Capítulo 24
Con toda la pena de mi corazón tengo que decir esto; Hoy definitivamente es mi último día en el fandom de The Flash. Dejo de ver la serie. No tengo ganas de dar explicaciones del porqué pero si queréis me podéis abrir DM y os cuento. Lo siento muchísimo. Terminaré esta fic por todo el amor que le tengo a Grant.
—Buenos días. —Barry se adentra en Star Labs con un café en la mano y una sonrisa resplandeciente.
—Buenos días, Barry. ¿Dónde está la Señora Allen? —Al oír eso, el velocista no puede evitar que sus ojos se iluminen y las mejillas le duelan de tanto sonreír.
—Salió temprano esta mañana, supuse que estaría aquí. —Se encoge de hombros, restándole importancia.
Pero entonces, las pantallas del laboratorio se ponen en negro y el rostro de Amunet aparece en ellas.
—¿Te falta algo, Flash? —Ríe exagerada, luciendo ridícula.
El héroe frunce el ceño y traga saliva.
—Llama a Caitlin. —Le pide al latino.
—No te molestes en buscar a Caity... No está.
—No da señal, Barry. —Anuncia su mejor amigo. Comparten una mirada preocupada y su teoría comienza a cobrar fuerza.
—...Supongo que debes estar muy enfadado, Flash. Pero si quieres encontrarla a Frosty... Ya sabes donde buscarme. —Vuelve a reír y guiña un ojo a la cámara antes de que la pantalla vuelva al negro.
—El local que quemó hace una semana. —Responde Cisco, rápido.
—Quedate aquí y dirigeme, por favor. —Pide Barry.
Se enfunda en su traje y se dispone a salir pero antes de que pueda hacerlo, Cisco le detiene poniendo una mano en su hombro y se funden en un abrazo lleno de comprensión.
Barry sale del laboratorio, más rápido que nunca. Furioso, desesperado y sin tomar atención.
Entra en ese local y todo lo que oye es la risa ridícula de Amunet.
Caitlin entra en Star Labs como una bala y se posiciona junto a Cisco.
—Alguien ha entrado en mi casa y ha tomado mi móvil.
Cisco se gira con brusquedad y sus ojos se abren como platos.
—¿¡Caitlin?! ¡Caitlin! —Se pone de un salto de pie y la estrella entre sus brazos.
—¿Qué pasa, Cisco? —Y entonces, el latino traga saliva y su expresión cambia.
—Mierda, Barry. —Se vuelve a sentar y comienza a gritar el nombre de su amigo a través del comunicador.
—Cisco ¿Qué ha ocurrido? —Caitlin cada vez se altera más pero su amigo no le da explicaciones.
—Nos hizo creer que te había secuestrado y Barry a ido a por ella.
—¡Barry, joder! —Pero el chico no responde.
Y de repente, un pitido agudo y profundo llena la línea y lo último que escuchan es un aparatoso grito proveniente del ojiverde.
—¡BARRY! —Grita Caitlin, con todas las fuerzas de su cuerpo.
—Lo tiene ella, Cisco. —Expresa, dando vueltas por el laboratorio.
—Caitlin, por favor. Respira hondo. Vamos a encontrar a Barry y vamos a vencerla. —La Doctora se da cuenta de que el latino tiene razón y se detiene en seco. Respira hondo, tal y como su amigo le ha pedido.
—Tienes razón, sé perfectamente lo que tengo que hacer. Y lo tengo que hacer yo sola, Cisco. —El muchacho asiente y lo entiende.
Sabe que es entre Amunet y ella.
Amunet vuelve a aparecer en la pantalla de Star Labs.
—En el centro de la Ciudad. —Dice. Y la conexión vuelve a cortarse.
Caitlin se transforma en Killer Frost y abandona la sala.
Rebusca por las calles más céntricas de la Ciudad.
Cisco la está hablando a través del comunicador pero ella no le escucha.
Cuando, por culpa involuntaria de Barry, se convirtió en Killer Frost, logró controlarla en poco tiempo con la ayuda de sus amigos.
La personalidad de Caitlin se impuso a la de Frost. Pero cuando ésta desapareció, una pequeña parte de su personalidad quedó para siempre impregnada en Caitlin.
El instinto de supervivencia, el de protección hacia sus seres amados, su fuerza desmedida y su furia sin igual.
Y ahora mismo, no está pensando como Caitlin Snow. Si no como Killer Frost.
Y su instinto de protección se ha impuesto a su inteligencia.
Por unos instantes, ha dejado de ser la adorable e inteligente Snow. Y se ha convertido en quien un día fué. Killer Frost, la antihéroe salvaje y fría.
Desde que se transformó, nunca había notado los efectos secundarios de que parte de la personalidad de Frost quedara atada a ella.
Los metahumanos logran enfadarla pero nunca hasta tal punto.
Sin embargo, Amunet no le ha golpeado en la piel, le ha golpeado en el corazón. Ha jugado sucio y ha aprovechado el punto débil de Caitlin.
Porque esa villana le ha quitado aquello que Caitlin ama más en el mundo.
Amunet Black se ha atrevido a quitarle a Barry. Y ahora va a arrepentirse de haberle puesto una mano encima a su marido.
Acaba por encontrar a su enemiga en un callejón.
Ambas se ponen frente a frente, cada una a un lado del callejón.
La Reina Del Hielo va acortando la distancia.
—Buenos días, Frosty. Hace un día precioso ¿No crees?
La Doctora no responde a su provocación.
Se detiene cuando están a un escaso metro.
—¿Dónde está mi esposo? —Pregunta sin más.
Pero la rubia la ignora y sólo ríe, divertida de lo que ha hecho.
Se agacha para tomar su cubo entre las manos y entonces, el instinto de Frost aflora.
La Reina Del Hielo da un paso con rapidez y, sin dar tiempo a que Amunet reaccione, su pierna se mueve en el aire y golpea con fuerza las manos de la villana -que sostienen el cubo-
Al notar el golpe, la rubia deja caer el cubo.
Caitlin dispara a los pedazos de metal, convirtiéndolos en hielo.
Da un paso y los pisa con fuerza, rompiendo la mayoría y dejado a Amunet sin defensa.
Como buena egocéntrica, Amunet sólo sonríe.
—¿Crees que lo necesito para enfrentarme a ti? —Su mano se convierte en un puño y trata de golpear a Caitlin.
Pero la antihéroe detiene el golpe y le congela la mano, provocando que Amunet grite dolorida y se doble sobre sus rodillas.
Frost la suelta pues todo lo que busca es hacerle daño.
Se gira sobre sí misma y le da una tremenda patada en la cara a la villana.
Ésta se agacha pero no a tiempo y recibe el golpe. Desde abajo, le da un puñetazo en el estómago a la Doctora y ésta gime.
Caitlin retrocede y se recompone.
Lanza un puñetazo que Amunet alcanza a detener con su mano buena pero la Reina Del Hielo comienza a a congelarle la mano y la obliga a soltarla.
La villana la agarra del pelo y golpea su cara dos veces.
Pero Caitlin gira sobre sí misma y se zafa de su agarre. Sobre la espalda de Amunet, le retuerce el brazo hasta que la rubia se libera.
Entonces, Killer Frost convierte su brazo en un arma. Una similar a la que usó contra los Nazis en la boda de Barry y Iris.
Le da un golpe en la mejilla y nota como una brecha se abre en la cara de su enemiga.
Amunet, derrotada y abatida, se refugia en la pared.
Caitlin la estampa contra esta y rodea su cuello con sus heladas manos.
—¿Dónde está mi esposo? —Pregunta.
—¡Dónde está mi esposo! —Exclama repetidamente al no obtener respuesta.
Amunet, a pesar de las heridas de su cuerpo y el dolor, se las ingenia para sonreír.
Caitlin le aprieta el cuello más.
La rubia necesita toser pero el frío y la falta de aire le están pasando factura.
—Dime ahora mismo donde está mi esposo o no vas a salir con vida de este callejón.
Sus palabras son tan honestas que incluso sus ojos se vuelven más brillantes.
Y Amunet, mirándola directamente a ellos, se da cuenta de que no tiene opciones.
Va a matarla.
Finalmente, en un hilo, suelta la dirección donde tiene a Barry y Frost la cree sin dudar.
La suelta. El tiempo suficiente para que tome aire y poder volver a estamparla contra la pared.
Amunet no ha jugado con fuego, ha jugado con hielo. Y eso es muchísimo peor.
—Si alguna vez en tu vida vuelves a acercarte a Barry, iré a por ti.
—Crea una estalactita con su mano y la pasa por el rostro de Amunet, abriendo una inmensa y profunda brecha que ocupa buena parte de su cara.
—Ahora cada vez que te mires en el espejo, lo recordarás. Que nadie, nunca, en ninguno Universo ni vida, hará daño a Barry Allen mientras Caitlin Snow siga viva. —Sisa.
La rubia se deja caer al suelo, sus sollozos opacados. Su garganta, rasguñada y sin voz.
Trata de decir algo, probablemente alguna estupidez egocéntrica.
Porque así es ella, estúpida hasta la médula.
Pero Caitlin la acorta con unas simples palabras y una sonrisa que imita su egocentrismo.
—Mira lo que me has hecho hacer, perra.
Caitlin y Cisco corren dentro del edificio.
Barry se encuentra en ropa interior, con unas esposas para metahumanos y atado con cables eléctricos.
La Doctora se deshace rápido de los amarres y susurra: —Barry.
Sus ojos se convierten en cascadas cuando se encuentran con los iris esmeralda de su marido.
—Voy a llevarte a casa. —Le susurra mientras le ayuda a incorporarse y sus frentes se pegan.
Se quedan así por unos segundos, un momento sólo para ellos.
He reescrito la historia que ocurrió en la serie, la he hecho tal y como debió ser.
Barry y Cisco ayudaron a Caitlin a controlar a Frost y por tanto, nunca se unió a Savitar. En su lugar, Amunet lo hizo.
Pd: Siento que Cis no tenga mucho protagonismo últimamente pero como dije al principio de esta fic, quiero centrarme en Snowbarry. ❤
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro