentar.

Hoseok negó guardando su celular en el bolsillo de la chaqueta.

—¿Terminaste el informe?

Sehun bufó. —Aquí tienes.

La sonrisa que Hoseok le dio solo destruyó la paciencia de Sehun. Jaló la silla de Hoseok hacia atrás y sobre los anchos hombros puso sus manos.

—¿Qué sucede contigo? —Sehun enarcó una ceja. Hoseok desvió la mirada encogiéndose de hombros. —No pareces ser el Hoseok que conozco. ¿Dónde quedó tu seguridad? ¿Tu optimismo? ¿Desde cuándo rendirse se volvió tan fácil para ti?

—No lo sé...

Sehun suspiró. Liberó a Hoseok sentándose en el esquina del escritorio. —Hay miles de personas allá afuera que se morirían por tener una cita contigo.

Hoseok arrugó la nariz. —No quiero a nadie más.

—Solo a Hyunwoon —declaró sonriendo de lado.

—Su nombre es Hyungwon —Hoseok cruzó sus brazos a la altura de su pecho y frunció el ceño y casi logra intimidar a Sehun. Casi. —Chae Hyung Won. Repitelo.

Sehun rodó los ojos.

—No importa como se llame el chico, lo importante es que tengas el valor suficiente para llamar a su amigo y pedirle que te comunique con...

—Hyungwon.

Sehun sonrió. —Bien, Hyungwon —levantó el teléfono buscando el número y lo dejó en manos de Hoseok. —Puedes pasar toda la tarde pensando en que pasaría si... O arreglándote para una cita con el chico. Tu decides.

Hoseok refunfuñó tomando el celular. Marcó al número y esperó un par de segundos antes de escuchar una voz melodiosa, no como la de Hyungwon, y bastante energética.

—Hey, ¿Quién habla?

El pálido respiró profundamente. —Hola. Soy Hoseok... El hombre que ayudó a tu amigo Hyungwon en el accidente hace unos meses.

Hubo un largo silencio y Hoseok creyó que el chico le había colgado pero al comprobarlo escuchó la voz del muchacho nuevamente.

—Oh si, te recuerdo —Joo sonrió a pesar que Hoseok no podía verlo. —Muchas gracias por eso. Mis amigos y yo no tuvimos oportunidad para agradecerte lo que hiciste por Wonnie....

Wonnie.

... pensé que te había dado mi número mal y también me golpeé por ser tan estúpido y no pedirte tu teléfono —el chico hablaba demasiado rápido y Hoseok apenas y podía entenderlo.

Bastó con un par de minutos para que Hoseok estuviera al tanto de toda la vida de Hyungwon después del accidente. No dejo de sonreír en ningún momento mientras Jooheon le contó, a detalle, acerca de la intensa búsqueda que Hyungwon inició al salir del hospital. Su corazón estaba tranquilo, el hermoso hombre no lo había olvidado y además, lo estaba buscando.

—Muchas gracias, Jooheon —se despidió del chico con el corazón acelerado.
—¿Y bien? —Sehun bajó la revista que había buscado mientras escuchaba la conversación de Hoseok.

Hoseok se levantó de un salto apagando la computadora y recorriendo sus cosas.

—Él me está buscando —fue todo lo que dijo. Tomó su chaqueta y salió disparado de la oficina.

No tenía un gran plan en concreto pero haría su mayor esfuerzo por sorprender a Hyungwon. Tendría que hacer unas paradas antes pero le serviría para calmarse o arruinaría todo y era lo que menos quería. Ya podía verse corriendo hacia Hyungwon gritando como loco lo mucho que lo extrañó y a Hyungwon escondiéndose de lo asustando que estaba.

No. No iba a asustar a Hyungwon.

Iba a tranquilizarse y llegar hasta Hyungwon sin expresar su ansiedad.

↫↫



Faltaba poco menos de una hora para que el gimnasio se llenara de hermosos cuerpos paseando con elegancia entre las máquinas. Hyungwon sentía pena por todos esos jóvenes que desgastaban sus delicados cuerpos con largas jornadas de trabajo para después encerrarse dos horas haciendo ejercicios pesados. Le había tocado asistir a varios chicos que llegaban en estados deplorables y todavía no levantaban ni una pesa. En más de una ocasión pensó en implementar un servicio médico básico en las instalaciones además de un spa pero dudaba que el dueño le importara la salud de las celebridades, así que él hacía todo lo posible por aligerarles la carga con un momento de charla o los consentía como sí todos fueran sus pequeños hijos.

—No puedo aceptarlo, oppa —la chica rechazó el helado aunque sus ojos brillaran y su estómago rugiera. —Estoy a unos días de que inicien las grabaciones y no quiero estar como un globo.

Hyungwon asintió, triste. —Lo entiendo.

Se dio la vuelta guardando el bote de helado en el pequeño refrigerador pero regresó con su lonchera.

—Al menos come algo —pidió entregándole la lonchera a la actriz. —No has comido nada y si entras allá vas a terminar en el piso muy pronto.

La chica formó un puchero y Hyungwon sonrió.

—¡Muchas gracias Oppa!

Más alegre, la jóven se fue junto a sus amigos llevándose la cena de Hyungwon. Tal vez interfería en sus estrictas dietas pero no soportaría ver a uno de sus chicos en el hospital conectado a máquinas de asistencia vital.

—Hola, Buenas noches.

Hyungwon sonrió apartando la mirada de las cuatro jóvenes y miró al recién llegado.

—Hola. Me gustaría revisar la membresía —dijo con cuidado inclinándose sobre el mostrador.

Las mejillas de Hyungwon se tiñeron de rojo y de sus ojos comenzaron a salir lágrimas.  El corazón en su pecho latía tan rápido que Hyungwon sintió miedo de morir ahí mismo.

No podía creerlo. Había conocido a más de veinte Hoseok pero ninguno era el que necesitaba, porque Hyungwon lo necesitaba. Después de semanas enteras buscándolo por fin lo había encontrado, o bueno, Hoseok lo encontró a él. Pesé a todo pronóstico Hoseok estaba frente a él nuevamente, con esa tierna sonrisa que calentaba su corazón y provocaba chispas en su interior.

Con pasos dudosos, y sin quitar su mirada de Hoseok, atravesó la recepción y teniéndolo a centímetros de distancia se echó a sus brazos rompiendo en llanto. Más tarde se preocuparía por el sin fin de preguntas que le harían las celebridades. Sintió los brazos de Hoseok sostenerlo con fuerza y sonrió en medio de su mar de lágrimas.

—¡Estás aquí! —sollozó Hyungwon, apretando su agarre en la cintura de Hoseok.

—¿No lo recuerdas? —Hoseok despejó el cuerpo delgado de él y acunó su rostro con delicadeza. —Antes de que te subieran a la ambulancia te prometí que te volvería a ver. Y estoy aquí para cumplir mi promesa.

Hyungwon sonrió. Inclinó su cuerpo hacia adelante y junto sus labios con los de Hoseok como tantas veces lo había soñado. El sabor y la calidez de los labios de Hoseok no sé comparaba en lo que él había imaginado. Era mucho mejor.

—No me abandones, por favor —suplicó juntando su frente con la de Hoseok. —Te necesito.

—Jamás Wonnie. Jamás.

Los chillidos y aplausos de los chicos y chicas que detuvieron sus ejercicios para contemplar la escena fueron suficientes para que las mejillas de Hyungwon se encendieran pero Hoseok lo supo distraer con un beso.

Un beso hambriento que le robaba suspiros a ambos y los hacía olvidarse del mundo. Porque no importaba donde estaban, quiénes los miraban o siquiera la hora. Estaban en el momento correcto con la persona correcta.

Incluso si estamos separados, creo que estamos juntos

Te protegeré para que no te sientas solo ahora

Donde estés, aquí estoy, nos encontraremos de nuevo



✨✨

Después de un siglo pude terminar el one shots 🤌🏼.

Espero que les guste, es mi primera vez escribiendo uno así que espero haber hecho un trabajo decente 😅 Bye.

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